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Gedeón captura a los reyes de Madián
(Jue 8:1) Pero los hombres de Efraín le dijeron: ¿Qué es esto que has hecho con nosotros, no
llamándonos cuando ibas a la guerra contra Madián? Y le reconvinieron
fuertemente.
(Jue 8:2) A los cuales él respondió:
¿Qué he hecho yo ahora comparado con ustedes? ¿No es el rebusco de Efraín mejor
que la vendimia de Abiezer?
(Jue 8:3) Dios ha entregado en
sus [de ustedes] manos a Oreb
y a Zeeb, príncipes de Madián; ¿y qué he podido
yo hacer comparado con ustedes? Entonces el enojo de ellos contra él se aplacó,
luego que él habló esta palabra.
(Jue 8:4) Y vino Gedeón al Jordán, y pasó él y los trescientos hombres que traía consigo,
cansados, mas todavía persiguiendo.
(Jue 8:5) Y dijo a los de
Sucot: «Yo les ruego»* que den a la
gente que «me sigue»* algunos bocados de pan; porque están cansados, y yo persigo a Zeba y Zalmuna, reyes de Madián.
(Jue 8:6) Y los principales de Sucot respondieron: ¿Están ya Zeba y Zalmuna en tu mano, para que demos
pan a tu ejército?
(Jue 8:7) Y Gedeón dijo:
Cuando Jehová haya entregado en mi mano a Zeba y a Zalmuna, yo trillaré su [de ustedes] carne con espinos y abrojos del
desierto.
(Jue 8:8) De allí subió a
Peniel, y les dijo las mismas palabras. Y los de Peniel le respondieron como
habían respondido los de Sucot.
(Jue 8:9) Y él habló también a
los de Peniel, diciendo: Cuando yo vuelva en paz, derribaré esta torre.
(Jue 8:10) Y Zeba y Zalmuna estaban en Carcor, y con ellos su
ejército como de quince mil hombres, todos los que habían quedado de todo el
ejército de los hijos del oriente; pues habían caído ciento veinte mil hombres
que sacaban espada.
(Jue 8:11) Subiendo, pues,
Gedeón por el camino de los que habitaban en tiendas al oriente de Noba y de
Jogbeha, atacó el campamento, porque el ejército «no estaba en guardia.»*
(Jue 8:12) Y huyendo Zeba y
Zalmuna, él los siguió; y prendió a los dos reyes de Madián, Zeba y Zalmuna, y
llenó de espanto a todo el ejército.
(Jue 8:13) Entonces Gedeón hijo de Joás volvió de la batalla
antes que el sol subiese,
(Jue 8:14) y tomó a un joven de
los hombres de Sucot, y le preguntó; y él le dio por escrito los nombres de los
principales y de los ancianos de Sucot, setenta y siete varones.
(Jue 8:15) Y entrando a los hombres de Sucot, dijo: He aquí a Zeba y a Zalmuna, acerca de los cuales me
zaherieron, diciendo: ¿Están ya en tu mano Zeba y Zalmuna, para que demos
nosotros pan a tus hombres cansados?
(Jue 8:16) Y tomó a los
ancianos de la ciudad, y espinos y abrojos del desierto, y castigó con ellos a los de Sucot.
(Jue 8:17) Asimismo derribó la
torre de Peniel, y mató a los de la ciudad.
(Jue 8:18) Luego dijo a Zeba y
a Zalmuna: ¿Qué aspecto tenían aquellos hombres que mataron en Tabor? Y ellos
respondieron: Como tú, así eran ellos; cada uno parecía hijo de rey.
(Jue 8:19) Y él dijo: Mis
hermanos eran, hijos de mi madre. ¡Vive Jehová, que si les hubieran conservado
la vida, yo no les mataría!
(Jue 8:20) Y dijo a Jeter su primogénito: Levántate, y mátalos. Pero el
joven no desenvainó su espada, porque tenía temor, pues era aún muchacho.
(Jue 8:21) Entonces dijeron
Zeba y Zalmuna: Levántate tú, y mátanos; porque como es el varón, tal es su
valentía. Y Gedeón se levantó, y mató a Zeba y a Zalmuna; y tomó los adornos de
lunetas que sus camellos traían al cuello.
(Jue 8:22) Y los israelitas dijeron
a Gedeón: Sé nuestro señor, tú, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado
de mano de Madián.
(Jue 8:23) Mas Gedeón respondió:
No seré señor sobre ustedes, ni mi hijo les señoreará: Jehová señoreará sobre
ustedes.
(Jue 8:24) Y les dijo Gedeón:
Quiero hacerles una petición; que «cada
uno»* me dé
los zarcillos de su botín (pues traían zarcillos de oro, porque eran
ismaelitas).
(Jue 8:25) Ellos respondieron:
De buena gana te los daremos. Y tendiendo un manto, echó allí «cada uno»* los
zarcillos de su botín.
(Jue 8:26) Y fue el peso de los
zarcillos de oro que él pidió, mil setecientos siclos de oro, sin las planchas
y joyeles y vestidos de púrpura que traían los reyes de Madián, y sin los
collares que traían sus camellos al cuello.
(Jue 8:27) Y Gedeón hizo de
ellos un efod, el cual hizo guardar en su ciudad de
Ofra; y todo Israel se prostituyó tras de ese efod en
aquel lugar; y fue tropezadero a Gedeón y a su casa.
(Jue 8:28) Así fue subyugado
Madián delante de los hijos de Israel, y nunca más volvió a levantar cabeza. Y
reposó la tierra cuarenta años en los días de Gedeón.
(Jue 8:29) Luego Jerobaal hijo de Joás fue y habitó en su casa.
(Jue 8:30) Y tuvo Gedeón
setenta hijos «que constituyeron su
descendencia,»* porque tuvo muchas mujeres.
(Jue 8:31) También su concubina
que estaba en Siquem le dio un hijo, y le puso por nombre Abimelec.
(Jue 8:32) Y murió Gedeón hijo
de Joás en buena vejez, y fue sepultado en el sepulcro de su padre Joás, en
Ofra de los abiezeritas.
(Jue 8:33) Pero sucedió que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse
yendo tras los baales, y escogieron por dios a Baalberit.
(Jue 8:34) Y no se acordaron
los hijos de Israel de Jehová su Dios, que los había librado de todos sus
enemigos en derredor;
(Jue 8:35) ni se mostraron agradecidos
con la casa de Jerobaal, el cual es Gedeón, conforme a todo el bien que él
había hecho a Israel.
Reinado de Abimelec
(Jue 9:1) Abimelec hijo de Jerobaal fue a Siquem, a los hermanos de su madre, y habló con
ellos, y con toda la familia de la casa del padre de su madre, diciendo:
(Jue 9:2) «Yo les ruego»* que digan en
oídos de todos los de Siquem: ¿Qué les parece mejor, que les gobiernen setenta
hombres, todos los hijos de Jerobaal, o que les gobierne un solo hombre?
Acuérdense que yo soy hueso suyo [de ustedes], y carne suya [de ustedes].
(Jue 9:3) Y hablaron por él
los hermanos de su madre en oídos de todos los de Siquem todas estas palabras;
y el corazón de ellos se inclinó a
favor de Abimelec, porque decían: Nuestro hermano es.
(Jue 9:4) Y le dieron setenta
siclos de plata del templo de Baalberit, con los
cuales Abimelec alquiló hombres ociosos y vagabundos, que le siguieron.
(Jue 9:5) Y viniendo a la casa de su padre en Ofra, mató a sus hermanos los hijos de Jerobaal, setenta
varones, sobre una misma piedra; pero quedó Jotam el hijo menor de Jerobaal,
que se escondió.
(Jue 9:6) Entonces se juntaron
todos los de Siquem con toda la casa de Milo, y fueron y eligieron a Abimelec por
rey, cerca de la llanura del pilar que estaba en Siquem.
(Jue 9:7) Cuando se lo dijeron
a Jotam, fue y se puso en la cumbre del monte de Gerizim, y alzando su voz
clamó y les dijo: Óiganme, varones de Siquem, y así les oiga Dios.
(Jue 9:8) Fueron una vez los
árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros.
(Jue 9:9) Mas el olivo respondió:
¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para
ir a ser grande sobre los árboles?
(Jue 9:10) Y dijeron los
árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros.
(Jue 9:11) Y respondió la
higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ser grande sobre
los árboles?
(Jue 9:12) Dijeron luego los
árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros.
(Jue 9:13) Y la vid les respondió:
¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande
sobre los árboles?
(Jue 9:14) Dijeron entonces
todos los árboles a la zarza: Anda tú, reina sobre nosotros.
(Jue 9:15) Y la zarza respondió
a los árboles: Si en verdad me eligen
por rey sobre ustedes, vengan, abríguense bajo de mi sombra; y si no, salga
fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.
(Jue 9:16) Ahora, pues, si con verdad
y con integridad han procedido en hacer rey a Abimelec, y si han actuado bien con
Jerobaal y con su casa, y si le han pagado conforme a la obra de sus manos
(Jue 9:17) (porque mi padre peleó
por ustedes, y expuso su vida al peligro para librarles de mano de Madián,
(Jue 9:18) y ustedes se han levantado hoy contra la casa de mi
padre, y han matado a sus hijos, setenta varones
sobre una misma piedra; y han puesto por rey sobre los de Siquem a Abimelec
hijo de su criada, por cuanto es su [de
ustedes] hermano);
(Jue 9:19) si con verdad
y con integridad han procedido hoy con Jerobaal y con su casa, que gocen de
Abimelec, y él goce de ustedes.
(Jue 9:20) Y si no, fuego salga
de Abimelec, que consuma a los de Siquem y a la casa de Milo, y fuego salga de
los de Siquem y de la casa de Milo, que consuma a Abimelec.
(Jue 9:21) Y escapó Jotam y
huyó, y se fue a Beer, y allí se estuvo «por
miedo de»* Abimelec su hermano.
(Jue 9:22) Después que Abimelec hubo dominado sobre Israel tres años,
(Jue 9:23) envió Dios un mal espíritu entre Abimelec y los hombres de
Siquem, y los de Siquem se levantaron contra Abimelec;
(Jue 9:24) para que la violencia [afrenta,
deshonor] hecha a los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos, recayera sobre Abimelec su
hermano que los mató, y sobre los hombres de
Siquem que fortalecieron las manos de él para matar a sus hermanos.
(Jue 9:25) Y los de Siquem pusieron en las cumbres de los
montes asechadores que robaban a todos los que
pasaban junto a ellos por el camino; de lo cual fue dado aviso a Abimelec.
(Jue 9:26) Y Gaal hijo de Ebed vino con sus hermanos y se
pasaron a Siquem, y los de Siquem pusieron en él
su confianza.
(Jue 9:27) Y saliendo al campo,
vendimiaron sus viñedos, y pisaron la uva e hicieron fiesta; y entrando en el templo de sus dioses, comieron y bebieron, y maldijeron a Abimelec.
(Jue 9:28) Y Gaal hijo de Ebed dijo:
¿Quién es Abimelec, y qué es Siquem, para que nosotros le sirvamos? ¿No es hijo
de Jerobaal, y no es Zebul ayudante suyo? Sirvan a los varones de Hamor padre
de Siquem; pero ¿por qué le hemos de servir a él?
(Jue 9:29) Ojalá estuviera este pueblo bajo mi mano, pues yo
arrojaría luego a Abimelec, y diría a Abimelec:
Aumenta tus ejércitos, y sal.
(Jue 9:30) Cuando Zebul gobernador de la ciudad oyó las palabras de Gaal hijo de Ebed, se encendió en
ira,
(Jue 9:31) y envió secretamente
mensajeros a Abimelec, diciendo: He aquí que Gaal hijo de Ebed y sus hermanos
han venido a Siquem, y he aquí que están sublevando la ciudad contra ti.
(Jue 9:32) Levántate, pues, ahora de noche, tú y el pueblo que está contigo, y pon emboscadas en el
campo.
(Jue 9:33) Y por la mañana al
salir el sol madruga y cae sobre la
ciudad; y cuando él y el pueblo que está con él salgan contra ti, tú harás con
él según «se presente la ocasión.»*
(Jue 9:34) Levantándose, pues, de noche Abimelec y todo el
pueblo que con él estaba, pusieron emboscada
contra Siquem con cuatro compañías.
(Jue 9:35) Y Gaal hijo de Ebed salió,
y se puso a la entrada de la puerta de la ciudad; y Abimelec y todo el pueblo
que con él estaba, se levantaron de la emboscada.
(Jue 9:36) Y viendo Gaal al pueblo, dijo a Zebul: He allí gente que desciende de las cumbres
de los montes. Y Zebul le respondió: Tú ves la sombra de los montes como si
fueran hombres.
(Jue 9:37) Volvió Gaal a hablar, y dijo: He allí gente que desciende de en medio de la tierra,
y una tropa viene por el camino de la encina de los adivinos.
(Jue 9:38) Y Zebul le
respondió: ¿Dónde está ahora tu boca con que decías: ¿Quién es Abimelec para
que le sirvamos? ¿No es este el pueblo que tenías en poco? Sal pues, ahora, y
pelea con él.
(Jue 9:39) Y Gaal salió delante
de los de Siquem, y peleó contra Abimelec.
(Jue 9:40) Mas lo persiguió
Abimelec, y Gaal huyó delante de él; y cayeron heridos muchos hasta la entrada
de la puerta.
(Jue 9:41) Y Abimelec se quedó
en Aruma; y Zebul echó fuera a Gaal y a sus hermanos, para que no morasen en
Siquem.
(Jue 9:42) Sucedió el siguiente día, que el pueblo salió al campo; y fue dado aviso a Abimelec,
(Jue 9:43) el cual, tomando gente, la
repartió en tres compañías, y puso emboscadas en el campo; y cuando miró, he
aquí el pueblo que salía de la ciudad; y se levantó contra ellos y los atacó.
(Jue 9:44) Porque Abimelec y la compañía que estaba con él
acometieron con ímpetu, y se detuvieron a la
entrada de la puerta de la ciudad, y las otras dos compañías acometieron a
todos los que estaban en el campo, y los mataron.
(Jue 9:45) Y Abimelec peleó
contra la ciudad todo aquel día, y tomó la ciudad, y mató al pueblo que en ella
estaba; y asoló la ciudad, y la sembró de sal.
(Jue 9:46) Cuando oyeron esto
todos los que estaban en la torre de Siquem, se metieron en la fortaleza del templo
del dios Berit.
(Jue 9:47) Y fue dado aviso a
Abimelec, de que estaban reunidos todos los hombres de la torre de Siquem.
(Jue 9:48) Entonces subió
Abimelec al monte de Salmón, él y toda la gente que con él estaba; y tomó
Abimelec un hacha en su mano, y cortó una rama de los árboles, y levantándola
se la puso sobre sus hombros, diciendo al pueblo que estaba con él: Lo que me han
visto hacer, apresúrense a hacerlo como yo.
(Jue 9:49) Y todo el pueblo cortó
también «cada uno»* su rama, y siguieron
a Abimelec, y las pusieron junto a la fortaleza,
y prendieron fuego con ellas a la fortaleza,
de modo que todos los de la torre de Siquem murieron, como unos mil hombres y
mujeres.
(Jue 9:50) Después Abimelec se fue
a Tebes, y puso sitio a Tebes, y la tomó.
(Jue 9:51) En medio de aquella ciudad había una torre fortificada, a la cual se retiraron todos
los hombres y las mujeres, y todos los señores de la ciudad; y cerrando tras sí
las puertas, se subieron al techo de la torre.
(Jue 9:52) Y vino Abimelec a la torre, y combatiéndola, llegó hasta la puerta de la torre para prenderle
fuego.
(Jue 9:53) Mas una mujer dejó
caer un pedazo de una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec, y le rompió
el cráneo.
(Jue 9:54) Entonces llamó
apresuradamente a su escudero, y le dijo: Saca tu espada y mátame, para que no
se diga de mí: Una mujer lo mató. Y su escudero le atravesó, y murió.
(Jue 9:55) Y cuando los israelitas vieron muerto a Abimelec, se fueron cada uno a su casa.
(Jue 9:56) Así pagó Dios a Abimelec el mal que hizo contra su padre, matando a sus setenta hermanos.
(Jue 9:57) Y todo el mal de los hombres de Siquem lo hizo Dios
volver sobre sus cabezas, y vino sobre ellos la maldición de Jotam hijo de
Jerobaal.
Tola y Jair juzgan a Israel
(Jue 10:1) Después de Abimelec, se levantó para librar a
Israel Tola hijo de Fúa, hijo de Dodo, varón de Isacar, el cual habitaba en Samir en el monte de Efraín.
(Jue 10:2) Y juzgó a Israel
veintitrés años; y murió, y fue sepultado en Samir.
(Jue 10:3) Tras él se levantó Jair galaadita, el cual juzgó a Israel veintidós años.
(Jue 10:4) Este tuvo treinta hijos, que cabalgaban sobre
treinta asnos; y tenían treinta ciudades, que se llaman las ciudades de Jair
hasta hoy, las cuales están en la tierra de Galaad.
(Jue 10:5) Y murió Jair, y fue
sepultado en Camón.
Jefte liberta a Israel de los
amonitas
(Jue 10:6) Pero los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron
a los baales y a Astarot, a los dioses de Siria, a los dioses de Sidón, a los
dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Amón y a los dioses de los
filisteos; y dejaron a Jehová, y no le sirvieron.
(Jue 10:7) Y se encendió la ira
de Jehová contra Israel, y los entregó en mano de los filisteos, y en mano de
los hijos de Amón;
(Jue 10:8) los cuales oprimieron y quebrantaron a los hijos de
Israel en aquel tiempo dieciocho años, a todos los hijos de Israel que estaban al otro lado del
Jordán en la tierra del amorreo, que está en Galaad.
(Jue 10:9) Y los hijos de Amón pasaron
el Jordán para hacer también guerra contra Judá y contra Benjamín y la casa de
Efraín, y fue afligido Israel enteramente [en
gran manera, grandemente].
(Jue 10:10) Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová, diciendo: Nosotros hemos pecado contra ti;
porque hemos dejado a nuestro Dios, y servido a los baales.
(Jue 10:11) Y Jehová respondió a
los hijos de Israel: ¿ No han sido oprimidos de Egipto, de los amorreos, de los
amonitas, de los filisteos,
(Jue 10:12) de los de Sidón, de Amalec y de Maón, y clamando a mí no les libré de sus manos?
(Jue 10:13) Mas ustedes me han
dejado, y han servido a dioses ajenos; por tanto, yo no les libraré más.
(Jue 10:14) Vayan y clamen a los
dioses que se han elegido; que les libren ellos en el tiempo de su [ustedes]
aflicción.
(Jue 10:15) Y los hijos de Israel respondieron a Jehová: Hemos pecado; haz tú con nosotros como «bien te parezca;»*
sólo «te rogamos»*
que nos libres en este día.
(Jue 10:16) Y quitaron de entre
sí los dioses ajenos, y sirvieron a Jehová; y«él
fue angustiado»* a causa de la aflicción de
Israel.
(Jue 10:17) Entonces se juntaron
los hijos de Amón, y acamparon en Galaad; se juntaron asimismo los hijos de
Israel, y acamparon en Mizpa.
(Jue 10:18) Y los príncipes y el pueblo de Galaad dijeron «el uno al
otro:»* ¿Quién comenzará la batalla contra los hijos de Amón? Será caudillo
sobre todos los que habitan en Galaad.
(Jue 11:1) Jefté galaadita era
esforzado y valeroso; era hijo de una mujer prostituta [ramera],
y el padre de Jefté era Galaad.
(Jue 11:2) Pero la mujer de Galaad le dio hijos, los cuales, cuando crecieron, echaron fuera a
Jefté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo
de otra mujer.
(Jue 11:3) Huyó, pues, Jefté de
sus hermanos, y habitó en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres ociosos,
los cuales salían con él.
(Jue 11:4) Sucedió «transcurriendo
el tiempo,»*
que los hijos de Amón hicieron guerra contra
Israel.
(Jue 11:5) Y cuando los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer
a Jefté de la tierra de Tob;
(Jue 11:6) y dijeron a Jefté:
Ven, y serás nuestro jefe, para que peleemos contra los hijos de Amón.
(Jue 11:7) Jefté respondió a
los ancianos de Galaad: ¿No me aborrecieron ustedes, y me echaron de la casa de
mi padre? ¿Por qué, pues, vienen ahora a mí cuando están en aflicción?
(Jue 11:8) Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Por esta misma causa volvemos ahora a ti,
para que vengas con nosotros y pelees contra los hijos de Amón, y seas caudillo
de todos los que moramos en Galaad.
(Jue 11:9) Jefté entonces dijo
a los ancianos de Galaad: Si me hacen volver para que pelee contra los hijos de
Amón, y Jehová los entregare delante de mí, ¿seré yo su [de ustedes] caudillo?
(Jue 11:10) Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Jehová sea testigo entre nosotros, si no
hiciéremos como tú dices.
(Jue 11:11) Entonces Jefté vino
con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo eligió por su caudillo y jefe; y
Jefté habló todas sus palabras delante de Jehová en Mizpa.
(Jue 11:12) Y envió Jefté
mensajeros al rey de los amonitas, diciendo: ¿Qué tienes tú conmigo, que has
venido a mí para hacer guerra contra mi tierra?
(Jue 11:13) El rey de los amonitas respondió a los mensajeros
de Jefté: Por cuanto Israel tomó mi tierra, cuando subió de Egipto, desde Arnón
hasta Jaboc y el Jordán; ahora, pues, devuélvela en paz.
(Jue 11:14) Y Jefté volvió a
enviar otros mensajeros al rey de los amonitas,
(Jue 11:15) para decirle: Jefté
ha dicho así: Israel no tomó tierra de Moab, ni tierra de los hijos de Amón.
(Jue 11:16) Porque cuando Israel subió
de Egipto, anduvo por el desierto hasta el Mar Rojo, y llegó a Cades.
(Jue 11:17) Entonces Israel envió
mensajeros al rey de Edom, diciendo: «Yo
te ruego»* que me dejes pasar por tu tierra;
pero el rey de Edom no los escuchó. Envió también al rey de Moab, el cual
tampoco quiso; se quedó, por tanto, Israel en Cades.
(Jue 11:18) Después, yendo por
el desierto, rodeó la tierra de Edom y la tierra de Moab, y viniendo por el
lado oriental de la tierra de Moab, acampó al otro lado de Arnón, y no entró en
territorio de Moab; porque Arnón es territorio de Moab.
(Jue 11:19) Y envió Israel
mensajeros a Sehón rey de los amorreos, rey de Hesbón, diciéndole: «Te ruego»* que
me dejes pasar por tu tierra hasta mi lugar.
(Jue 11:20) Mas Sehón no se fio
de Israel para darle paso por su territorio, sino que reuniendo Sehón toda su
gente, acampó en Jahaza, y peleó contra Israel.
(Jue 11:21) Pero Jehová Dios de Israel entregó a Sehón y a todo su pueblo en mano de Israel, y los
derrotó; y se apoderó Israel de toda la tierra de los amorreos que habitaban en
aquel país.
(Jue 11:22) Se apoderaron también de todo el territorio del
amorreo desde Arnón hasta Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán.
(Jue 11:23) Así que, lo que Jehová Dios de Israel desposeyó al
amorreo delante de su pueblo Israel, ¿pretendes tú apoderarte de él?
(Jue 11:24) Lo que te hiciere poseer
Quemos tu dios, ¿no lo poseerías tú? Así, todo lo que desposeyó Jehová nuestro
Dios delante de nosotros, nosotros lo poseeremos.
(Jue 11:25) ¿Eres tú ahora mejor
en algo que Balac hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Tuvo él cuestión contra Israel,
o hizo guerra contra ellos?
(Jue 11:26) Cuando Israel ha estado habitando por trescientos años a Hesbón y sus aldeas, a Aroer y
sus aldeas, y todas las ciudades que están en «el
territorio de»* Arnón, ¿por qué no las han
recobrado en ese tiempo?
(Jue 11:27) Así que, yo nada he
pecado contra ti, mas tú haces mal conmigo peleando contra mí. Jehová, que es
el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.
(Jue 11:28) Mas el rey de los hijos de Amón no atendió a las razones que Jefté le envió.
(Jue 11:29) Y el Espíritu
de Jehová vino sobre Jefté; y pasó por Galaad y
Manasés, y de allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los
hijos de Amón.
(Jue 11:30) Y Jefté hizo voto a
Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos,
(Jue 11:31) cualquiera que saliere de las
puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso de los amonitas, será
de Jehová, y lo ofreceré en holocausto.
(Jue 11:32) Y fue Jefté hacia
los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano.
(Jue 11:33) Y desde Aroer hasta llegar a Minit, veinte
ciudades, y hasta la vega de las viñas, los
derrotó con muy grande estrago. Así fueron sometidos los amonitas por los hijos
de Israel.
(Jue 11:34) Entonces volvió Jefté a Mizpa, a su casa; y he aquí su hija que salía a recibirle con
panderos y danzas, y ella era sola, su hija única; no tenía fuera de ella hijo
ni hija.
(Jue 11:35) Y cuando él la vio,
rompió sus vestidos, diciendo: ¡Ay, hija mía! de hecho me has abatido, y tú
misma has venido a ser causa de mi dolor; porque le «he dado palabra»* a Jehová, y no podré retractarme.
(Jue 11:36) Ella entonces le respondió:
Padre mío, «si le has dado palabra»* a Jehová, haz de
mí conforme a «lo que prometiste,»* ya que Jehová ha hecho venganza en tus enemigos
los hijos de Amón.
(Jue 11:37) Y volvió a decir a
su padre: Concédeme esto: déjame por dos meses
que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis
compañeras.
(Jue 11:38) El entonces dijo: Ve.
Y la dejó por dos meses. Y ella fue con
sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes.
(Jue 11:39) Pasados los dos meses
volvió a su padre, quien hizo de ella conforme
al voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón.
(Jue 11:40) Y se hizo costumbre en Israel, que de año en año fueran
las doncellas de Israel a endechar a la hija de Jefté galaadita, cuatro días en el año
(Jue 12:1) Entonces se reunieron
los varones de Efraín, y pasaron hacia el norte, y dijeron a Jefté: ¿Por qué
fuiste a hacer guerra contra los hijos de Amón, y no nos llamaste para que
fuéramos contigo? Nosotros quemaremos tu casa contigo.
(Jue 12:2) Y Jefté les
respondió: Yo y mi pueblo teníamos una gran contienda con los hijos de Amón, y
les llamé, y no me defendieron de su mano.
(Jue 12:3) Viendo, pues, que no
me defendían, arriesgué mi vida, y pasé contra los hijos de Amón, y Jehová me
los entregó; ¿por qué, pues, han subido hoy contra mí para pelear conmigo?
(Jue 12:4) Entonces reunió
Jefté a todos los varones de Galaad, y peleó contra Efraín; y los de Galaad
derrotaron a Efraín, porque habían dicho: Ustedes son fugitivos de Efraín,
ustedes los galaaditas, en medio de Efraín y de Manasés.
(Jue 12:5) Y los galaaditas tomaron
los vados del Jordán a los de Efraín; y sucedió que cuando decían los fugitivos
de Efraín: Quiero pasar, los de Galaad les preguntaban: ¿Eres tú efrateo? Si él
respondía: No,
(Jue 12:6) entonces le decían:
Ahora, pues, di Shibolet. Y él decía Sibolet; porque no podía pronunciarlo
correctamente. Entonces le echaban mano, y le degollaban junto a los vados del
Jordán. Y murieron entonces de los de Efraín cuarenta y dos mil.
(Jue 12:7) Y Jefté juzgó a
Israel seis años; y murió Jefté galaadita, y fue sepultado
en una de las ciudades de Galaad.
Ibzán, Elón y Abdón, jueces de Israel
(Jue 12:8) Después de él juzgó
a Israel Ibzán de Belén,
(Jue 12:9) el cual tuvo treinta hijos y treinta hijas, las
cuales casó fuera, y tomó de fuera treinta hijas para sus hijos; y juzgó a
Israel siete años.
(Jue 12:10) Y murió Ibzán, y fue
sepultado en Belén.
(Jue 12:11) Después de él juzgó
a Israel Elón zabulonita, el cual juzgó a Israel diez años.
(Jue 12:12) Y murió Elón zabulonita, y fue sepultado en Ajalón en la tierra de Zabulón.
(Jue 12:13) Después de él juzgó
a Israel Abdón hijo de Hilel, piratonita.
(Jue 12:14) Este tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que
cabalgaban sobre setenta asnos; y juzgó a Israel ocho años.
(Jue 12:15) Y murió Abdón hijo
de Hilel piratonita, y fue sepultado en Piratón, en la tierra de Efraín, en el
monte de Amalec.
Nacimiento de Sansón
(Jue 13:1) Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante
los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano
de los filisteos por cuarenta años.
(Jue 13:2) Y había un hombre de
Zora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su mujer era estéril, y
nunca había tenido hijos.
(Jue 13:3) A esta mujer apareció
el ángel de Jehová, y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y nunca has tenido
hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo.
(Jue 13:4) Ahora, pues, no bebas
vino ni sidra, ni comas cosa inmunda.
(Jue 13:5) Pues he aquí que
concebirás y darás a luz un hijo; y navaja no pasará sobre su cabeza, porque el
niño será nazareo a Dios desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel
de mano de los filisteos.
(Jue 13:6) Y la mujer vino y se lo contó a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a mí,
cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, temible enteramente [en gran manera, grandemente]; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo
su nombre.
(Jue 13:7) Y me dijo: He aquí
que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas vino, ni
sidra, ni comas cosa inmunda, porque este niño será nazareo a Dios desde su nacimiento
hasta el día de su muerte.
(Jue 13:8) Entonces oró Manoa a
Jehová, y dijo: Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que
enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer
con el niño que ha de nacer.
(Jue 13:9) Y Dios oyó la voz de Manoa; y el ángel de Dios
volvió otra vez a la mujer, estando ella en el
campo; mas su marido Manoa no estaba con ella.
(Jue 13:10) Y la mujer corrió
prontamente a avisarle a su marido, diciéndole: Mira que se me ha aparecido
aquel varón que vino a mí el otro día.
(Jue 13:11) Y se levantó Manoa, y siguió a su mujer; y vino al varón y le dijo: ¿Eres tú aquel varón que
habló a la mujer? Y él dijo: Yo soy.
(Jue 13:12) Entonces Manoa dijo:
Cuando tus palabras se cumplan, ¿cómo debe ser la manera de vivir del niño, y
qué debemos hacer con él?
(Jue 13:13) Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: La mujer se guardará de todas las cosas que
yo le dije.
(Jue 13:14) No tomará nada que
proceda de la vid; no beberá vino ni sidra, y no comerá cosa inmunda; guardará
todo lo que le mandé.
(Jue 13:15) Entonces Manoa dijo
al ángel de Jehová: «Te ruego»* nos permitas detenerte,
y te prepararemos un cabrito.
(Jue 13:16) Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: Aunque me detengas, no comeré de tu pan; mas
si quieres hacer holocausto, ofrécelo a Jehová. Y no sabía Manoa que aquél
fuese ángel de Jehová.
(Jue 13:17) Entonces dijo Manoa
al ángel de Jehová: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te
honremos?
(Jue 13:18) Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?
(Jue 13:19) Y Manoa tomó un
cabrito y una ofrenda, y los ofreció sobre una peña a Jehová; y el ángel hizo milagro ante los ojos de Manoa y de su mujer.
(Jue 13:20) Porque sucedió que
cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel de Jehová subió en la
llama del altar ante los ojos de Manoa y de su mujer, los cuales se postraron
en tierra.
(Jue 13:21) Y el ángel de Jehová no volvió a aparecer a Manoa ni
a su mujer. Entonces conoció Manoa que era el
ángel de Jehová.
(Jue 13:22) Y dijo Manoa a su
mujer: Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto.
(Jue 13:23) Y su mujer le respondió:
Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la
ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habría
anunciado esto.
(Jue 13:24) Y la mujer dio a luz
un hijo, y le puso por nombre Sansón. Y el niño creció, y Jehová lo bendijo.
(Jue 13:25) Y el Espíritu
de Jehová comenzó a manifestarse en él en los
campamentos de Dan, entre Zora y Estaol.
Sansón y la mujer filistea de Timnat
(Jue 14:1) Descendió Sansón a
Timnat, y vio en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos.
(Jue 14:2) Y subió, y lo
declaró a su padre y a su madre, diciendo: Yo he visto en Timnat una mujer de
las hijas de los filisteos; les ruego que me la tomen por mujer.
(Jue 14:3) Y su padre y su
madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo
nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos?
Y Sansón respondió a su padre: Tómame ésta por mujer, porque ella «me agrada.»*
(Jue 14:4) Mas su padre y su
madre no sabían que esto venía de Jehová, porque él buscaba ocasión contra los
filisteos; pues en aquel tiempo los
filisteos dominaban sobre Israel.
(Jue 14:5) Y Sansón descendió
con su padre y con su madre a Timnat; y cuando llegaron a las viñas de Timnat,
he aquí un león joven que venía rugiendo hacia él.
(Jue 14:6) Y el Espíritu
de Jehová vino sobre Sansón, quien despedazó al
león como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano; y no declaró
ni a su padre ni a su madre lo que había hecho.
(Jue 14:7) Descendió, pues, y
habló a la mujer; y «ella agradó a»* Sansón.
(Jue 14:8) Y volviendo después de algunos días para tomarla, se apartó del camino para ver el cuerpo muerto del león; y he
aquí que en el cuerpo del león había un enjambre de abejas, y un panal de miel.
(Jue 14:9) Y tomándolo en sus
manos, se fue comiéndolo por el camino; y cuando alcanzó a su padre y a su
madre, les dio también a ellos que comiesen; mas no les descubrió que había
tomado aquella miel del cuerpo del león.
(Jue 14:10) Vino, pues, su padre
adonde estaba la mujer, y Sansón hizo allí banquete; porque así solían hacer
los jóvenes.
(Jue 14:11) Y sucedió que cuando ellos le vieron, tomaron treinta compañeros para que estuviesen con él.
(Jue 14:12) Y Sansón les dijo:
Yo les propondré ahora un enigma, y si en los siete días del banquete me lo declaran y descifran, yo les daré
treinta vestidos de lino y treinta vestidos de fiesta.
(Jue 14:13) Mas si no me lo pueden declarar, entonces ustedes me darán a mí los treinta vestidos de lino y los
vestidos de fiesta. Y ellos respondieron: Propón tu enigma, y lo oiremos.
(Jue 14:14) Entonces les dijo:
Del devorador salió comida, Y del fuerte salió dulzura. Y ellos no pudieron
declararle el enigma en tres días.
(Jue 14:15) Al séptimo día dijeron a la mujer
de Sansón: Induce a tu marido a que nos declare este enigma, para que no te
quememos a ti y a la casa de tu padre. ¿ Nos han llamado aquí para despojarnos?
(Jue 14:16) Y lloró la mujer de
Sansón en presencia de él, y dijo: Solamente me aborreces, y no me amas, pues
no me declaras el enigma que propusiste a los hijos de mi pueblo. Y él
respondió: He aquí que ni a mi padre ni a mi madre lo he declarado, ¿y te lo
había de declarar a ti?
(Jue 14:17) Y ella lloró en
presencia de él los siete días que
ellos tuvieron banquete; mas al séptimo día él se lo declaró, porque le
presionaba; y ella lo declaró a los hijos de su pueblo.
(Jue 14:18) Al séptimo día, antes que el sol se pusiese, los de la ciudad le dijeron:
¿Qué cosa más dulce que la miel? ¿Y qué cosa más fuerte que el león? Y él les
respondió: Si no arasen con mi novilla, Nunca
hubieran descubierto mi enigma.
(Jue 14:19) Y el Espíritu
de Jehová vino sobre él, y descendió a Ascalón y
mató a treinta hombres de ellos; y tomando sus despojos, dio las mudas de
vestidos a los que habían explicado el enigma; y encendido en enojo se volvió a
la casa de su padre.
(Jue 14:20) Y la mujer de Sansón fue
dada a su compañero, al cual él había tratado como su amigo.