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RVI: JUAN 1 - 9

Referencias para la lectura:

-       Texto ajustado al Texto Mayoritario y actualizado al español latino.
-       Ubicación visual de vocablos claves resaltados en colores.
-       Sinónimos de palabras claves entre corchetes [color bordó]
-       Vocablos del Texto Mayoritario que forman parte del texto bíblico. Señaladas entre corchetes TM [color azul].
-       Variantes del Textus Receptus que no forman parte del Texto Mayoritario. Señaladas entre corchetes TR [color rojo]

Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original del griego koiné.
Para complementar su lectura considere el uso de un diccionario Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para el NT.


Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera Independiente Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de significados y conceptos.

JUAN

El Verbo hecho carne
(Jn 1:1) En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

(Jn 1:2) Este era en el principio con Dios.

(Jn 1:3) Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

(Jn 1:4) En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

(Jn 1:5) La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

(Jn 1:6) Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

(Jn 1:7) Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.

(Jn 1:8) No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

(Jn 1:9) Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

(Jn 1:10) En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

(Jn 1:11) A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.

(Jn 1:12) Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

(Jn 1:13) los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

(Jn 1:14) Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

(Jn 1:15) Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.

(Jn 1:16) Y de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.

(Jn 1:17) Puesto que la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesús,, el Cristo,.

(Jn 1:18) A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Testimonio de Juan el Bautista
 (Mt 3:11–12; Mr 1:7–8; Lc 3:15–17)
(Jn 1:19) Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?

(Jn 1:20) Confesó, y no negó, sino confesó : Yo no soy el Cristo.

(Jn 1:21) Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No.

(Jn 1:22) Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?

(Jn 1:23) Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderecen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.

(Jn 1:24) Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.

(Jn 1:25) Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, por lo tanto, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?

(Jn 1:26) Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de ustedes está uno a quien ustedes no conocen.

(Jn 1:27) Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.

(Jn 1:28) Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo
(Jn 1:29) El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

(Jn 1:30) Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.

(Jn 1:31) Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado [dado a conocer] a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.

(Jn 1:32) También dio Juan testimonio, diciendo : Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.

(Jn 1:33) Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.

(Jn 1:34) Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

Los primeros discípulos
(Jn 1:35) El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.

(Jn 1:36) Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.

(Jn 1:37) Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús.

(Jn 1:38) Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscan? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras?

(Jn 1:39) Les dijo: Vengan y vean. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima.

(Jn 1:40) Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían escuchado a Juan, y habían seguido a Jesús.

(Jn 1:41) Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo).

(Jn 1:42) Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro).

Jesús llama a Felipe y a Natanael
(Jn 1:43) El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme.

(Jn 1:44) Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro.

(Jn 1:45) Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.

(Jn 1:46) Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.

(Jn 1:47) Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero Israelita, en quien no hay engaño.

(Jn 1:48) Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.

(Jn 1:49) Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.

(Jn 1:50) Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás.

(Jn 1:51) Y le dijo: De cierto, de cierto les digo: De aquí adelante verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.

Las bodas en Caná
(Jn 2:1) Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.

(Jn 2:2) Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.

(Jn 2:3) Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.

(Jn 2:4) Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.

(Jn 2:5) Su madre dijo a los que servían: Hagan todo lo que les dijere.

(Jn 2:6) Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros.

(Jn 2:7) Jesús les dijo: Llenen estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.

(Jn 2:8) Entonces les dijo: Saquen ahora, y llévenlo al maestresala. Y se lo llevaron.

(Jn 2:9) Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo,

(Jn 2:10) y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.

(Jn 2:11) Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó [dio a conocer, mostró] su gloria; y sus discípulos creyeron en él.

(Jn 2:12) Después de esto descendieron a Capernaum, él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días.

Jesús limpia el Templo de comerciantes
 (Mt 21:12–13; Mr 11:15–18; Lc 19:45–46)
(Jn 2:13) Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén,

(Jn 2:14) y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados.

(Jn 2:15) Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas;

(Jn 2:16) y dijo a los que vendían palomas: Quiten de aquí esto, y no hagan de la casa de mi Padre casa de mercado.

(Jn 2:17) Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume.

(Jn 2:18) Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?

(Jn 2:19) Respondió Jesús y les dijo: Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré.

(Jn 2:20) Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?

(Jn 2:21) Mas él hablaba del templo de su cuerpo.

(Jn 2:22) Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.

Jesús conoce a todos los hombres
(Jn 2:23) Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía.

(Jn 2:24) Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos,

(Jn 2:25) y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, puesto que él sabía lo que había en el hombre.

Jesús y Nicodemo
(Jn 3:1) Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.

(Jn 3:2) Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.

(Jn 3:3) Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

(Jn 3:4) Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

(Jn 3:5) Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

(Jn 3:6) Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

(Jn 3:7) No te maravilles de que te dije: les es necesario nacer de nuevo.

(Jn 3:8) El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.

(Jn 3:9) Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?

(Jn 3:10) Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?

(Jn 3:11) De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no reciben nuestro testimonio.

(Jn 3:12) Si les he dicho cosas terrenales, y no creen, ¿cómo creerán si les dijere las celestiales?

(Jn 3:13) Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.

(Jn 3:14) Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,

(Jn 3:15) para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

El que cree en Jesús no es condenado
(Jn 3:16) Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

(Jn 3:17) Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvado por él.

(Jn 3:18) El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

(Jn 3:19) Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.

(Jn 3:20) Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.

(Jn 3:21) Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

El amigo del esposo
(Jn 3:22) Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba.

(Jn 3:23) Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados.

(Jn 3:24) Porque Juan no había sido aún encarcelado.

(Jn 3:25) Entonces hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación.

(Jn 3:26) Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él.

(Jn 3:27) Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.

(Jn 3:28) Ustedes mismos me son testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado en presencia [delante] de él.

(Jn 3:29) El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así por lo tanto, este mi gozo está cumplido.

(Jn 3:30) Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.

El que viene de arriba es sobre todos
(Jn 3:31) El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos.

(Jn 3:32) Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio.

(Jn 3:33) El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz.

(Jn 3:34) Porque el que Dios envió, las declaraciones de Dios habla; puesto que Dios no da el Espíritu por medida.

(Jn 3:35) El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.

(Jn 3:36) El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira [furia] de Dios está sobre él.

Jesús y la mujer samaritana
(Jn 4:1) Cuando, por lo tanto, el Señor entendió que los fariseos habían escuchado decir : Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan

(Jn 4:2) (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),

(Jn 4:3) salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.

(Jn 4:4) Y le era necesario pasar por Samaria.

(Jn 4:5) Vino, por lo tanto, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José.

(Jn 4:6) Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.

(Jn 4:7) Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.

(Jn 4:8) Puesto que sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.

(Jn 4:9) La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.

(Jn 4:10) Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.

(Jn 4:11) La mujer le dijo: Señor, no tienes «con qué sacarla,» y el pozo es hondo. ¿De dónde, por lo tanto, tienes el agua viva?

(Jn 4:12) ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?

(Jn 4:13) Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;

(Jn 4:14) mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.

(Jn 4:15) La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.

(Jn 4:16) Jesús le dijo: Ve, llama a tu esposo, y ven acá.

(Jn 4:17) Respondió la mujer y dijo: No tengo esposo. Jesús le dijo: Bien has dicho : No tengo esposo;

(Jn 4:18) porque cinco esposos has tenido, y el que ahora tienes no es tu esposo; esto has dicho con verdad.

(Jn 4:19) Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.

(Jn 4:20) Nuestros padres adoraron en este monte, y ustedes dicen que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.

(Jn 4:21) Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre.

(Jn 4:22) Ustedes adoran lo que no saben; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.

(Jn 4:23) Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.

(Jn 4:24) Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

(Jn 4:25) Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.

(Jn 4:26) Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

(Jn 4:27) En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?

(Jn 4:28) Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:

(Jn 4:29) Vengan, vean a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?

(Jn 4:30) Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.

(Jn 4:31) Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come.

(Jn 4:32) El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que ustedes no saben.

(Jn 4:33) Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer?

(Jn 4:34) Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.

(Jn 4:35) ¿No dicen ustedes : Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí les digo: Alcen sus [de ustedes] ojos y vean los campos, porque ya están blancos para la siega.

(Jn 4:36) Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.

(Jn 4:37) Porque en esto es verdadero el dicho : Uno es el que siembra, y otro es el que siega.

(Jn 4:38) Yo les he enviado a segar lo que ustedes no labraron; otros labraron, y ustedes han entrado en sus labores.

(Jn 4:39) Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo : Me dijo todo lo que he hecho.

(Jn 4:40) Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días.

(Jn 4:41) Y creyeron muchos más por la palabra de él,

(Jn 4:42) y decían a la mujer : Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos escuchado, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.

Jesús en Galilea
(Jn 4:43) Dos días después, salió de allí y fue a Galilea.

(Jn 4:44) Porque Jesús mismo dio testimonio de que el profeta no tiene honra en su propia tierra.

(Jn 4:45) Cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que había hecho en Jerusalén, en la fiesta; porque también ellos habían ido a la fiesta.

Jesús sana al hijo de un oficial del rey
(Jn 4:46) Vino, por lo tanto, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo.

(Jn 4:47) Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir.

(Jn 4:48) Entonces Jesús le dijo: Si no vieren señales y maravillas [prodigios, cosas extraordinarias], no creerán.

(Jn 4:49) El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera.

(Jn 4:50) Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue.

(Jn 4:51) Cuando ya él descendía, sus esclavos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo : Tu hijo vive.

(Jn 4:52) Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron : Ayer a las siete le dejó la fiebre.

(Jn 4:53) El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él «con» toda su casa.

(Jn 4:54) Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea.

Jesús sana al paralítico de Betesda
(Jn 5:1) Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.

(Jn 5:2) Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos.

(Jn 5:3) En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua.

(Jn 5:4) Porque un ángel descendía de tiempo en «tiempo al estanque,» y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano  de cualquier enfermedad que tuviese.

(Jn 5:5) Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.

(Jn 5:6) Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?

(Jn 5:7) Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.

(Jn 5:8) Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.

(Jn 5:9) Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día sábado [día de reposo o festivo] aquel día.

(Jn 5:10) Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día sábado [día de reposo o festivo]; no te es lícito llevar tu lecho.

(Jn 5:11) El les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda.

(Jn 5:12) Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda?

(Jn 5:13) Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar.

(Jn 5:14) Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.

(Jn 5:15) El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado.

(Jn 5:16) Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día sábado [día de reposo o festivo].

(Jn 5:17) Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.

(Jn 5:18) Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día sábado [día de reposo o festivo], sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.

La autoridad de Jesús
(Jn 5:19) Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto les digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.

(Jn 5:20) Porque el Padre que quiere [tiene cariño y afecto fraternal] al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que ustedes se maravillen.

(Jn 5:21) Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.

(Jn 5:22) Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo,

(Jn 5:23) para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.

(Jn 5:24) De cierto, de cierto les digo : El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.

(Jn 5:25) De cierto, de cierto les digo : Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.

(Jn 5:26) Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo;

(Jn 5:27) y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.

(Jn 5:28) No se maravillen de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;

(Jn 5:29) y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.

No busco mi voluntad
(Jn 5:30) No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.

Los que dan testimonio de Jesús
(Jn 5:31) Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.

(Jn 5:32) Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero.

(Jn 5:33) Ustedes enviaron mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad.

(Jn 5:34) Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; mas digo esto, para que ustedes sean salvados.

(Jn 5:35) El era antorcha que ardía y alumbraba; y ustedes quisieron regocijarse por un tiempo en su luz.

(Jn 5:36) Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.

(Jn 5:37) También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca han escuchado su voz, ni han visto su aspecto,

(Jn 5:38) ni tienen su palabra morando en ustedes; porque a quien él envió, ustedes no creen.

(Jn 5:39) Escudriñan las Escrituras; porque a ustedes les parece que en ellas tienen la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;

(Jn 5:40) y no quieren venir a mí para que tengan vida.

(Jn 5:41) Gloria de los hombres no recibo.

(Jn 5:42) Mas yo les conozco, que no tienen amor de Dios en ustedes.

(Jn 5:43) Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me reciben; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibirán.

(Jn 5:44) ¿Cómo pueden ustedes creer, puesto que reciben gloria los unos de los otros, y no buscan la gloria que viene del Dios único?

(Jn 5:45) No piensen que yo voy a acusarles delante del Padre; hay quien les acusa, Moisés, en quien tienen su [de ustedes] esperanza.

(Jn 5:46) Porque si creyesen a Moisés, me creerían a mí, porque de mí escribió él.

(Jn 5:47) Pero si no creen a sus escritos, ¿cómo creerán a mis declaraciones?

Alimentación de los cinco mil
 (Mt 14:13–21; Mr 6:30–44; Lc 9:10–17)
(Jn 6:1) Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias.

(Jn 6:2) Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos.

(Jn 6:3) Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos.

(Jn 6:4) Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos.

(Jn 6:5) Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?

(Jn 6:6) Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer.

(Jn 6:7) Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco.

(Jn 6:8) Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:

(Jn 6:9) Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?

(Jn 6:10) Entonces Jesús dijo: Hagan recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones.

(Jn 6:11) Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.

(Jn 6:12) Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recojan los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.

(Jn 6:13) Recogieron, por lo tanto, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.

(Jn 6:14) Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron : Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.

(Jn 6:15) Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.

Jesús camina sobre el mar
 (Mt 14.22–27; Mr. 6.45–52)
(Jn 6:16) Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar,

(Jn 6:17) y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos.

(Jn 6:18) Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba.

(Jn 6:19) Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo.

(Jn 6:20) Mas él les dijo: Yo soy; no teman.

(Jn 6:21) Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban.

La gente busca a Jesús
(Jn 6:22) El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, TM [ sino aquella en la que habían entrado sus discípulos] y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos.

(Jn 6:23) Pero otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor.

(Jn 6:24) Cuando vio, por lo tanto, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús.

Jesús el Pan de Vida
(Jn 6:25) Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?

(Jn 6:26) Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto les digo que me buscan, no porque han visto las señales, sino porque comieron el pan y se saciaron.

(Jn 6:27) Trabajen, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre les dará; porque a éste señaló Dios el Padre.

(Jn 6:28) Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?

(Jn 6:29) Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que crean en el que él ha enviado.

(Jn 6:30) Le dijeron entonces: ¿Qué señal, por lo tanto, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?

(Jn 6:31) Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.

(Jn 6:32) Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto les digo: No les dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre les da el verdadero pan del cielo.

(Jn 6:33) Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.

(Jn 6:34) Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.

(Jn 6:35) Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

(Jn 6:36) Mas les he dicho, que aunque me han visto, no creen.

(Jn 6:37) Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.

(Jn 6:38) Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

(Jn 6:39) Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo «nada,» sino que lo resucite en el día último [postrero].

(Jn 6:40) Y esta es la voluntad «del que me ha enviado:» Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día último [postrero].

(Jn 6:41) Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.

(Jn 6:42) Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, por lo tanto, dice éste : Del cielo he descendido?

(Jn 6:43) Jesús respondió y les dijo: No murmuren entre ustedes.

(Jn 6:44) Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día último [postrero].

(Jn 6:45) Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.

(Jn 6:46) No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre.

(Jn 6:47) De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.

(Jn 6:48) Yo soy el pan de vida.

(Jn 6:49) Sus [de ustedes] padres comieron el maná en el desierto, y murieron.

(Jn 6:50) Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.

(Jn 6:51) Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

(Jn 6:52) Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

(Jn 6:53) Jesús les dijo: De cierto, de cierto les digo: Si no comen la carne del Hijo del Hombre, y beben su sangre, no tienen vida en ustedes.

(Jn 6:54) El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día último [postrero].

(Jn 6:55) Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

(Jn 6:56) El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.

(Jn 6:57) Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.

(Jn 6:58) Este es el pan que descendió del cielo; no como sus [de ustedes] padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.

(Jn 6:59) Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.

Palabras de Vida Eterna
(Jn 6:60) Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?

(Jn 6:61) Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto les ofende?

(Jn 6:62) ¿Pues qué, si vieren al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?

(Jn 6:63) El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las declaraciones que yo les he hablado son espíritu y son vida.

(Jn 6:64) Pero hay algunos de ustedes que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.

(Jn 6:65) Y dijo: Por eso les he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado de TM [mi] Padre.

(Jn 6:66) Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.

(Jn 6:67) Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Quieren acaso irse también ustedes?

(Jn 6:68) Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes declaraciones de vida eterna.

(Jn 6:69) Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

(Jn 6:70) Jesús les respondió: ¿No les he escogido yo a ustedes los doce, y uno de ustedes es diablo?

(Jn 6:71) Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.

Incredulidad de los hermanos de Jesús
(Jn 7:1) Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; puesto que no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarle.

(Jn 7:2) Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos;

(Jn 7:3) y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.

(Jn 7:4) Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate [date a conocer] al mundo.

(Jn 7:5) Porque ni aun sus hermanos creían en él.

(Jn 7:6) Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas su [de ustedes] tiempo siempre está presto.

(Jn 7:7) No puede el mundo aborrecerles a ustedes; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas.

(Jn 7:8) Suban ustedes a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido.

(Jn 7:9) Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea.

Jesús en la fiesta de los tabernáculos
(Jn 7:10) Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto.

(Jn 7:11) Y le buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél?

(Jn 7:12) Y había gran murmullo acerca de él entre la multitud, puesto que unos decían : Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo.

(Jn 7:13) Pero ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo a los judíos.

(Jn 7:14) Mas a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba.

(Jn 7:15) Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?

(Jn 7:16) Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.

(Jn 7:17) El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.

(Jn 7:18) El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia.

(Jn 7:19) ¿No les dio Moisés la ley, y ninguno de ustedes cumple la ley? ¿Por qué procuran matarme?

(Jn 7:20) Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte?

(Jn 7:21) Jesús respondió y les dijo: Una obra hice, y todos se maravillan.

(Jn 7:22) Por cierto, Moisés les dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres); y en el día sábado [día de reposo o festivo] circuncidan al hombre.

(Jn 7:23) Si recibe el hombre la circuncisión en el día sábado [día de reposo o festivo], para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojan conmigo porque en el día sábado [día de reposo o festivo] sané completamente a un hombre?

(Jn 7:24) No juzguen según las apariencias, sino juzguen con justo juicio.

¿Es éste el Cristo?
(Jn 7:25) Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle?

(Jn 7:26) Pues vean, habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo?

(Jn 7:27) Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea.

(Jn 7:28) Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocen, y saben de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien ustedes no conocen.

(Jn 7:29) Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió.

(Jn 7:30) Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora.

(Jn 7:31) Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?

Los fariseos envían alguaciles para prender a Jesús
(Jn 7:32) Los fariseos oyeron a la gente que murmuraba de él estas cosas; y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen.

(Jn 7:33) Entonces Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con ustedes, e iré al que me envió.

(Jn 7:34) Me buscarán, y no me hallarán; y a donde yo estaré, ustedes no podrán venir.

(Jn 7:35) Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adónde se irá éste, que no le hallemos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos?

(Jn 7:36) ¿Qué significa esto que dijo: Me buscarán, y no me hallarán; y a donde yo estaré, ustedes no podrán venir?

Ríos de agua Viva
(Jn 7:37) En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

(Jn 7:38) El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

(Jn 7:39) Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; puesto que aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.

División entre la gente
(Jn 7:40) Entonces algunos de la multitud, oyendo «estas palabras,» decían: Verdaderamente éste es el profeta.

(Jn 7:41) Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo?

(Jn 7:42) ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo?

(Jn 7:43) Hubo entonces disensión entre la gente a causa de él.

(Jn 7:44) Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano.

¡Jamás hombre ha hablado así!
(Jn 7:45) Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por  qué no le han traído?

(Jn 7:46) Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!

(Jn 7:47) Entonces los fariseos les respondieron: ¿También ustedes han sido engañados?

(Jn 7:48) ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?

(Jn 7:49) Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es.

(Jn 7:50) Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos:

(Jn 7:51) ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?

(Jn 7:52) Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta.

(Jn 7:53) Cada uno se fue a su casa;

Jesús va al monte de los Olivos
(Jn 8:1) y Jesús se fue al monte de los Olivos.

La mujer adultera
(Jn 8:2) Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba.

(Jn 8:3) Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio,

(Jn 8:4) le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.

(Jn 8:5) Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, por lo tanto, ¿qué dices?

(Jn 8:6) Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.

(Jn 8:7) Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de ustedes esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.

(Jn 8:8) E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.

(Jn 8:9) Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los últimos [postreros, siguientes]; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.

(Jn 8:10) Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?

(Jn 8:11) Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.

Jesús la Luz del mundo
(Jn 8:12) Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

(Jn 8:13) Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.

(Jn 8:14) Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo, ni a dónde voy.

(Jn 8:15) Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie.

(Jn 8:16) Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre.

(Jn 8:17) Y en su [de ustedes] ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.

(Jn 8:18) Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí.

(Jn 8:19) Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocen, ni a mi Padre; si a mí me conociesen, también a mi Padre conocerían.

(Jn 8:20) Estas declaraciones habló Jesús en el lugar de la caja del tesoro, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.

A donde Yo voy ustedes no pueden venir
(Jn 8:21) Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscarán, pero en su [de ustedes] pecado morirán; a donde yo voy, ustedes no pueden venir.

(Jn 8:22) Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, ustedes no pueden venir?

(Jn 8:23) Y les dijo: Ustedes son de abajo, yo soy de arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo.

(Jn 8:24) Por eso les dije que morirán en sus [de ustedes] pecados; porque si no creen que yo soy, en sus [de ustedes] pecados morirán.

(Jn 8:25) Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio les he dicho.

(Jn 8:26) Muchas cosas tengo que decir y juzgar de ustedes; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he escuchado de él, esto hablo al mundo.

(Jn 8:27) Pero no entendieron que les hablaba del Padre.

(Jn 8:28) Les dijo, por lo tanto, Jesús: Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, entonces conocerán que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó TM [mi] Padre, así hablo.

(Jn 8:29) Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.

(Jn 8:30) Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él.

La verdad los hará libre
(Jn 8:31) Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si ustedes permanecieren en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos;

(Jn 8:32) y conocerán la verdad, y la verdad les hará libres.

(Jn 8:33) Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú : Serán libres?

(Jn 8:34) Jesús les respondió: De cierto, de cierto les digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.

(Jn 8:35) Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.

(Jn 8:36) Así que, si el Hijo les libertare, serán verdaderamente libres.

(Jn 8:37) Sé que son descendientes de Abraham; pero procuran matarme, porque mi palabra no halla cabida en ustedes.

(Jn 8:38) Yo hablo lo que he visto cerca TM [mi] Padre; y ustedes hacen lo que han TM [visto] cerca de su [de ustedes] padre.

Ustedes son de su padre el diablo
(Jn 8:39) Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fuesen hijos de Abraham, las obras de Abraham harían.

(Jn 8:40) Pero ahora procuran matarme a mí, hombre que les he hablado la verdad, la cual he escuchado de Dios; no hizo esto Abraham.

(Jn 8:41) Ustedes hacen las obras de su [de ustedes] padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación [inmoralidad sexual]; un padre tenemos, que es Dios.

(Jn 8:42) Jesús entonces les dijo: Si su [de ustedes] padre fuese Dios, ciertamente me amarían; porque yo de Dios he salido, y he venido; puesto que no he venido de mí mismo, sino que él me envió.

(Jn 8:43) ¿Por  qué no entienden mi lenguaje? Porque no pueden escuchar mi palabra.

(Jn 8:44) Ustedes son de su [de ustedes] padre el diablo, y los deseos de su [de ustedes] padre quieren hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre «de mentira.»

(Jn 8:45) Y a mí, porque digo la verdad, no me creen.

(Jn 8:46) ¿Quién de ustedes me acusa [reprende, redarguye] de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por  qué ustedes no me creen?

(Jn 8:47) El que es de Dios, las declaraciones de Dios oye; por esto no las oyen ustedes, porque no son de Dios.

La preexistencia de Cristo
(Jn 8:48) Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio?

(Jn 8:49) Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y ustedes me deshonran.

(Jn 8:50) Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y juzga.

(Jn 8:51) De cierto, de cierto les digo, que el que cumpla [guarde, conserve] mi palabra, nunca verá muerte.

(Jn 8:52) Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices: El que cumpla [guarde, conserve] mi palabra, nunca sufrirá muerte.

(Jn 8:53) ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo?

(Jn 8:54) Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que ustedes dicen que es su [de ustedes] Dios.

(Jn 8:55) Pero ustedes no le conocen; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como ustedes; pero le conozco, y cumplo [guardo, conservo] su palabra.

(Jn 8:56) Abraham su [de ustedes] padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

(Jn 8:57) Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

(Jn 8:58) Jesús les dijo: De cierto, de cierto les digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.

(Jn 8:59) Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.

Jesús sana a un ciego de nacimiento
(Jn 9:1) Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento.

(Jn 9:2) Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?

(Jn 9:3) Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten [den a conocer, muestren] en él.

(Jn 9:4) Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.

(Jn 9:5) Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.

(Jn 9:6) Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego,

(Jn 9:7) y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.

(Jn 9:8) Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba?

(Jn 9:9) Unos decían : El es; y otros: A él se parece. El decía : Yo soy.

(Jn 9:10) Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos?

(Jn 9:11) Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al TM [estanque de] Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista.

(Jn 9:12) Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? El dijo: No sé.

Los fariseos entrevistan al ciego sanado
(Jn 9:13) Llevaron ante los fariseos al que «había sido» ciego.

(Jn 9:14) Y era día sábado [día de reposo o festivo] cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos.

(Jn 9:15) Volvieron, por lo tanto, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. El les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo.

(Jn 9:16) Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día sábado [día de reposo o festivo]. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos.

(Jn 9:17) Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta.

(Jn 9:18) Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista,

(Jn 9:19) y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste su [de ustedes] hijo, el que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo, por lo tanto, ve ahora?

(Jn 9:20) Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego;

(Jn 9:21) pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, pregúntenle a él; él hablará por sí mismo.

(Jn 9:22) Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga.

(Jn 9:23) Por eso dijeron sus padres : Edad tiene, pregúntenle a él.

(Jn 9:24) Entonces «volvieron» a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador.

(Jn 9:25) Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.

(Jn 9:26) Le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?

(Jn 9:27) El les respondió: Ya se lo he dicho, y no han querido oír; ¿por qué lo quieren oír otra vez? ¿Quieren también ustedes hacerse sus discípulos?

(Jn 9:28) Y le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros, discípulos de Moisés somos.

(Jn 9:29) Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea.

(Jn 9:30) Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que ustedes no sepan de dónde sea, y a mí me abrió los ojos.

(Jn 9:31) Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye.

(Jn 9:32) Desde el principio no se ha escuchado decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego.

(Jn 9:33) Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer.

(Jn 9:34) Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron.

Ciegos de espíritu
(Jn 9:35) Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios?

(Jn 9:36) Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él?

(Jn 9:37) Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es.

(Jn 9:38) Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró.

(Jn 9:39) Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados.

(Jn 9:40) Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos?

(Jn 9:41) Jesús les respondió: Si fueran ciegos, no tendrían pecado; mas ahora, porque dicen : Vemos, su [de ustedes] pecado permanece

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