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significados y conceptos.
JUAN
El Verbo
hecho carne
(Jn 1:1) En el principio era el
Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
(Jn 1:2) Este era en el principio
con Dios.
(Jn 1:3) Todas las cosas por él
fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
(Jn 1:4) En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
(Jn 1:5) La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no
prevalecieron contra ella.
(Jn 1:6) Hubo un hombre enviado de
Dios, el cual se llamaba Juan.
(Jn 1:7) Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
(Jn 1:8) No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
(Jn 1:9) Aquella luz verdadera,
que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
(Jn 1:10) En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo
no le conoció.
(Jn 1:11) A lo suyo vino, y los
suyos no le recibieron.
(Jn 1:12) Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios;
(Jn 1:13) los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
(Jn 1:14) Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del
Padre), lleno de gracia y de verdad.
(Jn 1:15) Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es
de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era
primero que yo.
(Jn 1:16) Y de su plenitud
tomamos todos, y gracia sobre gracia.
(Jn 1:17) Puesto que la ley por medio de Moisés fue dada, pero la
gracia y la verdad vinieron por medio de Jesús,, el
Cristo,.
(Jn 1:18) A Dios nadie le vio jamás;
el unigénito Hijo, que está en el seno
del Padre, él le ha dado a conocer.
Testimonio de
Juan el Bautista
(Mt 3:11–12; Mr 1:7–8; Lc 3:15–17)
(Jn 1:19) Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos
enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién
eres?
(Jn 1:20) Confesó, y no negó, sino
confesó : Yo no soy el Cristo.
(Jn 1:21) Y le preguntaron: ¿Qué
pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta?
Y respondió: No.
(Jn 1:22) Le dijeron: ¿Pues quién
eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
(Jn 1:23) Dijo: Yo soy la voz de uno
que clama en el desierto: Enderecen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
(Jn 1:24) Y los que habían sido
enviados eran de los fariseos.
(Jn 1:25) Y le preguntaron, y le
dijeron: ¿Por qué, por lo tanto, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías,
ni el profeta?
(Jn 1:26) Juan les respondió
diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de ustedes está uno a quien ustedes
no conocen.
(Jn 1:27) Este es el que viene
después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la
correa del calzado.
(Jn 1:28) Estas cosas sucedieron en
Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
El Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo
(Jn 1:29) El siguiente día vio Juan
a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
(Jn 1:30) Este es aquel de quien yo
dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero
que yo.
(Jn 1:31) Y yo no le conocía; mas
para que fuese manifestado [dado a conocer] a Israel, por esto vine yo
bautizando con agua.
(Jn 1:32) También dio Juan testimonio, diciendo : Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma,
y permaneció sobre él.
(Jn 1:33) Y yo no le conocía; pero
el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender
el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con
el Espíritu Santo.
(Jn 1:34) Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.
Los primeros
discípulos
(Jn 1:35) El siguiente día otra vez
estaba Juan, y dos de sus discípulos.
(Jn 1:36) Y mirando a Jesús que
andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.
(Jn 1:37) Le oyeron hablar los dos
discípulos, y siguieron a Jesús.
(Jn 1:38) Y volviéndose Jesús, y
viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscan? Ellos le dijeron: Rabí (que
traducido es, Maestro), ¿dónde moras?
(Jn 1:39) Les dijo: Vengan y vean.
Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como
la hora décima.
(Jn 1:40) Andrés, hermano de Simón
Pedro, era uno de los dos que habían escuchado a Juan, y habían seguido a
Jesús.
(Jn 1:41) Este halló primero a su
hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el
Cristo).
(Jn 1:42) Y le trajo a Jesús. Y
mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas
(que quiere decir, Pedro).
Jesús llama a
Felipe y a Natanael
(Jn 1:43) El siguiente día quiso
Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme.
(Jn 1:44) Y Felipe era de Betsaida,
la ciudad de Andrés y Pedro.
(Jn 1:45) Felipe halló a Natanael, y
le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.
(Jn 1:46) Natanael le dijo: ¿De
Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.
(Jn 1:47) Cuando Jesús vio a
Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero
Israelita, en quien no hay engaño.
(Jn 1:48) Le dijo Natanael: ¿De
dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando
estabas debajo de la higuera, te vi.
(Jn 1:49) Respondió Natanael y le
dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.
(Jn 1:50) Respondió Jesús y le dijo:
¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás.
(Jn 1:51) Y le dijo: De cierto, de
cierto les digo: De aquí adelante verán el cielo abierto, y a los ángeles de
Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.
Las bodas en
Caná
(Jn 2:1) Al tercer día se hicieron
unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.
(Jn 2:2) Y fueron también invitados
a las bodas Jesús y sus discípulos.
(Jn 2:3) Y faltando el vino, la
madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
(Jn 2:4) Jesús le dijo: ¿Qué tienes
conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.
(Jn 2:5) Su madre dijo a los que
servían: Hagan todo lo que les dijere.
(Jn 2:6) Y estaban allí seis
tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de
las cuales cabían dos o tres cántaros.
(Jn 2:7) Jesús les dijo: Llenen
estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
(Jn 2:8) Entonces les dijo: Saquen
ahora, y llévenlo al maestresala. Y se lo llevaron.
(Jn 2:9) Cuando el maestresala
probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los
sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo,
(Jn 2:10) y le dijo: Todo hombre
sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior;
mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.
(Jn 2:11) Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó [dio a conocer, mostró] su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
(Jn 2:12) Después de esto
descendieron a Capernaum, él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y
estuvieron allí no muchos días.
Jesús limpia
el Templo de comerciantes
(Mt 21:12–13; Mr 11:15–18; Lc 19:45–46)
(Jn 2:13) Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén,
(Jn 2:14) y halló en el templo a los
que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados.
(Jn 2:15) Y haciendo un azote de
cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció
las monedas de los cambistas, y volcó las mesas;
(Jn 2:16) y dijo a los que vendían
palomas: Quiten de aquí esto, y no hagan de la casa de mi Padre casa de
mercado.
(Jn 2:17) Entonces se acordaron sus
discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume.
(Jn 2:18) Y los judíos respondieron
y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?
(Jn 2:19) Respondió Jesús y les
dijo: Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré.
(Jn 2:20) Dijeron luego los judíos: En cuarenta y
seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?
(Jn 2:21) Mas él hablaba del templo
de su cuerpo.
(Jn 2:22) Por tanto, cuando resucitó
de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y
creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.
Jesús conoce
a todos los hombres
(Jn 2:23) Estando en Jerusalén en la
fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo
las señales que hacía.
(Jn 2:24) Pero Jesús mismo no se
fiaba de ellos, porque conocía a todos,
(Jn 2:25) y no tenía necesidad de
que nadie le diese testimonio del
hombre, puesto que él sabía lo que había en el hombre.
Jesús y
Nicodemo
(Jn 3:1) Había un hombre de los
fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.
(Jn 3:2) Este vino a Jesús de
noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
(Jn 3:3) Respondió Jesús y le dijo:
De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el
reino de Dios.
(Jn 3:4) Nicodemo le dijo: ¿Cómo
puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el
vientre de su madre, y nacer?
(Jn 3:5) Respondió Jesús: De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de
Dios.
(Jn 3:6) Lo que es nacido de la carne, carne
es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
(Jn 3:7) No te maravilles de que te
dije: les es necesario nacer de nuevo.
(Jn 3:8) El viento sopla de donde
quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es
todo aquel que es nacido del Espíritu.
(Jn 3:9) Respondió Nicodemo y le
dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?
(Jn 3:10) Respondió Jesús y le dijo:
¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes
esto?
(Jn 3:11) De cierto, de cierto te
digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no
reciben nuestro testimonio.
(Jn 3:12) Si les he dicho cosas
terrenales, y no creen, ¿cómo creerán si les dijere las celestiales?
(Jn 3:13) Nadie subió al cielo, sino
el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
(Jn 3:14) Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre
sea levantado,
(Jn 3:15) para que todo aquel que en
él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
El que cree
en Jesús no es condenado
(Jn 3:16) Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
(Jn 3:17) Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvado por él.
(Jn 3:18) El que en él cree, no es
condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el
nombre del unigénito Hijo de Dios.
(Jn 3:19) Y esta es la condenación: que la luz
vino al mundo, y los hombres amaron más
las tinieblas que la luz, porque sus
obras eran malas.
(Jn 3:20) Porque todo aquel que hace
lo malo, aborrece la luz y no viene a
la luz, para que sus obras no sean
reprendidas.
(Jn 3:21) Mas el que practica la verdad viene a la luz, para
que sea manifiesto que sus obras son
hechas en Dios.
El amigo del
esposo
(Jn 3:22) Después de esto, vino
Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y
bautizaba.
(Jn 3:23) Juan bautizaba también en
Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran
bautizados.
(Jn 3:24) Porque Juan no había sido
aún encarcelado.
(Jn 3:25) Entonces hubo discusión
entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación.
(Jn 3:26) Y vinieron a Juan y le
dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien
tú diste testimonio, bautiza, y todos
vienen a él.
(Jn 3:27) Respondió Juan y dijo: No
puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.
(Jn 3:28) Ustedes mismos me son
testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado en presencia [delante] de él.
(Jn 3:29) El que tiene la esposa, es
el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza
grandemente de la voz del esposo; así por lo tanto, este mi gozo está cumplido.
(Jn 3:30) Es necesario que él
crezca, pero que yo mengüe.
El que viene
de arriba es sobre todos
(Jn 3:31) El que de arriba viene, es
sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el
que viene del cielo, es sobre todos.
(Jn 3:32) Y lo que vio y oyó, esto
testifica; y nadie recibe su testimonio.
(Jn 3:33) El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz.
(Jn 3:34) Porque el que Dios envió,
las declaraciones de Dios habla; puesto que Dios no da el Espíritu por medida.
(Jn 3:35) El Padre ama al Hijo, y
todas las cosas ha entregado en su mano.
(Jn 3:36) El que cree en el Hijo
tiene vida eterna;
pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que
la ira [furia] de Dios está sobre él.
Jesús y la
mujer samaritana
(Jn 4:1) Cuando, por lo tanto, el
Señor entendió que los fariseos habían escuchado decir : Jesús hace y bautiza
más discípulos que Juan
(Jn 4:2) (aunque Jesús no
bautizaba, sino sus discípulos),
(Jn 4:3) salió de Judea, y se fue
otra vez a Galilea.
(Jn 4:4) Y le era necesario pasar
por Samaria.
(Jn 4:5) Vino, por lo tanto, a una
ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad
que Jacob dio a su hijo José.
(Jn 4:6) Y estaba allí el pozo de
Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como
la hora sexta.
(Jn 4:7) Vino una mujer de Samaria
a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
(Jn 4:8) Puesto que sus discípulos
habían ido a la ciudad a comprar de comer.
(Jn 4:9) La mujer samaritana le
dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?
Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.
(Jn 4:10) Respondió Jesús y le dijo:
Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
(Jn 4:11) La mujer le dijo: Señor,
no tienes «con qué sacarla,» y el pozo es hondo. ¿De dónde, por lo tanto, tienes el agua viva?
(Jn 4:12) ¿Acaso eres tú mayor que
nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
(Jn 4:13) Respondió Jesús y le dijo:
Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
(Jn 4:14) mas el que bebiere del
agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
(Jn 4:15) La mujer le dijo: Señor,
dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
(Jn 4:16) Jesús le dijo: Ve, llama a
tu esposo, y ven acá.
(Jn 4:17) Respondió la mujer y dijo:
No tengo esposo. Jesús le dijo: Bien has dicho : No tengo esposo;
(Jn 4:18) porque cinco esposos has
tenido, y el que ahora tienes no es tu esposo; esto has dicho con verdad.
(Jn 4:19) Le dijo la mujer: Señor,
me parece que tú eres profeta.
(Jn 4:20) Nuestros padres adoraron
en este monte, y ustedes dicen que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
(Jn 4:21) Jesús le dijo: Mujer,
créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al
Padre.
(Jn 4:22) Ustedes adoran lo que no
saben; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.
(Jn 4:23) Mas la hora viene, y ahora
es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad;
porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
(Jn 4:24) Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es
necesario que adoren.
(Jn 4:25) Le dijo la mujer: Sé que
ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.
(Jn 4:26) Jesús le dijo: Yo soy, el
que habla contigo.
(Jn 4:27) En esto vinieron sus
discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo,
ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?
(Jn 4:28) Entonces la mujer dejó su
cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
(Jn 4:29) Vengan, vean a un hombre
que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?
(Jn 4:30) Entonces salieron de la
ciudad, y vinieron a él.
(Jn 4:31) Entre tanto, los
discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come.
(Jn 4:32) El les dijo: Yo tengo una
comida que comer, que ustedes no saben.
(Jn 4:33) Entonces los discípulos
decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer?
(Jn 4:34) Jesús les dijo: Mi comida
es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su
obra.
(Jn 4:35) ¿No dicen ustedes : Aún
faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí les digo: Alcen sus [de ustedes] ojos y vean los campos, porque ya están blancos para la siega.
(Jn 4:36) Y el que siega recibe
salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que
siembra goce juntamente con el que siega.
(Jn 4:37) Porque en esto es verdadero el dicho : Uno es el que siembra, y otro es el que siega.
(Jn 4:38) Yo les he enviado a segar
lo que ustedes no labraron; otros labraron, y ustedes han entrado en sus
labores.
(Jn 4:39) Y muchos de los
samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que
daba testimonio diciendo : Me dijo todo
lo que he hecho.
(Jn 4:40) Entonces vinieron los
samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos
días.
(Jn 4:41) Y creyeron muchos más por
la palabra de él,
(Jn 4:42) y decían a la mujer : Ya
no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos escuchado, y
sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo,
el Cristo.
Jesús en
Galilea
(Jn 4:43) Dos días después, salió de
allí y fue a Galilea.
(Jn 4:44) Porque Jesús mismo dio testimonio de que el profeta no tiene honra en su propia tierra.
(Jn 4:45) Cuando vino a Galilea, los
galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que había hecho en
Jerusalén, en la fiesta; porque también ellos habían ido a la fiesta.
Jesús sana al
hijo de un oficial del rey
(Jn 4:46) Vino, por lo tanto, Jesús
otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en
Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo.
(Jn 4:47) Este, cuando oyó que Jesús
había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase
a su hijo, que estaba a punto de morir.
(Jn 4:48) Entonces Jesús le dijo: Si
no vieren señales y maravillas [prodigios, cosas extraordinarias], no creerán.
(Jn 4:49) El oficial del rey le
dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera.
(Jn 4:50) Jesús le dijo: Ve, tu hijo
vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue.
(Jn 4:51) Cuando ya él descendía,
sus esclavos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo : Tu hijo vive.
(Jn 4:52) Entonces él les preguntó a
qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron : Ayer a las siete le dejó
la fiebre.
(Jn 4:53) El padre entonces entendió
que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él «con» toda su casa.
(Jn 4:54) Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea.
Jesús sana al
paralítico de Betesda
(Jn 5:1) Después de estas cosas
había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.
(Jn 5:2) Y hay en Jerusalén, cerca
de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene
cinco pórticos.
(Jn 5:3) En éstos yacía una
multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento
del agua.
(Jn 5:4) Porque un ángel descendía
de tiempo en «tiempo al estanque,» y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del
movimiento del agua, quedaba sano de
cualquier enfermedad que tuviese.
(Jn 5:5) Y había allí un hombre que
hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.
(Jn 5:6) Cuando Jesús lo vio
acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo
así, le dijo: ¿Quieres ser sano?
(Jn 5:7) Señor, le respondió el
enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre
tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.
(Jn 5:8) Jesús le dijo: Levántate,
toma tu lecho, y anda.
(Jn 5:9) Y al instante aquel hombre
fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día sábado
[día de reposo o festivo] aquel día.
(Jn 5:10) Entonces los judíos
dijeron a aquel que había sido sanado: Es día sábado
[día de reposo o festivo]; no te es lícito llevar tu
lecho.
(Jn 5:11) El les respondió: El que
me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda.
(Jn 5:12) Entonces le preguntaron:
¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda?
(Jn 5:13) Y el que había sido sanado
no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en
aquel lugar.
(Jn 5:14) Después le halló Jesús en
el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te
venga alguna cosa peor.
(Jn 5:15) El hombre se fue, y dio
aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado.
(Jn 5:16) Y por esta causa los
judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el
día sábado [día de reposo o festivo].
(Jn 5:17) Y Jesús les respondió: Mi
Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.
(Jn 5:18) Por esto los judíos aun
más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día sábado [día de reposo o festivo], sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual
a Dios.
La autoridad
de Jesús
(Jn 5:19) Respondió entonces Jesús,
y les dijo: De cierto, de cierto les digo: No puede el Hijo hacer nada por sí
mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también
lo hace el Hijo igualmente.
(Jn 5:20) Porque el Padre que quiere
[tiene cariño y afecto fraternal] al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que
estas le mostrará, de modo que ustedes se maravillen.
(Jn 5:21) Porque como el Padre
levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere
da vida.
(Jn 5:22) Porque el Padre a nadie
juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo,
(Jn 5:23) para que todos honren al
Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le
envió.
(Jn 5:24) De cierto, de cierto les
digo : El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte
a vida.
(Jn 5:25) De cierto, de cierto les
digo : Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de
Dios; y los que la oyeren vivirán.
(Jn 5:26) Porque como el Padre tiene
vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo;
(Jn 5:27) y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el
Hijo del Hombre.
(Jn 5:28) No se maravillen de esto;
porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;
(Jn 5:29) y los que hicieron lo
bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección
de condenación.
No busco mi
voluntad
(Jn 5:30) No puedo yo hacer nada por
mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del
Padre.
Los que dan
testimonio de Jesús
(Jn 5:31) Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.
(Jn 5:32) Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero.
(Jn 5:33) Ustedes enviaron
mensajeros a Juan, y él dio testimonio
de la verdad.
(Jn 5:34) Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; mas digo esto,
para que ustedes sean salvados.
(Jn 5:35) El era antorcha que ardía
y alumbraba; y ustedes quisieron regocijarse por un tiempo en su luz.
(Jn 5:36) Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras
que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.
(Jn 5:37) También el Padre que me
envió ha dado testimonio de mí. Nunca
han escuchado su voz, ni han visto su aspecto,
(Jn 5:38) ni tienen su palabra morando
en ustedes; porque a quien él envió, ustedes no creen.
(Jn 5:39) Escudriñan las Escrituras;
porque a ustedes les parece que en ellas tienen la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;
(Jn 5:40) y no quieren venir a mí
para que tengan vida.
(Jn 5:41) Gloria de los hombres no
recibo.
(Jn 5:42) Mas yo les conozco, que no
tienen amor de Dios en ustedes.
(Jn 5:43) Yo he venido en nombre de
mi Padre, y no me reciben; si otro viniere en su propio nombre, a ése
recibirán.
(Jn 5:44) ¿Cómo pueden ustedes
creer, puesto que reciben gloria los unos de los otros, y no buscan la gloria
que viene del Dios único?
(Jn 5:45) No piensen que yo voy a
acusarles delante del Padre; hay quien les acusa, Moisés, en quien tienen su [de ustedes] esperanza.
(Jn 5:46) Porque si creyesen a
Moisés, me creerían a mí, porque de mí escribió él.
(Jn 5:47) Pero si no creen a sus
escritos, ¿cómo creerán a mis declaraciones?
Alimentación
de los cinco mil
(Mt 14:13–21; Mr 6:30–44; Lc 9:10–17)
(Jn 6:1) Después de esto, Jesús fue
al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias.
(Jn 6:2) Y le seguía gran multitud,
porque veían las señales que hacía en los enfermos.
(Jn 6:3) Entonces subió Jesús a un
monte, y se sentó allí con sus discípulos.
(Jn 6:4) Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos.
(Jn 6:5) Cuando alzó Jesús los
ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde
compraremos pan para que coman éstos?
(Jn 6:6) Pero esto decía para
probarle; porque él sabía lo que había de hacer.
(Jn 6:7) Felipe le respondió:
Doscientos denarios de pan no bastarían
para que cada uno de ellos tomase un poco.
(Jn 6:8) Uno de sus discípulos,
Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:
(Jn 6:9) Aquí está un muchacho, que
tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?
(Jn 6:10) Entonces Jesús dijo: Hagan
recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en
número de cinco mil varones.
(Jn 6:11) Y tomó Jesús aquellos
panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los
discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto
querían.
(Jn 6:12) Y cuando se hubieron
saciado, dijo a sus discípulos: Recojan los pedazos que sobraron, para que no
se pierda nada.
(Jn 6:13) Recogieron, por lo tanto,
y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a
los que habían comido.
(Jn 6:14) Aquellos hombres entonces,
viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron : Este verdaderamente es el profeta
que había de venir al mundo.
(Jn 6:15) Pero entendiendo Jesús que
iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte
él solo.
Jesús camina
sobre el mar
(Mt 14.22–27; Mr. 6.45–52)
(Jn 6:16) Al anochecer, descendieron
sus discípulos al mar,
(Jn 6:17) y entrando en una barca,
iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido
a ellos.
(Jn 6:18) Y se levantaba el mar con
un gran viento que soplaba.
(Jn 6:19) Cuando habían remado como
veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se
acercaba a la barca; y tuvieron miedo.
(Jn 6:20) Mas él les dijo: Yo soy;
no teman.
(Jn 6:21) Ellos entonces con gusto
le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban.
La gente
busca a Jesús
(Jn 6:22) El día siguiente, la gente
que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola
barca, TM [ sino aquella en la que habían entrado sus
discípulos] y que Jesús no había
entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos.
(Jn 6:23) Pero otras barcas habían
arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor.
(Jn 6:24) Cuando vio, por lo tanto,
la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y
fueron a Capernaum, buscando a Jesús.
Jesús el Pan
de Vida
(Jn 6:25) Y hallándole al otro lado
del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
(Jn 6:26) Respondió Jesús y les dijo:
De cierto, de cierto les digo que me buscan, no porque han visto las señales, sino porque comieron el
pan y se saciaron.
(Jn 6:27) Trabajen, no por la comida
que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece,
la cual el Hijo del Hombre les dará; porque a éste señaló Dios el Padre.
(Jn 6:28) Entonces le dijeron: ¿Qué
debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?
(Jn 6:29) Respondió Jesús y les
dijo: Esta es la obra de Dios, que crean en el que él ha enviado.
(Jn 6:30) Le dijeron entonces: ¿Qué señal, por lo tanto, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué
obra haces?
(Jn 6:31) Nuestros padres comieron
el maná en el desierto, como está escrito: Pan
del cielo les dio a comer.
(Jn 6:32) Y Jesús les dijo: De
cierto, de cierto les digo: No les dio Moisés el
pan del cielo, mas mi Padre les da el verdadero pan del cielo.
(Jn 6:33) Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo
y da vida al mundo.
(Jn 6:34) Le dijeron: Señor, danos
siempre este pan.
(Jn 6:35) Jesús les dijo: Yo soy
el pan
de vida; el que a
mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
(Jn 6:36) Mas les he dicho, que
aunque me han visto, no creen.
(Jn 6:37) Todo lo que el Padre me
da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.
(Jn 6:38) Porque he descendido del
cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
(Jn 6:39) Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no
pierda yo «nada,» sino que lo resucite en el día último [postrero].
(Jn 6:40) Y esta es la voluntad «del que me ha enviado:» Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le
resucitaré en el día último [postrero].
(Jn 6:41) Murmuraban entonces de él
los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.
(Jn 6:42) Y decían: ¿No es éste
Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, por lo
tanto, dice éste : Del cielo he descendido?
(Jn 6:43) Jesús respondió y les
dijo: No murmuren entre ustedes.
(Jn 6:44) Ninguno puede venir a mí,
si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día último [postrero].
(Jn 6:45) Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios.
Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.
(Jn 6:46) No que alguno haya visto
al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre.
(Jn 6:47) De cierto, de cierto les
digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.
(Jn 6:48) Yo soy el pan
de vida.
(Jn 6:49) Sus [de ustedes] padres comieron el maná en el desierto, y murieron.
(Jn 6:50) Este es el pan que desciende del cielo, para que el que
de él come, no muera.
(Jn 6:51) Yo soy el pan
vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el
pan que yo daré es mi carne, la
cual yo daré por la vida del mundo.
(Jn 6:52) Entonces los judíos
contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
(Jn 6:53) Jesús les dijo: De cierto,
de cierto les digo: Si no comen la carne
del Hijo del Hombre, y beben su sangre,
no tienen vida en ustedes.
(Jn 6:54) El que come mi carne y bebe mi sangre,
tiene vida eterna;
y yo le resucitaré en el día último [postrero].
(Jn 6:55) Porque mi carne es verdadera
comida, y mi sangre es verdadera bebida.
(Jn 6:56) El que come mi carne y bebe mi sangre,
en mí permanece, y yo en él.
(Jn 6:57) Como me envió el Padre
viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá
por mí.
(Jn 6:58) Este es el pan que descendió del cielo; no como sus [de ustedes] padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.
(Jn 6:59) Estas cosas dijo en la
sinagoga, enseñando en Capernaum.
Palabras de
Vida Eterna
(Jn 6:60) Al oírlas, muchos de sus
discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?
(Jn 6:61) Sabiendo Jesús en sí mismo
que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto les ofende?
(Jn 6:62) ¿Pues qué, si vieren al
Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?
(Jn 6:63) El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las declaraciones que yo les he hablado son espíritu y son vida.
(Jn 6:64) Pero hay algunos de
ustedes que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los
que no creían, y quién le había de entregar.
(Jn 6:65) Y dijo: Por eso les he
dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado de TM [mi] Padre.
(Jn 6:66) Desde entonces muchos de
sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.
(Jn 6:67) Dijo entonces Jesús a los
doce: ¿Quieren acaso irse también ustedes?
(Jn 6:68) Le respondió Simón Pedro:
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes declaraciones de vida eterna.
(Jn 6:69) Y nosotros hemos creído y
conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
(Jn 6:70) Jesús les respondió: ¿No
les he escogido yo a ustedes los doce, y uno de ustedes es diablo?
(Jn 6:71) Hablaba de Judas
Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno
de los doce.
Incredulidad
de los hermanos de Jesús
(Jn 7:1) Después de estas cosas,
andaba Jesús en Galilea; puesto que no quería andar en Judea, porque los judíos
procuraban matarle.
(Jn 7:2) Estaba cerca la fiesta de
los judíos, la de los tabernáculos;
(Jn 7:3) y le dijeron sus hermanos:
Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que
haces.
(Jn 7:4) Porque ninguno que procura
darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate [date a conocer] al mundo.
(Jn 7:5) Porque ni aun sus hermanos
creían en él.
(Jn 7:6) Entonces Jesús les dijo:
Mi tiempo aún no ha llegado, mas su [de ustedes] tiempo siempre está presto.
(Jn 7:7) No puede el mundo aborrecerles a ustedes; mas a mí me
aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas.
(Jn 7:8) Suban ustedes a la fiesta;
yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido.
(Jn 7:9) Y habiéndoles dicho esto,
se quedó en Galilea.
Jesús en la
fiesta de los tabernáculos
(Jn 7:10) Pero después que sus
hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente,
sino como en secreto.
(Jn 7:11) Y le buscaban los judíos
en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél?
(Jn 7:12) Y había gran murmullo
acerca de él entre la multitud, puesto que unos decían : Es bueno; pero otros
decían: No, sino que engaña al pueblo.
(Jn 7:13) Pero ninguno hablaba
abiertamente de él, por miedo a los judíos.
(Jn 7:14) Mas a la mitad de la
fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba.
(Jn 7:15) Y se maravillaban los
judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?
(Jn 7:16) Jesús les respondió y
dijo: Mi doctrina no es mía, sino de
aquel que me envió.
(Jn 7:17) El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina
es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.
(Jn 7:18) El que habla por su propia
cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió,
éste es verdadero, y no hay en él injusticia.
(Jn 7:19) ¿No les dio Moisés la ley, y ninguno de ustedes cumple la ley? ¿Por qué procuran matarme?
(Jn 7:20) Respondió la multitud y
dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte?
(Jn 7:21) Jesús respondió y les
dijo: Una obra hice, y todos se maravillan.
(Jn 7:22) Por cierto, Moisés les dio
la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres); y en el día sábado [día de reposo o festivo] circuncidan al hombre.
(Jn 7:23) Si recibe el hombre la
circuncisión en el día sábado [día de reposo o festivo], para que la ley de Moisés no
sea quebrantada, ¿os enojan conmigo porque en el día sábado [día de
reposo o festivo] sané completamente a un
hombre?
(Jn 7:24) No juzguen según las
apariencias, sino juzguen con justo juicio.
¿Es éste el
Cristo?
(Jn 7:25) Decían entonces unos de
Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle?
(Jn 7:26) Pues vean, habla
públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad
los gobernantes que éste es el Cristo?
(Jn 7:27) Pero éste, sabemos de
dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea.
(Jn 7:28) Jesús entonces, enseñando
en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocen, y saben de dónde soy; y no
he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero,
a quien ustedes no conocen.
(Jn 7:29) Pero yo le conozco, porque
de él procedo, y él me envió.
(Jn 7:30) Entonces procuraban
prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora.
(Jn 7:31) Y muchos de la multitud
creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?
Los fariseos
envían alguaciles para prender a Jesús
(Jn 7:32) Los fariseos oyeron a la
gente que murmuraba de él estas cosas; y los principales sacerdotes y los
fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen.
(Jn 7:33) Entonces Jesús dijo:
Todavía un poco de tiempo estaré con
ustedes, e iré al que me envió.
(Jn 7:34) Me buscarán, y no me
hallarán; y a donde yo estaré, ustedes no podrán venir.
(Jn 7:35) Entonces los judíos
dijeron entre sí: ¿Adónde se irá éste, que no le hallemos? ¿Se irá a los
dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos?
(Jn 7:36) ¿Qué significa esto que
dijo: Me buscarán, y no me hallarán; y a donde yo estaré, ustedes no podrán
venir?
Ríos de agua
Viva
(Jn 7:37) En el último y gran día de
la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed,
venga a mí y beba.
(Jn 7:38) El que cree en mí, como
dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
(Jn 7:39) Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que
creyesen en él; puesto que aún no había venido el Espíritu
Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
División
entre la gente
(Jn 7:40) Entonces algunos de la
multitud, oyendo «estas palabras,» decían: Verdaderamente éste es el profeta.
(Jn 7:41) Otros decían: Este es el
Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo?
(Jn 7:42) ¿No dice la Escritura que
del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el
Cristo?
(Jn 7:43) Hubo entonces disensión
entre la gente a causa de él.
(Jn 7:44) Y algunos de ellos querían
prenderle; pero ninguno le echó mano.
¡Jamás hombre
ha hablado así!
(Jn 7:45) Los alguaciles vinieron a
los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le han traído?
(Jn 7:46) Los alguaciles
respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!
(Jn 7:47) Entonces los fariseos les
respondieron: ¿También ustedes han sido engañados?
(Jn 7:48) ¿Acaso ha creído en él
alguno de los gobernantes, o de los fariseos?
(Jn 7:49) Mas esta gente que no sabe
la ley, maldita es.
(Jn 7:50) Les dijo Nicodemo, el que
vino a él de noche, el cual era uno de ellos:
(Jn 7:51) ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe
lo que ha hecho?
(Jn 7:52) Respondieron y le dijeron:
¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta.
(Jn 7:53) Cada uno se fue a su casa;
Jesús va al
monte de los Olivos
(Jn 8:1) y Jesús se fue al monte de
los Olivos.
La mujer
adultera
(Jn 8:2) Y por la mañana volvió al
templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba.
(Jn 8:3) Entonces los escribas y
los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y
poniéndola en medio,
(Jn 8:4) le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el
acto mismo de adulterio.
(Jn 8:5) Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales
mujeres. Tú, por lo tanto, ¿qué dices?
(Jn 8:6) Mas esto decían
tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía
en tierra con el dedo.
(Jn 8:7) Y como insistieran en
preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de ustedes esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra
contra ella.
(Jn 8:8) E inclinándose de nuevo
hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.
(Jn 8:9) Pero ellos, al oír esto,
acusados por su conciencia, salían uno
a uno, comenzando desde los más viejos hasta los últimos [postreros, siguientes]; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
(Jn 8:10) Enderezándose Jesús, y no
viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te
acusaban? ¿Ninguno te condenó?
(Jn 8:11) Ella dijo: Ninguno, Señor.
Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
Jesús la Luz
del mundo
(Jn 8:12) Otra vez Jesús les habló,
diciendo: Yo soy la luz del
mundo; el que me sigue, no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la
vida.
(Jn 8:13) Entonces los fariseos le
dijeron: Tú das testimonio acerca de ti
mismo; tu testimonio no es verdadero.
(Jn 8:14) Respondió Jesús y les
dijo: Aunque yo doy testimonio acerca
de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero ustedes
no saben de dónde vengo, ni a dónde voy.
(Jn 8:15) Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie.
(Jn 8:16) Y si yo juzgo, mi juicio
es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y
el que me envió, el Padre.
(Jn 8:17) Y en su [de ustedes] ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.
(Jn 8:18) Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me
envió da testimonio de mí.
(Jn 8:19) Ellos le dijeron: ¿Dónde
está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocen, ni a mi Padre; si a mí me
conociesen, también a mi Padre conocerían.
(Jn 8:20) Estas declaraciones habló Jesús en el lugar de la caja del tesoro,
enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su
hora.
A donde Yo
voy ustedes no pueden venir
(Jn 8:21) Otra vez les dijo Jesús:
Yo me voy, y me buscarán, pero en su [de ustedes] pecado morirán; a donde yo voy,
ustedes no pueden venir.
(Jn 8:22) Decían entonces los
judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, ustedes no
pueden venir?
(Jn 8:23) Y les dijo: Ustedes son de
abajo, yo soy
de arriba;
ustedes son de este mundo, yo no soy de
este mundo.
(Jn 8:24) Por eso les dije que
morirán en sus [de ustedes] pecados; porque si no creen que
yo soy, en sus [de ustedes] pecados morirán.
(Jn 8:25) Entonces le dijeron: ¿Tú
quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio les he dicho.
(Jn 8:26) Muchas cosas tengo que
decir y juzgar de ustedes; pero el que me envió es verdadero;
y yo, lo que he escuchado de él, esto hablo al mundo.
(Jn 8:27) Pero no entendieron que
les hablaba del Padre.
(Jn 8:28) Les dijo, por lo tanto,
Jesús: Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, entonces conocerán que yo
soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó TM [mi] Padre, así hablo.
(Jn 8:29) Porque el que me envió,
conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le
agrada.
(Jn 8:30) Hablando él estas cosas,
muchos creyeron en él.
La verdad los
hará libre
(Jn 8:31) Dijo entonces Jesús a los
judíos que habían creído en él: Si ustedes permanecieren
en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos;
(Jn 8:32) y conocerán la verdad, y la verdad les hará libres.
(Jn 8:33) Le respondieron: Linaje de
Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú : Serán
libres?
(Jn 8:34) Jesús les respondió: De
cierto, de cierto les digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.
(Jn 8:35) Y el esclavo no queda en
la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.
(Jn 8:36) Así que, si el Hijo les
libertare, serán verdaderamente libres.
(Jn 8:37) Sé que son descendientes
de Abraham; pero procuran matarme, porque mi palabra no halla cabida en
ustedes.
(Jn 8:38) Yo hablo lo que he visto
cerca TM [mi] Padre; y ustedes hacen lo que han TM [visto] cerca de su [de ustedes] padre.
Ustedes son
de su padre el diablo
(Jn 8:39) Respondieron y le dijeron:
Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fuesen hijos de Abraham, las obras
de Abraham harían.
(Jn 8:40) Pero ahora procuran
matarme a mí, hombre que les he hablado la verdad,
la cual he escuchado de Dios; no hizo esto Abraham.
(Jn 8:41) Ustedes hacen las obras de
su [de ustedes] padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación [inmoralidad sexual]; un padre tenemos, que es Dios.
(Jn 8:42) Jesús entonces les dijo:
Si su [de ustedes] padre fuese Dios, ciertamente me amarían; porque yo de Dios he salido,
y he venido; puesto que no he venido de mí mismo, sino que él me envió.
(Jn 8:43) ¿Por qué no entienden mi lenguaje? Porque no
pueden escuchar mi palabra.
(Jn 8:44) Ustedes son de su [de ustedes] padre el diablo, y los deseos de su [de ustedes] padre quieren hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad,
porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo
habla; porque es mentiroso, y padre «de mentira.»
(Jn 8:45) Y a mí, porque digo la verdad, no me creen.
(Jn 8:46) ¿Quién de ustedes me acusa
[reprende, redarguye] de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué ustedes no
me creen?
(Jn 8:47) El que es de Dios, las declaraciones de Dios oye; por esto no las oyen ustedes, porque no
son de Dios.
La
preexistencia de Cristo
(Jn 8:48) Respondieron entonces los
judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que
tienes demonio?
(Jn 8:49) Respondió Jesús: Yo no
tengo demonio, antes honro a mi Padre; y ustedes me deshonran.
(Jn 8:50) Pero yo no busco mi
gloria; hay quien la busca, y juzga.
(Jn 8:51) De cierto, de cierto les
digo, que el que cumpla [guarde,
conserve] mi palabra, nunca verá muerte.
(Jn 8:52) Entonces los judíos le
dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices: El que cumpla [guarde, conserve] mi palabra, nunca sufrirá muerte.
(Jn 8:53) ¿Eres tú acaso mayor que
nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas
murieron! ¿Quién te haces a ti mismo?
(Jn 8:54) Respondió Jesús: Si yo me
glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el
que ustedes dicen que es su [de ustedes] Dios.
(Jn 8:55) Pero ustedes no le
conocen; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como
ustedes; pero le conozco, y cumplo [guardo,
conservo] su palabra.
(Jn 8:56) Abraham su [de ustedes] padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
(Jn 8:57) Entonces le dijeron los
judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
(Jn 8:58) Jesús les dijo: De cierto,
de cierto les digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.
(Jn 8:59) Tomaron entonces piedras
para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por
en medio de ellos, se fue.
Jesús sana a
un ciego de nacimiento
(Jn 9:1) Al pasar Jesús, vio a un
hombre ciego de nacimiento.
(Jn 9:2) Y le preguntaron sus
discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya
nacido ciego?
(Jn 9:3) Respondió Jesús: No es que
pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten [den a conocer,
muestren] en él.
(Jn 9:4) Me es necesario hacer las
obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando
nadie puede trabajar.
(Jn 9:5) Entre tanto que estoy en
el mundo, luz
soy del mundo.
(Jn 9:6) Dicho esto, escupió en
tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego,
(Jn 9:7) y le dijo: Ve a lavarte en
el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y
regresó viendo.
(Jn 9:8) Entonces los vecinos, y
los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se
sentaba y mendigaba?
(Jn 9:9) Unos decían : El es; y
otros: A él se parece. El decía : Yo soy.
(Jn 9:10) Y le dijeron: ¿Cómo te
fueron abiertos los ojos?
(Jn 9:11) Respondió él y dijo: Aquel
hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al TM [estanque de] Siloé,
y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista.
(Jn 9:12) Entonces le dijeron:
¿Dónde está él? El dijo: No sé.
Los fariseos
entrevistan al ciego sanado
(Jn 9:13) Llevaron ante los fariseos
al que «había sido» ciego.
(Jn 9:14) Y era día sábado [día de reposo o festivo] cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos.
(Jn 9:15) Volvieron, por lo tanto, a
preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. El les dijo: Me
puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo.
(Jn 9:16) Entonces algunos de los
fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día sábado [día de reposo o festivo]. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador
hacer estas señales? Y había disensión entre ellos.
(Jn 9:17) Entonces volvieron a
decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta.
(Jn 9:18) Pero los judíos no creían
que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a
los padres del que había recibido la vista,
(Jn 9:19) y les preguntaron,
diciendo: ¿Es éste su [de ustedes] hijo, el que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo, por lo tanto, ve
ahora?
(Jn 9:20) Sus padres respondieron y
les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego;
(Jn 9:21) pero cómo vea ahora, no lo
sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad
tiene, pregúntenle a él; él hablará por sí mismo.
(Jn 9:22) Esto dijeron sus padres,
porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que
si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga.
(Jn 9:23) Por eso dijeron sus padres
: Edad tiene, pregúntenle a él.
(Jn 9:24) Entonces «volvieron» a llamar al hombre que
había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese
hombre es pecador.
(Jn 9:25) Entonces él respondió y
dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa
sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.
(Jn 9:26) Le volvieron a decir: ¿Qué
te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?
(Jn 9:27) El les respondió: Ya se lo
he dicho, y no han querido oír; ¿por qué lo quieren oír otra vez? ¿Quieren
también ustedes hacerse sus discípulos?
(Jn 9:28) Y le injuriaron, y
dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros, discípulos de Moisés somos.
(Jn 9:29) Nosotros sabemos que Dios
ha hablado a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea.
(Jn 9:30) Respondió el hombre, y les
dijo: Pues esto es lo maravilloso, que ustedes no sepan de dónde sea, y a mí me
abrió los ojos.
(Jn 9:31) Y sabemos que Dios no oye
a los pecadores; pero si alguno es
temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye.
(Jn 9:32) Desde el principio no se
ha escuchado decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego.
(Jn 9:33) Si éste no viniera de
Dios, nada podría hacer.
(Jn 9:34) Respondieron y le dijeron:
Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos
enseñas a nosotros? Y le expulsaron.
Ciegos de
espíritu
(Jn 9:35) Oyó Jesús que le habían
expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios?
(Jn 9:36) Respondió él y dijo:
¿Quién es, Señor, para que crea en él?
(Jn 9:37) Le dijo Jesús: Pues le has
visto, y el que habla contigo, él es.
(Jn 9:38) Y él dijo: Creo, Señor; y
le adoró.
(Jn 9:39) Dijo Jesús: Para juicio he
venido yo a este mundo; para que los
que no ven, vean, y los que ven, sean cegados.
(Jn 9:40) Entonces algunos de los
fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos
también ciegos?
(Jn 9:41) Jesús les respondió: Si
fueran ciegos, no tendrían pecado; mas
ahora, porque dicen : Vemos, su [de ustedes] pecado permanece.