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RVI: JEREMIAS 14 - 33

Referencias para la lectura:

-       Texto actualizado al español latino.
-       Ubicación visual de vocablos claves resaltados en colores.
-       Sinónimos de palabras claves entre corchetes [color bordó]
-       Texto entre comillas y asterisco «expresión»* refiere a una frase en español equivalente a la frase hebrea de dicho texto.
-       Subtitulado tradicional actualizado

Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original del hebreo.
Para complementar su lectura considere el uso de un diccionario Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para el NT.


Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera Independiente Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de significados y conceptos.


Mensaje con motivo de la sequía
(Jer 14:1) Palabra de Jehová que vino a Jeremías, con motivo de la sequía.

(Jer 14:2) Se enlutó Judá, y sus puertas se despoblaron; se sentaron tristes en tierra, y subió el clamor de Jerusalén.

(Jer 14:3) Los nobles enviaron sus criados al agua; vinieron a las lagunas, y no hallaron agua; volvieron con sus vasijas vacías; se avergonzaron, se confundieron, y cubrieron sus cabezas.

(Jer 14:4) Porque se resquebrajó la tierra por no haber llovido en el país, están confusos los labradores, cubrieron sus cabezas.

(Jer 14:5) Aun las ciervas en los campos parían y dejaban la cría, porque no había hierba.

(Jer 14:6) Y los asnos monteses se ponían en las alturas, aspiraban el viento como chacales; sus ojos se deslumbraron [ofuscaron] porque no había hierba.

(Jer 14:7) Aunque nuestras iniquidades [grandes maldades e injusticias] testifican contra nosotros, oh Jehová, actúa por amor de tu nombre; porque nuestras rebeliones se han multiplicado, contra ti hemos pecado.

(Jer 14:8) Oh esperanza de Israel, Guardador suyo en el tiempo de la aflicción, ¿por qué te has hecho como forastero en la tierra, y como caminante que se retira para pasar la noche?

(Jer 14:9) ¿Por qué eres como hombre atónito, y como valiente que no puede librar? Sin embargo, tú estás entre nosotros, oh Jehová, y sobre nosotros es invocado tu nombre; no nos desampares.

(Jer 14:10) Así ha dicho Jehová acerca de este pueblo: Se deleitaron en vagar, y no dieron reposo a sus pies; por tanto, Jehová no se agrada de ellos; se acordará ahora de su maldad, y castigará sus pecados.

(Jer 14:11) Me dijo Jehová: No ruegues por este pueblo para bien.

(Jer 14:12) Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia.

(Jer 14:13) Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí que los profetas les dicen: No verán espada, ni habrá hambre entre ustedes, sino que en este lugar les daré paz verdadera.

(Jer 14:14) Me dijo entonces Jehová: Falsamente profetizan los profetas en mi nombre; no los envié, ni les mandé, ni les hablé; visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño de su corazón les profetizan.

(Jer 14:15) Por tanto, así ha dicho Jehová sobre los profetas que profetizan en mi nombre, los cuales yo no envié, y que dicen: Ni espada ni hambre habrá en esta tierra; con espada y con hambre serán consumidos esos profetas.

(Jer 14:16) Y el pueblo a quien profetizan será echado en las calles de Jerusalén por hambre y por espada, y no habrá quien los entierre a ellos, a sus mujeres, a sus hijos y a sus hijas; y sobre ellos derramaré su maldad.

(Jer 14:17) Les dirás, pues, esta palabra: Derramen mis ojos lágrimas noche y día, y no cesen; porque de gran quebrantamiento es quebrantada la virgen hija de mi pueblo, de plaga muy dolorosa.

(Jer 14:18) Si salgo al campo, he aquí muertos a espada; y si entro en la ciudad, he aquí enfermos de hambre; porque tanto el profeta como el sacerdote anduvieron vagando en la tierra, y no entendieron.

(Jer 14:19) ¿Has desechado enteramente a Judá? ¿Ha aborrecido tu alma a Sion? ¿Por qué nos hiciste herir sin que haya remedio? Esperamos paz, y no hubo bien; tiempo de curación, y he aquí turbación [tormento, agobio, alteración].

(Jer 14:20) Reconocemos, oh Jehová, nuestra impiedad, la iniquidad [gran maldad e injusticia] de nuestros padres; porque contra ti hemos pecado.

(Jer 14:21) Por amor de tu nombre no nos deseches, ni deshonres tu glorioso trono; acuérdate, no invalides tu pacto [alianza, convenio, acuerdo] con nosotros.

(Jer 14:22) ¿Hay entre los ídolos de las naciones quien haga llover? ¿y darán los cielos lluvias? ¿No eres tú, Jehová, nuestro Dios? En ti, pues, esperamos, pues tú hiciste todas estas cosas.

La implacable ira de Dios contra Judá
(Jer 15:1) Me dijo Jehová: Si Moisés y Samuel se pusieran delante de mí, no estaría mi voluntad con este pueblo; échalos de mi presencia, y salgan.

(Jer 15:2) Y si te preguntaren: ¿A dónde saldremos? les dirás: Así ha dicho Jehová: El que a muerte, a muerte; el que a espada, a espada; el que a hambre, a hambre; y el que a cautiverio, a cautiverio.

(Jer 15:3) Y enviaré sobre ellos cuatro géneros de castigo, dice Jehová: espada para matar, y perros para despedazar, y aves del cielo y bestias de la tierra para devorar y destruir.

(Jer 15:4) Y los entregaré para terror a todos los reinos de la tierra, a causa de Manasés hijo de Ezequías, rey de Judá, por lo que hizo en Jerusalén.

(Jer 15:5) Porque ¿quién tendrá compasión de ti, oh Jerusalén? ¿Quién se entristecerá por tu causa, o quién vendrá a preguntar por tu paz?

(Jer 15:6) me dejaste, dice Jehová; te volviste atrás; por tanto, yo extenderé sobre ti mi mano y te destruiré; estoy cansado de arrepentirme.

(Jer 15:7) Aunque los aventé con aventador hasta las puertas de la tierra, y dejé sin hijos a mi pueblo y lo desbaraté, no se volvieron de sus caminos.

(Jer 15:8) Sus viudas se me multiplicaron más que la arena del mar; traje contra ellos destruidor a mediodía sobre la madre y sobre los hijos; hice que de repente cayesen terrores sobre la ciudad.

(Jer 15:9) Languideció la que dio a luz siete; se llenó de dolor su alma, su sol se puso siendo aún de día; fue avergonzada y llena de confusión; y lo que de ella quede, lo entregaré a la espada delante de sus enemigos, dice Jehová.

(Jer 15:10) ¡Ay de mí, madre mía, que me engendraste hombre de contienda y hombre de discordia para toda la tierra! Nunca he dado ni tomado en préstamo, y todos me maldicen.

(Jer 15:11) ¡Sea así, oh Jehová, si no te he rogado por su bien, si no he suplicado ante ti en favor del enemigo en tiempo de aflicción y en época de angustia!

(Jer 15:12) ¿Puede alguno quebrar el hierro, el hierro del norte y el bronce?

(Jer 15:13) Tus riquezas y tus tesoros entregaré a la rapiña sin ningún precio, por todos tus pecados, y en todo tu territorio.

(Jer 15:14) Y te haré servir a tus enemigos en tierra que no conoces; porque fuego se ha encendido en mi furor, y arderá sobre ustedes.

Jehová reanima a Jeremías
(Jer 15:15) lo sabes, oh Jehová; acuérdate de mí, y visítame, y véngame de mis enemigos. No me reproches en la prolongación de tu enojo; sabes que por amor de ti sufro afrenta.

(Jer 15:16) Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.

(Jer 15:17) No me senté en compañía de burladores, ni me engreí «a causa de tu profecía;»* me senté solo, porque me llenaste de indignación.

(Jer 15:18) ¿Por qué fue perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada no admitió curación? ¿Serás para mí como cosa ilusoria, como aguas que no son estables?

(Jer 15:19) Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.

(Jer 15:20) Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová.

(Jer 15:21) Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes.

Juicio de Jehová contra Judá
(Jer 16:1) Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

(Jer 16:2) No tomarás para ti mujer, ni tendrás hijos ni hijas en este lugar.

(Jer 16:3) Porque así ha dicho Jehová acerca de los hijos y de las hijas que nazcan en este lugar, de sus madres que los den a luz y de los padres que los engendren en esta tierra:

(Jer 16:4) De dolorosas enfermedades morirán; no serán plañidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la superficie [faz] de la tierra; con espada y con hambre serán consumidos, y sus cuerpos servirán de comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.

(Jer 16:5) Porque así ha dicho Jehová: No entres en casa de luto, ni vayas a lamentar, ni los consueles; porque yo he quitado mi paz de este pueblo, dice Jehová, mi misericordia y mis piedades.

(Jer 16:6) Morirán en esta tierra grandes y pequeños; no se enterrarán, ni los plañirán, ni se rasgarán ni se raerán los cabellos por ellos;

(Jer 16:7) ni partirán pan por ellos en el luto para consolarlos de sus muertos; ni les darán a beber vaso de consolaciones por su padre o por su madre.

(Jer 16:8) Asimismo no entres en casa de banquete, para sentarte con ellos a comer o a beber.

(Jer 16:9) Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo haré cesar en este lugar, delante de sus [de ustedes] ojos y en sus [de ustedes] días, toda voz de gozo y toda voz de alegría, y toda voz de esposo y toda voz de esposa.

(Jer 16:10) Y sucederá [acontecerá] que cuando anuncies a este pueblo todas estas cosas, te dirán ellos: ¿Por qué anuncia Jehová contra nosotros todo este mal tan grande? ¿Qué maldad es la nuestra, o qué pecado es el nuestro, que hemos cometido contra Jehová nuestro Dios?

(Jer 16:11) Entonces les dirás: Porque sus [de ustedes] padres me dejaron, dice Jehová, y anduvieron detrás de dioses ajenos, y los sirvieron, y ante ellos se postraron, y me dejaron a mí y no cumplieron [guardaron, conservaron] mi ley;

(Jer 16:12) y ustedes han hecho peor que sus [de ustedes] padres; porque he aquí que ustedes caminan «cada uno»* tras la imaginación de su malvado corazón, no oyéndome a mí.

(Jer 16:13) Por tanto, yo los arrojaré de esta tierra a una tierra que ni ustedes ni sus [de ustedes] padres han conocido, y allá servirán a dioses ajenos de día y de noche; porque no les mostraré clemencia.

(Jer 16:14) No obstante, he aquí vienen días, dice Jehová, en que no se dirá más: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de tierra de Egipto;

(Jer 16:15) sino: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte, y de todas las tierras adonde los había arrojado; y los volveré a su tierra, la cual di a sus padres.

(Jer 16:16) He aquí que yo envío muchos pescadores, dice Jehová, y los pescarán, y después enviaré muchos cazadores, y los cazarán por todo monte y por todo collado, y por las cavernas de los peñascos.

(Jer 16:17) Porque mis ojos están sobre todos sus caminos, los cuales no se me ocultaron, ni su maldad se esconde de la presencia de mis ojos.

(Jer 16:18) Pero primero pagaré al doble su iniquidad [gran maldad e injusticia] y su pecado; porque contaminaron mi tierra con los cadáveres de sus ídolos, y de sus abominaciones llenaron mi heredad [posesión].

(Jer 16:19) Oh Jehová, fortaleza mía y fuerza mía, y refugio mío en el tiempo de la aflicción, a ti vendrán naciones desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho.

(Jer 16:20) ¿Hará acaso el hombre dioses para sí? Mas ellos no son dioses.

(Jer 16:21) Por tanto, he aquí les enseñaré esta vez, les haré conocer mi mano y mi poder, y sabrán que mi nombre es Jehová.

El pecado escrito en el corazón de Judá
(Jer 17:1) El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares,

(Jer 17:2) mientras sus hijos se acuerdan de sus altares y de sus imágenes de Asera, que están junto a los árboles frondosos y en los collados altos,

(Jer 17:3) sobre las montañas y sobre el campo. Todos tus tesoros entregaré al pillaje por el pecado de tus lugares altos en todo tu territorio.

(Jer 17:4) Y perderás la heredad [posesión] que yo te di, y te haré servir a tus enemigos en tierra que no conociste; porque fuego han encendido en mi furor, que para siempre arderá.

(Jer 17:5) Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.

(Jer 17:6) Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.

(Jer 17:7) Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.

(Jer 17:8) Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.

(Jer 17:9) Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?

(Jer 17:10) Yo Jehová, que escudriño [inquiero, analizo] la mente, que pruebo el corazón, para dar a «cada uno»* según su camino, según el fruto de sus obras.

(Jer 17:11) Como la perdiz que cubre lo que no puso, es el que injustamente amontona riquezas; en la mitad de sus días las dejará, y en su postrimería será insensato [irracional, fatuo, necio].

(Jer 17:12) Trono de gloria, excelso desde el principio, es el lugar de nuestro santuario.

(Jer 17:13) ¡Oh Jehová, esperanza de Israel! todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se apartan de mí serán escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas.

(Jer 17:14) Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza.

(Jer 17:15) He aquí que ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra de Jehová? ¡Que se cumpla ahora!

(Jer 17:16) Mas yo no he ido detrás de ti para incitarte a su castigo, ni deseé día de calamidad, tú lo sabes. Lo que de mi boca ha salido, fue en tu presencia.

(Jer 17:17) No me seas tú por espanto, pues mi refugio eres tú en el día malo.

(Jer 17:18) Avergüéncense los que me persiguen, y no me avergüence yo; asómbrense ellos, y yo no me asombre; trae sobre ellos día malo, y quebrántalos con doble quebrantamiento.

Observancia del día de reposo
(Jer 17:19) Así me ha dicho Jehová: Ve y ponte a la puerta de los hijos del pueblo, por la cual entran y salen los reyes de Judá, y ponte en todas las puertas de Jerusalén,

(Jer 17:20) y diles: Oigan la palabra de Jehová, reyes de Judá, y todo Judá y todos los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén que entran por estas puertas.

(Jer 17:21) Así ha dicho Jehová: Guárdense por su [de ustedes] vida de llevar carga en el día de reposo, y de meterla por las puertas de Jerusalén.

(Jer 17:22) Ni saquen carga de sus [de ustedes] casas en el día de reposo, ni hagan trabajo alguno, sino santifiquen el día de reposo, como mandé a sus [de ustedes] padres.

(Jer 17:23) Pero ellos no oyeron, ni inclinaron su oído, sino endurecieron su cerviz para no oír, ni recibir corrección.

(Jer 17:24) No obstante, si ustedes me obedecieren, dice Jehová, no metiendo carga por las puertas de esta ciudad en el día de reposo, sino que santificaren el día de reposo, no haciendo en él ningún trabajo,

(Jer 17:25) entrarán por las puertas de esta ciudad, en carros y en caballos, los reyes y los príncipes que se sientan sobre el trono de David, ellos y sus príncipes, los varones de Judá y los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén; y esta ciudad será habitada para siempre.

(Jer 17:26) Y vendrán de las ciudades de Judá, de los alrededores de Jerusalén, de tierra de Benjamín, de la Sefela, de los montes y del Neguev, trayendo holocausto y sacrificio, y ofrenda e incienso, y trayendo sacrificio de alabanza a la casa de Jehová.

(Jer 17:27) Pero si no me oyeren para santificar el día de reposo, y para no traer carga ni meterla por las puertas de Jerusalén en día de reposo, yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará.

La señal del alfarero y el barro
(Jer 18:1) Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo:

(Jer 18:2) Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras.

(Jer 18:3) Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda.

(Jer 18:4) Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según «le pareció mejor»* hacerla.

(Jer 18:5) Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

(Jer 18:6) ¿No podré yo hacer de ustedes como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así son ustedes en mi mano, oh casa de Israel.

(Jer 18:7) En un instante hablaré contra pueblos y contra reinos, para arrancar, y derribar, y destruir.

(Jer 18:8) Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles,

(Jer 18:9) y en un instante hablaré de la gente y del reino, para edificar y para plantar.

(Jer 18:10) Pero si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me arrepentiré del bien que había determinado hacerle.

(Jer 18:11) Ahora, pues, habla luego a todo hombre de Judá y a los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén, diciendo: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo dispongo mal contra ustedes, y trazo contra ustedes designios; conviértase ahora «cada uno»* de su mal camino, y mejore sus caminos y sus obras.

(Jer 18:12) Y dijeron: Es en vano; porque detrás de nuestros ídolos iremos, y haremos «cada uno»* el pensamiento de nuestro malvado corazón.

(Jer 18:13) Por tanto, así dijo Jehová: Pregunten ahora a las naciones, quién ha oído cosa semejante. Gran fealdad ha hecho la virgen de Israel.

(Jer 18:14) ¿Faltará la nieve del Líbano de la piedra del campo? ¿Faltarán las aguas frías que corren de lejanas tierras?

(Jer 18:15) Porque mi pueblo me ha olvidado, incensando a lo que es vanidad, y ha tropezado en sus caminos, en las sendas antiguas, para que camine por sendas y no por camino transitado,

(Jer 18:16) para poner su tierra en devastación [ruina, asolamiento], objeto de burla perpetua; todo aquel que pasare por ella se asombrará, y meneará la cabeza.

(Jer 18:17) Como viento solano los esparciré delante del enemigo; les mostraré las espaldas y no el rostro, en el día de su perdición.

Conspiración del pueblo y oración de Jeremías
(Jer 18:18) Y dijeron: Vengan y maquinemos contra Jeremías; porque la ley no faltará al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta. Vengan e hirámoslo de lengua, y no atendamos a ninguna de sus palabras.

(Jer 18:19) Oh Jehová, mira por mí, y oye la voz de los que contienden conmigo.

(Jer 18:20) ¿Se da mal por bien, para que hayan cavado hoyo a mi alma? Acuérdate que me puse delante de ti para hablar bien por ellos, para apartar de ellos tu ira.

(Jer 18:21) Por tanto, entrega sus hijos a hambre, dispérsalos por «medio de»* la espada, y queden sus mujeres sin hijos, y viudas; y sus maridos sean puestos a muerte, y sus jóvenes heridos a espada en la guerra.

(Jer 18:22) Óigase clamor de sus casas, cuando traigas sobre ellos ejército de repente; porque cavaron hoyo para prenderme, y a mis pies han escondido lazos.

(Jer 18:23) Pero tú, oh Jehová, conoces todo su consejo contra mí para muerte; no perdones su maldad, ni borres su pecado de delante de tu rostro; y tropiecen delante de ti; haz así con ellos en el tiempo de tu enojo.

La señal de la vasija rota
(Jer 19:1) Así dijo Jehová: Ve y compra una vasija de barro del alfarero, y lleva contigo de los ancianos del pueblo, y de los ancianos de los sacerdotes;

(Jer 19:2) y saldrás al valle del hijo de Hinom, que está a la entrada de la puerta oriental, y proclamarás allí las palabras que yo te hablaré.

(Jer 19:3) Dirás, pues: Oigan palabra de Jehová, oh reyes de Judá, y habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén. Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo traigo mal sobre este lugar, tal que a todo el que lo oyere, le retiñan los oídos.

(Jer 19:4) Porque me dejaron, y enajenaron este lugar, y ofrecieron en él incienso a dioses ajenos, los cuales no habían conocido ellos, ni sus padres, ni los reyes de Judá; y llenaron este lugar de sangre de inocentes.

(Jer 19:5) Y edificaron lugares altos a Baal, para quemar con fuego a sus hijos en holocaustos al mismo Baal; cosa que no les mandé, ni hablé, ni me vino al pensamiento.

(Jer 19:6) Por tanto, he aquí vienen días, dice Jehová, que este lugar no se llamará más Tofet, ni valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza.

(Jer 19:7) Y desvaneceré el consejo de Judá y de Jerusalén en este lugar, y les haré caer a espada delante de sus enemigos, y en las manos de los que buscan sus vidas; y daré sus cuerpos para comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.

(Jer 19:8) Pondré a esta ciudad por espanto y burla; todo aquel que pasare por ella se asombrará, y se burlará sobre toda su destrucción.

(Jer 19:9) Y les haré comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas, y «cada uno»* comerá la carne de su amigo, en el asedio y en el apuro con que los estrecharán sus enemigos y los que buscan sus vidas.

(Jer 19:10) Entonces quebrarás la vasija ante los ojos de los varones que van contigo,

(Jer 19:11) y les dirás: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien quiebra una vasija de barro, que no se puede restaurar más; y en Tofet se enterrarán, porque no habrá otro lugar para enterrar.

(Jer 19:12) Así haré a este lugar, dice Jehová, y a sus habitantes [moradores, residentes], poniendo esta ciudad como Tofet.

(Jer 19:13) Las casas de Jerusalén, y las casas de los reyes de Judá, serán como el lugar de Tofet, inmundas, por todas las casas sobre cuyos tejados ofrecieron incienso a todo el ejército del cielo, y vertieron libaciones a dioses ajenos.

(Jer 19:14) Y volvió Jeremías de Tofet, adonde le envió Jehová a profetizar, y se paró en el atrio de la casa de Jehová y dijo a todo el pueblo:

(Jer 19:15) Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí, yo traigo sobre esta ciudad y sobre todas sus villas todo el mal que hablé contra ella; porque han endurecido su cerviz para no oír mis palabras.

Profecía contra Pasur
(Jer 20:1) El sacerdote Pasur hijo de Imer, que presidía como príncipe en la casa de Jehová, oyó a Jeremías que profetizaba estas palabras.

(Jer 20:2) Y azotó Pasur al profeta Jeremías, y lo puso en el cepo que estaba en la puerta superior de Benjamín, la cual conducía a la casa de Jehová.

(Jer 20:3) Y «el día siguiente»* Pasur sacó a Jeremías del cepo. Le dijo entonces Jeremías: Jehová no ha llamado tu nombre Pasur, sino Magor misabib.

(Jer 20:4) Porque así ha dicho Jehová: He aquí, haré que seas un terror a ti mismo y a todos los que bien te quieren, y caerán por la espada de sus enemigos, y tus ojos lo verán; y a todo Judá entregaré en manos del rey de Babilonia, y los llevará cautivos a Babilonia, y los matará a espada.

(Jer 20:5) Entregaré asimismo toda la riqueza de esta ciudad, todo su trabajo y todas sus cosas preciosas; y daré todos los tesoros de los reyes de Judá en manos de sus enemigos, y los saquearán, y los tomarán y los llevarán a Babilonia.

(Jer 20:6) Y tú, Pasur, y todos los habitantes [moradores, residentes] de tu casa irán cautivos; entrarás en Babilonia, y allí morirás, y allí serás enterrado tú, y todos los que bien te quieren, a los cuales has profetizado con mentira.

Lamento de Jeremías
(Jer 20:7) Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí.

(Jer 20:8) Porque «cuantas veces»* hablo, doy voces, grito: Violencia [vergüenza, afrenta, deshonor] y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día.

(Jer 20:9) Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.

(Jer 20:10) Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denuncien, denunciémosle. Todos «mis amigos»* miraban si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza.

(Jer 20:11) Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados enteramente [en gran manera, grandemente], porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.

(Jer 20:12) Oh Jehová de los ejércitos, que pruebas a los justos, que ves los pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque a ti he encomendado mi causa.

(Jer 20:13) Canten a Jehová, loen a Jehová; porque ha librado el alma del pobre de mano de los malignos.

(Jer 20:14) Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito.

(Jer 20:15) Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho.

(Jer 20:16) Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló Jehová, y no se arrepintió; oiga gritos de mañana, y voces a mediodía,

(Jer 20:17) porque no me mató en el vientre, y mi madre me hubiera sido mi sepulcro, y su vientre embarazado para siempre.

(Jer 20:18) ¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta?

Jerusalén será destruida
(Jer 21:1) Palabra de Jehová que vino a Jeremías, cuando el rey Sedequías envió a él a Pasur hijo de Malquías y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que le dijesen:

(Jer 21:2) Consulta ahora acerca de nosotros a Jehová, porque Nabucodonosor rey de Babilonia hace guerra contra nosotros; quizá Jehová hará con nosotros según todas sus maravillas, y aquél se irá de sobre nosotros.

(Jer 21:3) Y Jeremías les dijo: Dirán así a Sedequías:

(Jer 21:4) Así ha dicho Jehová Dios de Israel: He aquí yo vuelvo atrás las armas de guerra que están en sus [de ustedes] manos, con que ustedes pelean contra el rey de Babilonia; y a los caldeos que están fuera de la muralla y les tienen sitiados, yo los reuniré en medio de esta ciudad.

(Jer 21:5) Pelearé contra ustedes con mano alzada y con brazo fuerte, con furor y enojo e ira grande.

(Jer 21:6) Y heriré a los habitantes [moradores, residentes] de esta ciudad, y los hombres y las bestias morirán de pestilencia grande.

(Jer 21:7) Después, dice Jehová, entregaré a Sedequías rey de Judá, a sus criados, al pueblo y a los que queden de la pestilencia, de la espada y del hambre en la ciudad, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, en mano de sus enemigos y de los que buscan sus vidas, y él los herirá a filo de espada; no los perdonará, ni tendrá compasión de ellos, ni tendrá de ellos misericordia.

(Jer 21:8) Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de ustedes camino de vida y camino de muerte.

(Jer 21:9) El que quedare en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de pestilencia; mas el que saliere y se pasare a los caldeos que los tienen sitiados, vivirá, y su vida le será por despojo.

(Jer 21:10) Porque mi rostro he puesto contra esta ciudad para mal, y no para bien, dice Jehová; en mano del rey de Babilonia será entregada, y la quemará a fuego.

(Jer 21:11) Y a la casa del rey de Judá dirás: Oigan palabra de Jehová:

(Jer 21:12) Casa de David, así dijo Jehová: Hagan de mañana juicio, y libren al oprimido de mano del opresor, para que mi ira no salga como fuego, y se encienda y no haya quien lo apague, por la maldad de sus [de ustedes] obras.

(Jer 21:13) He aquí yo estoy contra ti, moradora del valle, y de la piedra de la llanura, dice Jehová; los que dicen: ¿Quién subirá contra nosotros, y quién entrará en nuestras moradas?

(Jer 21:14) Yo los castigaré conforme al fruto de sus [de ustedes] obras, dice Jehová, y haré encender fuego en su bosque, y consumirá todo lo que está alrededor de él.

Profecías contra los reyes de Judá
(Jer 22:1) Así dijo Jehová: Desciende a la casa del rey de Judá, y habla allí esta palabra,

(Jer 22:2) y di: Oye palabra de Jehová, oh rey de Judá que estás sentado sobre el trono de David, tú, y tus esclavos [siervos, sirvientes], y tu pueblo que entra por estas puertas.

(Jer 22:3) Así ha dicho Jehová: Hagan juicio y justicia, y libren al oprimido de mano del opresor, y no engañen ni roben al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda, ni derramen sangre inocente en este lugar.

(Jer 22:4) Porque si efectivamente obedecieren esta palabra, los reyes que en lugar de David se sientan sobre su trono, entrarán montados en carros y en caballos por las puertas de esta casa; ellos, y sus criados y su pueblo.

(Jer 22:5) Mas si no oyeren estas palabras, por mí mismo he jurado, dice Jehová, que esta casa será desierta.

(Jer 22:6) Porque así ha dicho Jehová acerca de la casa del rey de Judá: Como Galaad eres tú para mí, y como la cima del Líbano; sin embargo, te convertiré en soledad, y como ciudades deshabitadas.

(Jer 22:7) Prepararé contra ti destruidores, «cada uno»* con sus armas, y cortarán tus cedros escogidos y los echarán en el fuego.

(Jer 22:8) Y muchas gentes pasarán junto a esta ciudad, y dirán «cada uno»* a su compañero: ¿Por qué hizo así Jehová con esta gran ciudad?

(Jer 22:9) Y se les responderá: Porque dejaron el pacto [alianza, convenio, acuerdo] de Jehová su Dios, y adoraron dioses ajenos y les sirvieron.

(Jer 22:10) No lloren al muerto, ni de él se conduelan; lloren amargamente por el que se va, porque no volverá jamás, ni verá la tierra donde nació.

(Jer 22:11) Porque así ha dicho Jehová acerca de Salum hijo de Josías, rey de Judá, el cual reinó en lugar de Josías su padre, y que salió de este lugar: No volverá más aquí,

(Jer 22:12) sino que morirá en el lugar adonde lo llevaron cautivo, y no verá más esta tierra.

(Jer 22:13) ¡Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin rectitud [equidad, derecho], sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole el salario de su trabajo!

(Jer 22:14) Que dice: Edificaré para mí casa espaciosa, y salas airosas; y le abre ventanas, y la cubre de cedro, y la pinta de bermellón.

(Jer 22:15) ¿Reinarás, porque te rodeas de cedro? ¿No comió y bebió tu padre, e hizo juicio y justicia, y entonces le fue bien?

(Jer 22:16) El juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿ No es esto conocerme a mí? dice Jehová.

(Jer 22:17) Mas tus ojos y tu corazón no son sino para tu avaricia, y para derramar sangre inocente, y para opresión y para hacer agravio.

(Jer 22:18) Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: No lo llorarán, diciendo: ¡Ay, hermano mío! y ¡Ay, hermana! ni lo lamentarán, diciendo: ¡Ay, señor! ¡Ay, su grandeza!

(Jer 22:19) En sepultura de asno será enterrado, arrastrándole y echándole fuera de las puertas de Jerusalén.

(Jer 22:20) Sube al Líbano y clama, y en Basán da tu voz, y grita hacia todas partes; porque todos tus enamorados son destruidos.

(Jer 22:21) Te he hablado en tus prosperidades, mas dijiste: No oiré. Este fue tu camino desde tu juventud, que nunca oíste mi voz.

(Jer 22:22) A todos tus pastores pastoreará el viento, y tus enamorados irán en cautiverio; entonces te avergonzarás y te confundirás a causa de toda tu maldad.

(Jer 22:23) Habitaste en el Líbano, hiciste tu nido en los cedros. ¡Cómo gemirás cuando te vinieren dolores, dolor como de mujer que está de parto!

(Jer 22:24) Vivo yo, dice Jehová, que si Conías hijo de Joacim rey de Judá fuera anillo en mi mano derecha, aun de allí te arrancaría.

(Jer 22:25) Te entregaré en mano de los que buscan tu vida, y en mano de aquellos cuya vista temes; sí, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de los caldeos.

(Jer 22:26) Te haré llevar cautivo a ti y a tu madre que te dio a luz, a tierra ajena en que no nacieron; y allá morirán.

(Jer 22:27) Y a la tierra a la cual ellos con toda el alma anhelan volver, allá no volverán.

(Jer 22:28) ¿Es este hombre Conías una vasija despreciada y quebrada? ¿Es un trasto que nadie estima? ¿Por qué fueron arrojados él y su generación, y echados a tierra que no habían conocido?

(Jer 22:29) ¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra de Jehová.

(Jer 22:30) Así ha dicho Jehová: Escriban lo que sucederá a este hombre privado de descendencia, hombre a quien nada próspero sucederá en todos los días de su vida; porque «ninguno»* de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá.

Regreso del remanente
(Jer 23:1) ¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! dice Jehová.

(Jer 23:2) Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Ustedes dispersaron mis ovejas, y las espantaron, y no las han cuidado. He aquí que yo castigo la maldad de sus [de ustedes] obras, dice Jehová.

(Jer 23:3) Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán.

(Jer 23:4) Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová.

(Jer 23:5) He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra.

(Jer 23:6) En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra.

(Jer 23:7) Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que no dirán más: Vive Jehová que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto,

(Jer 23:8) sino: Vive Jehová que hizo subir y trajo la descendencia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras adonde yo los había echado; y habitarán en su tierra.

Denunciación de los falsos profetas
(Jer 23:9) A causa de los profetas mi corazón está quebrantado [despedazado] dentro de mí, todos mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino, delante de Jehová, y delante de sus santas palabras.

(Jer 23:10) Porque la tierra está llena de adúlteros; a «causa de»* la maldición la tierra está desierta; los pastizales del desierto se secaron; la carrera de ellos fue mala, y su valentía no es recta.

(Jer 23:11) Porque tanto el profeta como el sacerdote son impíos [irreverentes y sin ley]; aun en mi casa hallé su maldad, dice Jehová.

(Jer 23:12) Por tanto, su camino será como resbaladeros en oscuridad; serán empujados, y caerán en él; porque yo traeré mal sobre ellos en el año de su castigo, dice Jehová.

(Jer 23:13) En los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre de Baal, e hicieron errar a mi pueblo de Israel.

(Jer 23:14) Y en los profetas de Jerusalén he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su maldad; me fueron todos ellos como Sodoma, y sus habitantes [moradores, residentes] como Gomorra.

(Jer 23:15) Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago comer ajenjos, y les haré beber agua de hiel; porque de los profetas de Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra.

(Jer 23:16) Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchen las palabras de los profetas que les profetizan; les alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová.

(Jer 23:17) Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendrán; y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre ustedes.

(Jer 23:18) Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó?

(Jer 23:19) He aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor; y la tempestad que está preparada caerá sobre la cabeza de los malos.

(Jer 23:20) No se apartará el furor de Jehová hasta que lo haya hecho, y hasta que haya cumplido los pensamientos de su corazón; en los últimos [postreros, siguientes] días lo entenderán cumplidamente.

(Jer 23:21) No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban.

(Jer 23:22) Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras.

(Jer 23:23) ¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice Jehová, y no Dios desde muy lejos?

(Jer 23:24) ¿Se ocultará «alguno,»* dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?

(Jer 23:25) Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: Soñé, soñé.

(Jer 23:26) ¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón?

(Jer 23:27) ¿No piensan cómo hacen que mi pueblo se olvide de mi nombre con sus sueños que «cada uno»* cuenta a su compañero, al modo que sus padres se olvidaron de mi nombre por Baal?

(Jer 23:28) El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová.

(Jer 23:29) ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?

(Jer 23:30) Por tanto, he aquí que yo estoy contra los profetas, dice Jehová, que hurtan [roban] mis palabras «cada uno»* de su más cercano.

(Jer 23:31) Dice Jehová: He aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas y dicen: El ha dicho.

(Jer 23:32) He aquí, dice Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dice Jehová.

(Jer 23:33) Y cuando te preguntare este pueblo, o el profeta, o el sacerdote, diciendo: ¿Cuál es la profecía de Jehová? les dirás: Esta es la profecía: les dejaré, ha dicho Jehová.

(Jer 23:34) Y al profeta, al sacerdote o al pueblo que dijere: Profecía de Jehová, yo enviaré castigo sobre tal hombre y sobre su casa.

(Jer 23:35) Así dirán «cada cual»* a su compañero, y «cada cual»* a su hermano: ¿Qué ha respondido Jehová, y qué habló Jehová?

(Jer 23:36) Y nunca más les vendrá a la memoria decir: Profecía de Jehová; porque la palabra de «cada uno»* le será por profecía; pues pervirtieron las palabras del Dios viviente, de Jehová de los ejércitos, Dios nuestro.

(Jer 23:37) Así dirás al profeta: ¿Qué te respondió Jehová, y qué habló Jehová?

(Jer 23:38) Mas si dijeren: Profecía de Jehová; por eso Jehová dice así: Porque dijeron esta palabra, Profecía de Jehová, habiendo yo enviado a decirles: No digan: Profecía de Jehová,

(Jer 23:39) por tanto, he aquí que yo les echaré en olvido, y arrancaré de mi presencia a ustedes y a la ciudad que di a ustedes y a sus [de ustedes] padres;

(Jer 23:40) y pondré sobre ustedes afrenta perpetua, y eterna confusión que nunca borrará el olvido.

La señal de los higos buenos y malos
(Jer 24:1) Después de haber transportado Nabucodonosor rey de Babilonia a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, a los príncipes de Judá y los artesanos y herreros de Jerusalén, y haberlos llevado a Babilonia, me mostró Jehová dos cestas de higos puestas delante del templo de Jehová.

(Jer 24:2) Una cesta tenía higos muy buenos, como brevas; y la otra cesta tenía higos muy malos, que de malos no se podían comer.

(Jer 24:3) Y me dijo Jehová: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Higos; higos buenos, muy buenos; y malos, muy malos, que de malos no se pueden comer.

(Jer 24:4) Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

(Jer 24:5) Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Como a estos higos buenos, así miraré a los transportados de Judá, a los cuales eché de este lugar a la tierra de los caldeos, para bien.

(Jer 24:6) Porque pondré mis ojos sobre ellos para bien, y los volveré a esta tierra, y los edificaré, y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré.

(Jer 24:7) Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón.

(Jer 24:8) Y como los higos malos, que de malos no se pueden comer, así ha dicho Jehová, pondré a Sedequías rey de Judá, a sus príncipes y al resto de Jerusalén que quedó en esta tierra, y a los que habitan [moran, residen] en la tierra de Egipto.

(Jer 24:9) Y los daré por escarnio y por mal a todos los reinos de la tierra; por infamia, por ejemplo, por refrán y por maldición a todos los lugares adonde yo los arroje.

(Jer 24:10) Y enviaré sobre ellos espada, hambre y pestilencia, hasta que sean exterminados de la tierra que les di a ellos y a sus padres.

Setenta años de desolación
(Jer 25:1) Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, el cual era el año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia;

(Jer 25:2) la cual habló el profeta Jeremías a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén, diciendo:

(Jer 25:3) Desde el año trece de Josías hijo de Amón, rey de Judá, hasta este día, que son veintitrés años, ha venido a mí palabra de Jehová, y he hablado «desde temprano y sin cesar;»* pero no oyeron.

(Jer 25:4) Y envió Jehová a ustedes todos sus esclavos [siervos, sirvientes] los profetas, «enviándoles desde temprano y sin cesar;»* pero no oyeron, ni inclinaron su [de ustedes] oído para escuchar

(Jer 25:5) cuando decían: Vuelvan ahora de su [de ustedes] mal camino y de la maldad de sus [de ustedes] obras, y moraran en la tierra que les dio Jehová a ustedes y a sus [de ustedes] padres para siempre;

(Jer 25:6) y no vayan detrás de dioses ajenos, sirviéndoles y adorándoles, ni me provoquen a ira con la obra de sus [de ustedes] manos; y no les haré mal.

(Jer 25:7) Pero no me han oído, dice Jehová, para provocarme a ira con la obra de sus [de ustedes] manos para mal suyo [de ustedes].

(Jer 25:8) Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: Por cuanto no han oído mis palabras,

(Jer 25:9) he aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi esclavo [siervo, sirviente], y los traeré contra esta tierra y contra sus habitantes [moradores, residentes], y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en devastación [ruina, asolamiento] perpetua.

(Jer 25:10) Y haré que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz de desposado y la voz de desposada, ruido de molino y luz de lámpara.

(Jer 25:11) Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años.

(Jer 25:12) Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre.

(Jer 25:13) Y traeré sobre aquella tierra todas mis palabras que he hablado contra ella, con todo lo que está escrito en este libro, profetizado por Jeremías contra todas las naciones.

(Jer 25:14) Porque también ellas serán dominadas [sojuzgadas] por muchas naciones y grandes reyes; y yo les pagaré conforme a sus hechos, y conforme a la obra de sus manos.

La copa de ira para las naciones
(Jer 25:15) Porque así me dijo Jehová Dios de Israel: Toma de mi mano la copa del vino de este furor, y da a beber de él a todas las naciones a las cuales yo te envío.

(Jer 25:16) Y beberán, y temblarán y enloquecerán, a «causa de»* la espada que yo envío entre ellas.

(Jer 25:17) Y tomé la copa de la mano de Jehová, y di de beber a todas las naciones, a las cuales me envió Jehová:

(Jer 25:18) a Jerusalén, a las ciudades de Judá y a sus reyes, y a sus príncipes, para ponerlos en ruinas, en escarnio y en burla y en maldición, como hasta hoy;

(Jer 25:19) a Faraón rey de Egipto, a sus esclavos [siervos, sirvientes], a sus príncipes y a todo su pueblo;

(Jer 25:20) y a toda la mezcla de naciones, a todos los reyes de tierra de Uz, y a todos los reyes de la tierra de Filistea, a Ascalón, a Gaza, a Ecrón y al remanente de Asdod;

(Jer 25:21) a Edom, a Moab y a los hijos de Amón;

(Jer 25:22) a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de Sidón, a los reyes de las costas que están de ese lado del mar;

(Jer 25:23) a Dedán, a Tema y a Buz, y a todos los que se rapan las sienes;

(Jer 25:24) a todos los reyes de Arabia, a todos los reyes de pueblos mezclados que habitan en el desierto;

(Jer 25:25) a todos los reyes de Zimri, a todos los reyes de Elam, a todos los reyes de Media;

(Jer 25:26) a todos los reyes del norte, los de cerca y los de lejos, «los unos con los otros,»* y a todos los reinos del mundo que están sobre la superficie [faz] de la tierra; y el rey de Babilonia beberá después de ellos.

(Jer 25:27) Les dirás, pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Beban, y embriáguense, y vomiten, y caigan, y no se levanten, a «causa de»* la espada que yo envío entre ustedes.

(Jer 25:28) Y si no quieren tomar la copa de tu mano para beber, les dirás tú: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tienen que beber.

(Jer 25:29) Porque he aquí que a la ciudad en la cual es invocado mi nombre yo comienzo a hacer mal; ¿y ustedes serán absueltos? No serán absueltos; porque espada traigo sobre todos los habitantes [moradores, residentes] de la tierra, dice Jehová de los ejércitos.

(Jer 25:30) Tú, pues, profetizarás contra ellos todas estas palabras y les dirás: Jehová rugirá desde lo alto, y desde su morada santa dará su voz; rugirá fuertemente contra su morada; canción de lagareros cantará contra todos los habitantes [moradores, residentes] de la tierra.

(Jer 25:31) Llegará el estruendo hasta el fin de la tierra, porque Jehová tiene juicio contra las naciones; él es el Juez de toda carne; entregará los impíos [irreverentes y sin ley] a espada, dice Jehová.

(Jer 25:32) Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que el mal irá de nación en nación, y grande tempestad se levantará de los fines de la tierra.

(Jer 25:33) Y yacerán los muertos de Jehová en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el otro; no se endecharán ni se recogerán ni serán enterrados; como estiércol quedarán sobre la superficie [faz] de la tierra.

(Jer 25:34) Aúllen, pastores, y clamen; revuélquense en el polvo, mayorales del rebaño; porque cumplidos son sus [de ustedes] días para que sean degollados y esparcidos, y caerán como vaso precioso.

(Jer 25:35) Y se acabará la huida de los pastores, y el escape de los mayorales del rebaño.

(Jer 25:36) ¡Voz de la gritería de los pastores, y aullido de los mayorales del rebaño! porque Jehová asoló sus pastos.

(Jer 25:37) Y los pastos delicados serán destruidos por el ardor de la ira de Jehová.

(Jer 25:38) Dejó cual leoncillo su guarida; pues asolada fue la tierra de ellos por la ira del opresor, y por el furor de su saña.

Jeremías es amenazado de muerte
(Jer 26:1) En el principio del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de Jehová, diciendo:

(Jer 26:2) Así ha dicho Jehová: Ponte en el atrio de la casa de Jehová, y habla a todas las ciudades de Judá, que vienen para adorar en la casa de Jehová, todas las palabras que yo te mandé hablarles; no retengas palabra.

(Jer 26:3) Quizá oigan, y se vuelvan «cada uno»* de su mal camino, y me arrepentiré yo del mal que pienso hacerles por la maldad de sus obras.

(Jer 26:4) Les dirás, pues: Así ha dicho Jehová: Si no me oyeren para andar en mi ley, la cual puse ante ustedes,

(Jer 26:5) para atender a las palabras de mis esclavos [siervos, sirvientes] los profetas, que yo les envío «desde temprano y sin cesar,»* a los cuales no han oído,

(Jer 26:6) yo pondré esta casa como Silo, y esta ciudad la pondré por maldición a todas las naciones de la tierra.

(Jer 26:7) Y los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías hablar estas palabras en la casa de Jehová.

(Jer 26:8) Y cuando terminó de hablar Jeremías todo lo que Jehová le había mandado que hablase a todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morirás.

(Jer 26:9) ¿Por qué has profetizado en nombre de Jehová, diciendo: Esta casa será como Silo, y esta ciudad será asolada hasta no quedar morador? Y todo el pueblo se juntó contra Jeremías en la casa de Jehová.

(Jer 26:10) Y los príncipes de Judá oyeron estas cosas, y subieron de la casa del rey a la casa de Jehová, y se sentaron en la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová.

(Jer 26:11) Entonces hablaron los sacerdotes y los profetas a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad, como ustedes han oído con sus [de ustedes] oídos.

(Jer 26:12) Y habló Jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: Jehová me envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad, todas las palabras que han oído.

(Jer 26:13) Mejoren ahora sus [de ustedes] caminos y sus [de ustedes] obras, y oigan la voz de Jehová su [de ustedes] Dios, y se arrepentirá Jehová del mal que ha hablado contra ustedes.

(Jer 26:14) En lo que a mí toca, he aquí estoy en sus [de ustedes] manos; hagan de mí como mejor y más recto «les parezca

(Jer 26:15) Mas sepan de cierto que si me matan, sangre inocente echaran sobre ustedes, y sobre esta ciudad y sobre sus habitantes [moradores, residentes]; porque en verdad Jehová me envió a ustedes para que dijese todas estas palabras en sus [de ustedes] oídos.

(Jer 26:16) Y dijeron los príncipes y todo el pueblo a los sacerdotes y profetas: No ha incurrido este hombre en pena de muerte, porque en nombre de Jehová nuestro Dios nos ha hablado.

(Jer 26:17) Entonces se levantaron algunos de los ancianos de la tierra y hablaron a toda la reunión del pueblo, diciendo:

(Jer 26:18) Miqueas de Moreset profetizó en tiempo de Ezequías rey de Judá, y habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque.

(Jer 26:19) ¿Acaso lo mataron Ezequías rey de Judá y todo Judá? ¿No temió a Jehová, y oró en presencia de Jehová, y Jehová se arrepintió del mal que había hablado contra ellos? ¿Haremos, pues, nosotros tan gran mal contra nuestras almas?

(Jer 26:20) Hubo también un hombre que profetizaba en nombre de Jehová, Urías hijo de Semaías, de Quiriatjearim, el cual profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra, conforme a todas las palabras de Jeremías;

(Jer 26:21) y oyeron sus palabras el rey Joacim y todos sus grandes, y todos sus príncipes, y el rey procuró matarle; entendiendo lo cual Urías, tuvo temor, y huyó a Egipto.

(Jer 26:22) Y el rey Joacim envió hombres a Egipto, a Elnatán hijo de Acbor y otros hombres con él, a Egipto;

(Jer 26:23) los cuales sacaron a Urías de Egipto y lo trajeron al rey Joacim, el cual lo mató a espada, y echó su cuerpo en los sepulcros «del vulgo.»*

(Jer 26:24) Pero la mano de Ahicam hijo de Safán estaba a favor de Jeremías, para que no lo entregasen en las manos del pueblo para matarlo.

La señal de los yugos
(Jer 27:1) En el principio del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

(Jer 27:2) Jehová me ha dicho así: Hazte coyundas y yugos, y ponlos sobre tu cuello;

(Jer 27:3) y los enviarás al rey de Edom, y al rey de Moab, y al rey de los hijos de Amón, y al rey de Tiro, y al rey de Sidón, por mano de los mensajeros que vienen a Jerusalén a Sedequías rey de Judá.

(Jer 27:4) Y les mandarás que digan a sus señores: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Así han de decir a sus [de ustedes] señores:

(Jer 27:5) Yo hice la tierra, el hombre y las bestias que están sobre la superficie [faz] de la tierra, con mi gran poder y con mi brazo extendido, y la di a quien «yo quise.»*

(Jer 27:6) Y ahora yo he puesto todas estas tierras en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, mi esclavo [siervo, sirviente], y aun las bestias del campo le he dado para que le sirvan.

(Jer 27:7) Y todas las naciones le servirán a él, a su hijo, y al hijo de su hijo, hasta que venga también el tiempo de su misma tierra, y la reduzcan a servidumbre muchas naciones y grandes reyes.

(Jer 27:8) Y a la nación y al reino que no sirviere a Nabucodonosor rey de Babilonia, y que no pusiere su cuello debajo del yugo del rey de Babilonia, castigaré a tal nación con espada y con hambre y con pestilencia, dice Jehová, hasta que la acabe yo por su mano.

(Jer 27:9) Y ustedes no presten oído a sus [de ustedes] profetas, ni a sus [de ustedes] adivinos, ni a sus [de ustedes] soñadores, ni a sus [de ustedes] agoreros, ni a sus [de ustedes] encantadores, que les hablan diciendo: No servirán al rey de Babilonia.

(Jer 27:10) Porque ellos les profetizan mentira, para hacerles alejar de su [de ustedes] tierra, y para que yo les arroje y perezcan.

(Jer 27:11) Mas a la nación que sometiere su cuello al yugo del rey de Babilonia y le sirviere, la dejaré en su tierra, dice Jehová, y la labrará y morará en ella.

(Jer 27:12) Hablé también a Sedequías rey de Judá conforme a todas estas palabras, diciendo: Sometan sus [de ustedes] cuellos al yugo del rey de Babilonia, y sírvanle a él y a su pueblo, y vivan.

(Jer 27:13) ¿Por qué morirán tú y tu pueblo a espada, de hambre y de pestilencia, según ha dicho Jehová de la nación que no sirviere al rey de Babilonia?

(Jer 27:14) No oigan las palabras de los profetas que les hablan diciendo: No servirán al rey de Babilonia; porque les profetizan mentira.

(Jer 27:15) Porque yo no los envié, dice Jehová, y ellos profetizan falsamente en mi nombre, para que yo les arroje y perezcan ustedes y los profetas que les profetizan.

(Jer 27:16) También a los sacerdotes y a todo este pueblo hablé diciendo: Así ha dicho Jehová: No oigan las palabras de sus [de ustedes] profetas que les profetizan diciendo: He aquí que los utensilios de la casa de Jehová volverán de Babilonia ahora pronto; porque les profetizan mentira.

(Jer 27:17) No los oigan; sirvan al rey de Babilonia y vivan; ¿por qué ha de ser devastada [arruinada, desolada] esta ciudad?

(Jer 27:18) Y si ellos son profetas, y si está con ellos la palabra de Jehová, oren ahora a Jehová de los ejércitos para que los utensilios que han quedado en la casa de Jehová y en la casa del rey de Judá y en Jerusalén, no vayan a Babilonia.

(Jer 27:19) Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos acerca de aquellas columnas, del estanque, de las basas y del resto de los utensilios que quedan en esta ciudad,

(Jer 27:20) que no quitó Nabucodonosor rey de Babilonia cuando transportó de Jerusalén a Babilonia a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, y a todos los nobles de Judá y de Jerusalén;

(Jer 27:21) así, pues, ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, acerca de los utensilios que quedaron en la casa de Jehová, y en la casa del rey de Judá, y en Jerusalén:

(Jer 27:22) A Babilonia serán transportados, y allí estarán hasta el día en que yo los visite, dice Jehová; y después los traeré y los restauraré a este lugar.

Falsa profecía de Hananías
(Jer 28:1) Sucedió en el mismo año, en el principio del reinado de Sedequías rey de Judá, en el año cuarto, en el quinto mes, que Hananías hijo de Azur, profeta que era de Gabaón, me habló en la casa de Jehová «delante de»* los sacerdotes y de todo el pueblo, diciendo:

(Jer 28:2) Así habló Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Quebranté el yugo del rey de Babilonia.

(Jer 28:3) Dentro de dos años haré volver a este lugar todos los utensilios de la casa de Jehová, que Nabucodonosor rey de Babilonia tomó de este lugar para llevarlos a Babilonia,

(Jer 28:4) y yo haré volver a este lugar a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, y a todos los transportados de Judá que entraron en Babilonia, dice Jehová; porque yo quebrantaré el yugo del rey de Babilonia.

(Jer 28:5) Entonces respondió el profeta Jeremías al profeta Hananías, «delante de»* los sacerdotes y «delante de»* todo el pueblo que estaba en la casa de Jehová.

(Jer 28:6) Y dijo el profeta Jeremías: Amén, así lo haga Jehová. Confirme Jehová tus palabras, con las cuales profetizaste que los utensilios de la casa de Jehová, y todos los transportados, han de ser devueltos de Babilonia a este lugar.

(Jer 28:7) Con todo eso, oye ahora esta palabra que yo hablo en tus oídos y en los oídos de todo el pueblo:

(Jer 28:8) Los profetas que fueron antes de mí y antes de ti en tiempos pasados, profetizaron guerra, aflicción y pestilencia contra muchas tierras y contra grandes reinos.

(Jer 28:9) El profeta que profetiza de paz, cuando se cumpla la palabra del profeta, será conocido como el profeta que Jehová en verdad envió.

(Jer 28:10) Entonces el profeta Hananías quitó el yugo del cuello del profeta Jeremías, y lo quebró.

(Jer 28:11) Y habló Hananías en «presencia de»* todo el pueblo, diciendo: Así ha dicho Jehová: De esta manera romperé el yugo de Nabucodonosor rey de Babilonia, del cuello de todas las naciones, dentro de dos años. Y siguió Jeremías su camino.

(Jer 28:12) Y después que el profeta Hananías rompió el yugo del cuello del profeta Jeremías, vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

(Jer 28:13) Ve y habla a Hananías, diciendo: Así ha dicho Jehová: Yugos de madera quebraste, mas en vez de ellos harás yugos de hierro.

(Jer 28:14) Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Yugo de hierro puse sobre el cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor rey de Babilonia, y han de servirle; y aun también le he dado las bestias del campo.

(Jer 28:15) Entonces dijo el profeta Jeremías al profeta Hananías: Ahora oye, Hananías: Jehová no te envió, y tú has hecho confiar en mentira a este pueblo.

(Jer 28:16) Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí que yo te quito de sobre la superficie [faz] de la tierra; morirás en este año, porque hablaste rebelión contra Jehová.

(Jer 28:17) Y en el mismo año murió Hananías, en el mes séptimo.

Carta de Jeremías a los cautivos
(Jer 29:1) Estas son las palabras de la carta que el profeta Jeremías envió de Jerusalén a los ancianos que habían quedado de los que fueron transportados, y a los sacerdotes y profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo de Jerusalén a Babilonia

(Jer 29:2) (después que salió el rey Jeconías, la reina, los del palacio, los príncipes de Judá y de Jerusalén, los artífices y los ingenieros de Jerusalén),

(Jer 29:3) por mano de Elasa hijo de Safán y de Gemarías hijo de Hilcías, a los cuales envió Sedequías rey de Judá a Babilonia, a Nabucodonosor rey de Babilonia. Decía:

(Jer 29:4) Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia:

(Jer 29:5) Edifiquen casas, y habítenlas; y planten huertos, y coman del fruto de ellos.

(Jer 29:6) Cásense, y engendren hijos e hijas; den mujeres a sus [de ustedes] hijos, y den maridos a sus [de ustedes] hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplíquense ahí, y no se disminuyan.

(Jer 29:7) Y procuren la paz de la ciudad a la cual les hice transportar, y rueguen por ella a Jehová; porque en su paz tendrán ustedes paz.

(Jer 29:8) Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No les engañen sus [de ustedes] profetas que están entre ustedes, ni sus [de ustedes] adivinos; ni atiendan a los sueños que sueñan.

(Jer 29:9) Porque falsamente les profetizan ellos en mi nombre; no los envié, ha dicho Jehová.

(Jer 29:10) Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia «se cumplan»* los setenta años, yo les visitaré, y despertaré sobre ustedes mi buena palabra, para hacerles volver a este lugar.

(Jer 29:11) Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de ustedes, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para darles «el fin que esperan.»*

(Jer 29:12) Entonces me invocaran, y vendrán y oraran a mí, y yo les oiré;

(Jer 29:13) y me buscaran y me hallaran, porque me buscaran de todo su [de ustedes] corazón.

(Jer 29:14) Y seré hallado por ustedes, dice Jehová, y haré volver su [de ustedes] cautividad, y les reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde les arrojé, dice Jehová; y les haré volver al lugar de donde les hice llevar.

(Jer 29:15) Mas han dicho: Jehová nos ha levantado profetas en Babilonia.

(Jer 29:16) Pero así ha dicho Jehová acerca del rey que está sentado sobre el trono de David, y de todo el pueblo que mora en esta ciudad, de sus [de ustedes] hermanos que no salieron con ustedes en cautiverio;

(Jer 29:17) así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí envío yo contra ellos espada, hambre y pestilencia, y los pondré como los higos malos, que de tan malos no se pueden comer.

(Jer 29:18) Los perseguiré con espada, con hambre y con pestilencia, y los daré por escarnio a todos los reinos de la tierra, por maldición y por espanto, y por burla y por afrenta para todas las naciones entre las cuales los he arrojado;

(Jer 29:19) por cuanto no oyeron mis palabras, dice Jehová, que les envié por mis esclavos [siervos, sirvientes] los profetas, «desde temprano y sin cesar;»* y no han escuchado, dice Jehová.

(Jer 29:20) Oigan, pues, palabra de Jehová, ustedes todos los transportados que envié de Jerusalén a Babilonia.

(Jer 29:21) Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, acerca de Acab hijo de Colaías, y acerca de Sedequías hijo de Maasías, que les profetizan falsamente en mi nombre: He aquí los entrego yo en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y él los matará delante de sus [de ustedes] ojos.

(Jer 29:22) Y todos los transportados de Judá que están en Babilonia harán de ellos una maldición, diciendo: Te ponga Jehová como a Sedequías y como a Acab, a quienes asó al fuego el rey de Babilonia.

(Jer 29:23) Porque hicieron maldad en Israel, y cometieron adulterio con las mujeres de sus prójimos, y falsamente hablaron en mi nombre palabra que no les mandé; lo cual yo sé y testifico, dice Jehová.

(Jer 29:24) Y a Semaías de Nehelam hablarás, diciendo:

(Jer 29:25) Así habló Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Tú enviaste cartas en tu nombre a todo el pueblo que está en Jerusalén, y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, y a todos los sacerdotes, diciendo:

(Jer 29:26) Jehová te ha puesto por sacerdote en lugar del sacerdote Joiada, para que te encargues en la casa de Jehová de todo hombre loco que profetice, poniéndolo en el calabozo y en el cepo.

(Jer 29:27) ¿Por qué, pues, no has reprendido ahora a Jeremías de Anatot, que les profetiza?

(Jer 29:28) Porque él nos envió a decir en Babilonia: Largo será el cautiverio; edifiquen casas, y habítenlas; planten huertos, y coman el fruto de ellos.

(Jer 29:29) Y el sacerdote Sofonías había leído esta carta a oídos del profeta Jeremías.

(Jer 29:30) Y vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

(Jer 29:31) Envía a decir a todos los cautivos: Así ha dicho Jehová de Semaías de Nehelam: Porque les profetizó Semaías, y yo no lo envié, y les hizo confiar en mentira;

(Jer 29:32) por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí que yo castigaré a Semaías de Nehelam y a su descendencia; no tendrá varón que more entre este pueblo, ni verá el bien que haré yo a mi pueblo, dice Jehová; porque contra Jehová ha hablado rebelión.

Dios promete que los cautivos volverán
(Jer 30:1) Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo:

(Jer 30:2) Así habló Jehová Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado.

(Jer 30:3) Porque he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Jehová, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán.

(Jer 30:4) Estas, pues, son las palabras que habló Jehová acerca de Israel y de Judá.

(Jer 30:5) Porque así ha dicho Jehová: Hemos oído voz de temblor; de espanto, y no de paz.

(Jer 30:6) Inquieran [averigüen] ahora, y vean si el varón da a luz; porque he visto que todo hombre tenía las manos sobre sus lomos, como mujer que está de parto, y se han vuelto pálidos todos los rostros.

(Jer 30:7) ¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado.

(Jer 30:8) En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre,

(Jer 30:9) sino que servirán a Jehová su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré.

(Jer 30:10) Tú, pues, esclavo [siervo, sirviente] mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te atemorices, Israel; porque he aquí que yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante.

(Jer 30:11) Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.

(Jer 30:12) Porque así ha dicho Jehová: Incurable es tu quebrantamiento, y dolorosa tu llaga.

(Jer 30:13) No hay quien juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti medicamentos eficaces.

(Jer 30:14) Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan; porque como hiere un enemigo te herí, con azote de adversario cruel, a causa de la magnitud de tu maldad y de la multitud de tus pecados.

(Jer 30:15) ¿Por qué gritas a causa de tu quebrantamiento? Incurable es tu dolor, porque por la grandeza de tu iniquidad [gran maldad e injusticia] y por tus muchos pecados te he hecho esto.

(Jer 30:16) Pero serán consumidos todos los que te consumen; y todos tus adversarios, todos irán en cautiverio; hollados serán los que te hollaron, y a todos los que hicieron presa de ti daré en presa.

(Jer 30:17) Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se acuerda.

(Jer 30:18) Así ha dicho Jehová: He aquí yo hago volver los cautivos de las tiendas de Jacob, y de sus tiendas tendré misericordia, y la ciudad será edificada sobre su colina, y el templo será asentado según su forma.

(Jer 30:19) Y saldrá de ellos acción de gracias, y voz de nación que está en regocijo, y los multiplicaré, y no serán disminuidos; los multiplicaré, y no serán menoscabados.

(Jer 30:20) Y serán sus hijos como antes, y su congregación delante de mí será confirmada; y castigaré a todos sus opresores.

(Jer 30:21) De ella saldrá su príncipe, y de en medio de ella saldrá su señoreador; y le haré llegar cerca, y él se acercará a mí; porque ¿quién es aquel «que se atreve»* a acercarse a mí? dice Jehová.

(Jer 30:22) Y me serán por pueblo, y yo seré su [de ustedes] Dios.

(Jer 30:23) He aquí, la tempestad de Jehová sale con furor; la tempestad que se prepara, sobre la cabeza de los impíos [irreverentes y sin ley] reposará.

(Jer 30:24) No se calmará el ardor de la ira de Jehová, hasta que haya hecho y cumplido los pensamientos de su corazón; en el fin de los días entenderán esto.

(Jer 31:1) En aquel tiempo, dice Jehová, yo seré por Dios a todas las familias de Israel, y ellas me serán a mí por pueblo.

(Jer 31:2) Así ha dicho Jehová: El pueblo que escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando Israel iba en busca de reposo.

(Jer 31:3) Jehová se manifestó a mí «hace ya mucho tiempo,»* diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.

(Jer 31:4) Aún te edificaré, y serás edificada, oh virgen de Israel; todavía serás adornada con tus panderos, y saldrás en alegres danzas.

(Jer 31:5) Aún plantarás viñas en los montes de Samaria; plantarán los que plantan, y disfrutarán de ellas.

(Jer 31:6) Porque habrá día en que clamarán los guardas en el monte de Efraín: Levántense, y subamos a Sion, a Jehová nuestro Dios.

(Jer 31:7) Porque así ha dicho Jehová: Regocíjense en Jacob con alegría, y den voces de júbilo a la cabeza de naciones; hagan oír, alaben, y digan: Oh Jehová, salva a tu pueblo, el remanente de Israel.

(Jer 31:8) He aquí yo los hago volver de la tierra del norte, y los reuniré de los fines de la tierra, y entre ellos ciegos y cojos, la mujer que está encinta y la que dio a luz juntamente; en gran compañía volverán acá.

(Jer 31:9) Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver, y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy a Israel por padre, y Efraín es mi primogénito.

(Jer 31:10) Oigan palabra de Jehová, oh naciones, y háganlo saber en las costas que están lejos, y digan: El que esparció a Israel lo reunirá y guardará, como el pastor a su rebaño.

(Jer 31:11) Porque Jehová redimió a Jacob, lo redimió de mano del más fuerte que él.

(Jer 31:12) Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sion, y correrán al bien de Jehová, al pan, al vino, al aceite, y al ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor.

(Jer 31:13) Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor.

(Jer 31:14) Y el alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová.

(Jer 31:15) Así ha dicho Jehová: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron.

(Jer 31:16) Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de la tierra del enemigo.

(Jer 31:17) Esperanza hay también para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos volverán a su propia tierra.

(Jer 31:18) Escuchando, he oído a Efraín que se lamentaba: Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito; conviérteme, y seré convertido, porque tú eres Jehová mi Dios.

(Jer 31:19) Porque después que me aparté tuve arrepentimiento, y después que reconocí mi falta, herí mi muslo; me avergoncé y me confundí, porque llevé la afrenta de mi juventud.

(Jer 31:20) ¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿no es niño en quien me deleito? pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová.

(Jer 31:21) Establécete señales, ponte majanos [montones] altos, «nota atentamente»* la calzada; vuélvete por el camino por donde fuiste, virgen de Israel, vuelve a estas tus ciudades.

(Jer 31:22) ¿Hasta cuándo andarás errante, oh hija contumaz [que persiste en el error]? Porque Jehová creará una cosa nueva sobre la tierra: la mujer rodeará al varón.

(Jer 31:23) Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Aún dirán esta palabra en la tierra de Judá y en sus ciudades, cuando yo haga volver sus cautivos: Jehová te bendiga, oh morada de justicia, oh monte santo.

(Jer 31:24) Y habitará allí Judá, y también en todas sus ciudades labradores, y los que van con rebaño.

(Jer 31:25) Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida.

(Jer 31:26) En esto me desperté, y vi, y mi sueño me fue agradable.

El nuevo pacto
(Jer 31:27) He aquí vienen días, dice Jehová, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal.

(Jer 31:28) Y así como tuve cuidado de ellos para arrancar y derribar, y trastornar y perder y afligir, tendré cuidado de ellos para edificar y plantar, dice Jehová.

(Jer 31:29) En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera,

(Jer 31:30) sino que «cada cual»* morirá por su propia maldad; los dientes de todo hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera.

(Jer 31:31) He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto [alianza, convenio, acuerdo] con la casa de Israel y con la casa de Judá.

(Jer 31:32) No como el pacto [alianza, convenio, acuerdo] que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto [alianza, convenio, acuerdo], aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.

(Jer 31:33) Pero este es el pacto [alianza, convenio, acuerdo] que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.

(Jer 31:34) Y no enseñará más «ninguno»* a su prójimo, ni «ninguno»* a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.

(Jer 31:35) Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre:

(Jer 31:36) Si faltaren estas leyes delante de mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí «eternamente.»*

(Jer 31:37) Así ha dicho Jehová: Si los cielos arriba se pueden medir, y explorarse abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice Jehová.

(Jer 31:38) He aquí que vienen días, dice Jehová, en que la ciudad será edificada a Jehová, desde la torre de Hananeel hasta la puerta del Angulo.

(Jer 31:39) Y saldrá más allá el cordel de la medida delante de él sobre el collado de Gareb, y rodeará a Goa.

(Jer 31:40) Y todo el valle de los cuerpos muertos y de la ceniza, y todas las llanuras hasta el arroyo de Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los caballos al oriente, será santo a Jehová; no será arrancada ni destruida más para siempre.

Jeremías compra la heredad de Hanameel
(Jer 32:1) Palabra de Jehová que vino a Jeremías, el año décimo de Sedequías rey de Judá, que fue el año decimoctavo de Nabucodonosor.

(Jer 32:2) Entonces el ejército del rey de Babilonia tenía sitiada a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel que estaba en la casa del rey de Judá.

(Jer 32:3) Porque Sedequías rey de Judá lo había puesto preso, diciendo: ¿Por qué profetizas tú diciendo: Así ha dicho Jehová: He aquí yo entrego esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y la tomará;

(Jer 32:4) y Sedequías rey de Judá no escapará de la mano de los caldeos, sino que de cierto será entregado en mano del rey de Babilonia, y hablará con él boca a boca, y sus ojos verán sus ojos,

(Jer 32:5) y hará llevar a Sedequías a Babilonia, y allá estará hasta que yo le visite; y si pelearen contra los caldeos, no les irá bien, dice Jehová?

(Jer 32:6) Dijo Jeremías: Palabra de Jehová vino a mí, diciendo:

(Jer 32:7) He aquí que Hanameel hijo de Salum tu tío viene a ti, diciendo: Cómprame mi heredad [posesión territorial] que está en Anatot; porque tú tienes derecho a ella para comprarla.

(Jer 32:8) Y vino a mí Hanameel hijo de mi tío, conforme a la palabra de Jehová, al patio de la cárcel, y me dijo: Compra ahora mi heredad [posesión territorial], que está en Anatot en tierra de Benjamín, porque tuyo es el derecho de la herencia, y a ti corresponde el rescate; cómprala para ti. Entonces conocí que era palabra de Jehová.

(Jer 32:9) Y compré la heredad [posesión territorial] de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le pesé el dinero; diecisiete siclos de plata.

(Jer 32:10) Y escribí la carta y la sellé, y la hice certificar con testigos, y pesé el dinero en balanza.

(Jer 32:11) Tomé luego la carta de venta, sellada según el derecho y costumbre, y la copia abierta.

(Jer 32:12) Y di la carta de venta a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maasías, delante de Hanameel el hijo de mi tío, y delante de los testigos que habían suscrito la carta de venta, delante de todos los judíos que estaban en el patio de la cárcel.

(Jer 32:13) Y di orden a Baruc delante de ellos, diciendo:

(Jer 32:14) Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Toma estas cartas, esta carta de venta sellada, y esta carta abierta, y ponlas en una vasija de barro, para que se conserven muchos días.

(Jer 32:15) Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Aún se comprarán casas, heredades [posesiones] y viñas en esta tierra.

(Jer 32:16) Y después que di la carta de venta a Baruc hijo de Nerías, oré a Jehová, diciendo:

(Jer 32:17) ¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti;

(Jer 32:18) que haces misericordia a millares, y castigas la maldad de los padres en sus hijos después de ellos; Dios grande, poderoso, Jehová de los ejércitos es su nombre;

(Jer 32:19) grande en consejo, y magnífico en hechos; porque tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a «cada uno»* según sus caminos, y según el fruto de sus obras.

(Jer 32:20) Tú hiciste señales y portentos en tierra de Egipto hasta este día, y en Israel, y entre los hombres; y te has hecho nombre, como se ve en el día de hoy.

(Jer 32:21) Y sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto con señales y portentos, con mano fuerte y brazo extendido, y con terror grande;

(Jer 32:22) y les diste esta tierra, de la cual juraste a sus padres que se la darías, la tierra que fluye leche y miel;

(Jer 32:23) y entraron, y la disfrutaron; pero no oyeron tu voz, ni anduvieron en tu ley; nada hicieron de lo que les mandaste hacer; por tanto, has hecho venir sobre ellos todo este mal.

(Jer 32:24) He aquí que con arietes han acometido la ciudad para tomarla, y la ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos que pelean contra ella, a «causa de»* la espada, del hambre y de la pestilencia; ha venido, pues, a suceder lo que tú dijiste, y he aquí lo estás viendo.

(Jer 32:25) ¡Oh Señor Jehová! ¿y tú me has dicho: Cómprate la heredad [posesión territorial] por dinero, y pon testigos; aunque la ciudad sea entregada en manos de los caldeos?

(Jer 32:26) Y vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

(Jer 32:27) He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿ habrá algo que sea difícil para mí?

(Jer 32:28) Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí voy a entregar esta ciudad en mano de los caldeos, y en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y la tomará.

(Jer 32:29) Y vendrán los caldeos que atacan esta ciudad, y la pondrán a fuego y la quemarán, asimismo las casas sobre cuyas azoteas ofrecieron incienso a Baal y derramaron libaciones a dioses ajenos, para provocarme a ira.

(Jer 32:30) Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho sino lo malo delante de mis ojos desde su juventud; porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehová.

(Jer 32:31) De tal manera que para enojo mío y para ira mía me ha sido esta ciudad desde el día que la edificaron hasta hoy, para que la haga quitar de mi presencia,

(Jer 32:32) por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá, que han hecho para enojarme, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, y los varones de Judá y los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén.

(Jer 32:33) Y me volvieron la cerviz, y no el rostro; y cuando los enseñaba «desde temprano y sin cesar,»* no escucharon para recibir corrección.

(Jer 32:34) Antes pusieron sus abominaciones en la casa en la cual es invocado mi nombre, contaminándola.

(Jer 32:35) Y edificaron lugares altos a Baal, los cuales están en el valle del hijo de Hinom, para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc; lo cual no les mandé, ni «me vino al pensamiento»* que hiciesen esta abominación [cosa repugnante], para hacer pecar a Judá.

(Jer 32:36) Y con todo, ahora así dice Jehová Dios de Israel a esta ciudad, de la cual dicen ustedes: Entregada será en mano del rey de Babilonia a espada, a hambre y a pestilencia:

(Jer 32:37) He aquí que yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente;

(Jer 32:38) y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios.

(Jer 32:39) Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman «perpetuamente,»* para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos.

(Jer 32:40) Y haré con ellos pacto [alianza, convenio, acuerdo] eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.

(Jer 32:41) Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma.

(Jer 32:42) Porque así ha dicho Jehová: Como traje sobre este pueblo todo este gran mal, así traeré sobre ellos todo el bien que acerca de ellos hablo.

(Jer 32:43) Y poseerán heredad [posesión territorial] en esta tierra de la cual ustedes dicen: Está desierta, sin hombres y sin animales, es entregada en manos de los caldeos.

(Jer 32:44) Heredades [posesiones] comprarán por dinero, y harán escritura y la sellarán y pondrán testigos, en tierra de Benjamín y en los contornos de Jerusalén, y en las ciudades de Judá; y en las ciudades de las montañas, y en las ciudades de la Sefela, y en las ciudades del Neguev; porque yo haré regresar sus cautivos, dice Jehová.

Restauración de la propiedad de Jerusalén
(Jer 33:1) Vino palabra de Jehová a Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo:

(Jer 33:2) Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre:

(Jer 33:3) Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.

(Jer 33:4) Porque así ha dicho Jehová Dios de Israel acerca de las casas de esta ciudad, y de las casas de los reyes de Judá, derribadas con arietes y con hachas

(Jer 33:5) (porque vinieron para pelear contra los caldeos, para llenarlas de cuerpos de hombres muertos, a los cuales herí yo con mi furor y con mi ira, pues escondí mi rostro de esta ciudad a causa de toda su maldad):

(Jer 33:6) He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad.

(Jer 33:7) Y haré volver los cautivos de Judá y los cautivos de Israel, y los restableceré como al principio.

(Jer 33:8) Y los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí; y perdonaré todos sus pecados con que contra mí pecaron, y con que contra mí se rebelaron.

(Jer 33:9) Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las naciones de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré.

(Jer 33:10) Así ha dicho Jehová: En este lugar, del cual dicen que está desierto sin hombres y sin animales, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están asoladas, sin hombre y sin morador y sin animal,

(Jer 33:11) ha de oírse aún voz de gozo y de alegría, voz de desposado y voz de desposada, voz de los que digan: Alaben a Jehová de los ejércitos, porque Jehová es bueno, porque para siempre es su misericordia; voz de los que traigan ofrendas de acción de gracias a la casa de Jehová. Porque volveré a traer los cautivos de la tierra como al principio, ha dicho Jehová.

(Jer 33:12) Así dice Jehová de los ejércitos: En este lugar desierto, sin hombre y sin animal, y en todas sus ciudades, aún habrá cabañas de pastores que hagan pastar sus ganados.

(Jer 33:13) En las ciudades de las montañas, en las ciudades de la Sefela, en las ciudades del Neguev, en la tierra de Benjamín, y alrededor de Jerusalén y en las ciudades de Judá, aún pasarán ganados por las manos del que los cuente, ha dicho Jehová.

(Jer 33:14) He aquí vienen días, dice Jehová, en que yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá.

(Jer 33:15) En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra.

(Jer 33:16) En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le llamará: Jehová, justicia nuestra.

(Jer 33:17) Porque así ha dicho Jehová: No faltará a David varón que se siente sobre el trono de la casa de Israel.

(Jer 33:18) Ni a los sacerdotes y levitas faltará varón que delante de mí ofrezca holocausto y encienda ofrenda, y que haga sacrificio todos los días.

(Jer 33:19) Vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

(Jer 33:20) Así ha dicho Jehová: Si pudieren invalidar mi pacto [alianza, convenio, acuerdo] con el día y mi pacto [alianza, convenio, acuerdo] con la noche, de tal manera que no haya día ni noche a su tiempo,

(Jer 33:21) podrá también invalidarse mi pacto [alianza, convenio, acuerdo] con mi esclavo [siervo, sirviente] David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono, y mi pacto [alianza, convenio, acuerdo] con los levitas y sacerdotes, mis ministros.

(Jer 33:22) Como no puede ser contado el ejército del cielo, ni la arena del mar se puede medir, así multiplicaré la descendencia de David mi esclavo [siervo, sirviente], y los levitas que me sirven.

(Jer 33:23) Vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

(Jer 33:24) ¿No has echado de ver lo que habla este pueblo, diciendo: Dos familias que Jehová escogiera ha desechado? Y han tenido en poco a mi pueblo, hasta no tenerlo más por nación.

(Jer 33:25) Así ha dicho Jehová: Si no permanece mi pacto [alianza, convenio, acuerdo] con el día y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra,

(Jer 33:26) también desecharé la descendencia de Jacob, y de David mi esclavo [siervo, sirviente], para no tomar de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia.

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