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RVI: JUAN 10 - 21

Referencias para la lectura:

-       Texto ajustado al Texto Mayoritario y actualizado al español latino.
-       Ubicación visual de vocablos claves resaltados en colores.
-       Sinónimos de palabras claves entre corchetes [color bordó]
-       Vocablos del Texto Mayoritario que forman parte del texto bíblico. Señaladas entre corchetes TM [color azul].
-       Variantes del Textus Receptus que no forman parte del Texto Mayoritario. Señaladas entre corchetes TR [color rojo]

Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original del griego koiné.
Para complementar su lectura considere el uso de un diccionario Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para el NT.


Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera Independiente Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de significados y conceptos.


Parábola del redil
(Jn 10:1) De cierto, de cierto les digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador.

(Jn 10:2) Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.

(Jn 10:3) A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.

(Jn 10:4) Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.

(Jn 10:5) Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.

(Jn 10:6) Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.

Jesús el buen pastor
(Jn 10:7) Volvió, por lo tanto, Jesús a decirles: De cierto, de cierto les digo : Yo soy la puerta de las ovejas.

(Jn 10:8) Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.

(Jn 10:9) Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvado; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.

(Jn 10:10) El ladrón no viene sino para robar [hurtar] y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

(Jn 10:11) Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.

(Jn 10:12) Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.

(Jn 10:13) Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.

(Jn 10:14) Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,

(Jn 10:15) así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.

(Jn 10:16) También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.

(Jn 10:17) Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.

(Jn 10:18) Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.

(Jn 10:19) Volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras.

(Jn 10:20) Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oyen?

(Jn 10:21) Decían otros: Estas declaraciones no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?

Los judíos no creen en Jesús
(Jn 10:22) Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,

(Jn 10:23) y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.

(Jn 10:24) Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.

(Jn 10:25) Jesús les respondió: se lo he dicho, y no creen; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;

(Jn 10:26) pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas, como les he dicho.

(Jn 10:27) Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

(Jn 10:28) y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

(Jn 10:29) Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

(Jn 10:30) Yo y el Padre uno somos.

(Jn 10:31) Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.

(Jn 10:32) Jesús les respondió: Muchas buenas obras les he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedrean?

(Jn 10:33) Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la injuria [calumnia, blasfemia]; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.

(Jn 10:34) Jesús les respondió: ¿No está escrito en su [de ustedes] ley: Yo dije, dioses son?

(Jn 10:35) Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada),

(Jn 10:36) ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, ustedes dicen : Tú injurias [blasfemas], porque dije: Hijo de Dios soy?

(Jn 10:37) Si no hago las obras de mi Padre, no me crean.

(Jn 10:38) Mas si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que conozcan y crean que el Padre está en mí, y yo en el Padre.

(Jn 10:39) Procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos.

(Jn 10:40) Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se quedó allí.

(Jn 10:41) Y muchos venían a él, y decían : Juan, de hecho, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad.

(Jn 10:42) Y muchos creyeron en él allí.

Muerte de Lázaro
(Jn 11:1) Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.

(Jn 11:2) (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.)

(Jn 11:3) Enviaron, por lo tanto, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que quieres [tienes cariño y afecto fraternal] está enfermo.

(Jn 11:4) Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

(Jn 11:5) Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro.

(Jn 11:6) Cuando oyó, por lo tanto, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.

(Jn 11:7) Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez.

(Jn 11:8) Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?

(Jn 11:9) Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo;

(Jn 11:10) pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.

(Jn 11:11) Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle.

(Jn 11:12) Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará.

(Jn 11:13) Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño.

(Jn 11:14) Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto;

(Jn 11:15) y me alegro por ustedes, de no haber estado allí, para que crean; mas vamos a él.

(Jn 11:16) Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.

Jesús es la resurrección y la Vida
(Jn 11:17) Vino, por lo tanto, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.

(Jn 11:18) Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios;

(Jn 11:19) y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.

(Jn 11:20) Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.

(Jn 11:21) Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.

(Jn 11:22) Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.

(Jn 11:23) Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.

(Jn 11:24) Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día último [postrero].

(Jn 11:25) Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

(Jn 11:26) Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

(Jn 11:27) Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.

Jesús lloró
(Jn 11:28) Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama.

(Jn 11:29) Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él.

(Jn 11:30) Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado.

(Jn 11:31) Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo : Va al sepulcro a llorar allí.

(Jn 11:32) María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.

(Jn 11:33) Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió,

(Jn 11:34) y dijo: ¿Dónde le pusieron? Le dijeron: Señor, ven y ve.

(Jn 11:35) Jesús lloró.

(Jn 11:36) Dijeron entonces los judíos: Observen cómo le quería [tenía cariño y afecto fraternal].

(Jn 11:37) Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?

Jesús resucita a Lázaro
(Jn 11:38) Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.

(Jn 11:39) Dijo Jesús: Quiten la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.

(Jn 11:40) Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?

(Jn 11:41) Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme escuchado.

(Jn 11:42) Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.

(Jn 11:43) Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!

(Jn 11:44) Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desátenle, y déjenle ir.

La conspiración para matar a Jesús
 (Mt 26:1–5; Mr 14:1–2; Lc 22:1–2)
(Jn 11:45) Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él.

(Jn 11:46) Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.

(Jn 11:47) Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales.

(Jn 11:48) Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación.

(Jn 11:49) Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Ustedes no saben nada;

(Jn 11:50) ni piensan que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.

(Jn 11:51) Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;

(Jn 11:52) y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.

(Jn 11:53) Así que, desde aquel día acordaron matarle.

(Jn 11:54) Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí con sus discípulos.

(Jn 11:55) Y estaba cerca la pascua de los judíos; y muchos subieron de aquella región a Jerusalén antes de la pascua, para purificarse.

(Jn 11:56) Y buscaban a Jesús, y estando ellos en el templo, se preguntaban unos a otros: ¿Qué les parece? ¿No vendrá a la fiesta?

(Jn 11:57) Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen.

Jesús es ungido en Betania
 (Mt 26:6–13; Mr 14:3–9)
(Jn 12:1) Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, «el que había estado muerto,» y a quien había resucitado de los muertos.

(Jn 12:2) Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él.

(Jn 12:3) Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.

(Jn 12:4) Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar:

(Jn 12:5) ¿Por  qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?

(Jn 12:6) Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella.

(Jn 12:7) Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto.

(Jn 12:8) Porque a los pobres siempre los tendrán con ustedes, mas a mí no siempre me tendrán.

Conspiración contra Lázaro
(Jn 12:9) Gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos.

(Jn 12:10) Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro,

(Jn 12:11) porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.

La entrada gloriosa en Jerusalén
 (Mt 21:1–11; Mr 11:1–11; Lc 19:28–40)
(Jn 12:12) El siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén,

(Jn 12:13) tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna [Salve]! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!

(Jn 12:14) Y halló Jesús un asnillo, y montó sobre él, como está escrito:

(Jn 12:15) No temas, hija de Sion; He aquí tu Rey viene, Montado sobre un pollino de asna.

(Jn 12:16) Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho.

(Jn 12:17) Y daba testimonio la gente que estaba con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos.

(Jn 12:18) Por lo cual también había venido la gente a recibirle, porque había escuchado que él había hecho esta señal.

(Jn 12:19) Pero los fariseos dijeron entre sí: Ya ven que no consiguen nada. Miren, el mundo se va tras él.

Unos griegos buscan a Jesús
(Jn 12:20) Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta.

(Jn 12:21) Estos, por lo tanto, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús.

(Jn 12:22) Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús.

(Jn 12:23) Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.

(Jn 12:24) De cierto, de cierto les digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.

(Jn 12:25) El que quiere [tiene cariño y afecto fraternal] su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.

(Jn 12:26) Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.

Jesús anuncia su muerte
(Jn 12:27) Ahora está turbada [agitada, inquietada] mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.

El Padre glorifica su Nombre
(Jn 12:28) Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.

(Jn 12:29) Y la multitud que estaba allí, y había escuchado la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado.

(Jn 12:30) Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de ustedes.

(Jn 12:31) Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.

(Jn 12:32) Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.

(Jn 12:33) Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir.

(Jn 12:34) Le respondió la gente: Nosotros hemos escuchado de la ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, por lo tanto, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?

(Jn 12:35) Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre ustedes; anden entre tanto que tienen luz, para que no les sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va.

(Jn 12:36) Entre tanto que tienen la luz, crean en la luz, para que sean hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos.

Incredulidad de los judíos
(Jn 12:37) Pero a pesar de que había hecho tantas señales en presencia [delante] de ellos, no creían en él;

(Jn 12:38) para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?

(Jn 12:39) Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías:

(Jn 12:40) Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, Y se conviertan, y yo los sane.

(Jn 12:41) Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él.

(Jn 12:42) Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.

(Jn 12:43) Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.

Las palabras de Jesús juzgarán a los hombres
(Jn 12:44) Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió;

(Jn 12:45) y el que me ve, ve al que me envió.

(Jn 12:46) Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.

(Jn 12:47) Al que oye mis declaraciones, y no las  TM [creyere], yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.

(Jn 12:48) El que me rechaza, y no recibe mis declaraciones, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día último [postrero].

(Jn 12:49) Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.

(Jn 12:50) Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así por lo tanto, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.

Jesús lava los pies de los discípulos
(Jn 13:1) Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.

(Jn 13:2) Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase,

(Jn 13:3) sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba,

(Jn 13:4) se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó.

(Jn 13:5) Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.

(Jn 13:6) Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?

(Jn 13:7) Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.

(Jn 13:8) Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.

(Jn 13:9) Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.

(Jn 13:10) Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, puesto que está todo limpio; y ustedes limpios están, aunque no todos.

(Jn 13:11) Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No están limpios todos.

(Jn 13:12) Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Saben lo que les he hecho?

(Jn 13:13) Ustedes me llaman Maestro, y Señor; y dicen bien, porque lo soy.

(Jn 13:14) Por lo tanto si yo, el Señor y el Maestro, he lavado sus [de ustedes] pies, ustedes también deben lavarse los pies los unos a los otros.

(Jn 13:15) Porque ejemplo les he dado, para que como yo les he hecho, ustedes también hagan.

(Jn 13:16) De cierto, de cierto les digo: El esclavo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.

(Jn 13:17) Si saben estas cosas, dichosos [afortunados, bienaventurados] serán si las hicieren.

(Jn 13:18) No hablo de todos ustedes; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar.

(Jn 13:19) Desde ahora se lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, crean que yo soy.

(Jn 13:20) De cierto, de cierto les digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.

Jesús anuncia la traición de Judas
 (Mt 26:20–25; Mr 14:17–21; Lc 22:21–23)
(Jn 13:21) Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto les digo, que uno de ustedes me va a entregar.

(Jn 13:22) Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba.

(Jn 13:23) Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús.

(Jn 13:24) A éste, por lo tanto, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba.

(Jn 13:25) El entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es?

(Jn 13:26) Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón.

(Jn 13:27) Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto.

(Jn 13:28) Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto.

(Jn 13:29) Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres.

(Jn 13:30) Cuando él, por lo tanto, hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya de noche.

(Jn 13:31) Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él.

(Jn 13:32) Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en seguida le glorificará.

(Jn 13:33) Hijitos, aún estaré con ustedes un poco. Me buscarán; pero como dije a los judíos, así les digo ahora a ustedes : A donde yo voy, ustedes no pueden ir.

El nuevo mandamiento
(Jn 13:34) Un mandamiento nuevo les doy: Que se amen unos a otros; como yo les he amado, que también se amen unos a otros.

(Jn 13:35) En esto conocerán todos que son mis discípulos, si tuvieren amor los unos con los otros.

Jesús anuncia la negación de Pedro
 (Mt 26:31–35; Mr 14:27–31; Lc 22:31–34)
(Jn 13:36) Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después.

(Jn 13:37) Le dijo Pedro: Señor, ¿por  qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti.

(Jn 13:38) Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces.

Jesús es el Camino al Padre
(Jn 14:1) No se turbe [agite, inquiete] su [de ustedes] corazón; creen en Dios, crean también en mí.

(Jn 14:2) En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo se lo hubiera dicho; voy, por lo tanto, a preparar lugar para ustedes.

(Jn 14:3) Y si me fuere y les preparare lugar, vendré otra vez, y les tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, ustedes también estén.

(Jn 14:4) Y saben a dónde voy, y saben el camino.

(Jn 14:5) Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, por lo tanto, podemos saber el camino?

(Jn 14:6) Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

(Jn 14:7) Si me conociesen, también a mi Padre conocerían; y desde ahora le conocen, y le han visto.

(Jn 14:8) Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.

(Jn 14:9) Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con ustedes, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, por lo tanto, dices tú: Muéstranos el Padre?

(Jn 14:10) ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las declaraciones que yo les hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.

(Jn 14:11) Créanme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, créanme por las mismas obras.

(Jn 14:12) De cierto, de cierto les digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy TM [a mi] Padre.

(Jn 14:13) Y todo lo que pidieren al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

(Jn 14:14) Si algo pidieren en mi nombre, yo lo haré.

Si me aman guarden mis mandamientos
(Jn 14:15) Si me aman, cumplan [guarden, conserven] mis mandamientos.

La promesa del Espíritu Santo
(Jn 14:16) Y yo rogaré al Padre, y les dará otro Consolador, para que esté con ustedes para siempre:

(Jn 14:17) el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero ustedes le conocen, porque mora con ustedes, y estará en ustedes.

(Jn 14:18) No les dejaré huérfanos; vendré a ustedes.

(Jn 14:19) Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero ustedes me verán; porque yo vivo, ustedes también vivirán.

(Jn 14:20) En aquel día ustedes conocerán que yo estoy en mi Padre, y ustedes en mí, y yo en ustedes.

(Jn 14:21) El que tiene mis mandamientos, y los cumple [guarda, conserva], ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.

(Jn 14:22) Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?

(Jn 14:23) Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra cumplirá [guardará, conservará]; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.

(Jn 14:24) El que no me ama, no cumple [guarda, conserva] mis palabras; y la palabra que han escuchado no es mía, sino del Padre que me envió.

(Jn 14:25) les he dicho estas cosas estando con ustedes.

(Jn 14:26) Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que yo les he dicho.

(Jn 14:27) La paz les dejo, mi paz les doy; yo no se la doy como el mundo la da. No se turbe su [de ustedes] corazón, ni tenga miedo.

(Jn 14:28) Han escuchado que yo les he dicho: Voy, y vengo a ustedes. Si me amaran, se habrían regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque TM [mi] Padre mayor [grande, abundante] es que yo.

(Jn 14:29) Y ahora se lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, crean.

(Jn 14:30) No hablaré ya mucho con ustedes; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.

(Jn 14:31) Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago. Levántense, vamos de aquí.

Jesús es la Vid Verdadera
(Jn 15:1) Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.

(Jn 15:2) Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.

(Jn 15:3) Ya ustedes están limpios por la palabra que les he hablado.

(Jn 15:4) Permanezcan en mí, y yo en ustedes. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí.

(Jn 15:5) Yo soy la vid, ustedes los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada pueden hacer.

(Jn 15:6) El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.

(Jn 15:7) Si permanecen en mí, y mis declaraciones permanecen en ustedes, pidan todo lo que quieren, y les será hecho.

(Jn 15:8) En esto es glorificado mi Padre, en que lleven mucho fruto, y sean así mis discípulos.

(Jn 15:9) Como el Padre me ha amado, así también yo les he amado; permanezcan en mi amor.

(Jn 15:10) Si cumplieren [guardaren, conservaren] mis mandamientos, permanecerán en mi amor; así como yo he cumplido [guardado, conservado] los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.

(Jn 15:11) Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes, y su [de ustedes] gozo sea cumplido.

(Jn 15:12) Este es mi mandamiento: Que se amen unos a otros, como yo les he amado.

(Jn 15:13) Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.

(Jn 15:14) Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando.

(Jn 15:15) Ya no les llamaré esclavos, porque el esclavo no sabe lo que hace su señor; pero les he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, se las he dado a conocer.

(Jn 15:16) No me eligieron ustedes a mí, sino que yo los elegí a ustedes, y les he puesto para que vayan y lleven fruto, y su [de ustedes] fruto permanezca; para que todo lo que pidieren al Padre en mi nombre, él se lo dé.

(Jn 15:17) Esto les mando: Que se amen unos a otros.

El mundo los aborrecerá
(Jn 15:18) Si el mundo les aborrece, sepan que a mí me ha aborrecido antes que a ustedes.

(Jn 15:19) Si fueran del mundo, el mundo apreciaría [querría] lo suyo; pero porque no son del mundo, antes yo los elegí del mundo, por eso el mundo los aborrece.

(Jn 15:20) Acuérdense de la palabra que yo les he dicho: El esclavo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a ustedes les perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la suya [de ustedes].

(Jn 15:21) Mas todo esto les harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado.

(Jn 15:22) Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado.

(Jn 15:23) El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece.

(Jn 15:24) Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre.

(Jn 15:25) Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley : Sin causa me aborrecieron.

(Jn 15:26) Pero cuando venga el Consolador, a quien yo les enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.

(Jn 15:27) Y ustedes darán testimonio también, porque han estado conmigo desde el principio.

(Jn 16:1) Estas cosas les he hablado, para que no tengan tropiezo.

(Jn 16:2) les expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que les mate, pensará que rinde servicio a Dios.

(Jn 16:3) Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí.

(Jn 16:4) Mas les he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, se acuerden de que ya se lo había dicho. Esto no se lo dije al principio, porque yo estaba con ustedes.

El Espíritu les guiará a toda Verdad
(Jn 16:5) Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de ustedes me pregunta: ¿A dónde vas?

(Jn 16:6) Antes, porque les he dicho estas cosas, tristeza ha llenado su [de ustedes] corazón.

(Jn 16:7) Pero yo les digo la verdad: les conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a ustedes; mas si me fuere, se lo enviaré.

(Jn 16:8) Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.

(Jn 16:9) De pecado, por cuanto no creen en mí;

(Jn 16:10) de justicia, por cuanto voy a TM [mi] Padre, y no me verán más;

(Jn 16:11) y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.

(Jn 16:12) Aún tengo muchas cosas que decirles, pero ahora no las pueden sobrellevar.

(Jn 16:13) Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él les guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y les hará saber las cosas que habrán de venir.

(Jn 16:14) El me glorificará; porque tomará de lo mío, y se lo hará saber.

(Jn 16:15) Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y se lo hará saber.

La tristeza se convertirá en gozo
(Jn 16:16) Todavía un poco, y no me verán; y de nuevo un poco, y me verán; porque yo voy al Padre.

(Jn 16:17) Entonces se dijeron algunos de sus discípulos unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: Todavía un poco y no me verán; y de nuevo un poco, y me verán; y, porque yo voy al Padre?

(Jn 16:18) Decían, por lo tanto: ¿Qué quiere decir con: Todavía un poco? No entendemos lo que habla.

(Jn 16:19) Jesús conoció que querían preguntarle, y les dijo: ¿Preguntan entre ustedes acerca de esto que dije: Todavía un poco y no me verán, y de nuevo un poco y me verán?

(Jn 16:20) De cierto, de cierto les digo, que ustedes llorarán y lamentarán, y el mundo se alegrará; pero aunque ustedes estén tristes, su [de ustedes] tristeza se convertirá en gozo.

(Jn 16:21) La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo.

(Jn 16:22) También ustedes ahora tienen tristeza; pero les volveré a ver, y se gozará su [de ustedes] corazón, y nadie les quitará su [de ustedes] gozo.

(Jn 16:23) En aquel día no me preguntarán nada. De cierto, de cierto les digo, que todo cuanto pidieren al Padre en mi nombre, se lo dará.

(Jn 16:24) Hasta ahora nada han pedido en mi nombre; pidan, y recibirán, para que su [de ustedes] gozo sea cumplido.

Yo he vencido al mundo
(Jn 16:25) Estas cosas les he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no les hablaré por alegorías, sino que claramente les anunciaré acerca del Padre.

(Jn 16:26) En aquel día pedirán en mi nombre; y no les digo que yo rogaré al Padre por ustedes,

(Jn 16:27) puesto que el Padre mismo los quiere [tiene cariño y afecto fraternal], porque ustedes me han querido [tenido cariño y afecto fraternal], y han creído que yo salí de Dios.

(Jn 16:28) Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre.

(Jn 16:29) Le dijeron sus discípulos: He aquí ahora hablas claramente, y ninguna alegoría dices.

(Jn 16:30) Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios.

(Jn 16:31) Jesús les respondió: ¿Ahora creen?

(Jn 16:32) He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que serán esparcidos cada uno por su lado, y me dejarán solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.

(Jn 16:33) Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.

Jesús ora por sus discípulos
(Jn 17:1) Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti;

(Jn 17:2) como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.

(Jn 17:3) Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesús, el Cristo, a quien has enviado.

(Jn 17:4) Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.

(Jn 17:5) Ahora por lo tanto, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.

(Jn 17:6) He manifestado [dado a conocer] tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.

(Jn 17:7) Ahora han conocido que todas «las cosas que» me has dado, proceden de ti;

(Jn 17:8) porque las declaraciones que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.

(Jn 17:9) Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son,

(Jn 17:10) y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.

(Jn 17:11) Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos [consérvalos] en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.

(Jn 17:12) Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.

(Jn 17:13) Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.

(Jn 17:14) Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

(Jn 17:15) No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.

(Jn 17:16) No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

(Jn 17:17) Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.

(Jn 17:18) Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.

(Jn 17:19) Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

(Jn 17:20) Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,

(Jn 17:21) para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.

(Jn 17:22) La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.

(Jn 17:23) Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.

(Jn 17:24) Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.

(Jn 17:25) Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.

(Jn 17:26) Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.

Arresto de Jesús
 (Mt 26:47–56; Mr 14:43–50; Lc 22:47–53)
(Jn 18:1) Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos.

(Jn 18:2) Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos.

(Jn 18:3) Judas, por lo tanto, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas.

(Jn 18:4) Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscan?

(Jn 18:5) Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba.

(Jn 18:6) Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra.

(Jn 18:7) Volvió, por lo tanto, a preguntarles: ¿A quién buscan? Y ellos dijeron: A Jesús nazareno.

(Jn 18:8) Respondió Jesús: les he dicho que yo soy; por lo tanto si me buscan a mí, dejen ir a éstos;

(Jn 18:9) para que se cumpliese aquello que había dicho : De los que me diste, no perdí ninguno.

(Jn 18:10) Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al esclavo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el esclavo se llamaba Malco.

(Jn 18:11) Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?

Jesús ante el sumo sacerdote
 (Mt 26:57–58; Mr 14:53–54; Lc 22:54)
(Jn 18:12) Entonces la compañía de soldados, el tribuno y los alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús y le ataron,

(Jn 18:13) y le llevaron primeramente a Anás; porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote aquel año.

(Jn 18:14) Era Caifás el que había dado el consejo a los judíos, de que convenía que un solo hombre muriese por el pueblo.

Pedro en el patio de Anás
 (Mt 26:69–70; Mr 14:66–68; Lc 22:55–57)
(Jn 18:15) Y seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Y este discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote;

(Jn 18:16) mas Pedro estaba fuera, a la puerta. Salió, por lo tanto, el discípulo que era conocido del sumo sacerdote, y habló a la portera, e hizo entrar a Pedro.

(Jn 18:17) Entonces la criada portera dijo a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de este hombre? Dijo él: No lo soy.

(Jn 18:18) Y estaban en pie los esclavos y los alguaciles que habían encendido un fuego; porque hacía frío, y se calentaban; y también con ellos estaba Pedro en pie, calentándose.

Anás interroga a Jesús
 (Mt 26:59–66; Mr 14:55–64; Lc 22:66–71)
(Jn 18:19) Y el sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.

(Jn 18:20) Jesús le respondió: Yo públicamente he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en oculto.

(Jn 18:21) ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han escuchado, qué les haya yo hablado; he aquí, ellos saben lo que yo he dicho.

(Jn 18:22) Cuando Jesús hubo dicho esto, uno de los alguaciles, que estaba allí, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote?

(Jn 18:23) Jesús le respondió: Si he hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por qué me golpeas?

(Jn 18:24) Anás entonces le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.

Pedro niega a Jesús
 (Mt 26:71–75; Mr 14:69–72; Lc 22:58–62)
(Jn 18:25) Estaba, por lo tanto, Pedro en pie, calentándose. Y le dijeron: ¿No eres tú de sus discípulos? El negó, y dijo: No lo soy.

(Jn 18:26) Uno de los esclavos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto con él?

(Jn 18:27) Negó Pedro otra vez; y en seguida cantó el gallo.

Jesús ante Pilato
 (Mt 27:1–2, 11–31; Mr 15:1–20;  Lc 23:1–5, 13–25)
(Jn 18:28) Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, «y así» poder comer la pascua.

(Jn 18:29) Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traen contra este hombre?

(Jn 18:30) Respondieron y le dijeron: Si éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado.

(Jn 18:31) Entonces les dijo Pilato: Tómenle ustedes, y júzguenle según su [de ustedes] ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie;

(Jn 18:32) para que se cumpliese la palabra que Jesús había dicho, dando a entender de qué muerte iba a morir.

(Jn 18:33) Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?

(Jn 18:34) Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?

(Jn 18:35) Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?

(Jn 18:36) Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos TM [ahora]; pero mi reino no es de aquí.

(Jn 18:37) Le dijo entonces Pilato: ¿Entonces, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.

(Jn 18:38) Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito.

(Jn 18:39) Pero ustedes tienen la costumbre de que les suelte uno en la pascua. ¿Quieren, por lo tanto, que les suelte al Rey de los judíos?

(Jn 18:40) Entonces todos dieron voces de nuevo, diciendo: No a éste, sino a Barrabás. Y Barrabás era ladrón.

(Jn 19:1) Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó.

(Jn 19:2) Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura;

(Jn 19:3) y le decían: ¡ Alégrate [Salve, saludos], Rey de los judíos! y le daban de bofetadas.

(Jn 19:4) Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: Vean, se lo traigo fuera, para que entiendan que ningún delito hallo en él.

(Jn 19:5) Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!

(Jn 19:6) Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tómenle ustedes, y crucifíquenle; porque yo no hallo delito en él.

(Jn 19:7) Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios.

(Jn 19:8) Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo.

(Jn 19:9) Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta.

(Jn 19:10) Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte?

(Jn 19:11) Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.

(Jn 19:12) Desde entonces procuraba Pilato soltarle; pero los judíos daban voces, diciendo: Si a éste sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone.

(Jn 19:13) Entonces Pilato, oyendo esto, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata.

(Jn 19:14) Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí su [de ustedes] Rey!

(Jn 19:15) Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A su [de ustedes] Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César.

(Jn 19:16) Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, por lo tanto, a Jesús, y le llevaron.

Crucifixión y muerte de Jesús
 (Mt 27:32–50; Mr 15:21–37; Lc 23:26–49)
(Jn 19:17) Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota;

(Jn 19:18) y allí le crucificaron, y con él a otros dos, «uno a cada lado,» y Jesús en medio.

(Jn 19:19) Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, «el cual decía:» JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS.

(Jn 19:20) Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín.

(Jn 19:21) Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos.

(Jn 19:22) Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.

(Jn 19:23) Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, «la cual» era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo.

(Jn 19:24) Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo hicieron los soldados.

(Jn 19:25) Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.

(Jn 19:26) Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.

(Jn 19:27) Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

(Jn 19:28) Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed.

(Jn 19:29) Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca.

(Jn 19:30) Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.

El costado de Jesús es traspasado
(Jn 19:31) Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día sábado [día de reposo o festivo] (puesto que aquel día sábado [día de reposo o festivo] era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí.

(Jn 19:32) Vinieron, por lo tanto, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él.

(Jn 19:33) Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.

(Jn 19:34) Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.

(Jn 19:35) Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que ustedes también crean.

(Jn 19:36) Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo.

(Jn 19:37) Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

Jesús es sepultado
 (Mt 27:57–61; Mr 15:42–47; Lc 23:50–56)
(Jn 19:38) Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús.

(Jn 19:39) También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras.

(Jn 19:40) Tomaron, por lo tanto, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos.

(Jn 19:41) Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno.

(Jn 19:42) Allí, por lo tanto, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.

La resurrección
 (Mt 28:1–10; Mr 16:1–8; Lc 24:1–12)
(Jn 20:1) El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.

(Jn 20:2) Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que quería [tenía cariño y afecto fraternal] Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.

(Jn 20:3) Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro.

(Jn 20:4) Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.

(Jn 20:5) Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró.

(Jn 20:6) Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí,

(Jn 20:7) y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte.

(Jn 20:8) Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó.

(Jn 20:9) Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos.

(Jn 20:10) Y volvieron los discípulos a los suyos.

Jesús se aparece a María Magdalena
 (Mr 16.9–11)
(Jn 20:11) Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro;

(Jn 20:12) y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.

(Jn 20:13) Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.

(Jn 20:14) Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.

(Jn 20:15) Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.

(Jn 20:16) Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro).

(Jn 20:17) Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a su [de ustedes] Padre, a mi Dios y a su [de ustedes] Dios.

(Jn 20:18) Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.

Jesús se aparece a los discípulos
 (Mt 28:16–20; Mr 16:14–18; Lc 24:36–49)
(Jn 20:19) Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a ustedes.

(Jn 20:20) Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor.

(Jn 20:21) Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a ustedes. Como me envió el Padre, así también yo les envío.

(Jn 20:22) Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Reciban el Espíritu Santo.

(Jn 20:23) A quienes remitieren los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuvieren, les son retenidos.

Incredulidad de Tomás
(Jn 20:24) Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.

(Jn 20:25) Le dijeron, por lo tanto, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

(Jn 20:26) Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a ustedes.

(Jn 20:27) Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.

(Jn 20:28) Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!

(Jn 20:29) Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; dichosos [afortunados, bienaventurados] los que no vieron, y creyeron.

(Jn 20:30) Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.

El propósito del libro
(Jn 20:31) Pero éstas se han escrito para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengan vida en su nombre.

Jesús se aparece a siete de sus discípulos
(Jn 21:1) Después de esto, Jesús se manifestó [dio a conocer] otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera:

(Jn 21:2) Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos.

(Jn 21:3) Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca TM [enseguida]; y aquella noche no pescaron nada.

(Jn 21:4) Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús.

(Jn 21:5) Y les dijo: Hijitos, ¿tienen algo de comer? Le respondieron: No.

(Jn 21:6) El les dijo: Echen la red a la derecha de la barca, y hallarán. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.

(Jn 21:7) Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar.

(Jn 21:8) Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, puesto que no distaban de tierra sino como doscientos codos.

(Jn 21:9) Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan.

(Jn 21:10) Jesús les dijo: Traigan de los peces que acaban de pescar.

(Jn 21:11) Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió.

(Jn 21:12) Les dijo Jesús: Vengan, coman. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor.

(Jn 21:13) Vino, por lo tanto, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado.

(Jn 21:14) Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.

Apacienta mis ovejas
(Jn 21:15) Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te quiero [tengo cariño y afecto fraternal]. El le dijo: Apacienta mis corderos.

(Jn 21:16) Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te quiero [tengo cariño y afecto fraternal]. Le dijo: Pastorea mis ovejas.

(Jn 21:17) Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me quieres [tienes cariño y afecto fraternal]? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me quieres [tienes cariño y afecto fraternal]? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero [tengo cariño y afecto fraternal]. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.

(Jn 21:18) De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.

(Jn 21:19) Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.

El discípulo amado
(Jn 21:20) Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?

(Jn 21:21) Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?

(Jn 21:22) Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.

(Jn 21:23) Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?

(Jn 21:24) Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.


(Jn 21:25) Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén. 

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