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RVI: JOSUE 1 - 9

Referencias para la lectura:

-       Texto actualizado al español latino.
-       Ubicación visual de vocablos claves resaltados en colores.
-       Sinónimos de palabras claves entre corchetes [color bordó]
-       Texto entre comillas y asterisco «expresión»* refiere a una frase en español equivalente a la frase hebrea de dicho texto.
-       Subtitulado tradicional actualizado

Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original del hebreo.
Para complementar su lectura considere el uso de un diccionario Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para el NT.


Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera Independiente Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de significados y conceptos.

JOSUÉ

Preparativos para la conquista
(Jos 1:1) Sucedió después de la muerte de Moisés esclavo [siervo, sirviente] de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo:

(Jos 1:2) Mi esclavo [siervo, sirviente] Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel.

(Jos 1:3) Yo les he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de su [de ustedes] pie.

(Jos 1:4) Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será su [de ustedes] territorio.

(Jos 1:5) «Nadie»* te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé.

(Jos 1:6) Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad [posesión territorial] la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.

(Jos 1:7) Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi esclavo [siervo, sirviente] Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.

(Jos 1:8) Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

(Jos 1:9) Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

(Jos 1:10) Y Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo:

(Jos 1:11) Pasen por en medio del campamento y manden al pueblo, diciendo: Prepárense comida, porque dentro de tres días pasaran el Jordán para entrar a poseer la tierra que Jehová su [de ustedes] Dios les da en posesión.

(Jos 1:12) También habló Josué a los rubenitas y gaditas y a la media tribu de Manasés, diciendo:

(Jos 1:13) Acuérdense de la palabra que Moisés, esclavo [siervo, sirviente] de Jehová, les mandó diciendo: Jehová su [de ustedes] Dios les ha dado reposo, y les ha dado esta tierra.

(Jos 1:14) Sus [de ustedes] mujeres, sus [de ustedes] niños y sus [de ustedes] ganados quedarán en la tierra que Moisés les ha dado a este lado del Jordán; mas ustedes, todos los valientes y fuertes, pasaran armados delante de sus [de ustedes] hermanos, y les ayudaran,

(Jos 1:15) hasta tanto que Jehová haya dado reposo a sus [de ustedes] hermanos como a ustedes, y que ellos también posean la tierra que Jehová su [de ustedes] Dios les da; y después volverán ustedes a la tierra de su [ustedes] herencia, la cual Moisés esclavo [siervo, sirviente] de Jehová les ha dado, a este lado del Jordán hacia donde nace el sol; y entraran en posesión de ella.

(Jos 1:16) Entonces respondieron a Josué, diciendo: Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos mandes.

(Jos 1:17) De la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés.

(Jos 1:18) Cualquiera que fuere rebelde a «tu mandamiento,»* y no obedeciere a tus palabras en todas las cosas que le mandes, que muera; solamente que te esfuerces y seas valiente.

Josué envía espías a Jericó
(Jos 2:1) Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: vayan, reconozcan la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una prostituta [ramera] que se llamaba Rahab, y posaron allí.

(Jos 2:2) Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí que hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra.

(Jos 2:3) Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra.

(Jos 2:4) Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran.

(Jos 2:5) Y cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y no sé a dónde han ido; síganlos aprisa, y los alcanzaran.

(Jos 2:6) Mas ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los manojos de lino que tenía puestos en el terrado.

(Jos 2:7) Y los hombres fueron tras ellos por el camino del Jordán, hasta los vados; y la puerta fue cerrada después que salieron los perseguidores.

(Jos 2:8) Antes que ellos se durmiesen, ella subió al terrado, y les dijo:

(Jos 2:9) que Jehová les ha dado esta tierra; porque el temor de ustedes ha caído sobre nosotros, y todos los habitantes [moradores, residentes] del país ya han desmayado «por causa de ustedes

(Jos 2:10) Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de ustedes cuando salieron de Egipto, y lo que han hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales han destruido.

(Jos 2:11) Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno «por causa de ustedes,»* porque Jehová su [de ustedes] Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.

(Jos 2:12) «les ruego»* pues, ahora, que me juren por Jehová, que como he hecho misericordia con ustedes, así la harán ustedes con la casa de mi padre, de lo cual me darán una señal segura;

(Jos 2:13) y que salvaran la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraran nuestras vidas de la muerte.

(Jos 2:14) Ellos le respondieron: Nuestra vida «responderá por la suya [de ustedes],»* si no denunciaren este asunto nuestro; y cuando Jehová nos haya dado la tierra, nosotros haremos contigo misericordia y verdad.

(Jos 2:15) Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba en el muro de la ciudad, y ella vivía en el muro.

(Jos 2:16) Y les dijo: Márchense al monte, para que los que fueron tras ustedes no los encuentren; y estén escondidos allí tres días, hasta que los que les siguen hayan vuelto; y después se irán por su [de ustedes] camino.

(Jos 2:17) Y ellos le dijeron: Nosotros quedaremos libres de este juramento con que nos has juramentado.

(Jos 2:18) He aquí, cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre.

(Jos 2:19) Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza, y nosotros sin culpa. Mas cualquiera que se estuviere en casa contigo, su sangre será sobre nuestra cabeza, si mano le tocare.

(Jos 2:20) Y si tú denunciares este nuestro asunto, nosotros quedaremos libres de este tu juramento con que nos has juramentado.

(Jos 2:21) Ella respondió: Sea así como han dicho. Luego los despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana.

(Jos 2:22) Y caminando ellos, llegaron al monte y estuvieron allí tres días, hasta que volvieron los que los perseguían; y los que los persiguieron buscaron por todo el camino, pero no los hallaron.

(Jos 2:23) Entonces volvieron los dos hombres; descendieron del monte, y pasaron, y vinieron a Josué hijo de Nun, y le contaron todas las cosas que les habían sucedido [acontecido].

(Jos 2:24) Y dijeron a Josué: Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los habitantes [moradores, residentes] del país desmayan delante de nosotros.

El paso del Jordán
(Jos 3:1) Josué se levantó de mañana, y él y todos los hijos de Israel partieron de Sitim y vinieron hasta el Jordán, y reposaron allí antes de pasarlo.

(Jos 3:2) Y después de tres días, los oficiales recorrieron el campamento,

(Jos 3:3) y mandaron al pueblo, diciendo: Cuando vean el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo] de Jehová su [de ustedes] Dios, y los levitas sacerdotes que la llevan, ustedes saldrán de su [ustedes] lugar y marcharan detrás de ella,

(Jos 3:4) a fin de que sepan el camino por donde han de ir; por cuanto ustedes no han pasado «antes de ahora»* por este camino. Pero entre ustedes y ella haya distancia como de dos mil codos; no se acercaran a ella.

(Jos 3:5) Y Josué dijo al pueblo: Santifíquense, porque Jehová hará mañana maravillas entre ustedes.

(Jos 3:6) Y habló Josué a los sacerdotes, diciendo: Tomen el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo], y pasen delante del pueblo. Y ellos tomaron el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo] y fueron delante del pueblo.

(Jos 3:7) Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo.

(Jos 3:8) Tú, pues, mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo], diciendo: Cuando hayan entrado hasta el borde del agua del Jordán, pararan en el Jordán.

(Jos 3:9) Y Josué dijo a los hijos de Israel: Acérquense, y escuchen las palabras de Jehová su [de ustedes] Dios.

(Jos 3:10) Y añadió Josué: En esto conocerán que el Dios viviente está en medio de ustedes, y que él echará de la presencia [de delante] de ustedes al cananeo, al heteo, al heveo, al ferezeo, al gergeseo, al amorreo y al jebuseo.

(Jos 3:11) He aquí, el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo] del Señor de toda la tierra pasará delante de ustedes en medio del Jordán.

(Jos 3:12) Tomen, pues, ahora doce hombres de las tribus de Israel, uno de cada tribu.

(Jos 3:13) Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehová, Señor de toda la tierra, se asienten en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se dividirán; porque las aguas que vienen de arriba se detendrán en un montón.

(Jos 3:14) Y sucedió cuando partió el pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, con los sacerdotes delante del pueblo llevando el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo],

(Jos 3:15) cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua (porque el Jordán suele desbordarse por todas sus orillas todo «el tiempo de»* la siega),

(Jos 3:16) las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un montón bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Saretán, y las que descendían al mar del Arabá, al Mar Salado, se acabaron, y fueron divididas; y el pueblo pasó en dirección de Jericó.

(Jos 3:17) Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo] de Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco.

Las doce piedras tomadas del Jordán
(Jos 4:1) Cuando toda la gente hubo acabado de pasar el Jordán, Jehová habló a Josué, diciendo:

(Jos 4:2) Tomen del pueblo doce hombres, uno de cada tribu,

(Jos 4:3) y mándenles, diciendo: Tomen de aquí de en medio del Jordán, del lugar donde están firmes los pies de los sacerdotes, doce piedras, las cuales pasaran con ustedes, y levántenlas en el lugar donde han de pasar la noche.

(Jos 4:4) Entonces Josué llamó a los doce hombres a los cuales él había designado de entre los hijos de Israel, uno de cada tribu.

(Jos 4:5) Y les dijo Josué: Pasen delante del arca de Jehová su [de ustedes] Dios a la mitad del Jordán, y «cada uno»* de ustedes tome una piedra sobre su hombro, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel,

(Jos 4:6) para que esto sea señal entre ustedes; y cuando sus [de ustedes] hijos preguntaren a sus padres mañana, diciendo: ¿Qué significan estas piedras?

(Jos 4:7) les responderán: Que las aguas del Jordán fueron divididas delante del arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo] de Jehová; cuando ella pasó el Jordán, las aguas del Jordán se dividieron; y estas piedras servirán de monumento conmemorativo a los hijos de Israel para siempre.

(Jos 4:8) Y los hijos de Israel lo hicieron así como Josué les mandó: tomaron doce piedras de en medio del Jordán, como Jehová lo había dicho a Josué, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel, y las pasaron al lugar donde acamparon, y las levantaron allí.

(Jos 4:9) Josué también levantó doce piedras en medio del Jordán, en el lugar donde estuvieron los pies de los sacerdotes que llevaban el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo]; y han estado allí hasta hoy.

(Jos 4:10) Y los sacerdotes que llevaban el arca se pararon en medio del Jordán hasta que se hizo todo lo que Jehová había mandado a Josué que dijese al pueblo, conforme a todas las cosas que Moisés había mandado a Josué; y el pueblo se dio prisa y pasó.

(Jos 4:11) Y cuando todo el pueblo acabó de pasar, también pasó el arca de Jehová, y los sacerdotes, en presencia del pueblo.

(Jos 4:12) También los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés pasaron armados delante de los hijos de Israel, según Moisés les había dicho;

(Jos 4:13) como cuarenta mil hombres armados, listos para la guerra, pasaron hacia la llanura de Jericó delante de Jehová.

(Jos 4:14) En aquel día Jehová engrandeció a Josué a los ojos de todo Israel; y le temieron, como habían temido a Moisés, todos los días de su vida.

(Jos 4:15) Luego Jehová habló a Josué, diciendo:

(Jos 4:16) Manda a los sacerdotes que llevan el arca del testimonio, que suban del Jordán.

(Jos 4:17) Y Josué mandó a los sacerdotes, diciendo: Suban del Jordán.

(Jos 4:18) Y sucedió que cuando los sacerdotes que llevaban el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo] de Jehová subieron de en medio del Jordán, y las plantas de los pies de los sacerdotes estuvieron en lugar seco, las aguas del Jordán se volvieron a su lugar, corriendo «como antes»* sobre todos sus bordes.

(Jos 4:19) Y el pueblo subió del Jordán el día diez del mes primero, y acamparon en Gilgal, al lado oriental de Jericó.

(Jos 4:20) Y Josué erigió en Gilgal las doce piedras que habían traído del Jordán.

(Jos 4:21) Y habló a los hijos de Israel, diciendo: Cuando mañana preguntaren sus [de ustedes] hijos a sus padres, y dijeren: ¿Qué significan estas piedras?

(Jos 4:22) declararan a sus [de ustedes] hijos, diciendo: Israel pasó en seco por este Jordán.

(Jos 4:23) Porque Jehová su [de ustedes] Dios secó las aguas del Jordán delante de ustedes, hasta que habían pasado, a la manera que Jehová su [de ustedes] Dios lo había hecho en el Mar Rojo, el cual secó delante de nosotros hasta que pasamos;

(Jos 4:24) para que todos los pueblos de la tierra conozcan que la mano de Jehová es poderosa; para que teman a Jehová su [de ustedes] Dios todos los días.

La circuncisión y la pascua en Gilgal
(Jos 5:1) Cuando todos los reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán al occidente, y todos los reyes de los cananeos que estaban cerca del mar, oyeron cómo Jehová había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado, desfalleció su corazón, y no hubo más aliento en ellos delante de los hijos de Israel.

(Jos 5:2) En aquel tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel.

(Jos 5:3) Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot.

(Jos 5:4) Esta es la causa por la cual Josué los circuncidó: Todo el pueblo que había salido de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto.

(Jos 5:5) Pues todos los del pueblo que habían salido, estaban circuncidados; mas todo el pueblo que había nacido en el desierto, por el camino, después que hubieron salido de Egipto, no estaba circuncidado.

(Jos 5:6) Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que todos los hombres de guerra que habían salido de Egipto fueron consumidos, por cuanto no obedecieron a la voz de Jehová; por lo cual Jehová les juró que no les dejaría ver la tierra de la cual Jehová había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y miel.

(Jos 5:7) A los hijos de ellos, que él había hecho suceder en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no habían sido circuncidados por el camino.

(Jos 5:8) Y cuando acabaron de circuncidar a toda la gente, se quedaron «en el mismo lugar»* en el campamento, hasta que sanaron.

(Jos 5:9) Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de ustedes el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy.

(Jos 5:10) Y los hijos de Israel acamparon en Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó.

(Jos 5:11) Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas.

(Jos 5:12) Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.

Josué y el varón con la espada desenvainada
(Jos 5:13) Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿ Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?

(Jos 5:14) El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su esclavo [siervo, sirviente]?

(Jos 5:15) Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.

La toma de Jericó
(Jos 6:1) Ahora, Jericó estaba cerrada, bien cerrada, «a causa de»* los hijos de Israel; nadie entraba ni salía.

(Jos 6:2) Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra.

(Jos 6:3) Rodearan, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto harán durante seis días.

(Jos 6:4) Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día darán siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas.

(Jos 6:5) Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigan el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno «derecho hacia adelante.»*

(Jos 6:6) Llamando, pues, Josué hijo de Nun a los sacerdotes, les dijo: Lleven el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo], y siete sacerdotes lleven bocinas de cuerno de carnero delante del arca de Jehová.

(Jos 6:7) Y dijo al pueblo: Pasen, y rodeen la ciudad; y los que están armados pasarán delante del arca de Jehová.

(Jos 6:8) Y así que Josué hubo hablado al pueblo, los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, pasaron delante del arca de Jehová, y tocaron las bocinas; y el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo] de Jehová los seguía.

(Jos 6:9) Y los hombres armados iban delante de los sacerdotes que tocaban las bocinas, y la retaguardia iba tras el arca, mientras las bocinas sonaban continuamente.

(Jos 6:10) Y Josué mandó al pueblo, diciendo: Ustedes no gritaran, ni se oirá su [de ustedes] voz, ni saldrá palabra de su [ustedes] boca, hasta el día que yo les diga: Griten; entonces gritaran.

(Jos 6:11) Así que él hizo que el arca de Jehová diera una vuelta alrededor de la ciudad, y volvieron luego al campamento, y allí pasaron la noche.

(Jos 6:12) Y Josué se levantó de mañana, y los sacerdotes tomaron el arca de Jehová.

(Jos 6:13) Y los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, fueron delante del arca de Jehová, andando siempre y tocando las bocinas; y los hombres armados iban delante de ellos, y la retaguardia iba tras el arca de Jehová, mientras las bocinas tocaban continuamente.

(Jos 6:14) Así dieron otra vuelta a la ciudad el segundo día, y volvieron al campamento; y de esta manera hicieron durante seis días.

(Jos 6:15) Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad «de la misma manera»* siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces.

(Jos 6:16) Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Griten, porque Jehová les ha entregado la ciudad.

(Jos 6:17) Y será la ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab la prostituta [ramera] vivirá, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos.

(Jos 6:18) Pero ustedes guárdense del anatema; ni toquen, ni tomen alguna cosa del anatema, no sea que hagan anatema el campamento de Israel, y lo turben [atormenten, agobien, alteren].

(Jos 6:19) Mas toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, sean consagrados a Jehová, y entren en el tesoro de Jehová.

(Jos 6:20) Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y sucedió que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, «cada uno derecho hacia adelante,»* y la tomaron.

(Jos 6:21) Y destruyeron a filo de espada todo lo que en la ciudad había; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los asnos.

(Jos 6:22) Mas Josué dijo a los dos hombres que habían reconocido la tierra: Entren en casa de la mujer prostituta [ramera], y hagan salir de allí a la mujer y a todo lo que fuere suyo, como lo juraron.

(Jos 6:23) Y los espías entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y todo lo que era suyo; y también sacaron a toda su parentela, y los pusieron fuera del campamento de Israel.

(Jos 6:24) Y consumieron con fuego la ciudad, y todo lo que en ella había; solamente pusieron en el tesoro de la casa de Jehová la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro.

(Jos 6:25) Mas Josué salvó la vida a Rahab la prostituta [ramera], y a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó.

(Jos 6:26) En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas.

(Jos 6:27) Estaba, pues, Jehová con Josué, y su nombre se divulgó por toda la tierra.

El pecado de Acán
(Jos 7:1) Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación [resolución legal injusta] en cuanto al anatema; porque Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá, tomó del anatema; y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel.

(Jos 7:2) Después Josué envió hombres desde Jericó a Hai, que estaba junto a Betavén hacia el oriente de Betel; y les habló diciendo: Suban y reconozcan la tierra. Y ellos subieron y reconocieron a Hai.

(Jos 7:3) Y volviendo a Josué, le dijeron: No suba todo el pueblo, sino suban como dos mil o tres mil hombres, y tomarán a Hai; no fatigues a todo el pueblo yendo allí, porque son pocos.

(Jos 7:4) Y subieron allá del pueblo como tres mil hombres, los cuales huyeron delante de los de Hai.

(Jos 7:5) Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres, y los siguieron desde la puerta hasta Sebarim, y los derrotaron en la bajada; por lo cual el corazón del pueblo desfalleció y vino a ser como agua.

(Jos 7:6) Entonces Josué rompió sus vestidos, y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca de Jehová hasta caer la tarde, él y los ancianos de Israel; y echaron polvo sobre sus cabezas.

(Jos 7:7) Y Josué dijo: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos en las manos de los amorreos, para que nos destruyan? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán!

(Jos 7:8) ¡Ay, Señor! ¿qué diré, ya que Israel ha vuelto la espalda delante de sus enemigos?

(Jos 7:9) Porque los cananeos y todos los habitantes [moradores, residentes] de la tierra oirán, y nos rodearán, y borrarán nuestro nombre de sobre la tierra; y entonces, ¿qué harás tú a tu grande nombre?

(Jos 7:10) Y Jehová dijo a Josué: Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro?

(Jos 7:11) Israel ha pecado, y aun han quebrantado [despedazado] mi pacto [alianza, convenio, acuerdo] que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado [robado], han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres.

(Jos 7:12) Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han venido a ser anatema; ni estaré más con ustedes, si no destruyeren el anatema de en medio de ustedes.

(Jos 7:13) Levántate, santifica al pueblo, y di: Santifíquense para mañana; porque Jehová el Dios de Israel dice así: Anatema hay en medio de ti, Israel; no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayan quitado el anatema de en medio de ustedes.

(Jos 7:14) Se acercaran, pues, mañana por sus [de ustedes] tribus; y la tribu que Jehová tomare, se acercará por sus familias; y la familia que Jehová tomare, se acercará por sus casas; y la casa que Jehová tomare, se acercará por los varones;

(Jos 7:15) y el que fuere sorprendido en el anatema, será quemado, él y todo lo que tiene, por cuanto ha quebrantado [despedazado] el pacto [alianza, convenio, acuerdo] de Jehová, y ha cometido maldad en Israel.

(Jos 7:16) Josué, pues, levantándose de mañana, hizo acercar a Israel por sus tribus; y fue tomada la tribu de Judá.

(Jos 7:17) Y haciendo acercar a la tribu de Judá, fue tomada la familia de los de Zera; y haciendo luego acercar a la familia de los de Zera por los varones, fue tomado Zabdi.

(Jos 7:18) Hizo acercar su casa por los varones, y fue tomado Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá.

(Jos 7:19) Entonces Josué dijo a Acán: Hijo mío, da gloria a Jehová el Dios de Israel, y dale alabanza, y declárame ahora lo que has hecho; no me lo encubras.

(Jos 7:20) Y Acán respondió a Josué diciendo: Verdaderamente yo he pecado contra Jehová el Dios de Israel, y así y así he hecho.

(Jos 7:21) Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello.

(Jos 7:22) Josué entonces envió mensajeros, los cuales fueron corriendo a la tienda; y he aquí estaba escondido en su tienda, y el dinero debajo de ello.

(Jos 7:23) Y tomándolo de en medio de la tienda, lo trajeron a Josué y a todos los hijos de Israel, y lo pusieron delante de Jehová.

(Jos 7:24) Entonces Josué, y todo Israel con él, tomaron a Acán hijo de Zera, el dinero, el manto, el lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor.

(Jos 7:25) Y le dijo Josué: ¿Por qué nos has turbado [atormentado, agobiado, alterado]? Túrbete Jehová en este día. Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos.

(Jos 7:26) Y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy. Y Jehová se volvió del ardor de su ira. Y por esto aquel lugar se llama el Valle de Acor, hasta hoy.

Toma y destrucción de Hai
(Jos 8:1) Jehová dijo a Josué: No temas ni desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, a su ciudad y a su tierra.

(Jos 8:2) Y harás a Hai y a su rey como hiciste a Jericó y a su rey; sólo que sus despojos y sus bestias tomaran para ustedes. Pondrás, pues, emboscadas a la ciudad detrás de ella.

(Jos 8:3) Entonces se levantaron Josué y toda la gente de guerra, para subir contra Hai; y escogió Josué treinta mil hombres fuertes, los cuales envió de noche.

(Jos 8:4) Y les mandó, diciendo: Atiendan, pondrán emboscada a la ciudad detrás de ella; no se alejaran mucho de la ciudad, y estarán todos dispuestos.

(Jos 8:5) Y yo y todo el pueblo que está conmigo nos acercaremos a la ciudad; y cuando salgan ellos contra nosotros, como hicieron «antes,»* huiremos delante de ellos.

(Jos 8:6) Y ellos saldrán tras nosotros, hasta que los alejemos de la ciudad; porque dirán: Huyen de nosotros como la primera vez. Huiremos, pues, delante de ellos.

(Jos 8:7) Entonces ustedes se levantaran de la emboscada y tomaran la ciudad; pues Jehová su [de ustedes] Dios la entregará en sus [de ustedes] manos.

(Jos 8:8) Y cuando la hayan tomado, le prenderán fuego. Harán conforme a la palabra de Jehová; vean que se lo he mandado.

(Jos 8:9) Entonces Josué los envió; y ellos se fueron a la emboscada, y se pusieron entre Betel y Hai, «al occidente»* de Hai; y Josué se quedó aquella noche en medio del pueblo.

(Jos 8:10) Levantándose Josué muy de mañana, pasó revista al pueblo, y subió él, con los ancianos de Israel, delante del pueblo contra Hai.

(Jos 8:11) Y toda la gente de guerra que con él estaba, subió y se acercó, y llegaron delante de la ciudad, y acamparon al norte de Hai; y el valle estaba entre él y Hai.

(Jos 8:12) Y tomó como cinco mil hombres, y los puso en emboscada entre Betel y Hai, «al occidente»* de la ciudad.

(Jos 8:13) Así dispusieron al pueblo: todo el campamento al norte de la ciudad, y su emboscada «al occidente»* de la ciudad, y Josué avanzó aquella noche hasta la mitad del valle.

(Jos 8:14) Y sucedió que viéndolo el rey de Hai, él y su pueblo se apresuraron y madrugaron; y al tiempo señalado, los hombres de la ciudad salieron al encuentro de Israel para combatir, frente al Arabá, no sabiendo que estaba puesta emboscada a espaldas de la ciudad.

(Jos 8:15) Entonces Josué y todo Israel se fingieron vencidos y huyeron delante de ellos por el camino del desierto.

(Jos 8:16) Y todo el pueblo que estaba en Hai se juntó para seguirles; y siguieron a Josué, siendo así alejados de la ciudad.

(Jos 8:17) Y no quedó hombre en Hai ni en Betel, que no saliera tras de Israel; y por seguir a Israel dejaron la ciudad abierta.

(Jos 8:18) Entonces Jehová dijo a Josué: Extiende la lanza que tienes en tu mano hacia Hai, porque yo la entregaré en tu mano. Y Josué extendió hacia la ciudad la lanza que en su mano tenía.

(Jos 8:19) Y levantándose prontamente de su lugar los que estaban en la emboscada, corrieron luego que él alzó su mano, y vinieron a la ciudad, y la tomaron, y se apresuraron a prenderle fuego.

(Jos 8:20) Y los hombres de Hai volvieron el rostro, y al mirar, he aquí que el humo de la ciudad subía al cielo, y no «pudieron»* huir «ni a una parte ni a otra,»* porque el pueblo que iba huyendo hacia el desierto se volvió contra los que les seguían.

(Jos 8:21) Josué y todo Israel, viendo que los de la emboscada habían tomado la ciudad, y que el humo de la ciudad subía, se volvieron y atacaron a los de Hai.

(Jos 8:22) Y los otros salieron de la ciudad a su encuentro, y así fueron encerrados en medio de Israel, los unos por un lado, y los otros por el otro. Y los hirieron hasta que no quedó ninguno de ellos que escapase.

(Jos 8:23) Pero tomaron vivo al rey de Hai, y lo trajeron a Josué.

(Jos 8:24) Y cuando los israelitas acabaron de matar a todos los habitantes [moradores, residentes] de Hai en el campo y en el desierto a donde los habían perseguido, y todos habían caído a filo de espada hasta ser consumidos, todos los israelitas volvieron a Hai, y también la hirieron a filo de espada.

(Jos 8:25) Y el número de los que cayeron aquel día, hombres y mujeres, fue de doce mil, todos los de Hai.

(Jos 8:26) Porque Josué no retiró su mano que había extendido con la lanza, hasta que hubo destruido por completo a todos los habitantes [moradores, residentes] de Hai.

(Jos 8:27) Pero los israelitas tomaron para sí las bestias y los despojos de la ciudad, conforme a la palabra de Jehová que le había mandado a Josué.

(Jos 8:28) Y Josué quemó a Hai y la redujo a un montón de escombros, asolada para siempre hasta hoy.

(Jos 8:29) Y al rey de Hai lo colgó de un madero hasta caer la noche; y cuando el sol se puso, mandó Josué que quitasen del madero su cuerpo, y lo echasen a la puerta de la ciudad; y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy.

Lectura de la ley en el Monte Ebal
(Jos 8:30) Entonces Josué edificó un altar a Jehová Dios de Israel en el monte Ebal,

(Jos 8:31) como Moisés esclavo [siervo, sirviente] de Jehová lo había mandado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alzó hierro; y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, y sacrificaron ofrendas de paz.

(Jos 8:32) También escribió allí sobre las piedras una copia de la ley de Moisés, la cual escribió delante de los hijos de Israel.

(Jos 8:33) Y todo Israel, con sus ancianos, oficiales y jueces, estaba de pie «a uno y otro lado»* del arca, en presencia de los sacerdotes levitas que llevaban el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo] de Jehová, así los extranjeros como los naturales. La mitad de ellos estaba hacia el monte Gerizim, y la otra mitad hacia el monte Ebal, de la manera que Moisés, esclavo [siervo, sirviente] de Jehová, lo había mandado antes, para que bendijesen primeramente al pueblo de Israel.

(Jos 8:34) Después de esto, leyó todas las palabras de la ley, las bendiciones y las maldiciones, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la ley.

(Jos 8:35) No hubo palabra alguna de todo cuanto mandó Moisés, que Josué no hiciese leer delante de toda la congregación de Israel, y de las mujeres, de los niños, y de los extranjeros que moraban entre ellos.

Astucia de los gabaonitas
(Jos 9:1) Cuando oyeron estas cosas todos los reyes que estaban a este lado del Jordán, así en las montañas como en los llanos, y en toda la costa del Mar Grande delante del Líbano, los heteos, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos,

(Jos 9:2) se concertaron para pelear contra Josué e Israel.

(Jos 9:3) Mas los habitantes [moradores, residentes] de Gabaón, cuando oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a Hai,

(Jos 9:4) usaron de astucia; pues fueron y se fingieron embajadores, y tomaron sacos viejos sobre sus asnos, y cueros viejos de vino, rotos y remendados,

(Jos 9:5) y zapatos viejos y recosidos en sus pies, con vestidos viejos sobre sí; y todo el pan «que traían para el camino»* era seco y mohoso.

(Jos 9:6) Y vinieron a Josué al campamento en Gilgal, y le dijeron a él y a los de Israel: Nosotros venimos de tierra muy lejana; hagan, pues, ahora alianza con nosotros.

(Jos 9:7) Y los de Israel respondieron a los heveos: Quizá habitan en medio de nosotros. ¿Cómo, pues, «podremos hacer»* alianza con ustedes?

(Jos 9:8) Ellos respondieron a Josué: Nosotros somos tus esclavos [siervos, sirvientes]. Y Josué les dijo: ¿Quiénes son ustedes, y de dónde vienen?

(Jos 9:9) Y ellos respondieron: Tus esclavos [siervos, sirvientes] han venido de tierra muy lejana, por causa del nombre de Jehová tu Dios; porque hemos oído su fama, y todo lo que hizo en Egipto,

(Jos 9:10) y todo lo que hizo a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán: a Sehón rey de Hesbón, y a Og rey de Basán, que estaba en Astarot.

(Jos 9:11) Por lo cual nuestros ancianos y todos los habitantes [moradores, residentes] de nuestra tierra nos dijeron: Tomen en sus [de ustedes] manos provisión para el camino, y vayan al encuentro de ellos, y díganles: Nosotros somos sus [de ustedes] esclavos [siervos, sirvientes]; hagan ahora alianza con nosotros.

(Jos 9:12) Este nuestro pan lo tomamos caliente de nuestras casas para el camino el día que salimos para venir a ustedes; y helo aquí ahora ya seco y mohoso.

(Jos 9:13) Estos cueros de vino también los llenamos nuevos; helos aquí ya rotos; también estos nuestros vestidos y nuestros zapatos están ya viejos a causa de lo muy largo del camino.

(Jos 9:14) Y los hombres de Israel tomaron de las provisiones de ellos, y no consultaron a Jehová.

(Jos 9:15) Y Josué hizo paz con ellos, y celebró con ellos alianza concediéndoles la vida; y también lo juraron los príncipes de la congregación.

(Jos 9:16) Pasados tres días después que hicieron alianza con ellos, oyeron que eran sus vecinos, y que habitaban en medio de ellos.

(Jos 9:17) Y salieron los hijos de Israel, y al tercer día llegaron a las ciudades de ellos; y sus ciudades eran Gabaón, Cafira, Beerot y Quiriatjearim.

(Jos 9:18) Y no los mataron los hijos de Israel, por cuanto los príncipes de la congregación les habían jurado por Jehová el Dios de Israel. Y toda la congregación murmuraba contra los príncipes.

(Jos 9:19) Mas todos los príncipes respondieron a toda la congregación: Nosotros les hemos jurado por Jehová Dios de Israel; por tanto, ahora no les podemos tocar.

(Jos 9:20) Esto haremos con ellos: les dejaremos vivir, para que no venga ira sobre nosotros por causa del juramento que les hemos hecho.

(Jos 9:21) Dijeron, pues, de ellos los príncipes: Déjenlos vivir; y fueron constituidos leñadores y aguadores para toda la congregación, concediéndoles la vida, según les habían prometido los príncipes.

(Jos 9:22) Y llamándolos Josué, les habló diciendo: ¿Por qué nos han engañado, diciendo: Habitamos muy lejos de ustedes, siendo así que habitan [moran, residen] en medio de nosotros?

(Jos 9:23) Ahora, pues, malditos son, y no dejará de haber de entre ustedes esclavos [siervos, sirvientes], y quien corte la leña y saque el agua para la casa de mi Dios.

(Jos 9:24) Y ellos respondieron a Josué y dijeron: Como fue dado a entender a tus esclavos [siervos, sirvientes] que Jehová tu Dios había mandado a Moisés su esclavo [siervo, sirviente] que les había de dar toda la tierra, y que había de destruir a todos los habitantes [moradores, residentes] de la tierra delante de ustedes, por esto temimos en gran manera por nuestras vidas «a causa de ustedes,»* e hicimos esto.

(Jos 9:25) Ahora, pues, henos aquí en tu mano; lo que «te pareciere»* bueno y recto hacer de nosotros, hazlo.

(Jos 9:26) Y él lo hizo así con ellos; pues los libró de la mano de los hijos de Israel, y no los mataron.

(Jos 9:27) Y Josué los destinó aquel día a ser leñadores y aguadores para la congregación, y para el altar de Jehová en el lugar que Jehová eligiese, lo que son hasta hoy.

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