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RVI: JUECES 8 - 14

Referencias para la lectura:

-       Texto actualizado al español latino.
-       Ubicación visual de vocablos claves resaltados en colores.
-       Sinónimos de palabras claves entre corchetes [color bordó]
-       Texto entre comillas y asterisco «expresión»* refiere a una frase en español equivalente a la frase hebrea de dicho texto.
-       Subtitulado tradicional actualizado

Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original del hebreo.
Para complementar su lectura considere el uso de un diccionario Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para el NT.


Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera Independiente Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de significados y conceptos.

Gedeón captura a los reyes de Madián
(Jue 8:1) Pero los hombres de Efraín le dijeron: ¿Qué es esto que has hecho con nosotros, no llamándonos cuando ibas a la guerra contra Madián? Y le reconvinieron fuertemente.

(Jue 8:2) A los cuales él respondió: ¿Qué he hecho yo ahora comparado con ustedes? ¿No es el rebusco de Efraín mejor que la vendimia de Abiezer?

(Jue 8:3) Dios ha entregado en sus [de ustedes] manos a Oreb y a Zeeb, príncipes de Madián; ¿y qué he podido yo hacer comparado con ustedes? Entonces el enojo de ellos contra él se aplacó, luego que él habló esta palabra.

(Jue 8:4) Y vino Gedeón al Jordán, y pasó él y los trescientos hombres que traía consigo, cansados, mas todavía persiguiendo.

(Jue 8:5) Y dijo a los de Sucot: «Yo les ruego»* que den a la gente que «me sigue»* algunos bocados de pan; porque están cansados, y yo persigo a Zeba y Zalmuna, reyes de Madián.

(Jue 8:6) Y los principales de Sucot respondieron: ¿Están ya Zeba y Zalmuna en tu mano, para que demos pan a tu ejército?

(Jue 8:7) Y Gedeón dijo: Cuando Jehová haya entregado en mi mano a Zeba y a Zalmuna, yo trillaré su [de ustedes] carne con espinos y abrojos del desierto.

(Jue 8:8) De allí subió a Peniel, y les dijo las mismas palabras. Y los de Peniel le respondieron como habían respondido los de Sucot.

(Jue 8:9) Y él habló también a los de Peniel, diciendo: Cuando yo vuelva en paz, derribaré esta torre.

(Jue 8:10) Y Zeba y Zalmuna estaban en Carcor, y con ellos su ejército como de quince mil hombres, todos los que habían quedado de todo el ejército de los hijos del oriente; pues habían caído ciento veinte mil hombres que sacaban espada.

(Jue 8:11) Subiendo, pues, Gedeón por el camino de los que habitaban en tiendas al oriente de Noba y de Jogbeha, atacó el campamento, porque el ejército «no estaba en guardia.»*

(Jue 8:12) Y huyendo Zeba y Zalmuna, él los siguió; y prendió a los dos reyes de Madián, Zeba y Zalmuna, y llenó de espanto a todo el ejército.

(Jue 8:13) Entonces Gedeón hijo de Joás volvió de la batalla antes que el sol subiese,

(Jue 8:14) y tomó a un joven de los hombres de Sucot, y le preguntó; y él le dio por escrito los nombres de los principales y de los ancianos de Sucot, setenta y siete varones.

(Jue 8:15) Y entrando a los hombres de Sucot, dijo: He aquí a Zeba y a Zalmuna, acerca de los cuales me zaherieron, diciendo: ¿Están ya en tu mano Zeba y Zalmuna, para que demos nosotros pan a tus hombres cansados?

(Jue 8:16) Y tomó a los ancianos de la ciudad, y espinos y abrojos del desierto, y castigó con ellos a los de Sucot.

(Jue 8:17) Asimismo derribó la torre de Peniel, y mató a los de la ciudad.

(Jue 8:18) Luego dijo a Zeba y a Zalmuna: ¿Qué aspecto tenían aquellos hombres que mataron en Tabor? Y ellos respondieron: Como tú, así eran ellos; cada uno parecía hijo de rey.

(Jue 8:19) Y él dijo: Mis hermanos eran, hijos de mi madre. ¡Vive Jehová, que si les hubieran conservado la vida, yo no les mataría!

(Jue 8:20) Y dijo a Jeter su primogénito: Levántate, y mátalos. Pero el joven no desenvainó su espada, porque tenía temor, pues era aún muchacho.

(Jue 8:21) Entonces dijeron Zeba y Zalmuna: Levántate tú, y mátanos; porque como es el varón, tal es su valentía. Y Gedeón se levantó, y mató a Zeba y a Zalmuna; y tomó los adornos de lunetas que sus camellos traían al cuello.

(Jue 8:22) Y los israelitas dijeron a Gedeón: Sé nuestro señor, tú, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madián.

(Jue 8:23) Mas Gedeón respondió: No seré señor sobre ustedes, ni mi hijo les señoreará: Jehová señoreará sobre ustedes.

(Jue 8:24) Y les dijo Gedeón: Quiero hacerles una petición; que «cada uno»* me dé los zarcillos de su botín (pues traían zarcillos de oro, porque eran ismaelitas).

(Jue 8:25) Ellos respondieron: De buena gana te los daremos. Y tendiendo un manto, echó allí «cada uno»* los zarcillos de su botín.

(Jue 8:26) Y fue el peso de los zarcillos de oro que él pidió, mil setecientos siclos de oro, sin las planchas y joyeles y vestidos de púrpura que traían los reyes de Madián, y sin los collares que traían sus camellos al cuello.

(Jue 8:27) Y Gedeón hizo de ellos un efod, el cual hizo guardar en su ciudad de Ofra; y todo Israel se prostituyó tras de ese efod en aquel lugar; y fue tropezadero a Gedeón y a su casa.

(Jue 8:28) Así fue subyugado Madián delante de los hijos de Israel, y nunca más volvió a levantar cabeza. Y reposó la tierra cuarenta años en los días de Gedeón.

(Jue 8:29) Luego Jerobaal hijo de Joás fue y habitó en su casa.

(Jue 8:30) Y tuvo Gedeón setenta hijos «que constituyeron su descendencia,»* porque tuvo muchas mujeres.

(Jue 8:31) También su concubina que estaba en Siquem le dio un hijo, y le puso por nombre Abimelec.

(Jue 8:32) Y murió Gedeón hijo de Joás en buena vejez, y fue sepultado en el sepulcro de su padre Joás, en Ofra de los abiezeritas.

(Jue 8:33) Pero sucedió que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse yendo tras los baales, y escogieron por dios a Baalberit.

(Jue 8:34) Y no se acordaron los hijos de Israel de Jehová su Dios, que los había librado de todos sus enemigos en derredor;

(Jue 8:35) ni se mostraron agradecidos con la casa de Jerobaal, el cual es Gedeón, conforme a todo el bien que él había hecho a Israel.

Reinado de Abimelec
(Jue 9:1) Abimelec hijo de Jerobaal fue a Siquem, a los hermanos de su madre, y habló con ellos, y con toda la familia de la casa del padre de su madre, diciendo:

(Jue 9:2) «Yo les ruego»* que digan en oídos de todos los de Siquem: ¿Qué les parece mejor, que les gobiernen setenta hombres, todos los hijos de Jerobaal, o que les gobierne un solo hombre? Acuérdense que yo soy hueso suyo [de ustedes], y carne suya [de ustedes].

(Jue 9:3) Y hablaron por él los hermanos de su madre en oídos de todos los de Siquem todas estas palabras; y el corazón de ellos se inclinó a favor de Abimelec, porque decían: Nuestro hermano es.

(Jue 9:4) Y le dieron setenta siclos de plata del templo de Baalberit, con los cuales Abimelec alquiló hombres ociosos y vagabundos, que le siguieron.

(Jue 9:5) Y viniendo a la casa de su padre en Ofra, mató a sus hermanos los hijos de Jerobaal, setenta varones, sobre una misma piedra; pero quedó Jotam el hijo menor de Jerobaal, que se escondió.

(Jue 9:6) Entonces se juntaron todos los de Siquem con toda la casa de Milo, y fueron y eligieron a Abimelec por rey, cerca de la llanura del pilar que estaba en Siquem.

(Jue 9:7) Cuando se lo dijeron a Jotam, fue y se puso en la cumbre del monte de Gerizim, y alzando su voz clamó y les dijo: Óiganme, varones de Siquem, y así les oiga Dios.

(Jue 9:8) Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros.

(Jue 9:9) Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?

(Jue 9:10) Y dijeron los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros.

(Jue 9:11) Y respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ser grande sobre los árboles?

(Jue 9:12) Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros.

(Jue 9:13) Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?

(Jue 9:14) Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: Anda tú, reina sobre nosotros.

(Jue 9:15) Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me eligen por rey sobre ustedes, vengan, abríguense bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.

(Jue 9:16) Ahora, pues, si con verdad y con integridad han procedido en hacer rey a Abimelec, y si han actuado bien con Jerobaal y con su casa, y si le han pagado conforme a la obra de sus manos

(Jue 9:17) (porque mi padre peleó por ustedes, y expuso su vida al peligro para librarles de mano de Madián,

(Jue 9:18) y ustedes se han levantado hoy contra la casa de mi padre, y han matado a sus hijos, setenta varones sobre una misma piedra; y han puesto por rey sobre los de Siquem a Abimelec hijo de su criada, por cuanto es su [de ustedes] hermano);

(Jue 9:19) si con verdad y con integridad han procedido hoy con Jerobaal y con su casa, que gocen de Abimelec, y él goce de ustedes.

(Jue 9:20) Y si no, fuego salga de Abimelec, que consuma a los de Siquem y a la casa de Milo, y fuego salga de los de Siquem y de la casa de Milo, que consuma a Abimelec.

(Jue 9:21) Y escapó Jotam y huyó, y se fue a Beer, y allí se estuvo «por miedo de»* Abimelec su hermano.

(Jue 9:22) Después que Abimelec hubo dominado sobre Israel tres años,

(Jue 9:23) envió Dios un mal espíritu entre Abimelec y los hombres de Siquem, y los de Siquem se levantaron contra Abimelec;

(Jue 9:24) para que la violencia [afrenta, deshonor] hecha a los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos, recayera sobre Abimelec su hermano que los mató, y sobre los hombres de Siquem que fortalecieron las manos de él para matar a sus hermanos.

(Jue 9:25) Y los de Siquem pusieron en las cumbres de los montes asechadores que robaban a todos los que pasaban junto a ellos por el camino; de lo cual fue dado aviso a Abimelec.

(Jue 9:26) Y Gaal hijo de Ebed vino con sus hermanos y se pasaron a Siquem, y los de Siquem pusieron en él su confianza.

(Jue 9:27) Y saliendo al campo, vendimiaron sus viñedos, y pisaron la uva e hicieron fiesta; y entrando en el templo de sus dioses, comieron y bebieron, y maldijeron a Abimelec.

(Jue 9:28) Y Gaal hijo de Ebed dijo: ¿Quién es Abimelec, y qué es Siquem, para que nosotros le sirvamos? ¿No es hijo de Jerobaal, y no es Zebul ayudante suyo? Sirvan a los varones de Hamor padre de Siquem; pero ¿por qué le hemos de servir a él?

(Jue 9:29) Ojalá estuviera este pueblo bajo mi mano, pues yo arrojaría luego a Abimelec, y diría a Abimelec: Aumenta tus ejércitos, y sal.

(Jue 9:30) Cuando Zebul gobernador de la ciudad oyó las palabras de Gaal hijo de Ebed, se encendió en ira,

(Jue 9:31) y envió secretamente mensajeros a Abimelec, diciendo: He aquí que Gaal hijo de Ebed y sus hermanos han venido a Siquem, y he aquí que están sublevando la ciudad contra ti.

(Jue 9:32) Levántate, pues, ahora de noche, tú y el pueblo que está contigo, y pon emboscadas en el campo.

(Jue 9:33) Y por la mañana al salir el sol madruga y cae sobre la ciudad; y cuando él y el pueblo que está con él salgan contra ti, tú harás con él según «se presente la ocasión.»*

(Jue 9:34) Levantándose, pues, de noche Abimelec y todo el pueblo que con él estaba, pusieron emboscada contra Siquem con cuatro compañías.

(Jue 9:35) Y Gaal hijo de Ebed salió, y se puso a la entrada de la puerta de la ciudad; y Abimelec y todo el pueblo que con él estaba, se levantaron de la emboscada.

(Jue 9:36) Y viendo Gaal al pueblo, dijo a Zebul: He allí gente que desciende de las cumbres de los montes. Y Zebul le respondió: Tú ves la sombra de los montes como si fueran hombres.

(Jue 9:37) Volvió Gaal a hablar, y dijo: He allí gente que desciende de en medio de la tierra, y una tropa viene por el camino de la encina de los adivinos.

(Jue 9:38) Y Zebul le respondió: ¿Dónde está ahora tu boca con que decías: ¿Quién es Abimelec para que le sirvamos? ¿No es este el pueblo que tenías en poco? Sal pues, ahora, y pelea con él.

(Jue 9:39) Y Gaal salió delante de los de Siquem, y peleó contra Abimelec.

(Jue 9:40) Mas lo persiguió Abimelec, y Gaal huyó delante de él; y cayeron heridos muchos hasta la entrada de la puerta.

(Jue 9:41) Y Abimelec se quedó en Aruma; y Zebul echó fuera a Gaal y a sus hermanos, para que no morasen en Siquem.

(Jue 9:42) Sucedió el siguiente día, que el pueblo salió al campo; y fue dado aviso a Abimelec,

(Jue 9:43) el cual, tomando gente, la repartió en tres compañías, y puso emboscadas en el campo; y cuando miró, he aquí el pueblo que salía de la ciudad; y se levantó contra ellos y los atacó.

(Jue 9:44) Porque Abimelec y la compañía que estaba con él acometieron con ímpetu, y se detuvieron a la entrada de la puerta de la ciudad, y las otras dos compañías acometieron a todos los que estaban en el campo, y los mataron.

(Jue 9:45) Y Abimelec peleó contra la ciudad todo aquel día, y tomó la ciudad, y mató al pueblo que en ella estaba; y asoló la ciudad, y la sembró de sal.

(Jue 9:46) Cuando oyeron esto todos los que estaban en la torre de Siquem, se metieron en la fortaleza del templo del dios Berit.

(Jue 9:47) Y fue dado aviso a Abimelec, de que estaban reunidos todos los hombres de la torre de Siquem.

(Jue 9:48) Entonces subió Abimelec al monte de Salmón, él y toda la gente que con él estaba; y tomó Abimelec un hacha en su mano, y cortó una rama de los árboles, y levantándola se la puso sobre sus hombros, diciendo al pueblo que estaba con él: Lo que me han visto hacer, apresúrense a hacerlo como yo.

(Jue 9:49) Y todo el pueblo cortó también «cada uno»* su rama, y siguieron a Abimelec, y las pusieron junto a la fortaleza, y prendieron fuego con ellas a la fortaleza, de modo que todos los de la torre de Siquem murieron, como unos mil hombres y mujeres.

(Jue 9:50) Después Abimelec se fue a Tebes, y puso sitio a Tebes, y la tomó.

(Jue 9:51) En medio de aquella ciudad había una torre fortificada, a la cual se retiraron todos los hombres y las mujeres, y todos los señores de la ciudad; y cerrando tras sí las puertas, se subieron al techo de la torre.

(Jue 9:52) Y vino Abimelec a la torre, y combatiéndola, llegó hasta la puerta de la torre para prenderle fuego.

(Jue 9:53) Mas una mujer dejó caer un pedazo de una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec, y le rompió el cráneo.

(Jue 9:54) Entonces llamó apresuradamente a su escudero, y le dijo: Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: Una mujer lo mató. Y su escudero le atravesó, y murió.

(Jue 9:55) Y cuando los israelitas vieron muerto a Abimelec, se fueron cada uno a su casa.

(Jue 9:56) Así pagó Dios a Abimelec el mal que hizo contra su padre, matando a sus setenta hermanos.

(Jue 9:57) Y todo el mal de los hombres de Siquem lo hizo Dios volver sobre sus cabezas, y vino sobre ellos la maldición de Jotam hijo de Jerobaal.

Tola y Jair juzgan a Israel
(Jue 10:1) Después de Abimelec, se levantó para librar a Israel Tola hijo de Fúa, hijo de Dodo, varón de Isacar, el cual habitaba en Samir en el monte de Efraín.

(Jue 10:2) Y juzgó a Israel veintitrés años; y murió, y fue sepultado en Samir.

(Jue 10:3) Tras él se levantó Jair galaadita, el cual juzgó a Israel veintidós años.

(Jue 10:4) Este tuvo treinta hijos, que cabalgaban sobre treinta asnos; y tenían treinta ciudades, que se llaman las ciudades de Jair hasta hoy, las cuales están en la tierra de Galaad.

(Jue 10:5) Y murió Jair, y fue sepultado en Camón.

Jefte liberta a Israel de los amonitas
(Jue 10:6) Pero los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales y a Astarot, a los dioses de Siria, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Amón y a los dioses de los filisteos; y dejaron a Jehová, y no le sirvieron.

(Jue 10:7) Y se encendió la ira de Jehová contra Israel, y los entregó en mano de los filisteos, y en mano de los hijos de Amón;

(Jue 10:8) los cuales oprimieron y quebrantaron a los hijos de Israel en aquel tiempo dieciocho años, a todos los hijos de Israel que estaban al otro lado del Jordán en la tierra del amorreo, que está en Galaad.

(Jue 10:9) Y los hijos de Amón pasaron el Jordán para hacer también guerra contra Judá y contra Benjamín y la casa de Efraín, y fue afligido Israel enteramente [en gran manera, grandemente].

(Jue 10:10) Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová, diciendo: Nosotros hemos pecado contra ti; porque hemos dejado a nuestro Dios, y servido a los baales.

(Jue 10:11) Y Jehová respondió a los hijos de Israel: ¿ No han sido oprimidos de Egipto, de los amorreos, de los amonitas, de los filisteos,

(Jue 10:12) de los de Sidón, de Amalec y de Maón, y clamando a mí no les libré de sus manos?

(Jue 10:13) Mas ustedes me han dejado, y han servido a dioses ajenos; por tanto, yo no les libraré más.

(Jue 10:14) Vayan y clamen a los dioses que se han elegido; que les libren ellos en el tiempo de su [ustedes] aflicción.

(Jue 10:15) Y los hijos de Israel respondieron a Jehová: Hemos pecado; haz tú con nosotros como «bien te parezca;»* sólo «te rogamos»* que nos libres en este día.

(Jue 10:16) Y quitaron de entre sí los dioses ajenos, y sirvieron a Jehová; y«él fue angustiado»* a causa de la aflicción de Israel.

(Jue 10:17) Entonces se juntaron los hijos de Amón, y acamparon en Galaad; se juntaron asimismo los hijos de Israel, y acamparon en Mizpa.

(Jue 10:18) Y los príncipes y el pueblo de Galaad dijeron «el uno al otro:»* ¿Quién comenzará la batalla contra los hijos de Amón? Será caudillo sobre todos los que habitan en Galaad.

(Jue 11:1) Jefté galaadita era esforzado y valeroso; era hijo de una mujer prostituta [ramera], y el padre de Jefté era Galaad.

(Jue 11:2) Pero la mujer de Galaad le dio hijos, los cuales, cuando crecieron, echaron fuera a Jefté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer.

(Jue 11:3) Huyó, pues, Jefté de sus hermanos, y habitó en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres ociosos, los cuales salían con él.

(Jue 11:4) Sucedió «transcurriendo el tiempo,»* que los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel.

(Jue 11:5) Y cuando los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob;

(Jue 11:6) y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro jefe, para que peleemos contra los hijos de Amón.

(Jue 11:7) Jefté respondió a los ancianos de Galaad: ¿No me aborrecieron ustedes, y me echaron de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, vienen ahora a mí cuando están en aflicción?

(Jue 11:8) Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Por esta misma causa volvemos ahora a ti, para que vengas con nosotros y pelees contra los hijos de Amón, y seas caudillo de todos los que moramos en Galaad.

(Jue 11:9) Jefté entonces dijo a los ancianos de Galaad: Si me hacen volver para que pelee contra los hijos de Amón, y Jehová los entregare delante de mí, ¿seré yo su [de ustedes] caudillo?

(Jue 11:10) Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Jehová sea testigo entre nosotros, si no hiciéremos como tú dices.

(Jue 11:11) Entonces Jefté vino con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo eligió por su caudillo y jefe; y Jefté habló todas sus palabras delante de Jehová en Mizpa.

(Jue 11:12) Y envió Jefté mensajeros al rey de los amonitas, diciendo: ¿Qué tienes tú conmigo, que has venido a mí para hacer guerra contra mi tierra?

(Jue 11:13) El rey de los amonitas respondió a los mensajeros de Jefté: Por cuanto Israel tomó mi tierra, cuando subió de Egipto, desde Arnón hasta Jaboc y el Jordán; ahora, pues, devuélvela en paz.

(Jue 11:14) Y Jefté volvió a enviar otros mensajeros al rey de los amonitas,

(Jue 11:15) para decirle: Jefté ha dicho así: Israel no tomó tierra de Moab, ni tierra de los hijos de Amón.

(Jue 11:16) Porque cuando Israel subió de Egipto, anduvo por el desierto hasta el Mar Rojo, y llegó a Cades.

(Jue 11:17) Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom, diciendo: «Yo te ruego»* que me dejes pasar por tu tierra; pero el rey de Edom no los escuchó. Envió también al rey de Moab, el cual tampoco quiso; se quedó, por tanto, Israel en Cades.

(Jue 11:18) Después, yendo por el desierto, rodeó la tierra de Edom y la tierra de Moab, y viniendo por el lado oriental de la tierra de Moab, acampó al otro lado de Arnón, y no entró en territorio de Moab; porque Arnón es territorio de Moab.

(Jue 11:19) Y envió Israel mensajeros a Sehón rey de los amorreos, rey de Hesbón, diciéndole: «Te ruego»* que me dejes pasar por tu tierra hasta mi lugar.

(Jue 11:20) Mas Sehón no se fio de Israel para darle paso por su territorio, sino que reuniendo Sehón toda su gente, acampó en Jahaza, y peleó contra Israel.

(Jue 11:21) Pero Jehová Dios de Israel entregó a Sehón y a todo su pueblo en mano de Israel, y los derrotó; y se apoderó Israel de toda la tierra de los amorreos que habitaban en aquel país.

(Jue 11:22) Se apoderaron también de todo el territorio del amorreo desde Arnón hasta Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán.

(Jue 11:23) Así que, lo que Jehová Dios de Israel desposeyó al amorreo delante de su pueblo Israel, ¿pretendes tú apoderarte de él?

(Jue 11:24) Lo que te hiciere poseer Quemos tu dios, ¿no lo poseerías tú? Así, todo lo que desposeyó Jehová nuestro Dios delante de nosotros, nosotros lo poseeremos.

(Jue 11:25) ¿Eres tú ahora mejor en algo que Balac hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Tuvo él cuestión contra Israel, o hizo guerra contra ellos?

(Jue 11:26) Cuando Israel ha estado habitando por trescientos años a Hesbón y sus aldeas, a Aroer y sus aldeas, y todas las ciudades que están en «el territorio de»* Arnón, ¿por qué no las han recobrado en ese tiempo?

(Jue 11:27) Así que, yo nada he pecado contra ti, mas tú haces mal conmigo peleando contra mí. Jehová, que es el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.

(Jue 11:28) Mas el rey de los hijos de Amón no atendió a las razones que Jefté le envió.

(Jue 11:29) Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté; y pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón.

(Jue 11:30) Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos,

(Jue 11:31) cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto.

(Jue 11:32) Y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano.

(Jue 11:33) Y desde Aroer hasta llegar a Minit, veinte ciudades, y hasta la vega de las viñas, los derrotó con muy grande estrago. Así fueron sometidos los amonitas por los hijos de Israel.

(Jue 11:34) Entonces volvió Jefté a Mizpa, a su casa; y he aquí su hija que salía a recibirle con panderos y danzas, y ella era sola, su hija única; no tenía fuera de ella hijo ni hija.

(Jue 11:35) Y cuando él la vio, rompió sus vestidos, diciendo: ¡Ay, hija mía! de hecho me has abatido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor; porque le «he dado palabra»* a Jehová, y no podré retractarme.

(Jue 11:36) Ella entonces le respondió: Padre mío, «si le has dado palabra»* a Jehová, haz de mí conforme a «lo que prometiste,»* ya que Jehová ha hecho venganza en tus enemigos los hijos de Amón.

(Jue 11:37) Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras.

(Jue 11:38) El entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes.

(Jue 11:39) Pasados los dos meses volvió a su padre, quien hizo de ella conforme al voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón.

(Jue 11:40) Y se hizo costumbre en Israel, que de año en año fueran las doncellas de Israel a endechar a la hija de Jefté galaadita, cuatro días en el año

(Jue 12:1) Entonces se reunieron los varones de Efraín, y pasaron hacia el norte, y dijeron a Jefté: ¿Por qué fuiste a hacer guerra contra los hijos de Amón, y no nos llamaste para que fuéramos contigo? Nosotros quemaremos tu casa contigo.

(Jue 12:2) Y Jefté les respondió: Yo y mi pueblo teníamos una gran contienda con los hijos de Amón, y les llamé, y no me defendieron de su mano.

(Jue 12:3) Viendo, pues, que no me defendían, arriesgué mi vida, y pasé contra los hijos de Amón, y Jehová me los entregó; ¿por qué, pues, han subido hoy contra mí para pelear conmigo?

(Jue 12:4) Entonces reunió Jefté a todos los varones de Galaad, y peleó contra Efraín; y los de Galaad derrotaron a Efraín, porque habían dicho: Ustedes son fugitivos de Efraín, ustedes los galaaditas, en medio de Efraín y de Manasés.

(Jue 12:5) Y los galaaditas tomaron los vados del Jordán a los de Efraín; y sucedió que cuando decían los fugitivos de Efraín: Quiero pasar, los de Galaad les preguntaban: ¿Eres tú efrateo? Si él respondía: No,

(Jue 12:6) entonces le decían: Ahora, pues, di Shibolet. Y él decía Sibolet; porque no podía pronunciarlo correctamente. Entonces le echaban mano, y le degollaban junto a los vados del Jordán. Y murieron entonces de los de Efraín cuarenta y dos mil.

(Jue 12:7) Y Jefté juzgó a Israel seis años; y murió Jefté galaadita, y fue sepultado en una de las ciudades de Galaad.

Ibzán, Elón y Abdón, jueces de Israel
(Jue 12:8) Después de él juzgó a Israel Ibzán de Belén,

(Jue 12:9) el cual tuvo treinta hijos y treinta hijas, las cuales casó fuera, y tomó de fuera treinta hijas para sus hijos; y juzgó a Israel siete años.

(Jue 12:10) Y murió Ibzán, y fue sepultado en Belén.

(Jue 12:11) Después de él juzgó a Israel Elón zabulonita, el cual juzgó a Israel diez años.

(Jue 12:12) Y murió Elón zabulonita, y fue sepultado en Ajalón en la tierra de Zabulón.

(Jue 12:13) Después de él juzgó a Israel Abdón hijo de Hilel, piratonita.

(Jue 12:14) Este tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que cabalgaban sobre setenta asnos; y juzgó a Israel ocho años.

(Jue 12:15) Y murió Abdón hijo de Hilel piratonita, y fue sepultado en Piratón, en la tierra de Efraín, en el monte de Amalec.

Nacimiento de Sansón
(Jue 13:1) Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de los filisteos por cuarenta años.

(Jue 13:2) Y había un hombre de Zora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su mujer era estéril, y nunca había tenido hijos.

(Jue 13:3) A esta mujer apareció el ángel de Jehová, y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y nunca has tenido hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo.

(Jue 13:4) Ahora, pues, no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda.

(Jue 13:5) Pues he aquí que concebirás y darás a luz un hijo; y navaja no pasará sobre su cabeza, porque el niño será nazareo a Dios desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos.

(Jue 13:6) Y la mujer vino y se lo contó a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, temible enteramente [en gran manera, grandemente]; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre.

(Jue 13:7) Y me dijo: He aquí que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda, porque este niño será nazareo a Dios desde su nacimiento hasta el día de su muerte.

(Jue 13:8) Entonces oró Manoa a Jehová, y dijo: Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer.

(Jue 13:9) Y Dios oyó la voz de Manoa; y el ángel de Dios volvió otra vez a la mujer, estando ella en el campo; mas su marido Manoa no estaba con ella.

(Jue 13:10) Y la mujer corrió prontamente a avisarle a su marido, diciéndole: Mira que se me ha aparecido aquel varón que vino a mí el otro día.

(Jue 13:11) Y se levantó Manoa, y siguió a su mujer; y vino al varón y le dijo: ¿Eres tú aquel varón que habló a la mujer? Y él dijo: Yo soy.

(Jue 13:12) Entonces Manoa dijo: Cuando tus palabras se cumplan, ¿cómo debe ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él?

(Jue 13:13) Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: La mujer se guardará de todas las cosas que yo le dije.

(Jue 13:14) No tomará nada que proceda de la vid; no beberá vino ni sidra, y no comerá cosa inmunda; guardará todo lo que le mandé.

(Jue 13:15) Entonces Manoa dijo al ángel de Jehová: «Te ruego»* nos permitas detenerte, y te prepararemos un cabrito.

(Jue 13:16) Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: Aunque me detengas, no comeré de tu pan; mas si quieres hacer holocausto, ofrécelo a Jehová. Y no sabía Manoa que aquél fuese ángel de Jehová.

(Jue 13:17) Entonces dijo Manoa al ángel de Jehová: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos?

(Jue 13:18) Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?

(Jue 13:19) Y Manoa tomó un cabrito y una ofrenda, y los ofreció sobre una peña a Jehová; y el ángel hizo milagro ante los ojos de Manoa y de su mujer.

(Jue 13:20) Porque sucedió que cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel de Jehová subió en la llama del altar ante los ojos de Manoa y de su mujer, los cuales se postraron en tierra.

(Jue 13:21) Y el ángel de Jehová no volvió a aparecer a Manoa ni a su mujer. Entonces conoció Manoa que era el ángel de Jehová.

(Jue 13:22) Y dijo Manoa a su mujer: Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto.

(Jue 13:23) Y su mujer le respondió: Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habría anunciado esto.

(Jue 13:24) Y la mujer dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón. Y el niño creció, y Jehová lo bendijo.

(Jue 13:25) Y el Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él en los campamentos de Dan, entre Zora y Estaol.

Sansón y la mujer filistea de Timnat
(Jue 14:1) Descendió Sansón a Timnat, y vio en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos.

(Jue 14:2) Y subió, y lo declaró a su padre y a su madre, diciendo: Yo he visto en Timnat una mujer de las hijas de los filisteos; les ruego que me la tomen por mujer.

(Jue 14:3) Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos? Y Sansón respondió a su padre: Tómame ésta por mujer, porque ella «me agrada.»*

(Jue 14:4) Mas su padre y su madre no sabían que esto venía de Jehová, porque él buscaba ocasión contra los filisteos; pues en aquel tiempo los filisteos dominaban sobre Israel.

(Jue 14:5) Y Sansón descendió con su padre y con su madre a Timnat; y cuando llegaron a las viñas de Timnat, he aquí un león joven que venía rugiendo hacia él.

(Jue 14:6) Y el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, quien despedazó al león como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano; y no declaró ni a su padre ni a su madre lo que había hecho.

(Jue 14:7) Descendió, pues, y habló a la mujer; y «ella agradó a»* Sansón.

(Jue 14:8) Y volviendo después de algunos días para tomarla, se apartó del camino para ver el cuerpo muerto del león; y he aquí que en el cuerpo del león había un enjambre de abejas, y un panal de miel.

(Jue 14:9) Y tomándolo en sus manos, se fue comiéndolo por el camino; y cuando alcanzó a su padre y a su madre, les dio también a ellos que comiesen; mas no les descubrió que había tomado aquella miel del cuerpo del león.

(Jue 14:10) Vino, pues, su padre adonde estaba la mujer, y Sansón hizo allí banquete; porque así solían hacer los jóvenes.

(Jue 14:11) Y sucedió que cuando ellos le vieron, tomaron treinta compañeros para que estuviesen con él.

(Jue 14:12) Y Sansón les dijo: Yo les propondré ahora un enigma, y si en los siete días del banquete me lo declaran y descifran, yo les daré treinta vestidos de lino y treinta vestidos de fiesta.

(Jue 14:13) Mas si no me lo pueden declarar, entonces ustedes me darán a mí los treinta vestidos de lino y los vestidos de fiesta. Y ellos respondieron: Propón tu enigma, y lo oiremos.

(Jue 14:14) Entonces les dijo: Del devorador salió comida, Y del fuerte salió dulzura. Y ellos no pudieron declararle el enigma en tres días.

(Jue 14:15) Al séptimo día dijeron a la mujer de Sansón: Induce a tu marido a que nos declare este enigma, para que no te quememos a ti y a la casa de tu padre. ¿ Nos han llamado aquí para despojarnos?

(Jue 14:16) Y lloró la mujer de Sansón en presencia de él, y dijo: Solamente me aborreces, y no me amas, pues no me declaras el enigma que propusiste a los hijos de mi pueblo. Y él respondió: He aquí que ni a mi padre ni a mi madre lo he declarado, ¿y te lo había de declarar a ti?

(Jue 14:17) Y ella lloró en presencia de él los siete días que ellos tuvieron banquete; mas al séptimo día él se lo declaró, porque le presionaba; y ella lo declaró a los hijos de su pueblo.

(Jue 14:18) Al séptimo día, antes que el sol se pusiese, los de la ciudad le dijeron: ¿Qué cosa más dulce que la miel? ¿Y qué cosa más fuerte que el león? Y él les respondió: Si no arasen con mi novilla, Nunca hubieran descubierto mi enigma.

(Jue 14:19) Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y descendió a Ascalón y mató a treinta hombres de ellos; y tomando sus despojos, dio las mudas de vestidos a los que habían explicado el enigma; y encendido en enojo se volvió a la casa de su padre.

(Jue 14:20) Y la mujer de Sansón fue dada a su compañero, al cual él había tratado como su amigo.

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