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RVI: GENESIS 32 - 41

Referencias para la lectura:

-       Texto actualizado al español latino.
-       Ubicación visual de vocablos claves resaltados en colores.
-       Sinónimos de palabras claves entre corchetes [color bordó]
-       Texto entre comillas y asterisco «expresión»* refiere a una frase en español equivalente a la frase hebrea de dicho texto.
-       Subtitulado tradicional actualizado

Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original del hebreo.
Para complementar su lectura considere el uso de un diccionario Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para el NT.


Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera Independiente Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de significados y conceptos.

Jacob se prepara para el encuentro con Esaú
(Gn 32:1) Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios.

(Gn 32:2) Y dijo Jacob cuando los vio: Campamento de Dios es este; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim.

(Gn 32:3) Y envió Jacob mensajeros delante de sí a Esaú su hermano, a la tierra de Seir, campo de Edom.

(Gn 32:4) Y les mandó diciendo: Así dirán a mi señor Esaú: Así dice tu esclavo [siervo, sirviente] Jacob: Con Labán he morado, y me he detenido hasta ahora;

(Gn 32:5) y tengo vacas, asnos, ovejas, y esclavos [siervos, sirvientes] y siervas; y envío a decirlo a mi señor, para hallar gracia en tus ojos.

(Gn 32:6) Y los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él.

(Gn 32:7) Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos.

(Gn 32:8) Y dijo: Si viene Esaú contra un campamento y lo ataca, el otro campamento «escapará.»*

(Gn 32:9) Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien;

(Gn 32:10) menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu esclavo [siervo, sirviente]; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos campamentos.

(Gn 32:11) Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos.

(Gn 32:12) Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud.

(Gn 32:13) Y durmió allí aquella noche, y tomó de lo que le vino a la mano un regalo [presente] para su hermano Esaú:

(Gn 32:14) doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros,

(Gn 32:15) treinta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos.

(Gn 32:16) Y lo entregó a sus esclavos [siervos, sirvientes], «cada manada»* de por sí; y dijo a sus esclavos [siervos, sirvientes]: Pasen delante de mí, y pongan espacio entre manada y manada.

(Gn 32:17) Y mandó al primero, diciendo: Si Esaú mi hermano te encontrare, y te preguntare, diciendo: ¿De quién eres? ¿y adónde vas? ¿y para quién es esto que llevas delante de ti?

(Gn 32:18) entonces dirás: Es un regalo [presente] de tu esclavo [siervo, sirviente] Jacob, que envía a mi señor Esaú; y he aquí también él viene tras nosotros.

(Gn 32:19) Mandó también al segundo, y al tercero, y a todos los que iban tras aquellas manadas, diciendo: Conforme a esto hablaran a Esaú, cuando le hallaren.

(Gn 32:20) Y dirán también: He aquí tu esclavo [siervo, sirviente] Jacob viene tras nosotros. Porque dijo: Apaciguaré su «ira»* con el regalo [presente] que va delante de mí, y después veré su rostro; quizá «le seré acepto.»*

(Gn 32:21) Pasó, pues, el regalo [presente] delante de él; y él durmió aquella noche en el campamento.

Jacob lucha con el ángel en Peniel
(Gn 32:22) Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc.

(Gn 32:23) Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía.

(Gn 32:24) Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.

(Gn 32:25) Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de «su»* «muslo,»* y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.

(Gn 32:26) Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.

(Gn 32:27) Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.

(Gn 32:28) Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

(Gn 32:29) Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.

(Gn 32:30) Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.

(Gn 32:31) Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera.

(Gn 32:32) Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo; porque tocó a Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo.

Reconciliación entre Jacob y Esaú
(Gn 33:1) Alzando Jacob sus ojos, miró, y he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos hombres con él; entonces repartió él los niños entre Lea y Raquel y las dos siervas.

(Gn 33:2) Y puso las siervas y sus niños delante, luego a Lea y sus niños, y a Raquel y a José los últimos.

(Gn 33:3) Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano.

(Gn 33:4) Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron.

(Gn 33:5) Y alzó sus ojos y vio a las mujeres y los niños, y dijo: ¿Quiénes son éstos? Y él respondió: Son los niños que Dios ha dado a tu esclavo [siervo, sirviente].

(Gn 33:6) Luego vinieron las siervas, ellas y sus niños, y se inclinaron.

(Gn 33:7) Y vino Lea con sus niños, y se inclinaron; y después llegó José y Raquel, y también se inclinaron.

(Gn 33:8) Y Esaú dijo: ¿Qué te propones con todos estos grupos que he encontrado? Y Jacob respondió: El hallar gracia en los ojos de mi señor.

(Gn 33:9) Y dijo Esaú: Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo.

(Gn 33:10) Y dijo Jacob: No, «yo te ruego;»* si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi regalo [presente], porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor «me has recibido.»*

(Gn 33:11) Acepta, «te ruego,»* mi regalo [presente] que te he traído, porque Dios me ha hecho merced, y todo lo que hay aquí es mío. E insistió con él, y Esaú lo tomó.

(Gn 33:12) Y Esaú dijo: Anda, vamos; y yo iré delante de ti.

(Gn 33:13) Y Jacob le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y «que tengo»* ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas.

(Gn 33:14) Pase ahora mi señor delante de su esclavo [siervo, sirviente], y yo me iré «poco a poco»* al paso del ganado que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir.

(Gn 33:15) Y Esaú dijo: Dejaré ahora contigo de la gente que viene conmigo. Y Jacob dijo: ¿Para qué esto? Halle yo gracia en los ojos de mi señor.

(Gn 33:16) Así volvió Esaú aquel día por su camino a Seir.

(Gn 33:17) Y Jacob fue a Sucot, y edificó allí casa para sí, e hizo cabañas para su ganado; por tanto, llamó el nombre de aquel lugar Sucot.

(Gn 33:18) Después Jacob llegó «sano y salvo»* a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, cuando venía de Padanaram; y acampó delante de la ciudad.

(Gn 33:19) Y compró una parte del campo, donde plantó su tienda, de mano de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien monedas.

(Gn 33:20) Y erigió allí un altar, y lo llamó ElEloheIsrael.

La deshonra de Dina vengada
(Gn 34:1) Salió Dina la hija de Lea, la cual ésta había dado a luz a Jacob, a ver a las hijas del país.

(Gn 34:2) Y la vio Siquem hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró.

(Gn 34:3) Pero su alma se apegó a Dina la hija de Lea, y se enamoró de la joven, y habló al corazón de «ella.»*

(Gn 34:4) Y habló Siquem a Hamor su padre, diciendo: Tómame por mujer a esta joven.

(Gn 34:5) Pero oyó Jacob que Siquem había amancillado a Dina su hija; y estando sus hijos con su ganado en el campo, calló Jacob hasta que ellos viniesen.

(Gn 34:6) Y se dirigió Hamor padre de Siquem a Jacob, para hablar con él.

(Gn 34:7) Y los hijos de Jacob vinieron del campo cuando lo supieron; y se entristecieron los varones, y «se enojaron»* mucho, porque hizo vileza en Israel acostándose con la hija de Jacob, lo que no se debía haber hecho.

(Gn 34:8) Y Hamor habló con ellos, diciendo: El alma de mi hijo Siquem se ha apegado a su [de usted] hija; «les ruego»* que se la den por mujer.

(Gn 34:9) Y emparenten con nosotros; dennos sus [de ustedes] hijas, y tomen ustedes las nuestras.

(Gn 34:10) Y habiten con nosotros, porque la tierra estará delante de ustedes; moren y negocien en ella, y tomen en ella posesión.

(Gn 34:11) Siquem también dijo al padre de Dina y a los hermanos de ella: Halle yo gracia en sus [de ustedes] ojos, y daré lo que me dijeren.

(Gn 34:12) Aumenten a cargo mío mucha dote y dones, y yo daré cuanto me dijeren; y denme la joven por mujer.

(Gn 34:13) Pero respondieron los hijos de Jacob a Siquem y a Hamor su padre con «palabras engañosas,»* por cuanto había amancillado a Dina su hermana.

(Gn 34:14) Y les dijeron: No podemos hacer esto de dar nuestra hermana a hombre «incircunciso,»* porque entre nosotros es abominación [cosa repugnante].

(Gn 34:15) Mas con esta condición les complaceremos: si han de ser como nosotros, que se circuncide entre ustedes todo varón.

(Gn 34:16) Entonces les daremos nuestras hijas, y tomaremos nosotros las suyas [de ustedes]; y habitaremos con ustedes, y seremos un pueblo.

(Gn 34:17) Mas si no nos prestaren oído para circuncidarse, tomaremos nuestra hija y nos iremos.

(Gn 34:18) Y parecieron bien sus palabras a Hamor, y a Siquem hijo de Hamor.

(Gn 34:19) Y no tardó el joven en hacer aquello, porque la hija de Jacob le había agradado; y él era el más distinguido de toda la casa de su padre.

(Gn 34:20) Entonces Hamor y Siquem su hijo vinieron a la puerta de su ciudad, y hablaron a los varones de su ciudad, diciendo:

(Gn 34:21) Estos varones son pacíficos con nosotros, y habitarán en el país, y traficarán en él; pues he aquí la tierra «es bastante ancha»* «para ellos;»* nosotros tomaremos sus hijas por mujeres, y les daremos las nuestras.

(Gn 34:22) Mas con esta condición consentirán estos hombres en habitar con nosotros, para que seamos un pueblo: que se circuncide todo varón entre nosotros, así como ellos son circuncidados.

(Gn 34:23) Su ganado, sus bienes y todas sus bestias serán nuestros; solamente convengamos con ellos, y habitarán con nosotros.

(Gn 34:24) Y obedecieron a Hamor y a Siquem su hijo todos los que salían por la puerta de la ciudad, y circuncidaron a todo varón, a cuantos salían por la puerta de su ciudad.

(Gn 34:25) Pero sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron «cada uno»* su espada, y vinieron contra la ciudad, que estaba desprevenida, y mataron a todo varón.

(Gn 34:26) Y a Hamor y a Siquem su hijo los mataron a filo de espada; y tomaron a Dina de casa de Siquem, y se fueron.

(Gn 34:27) Y los hijos de Jacob vinieron a los muertos, y saquearon la ciudad, por cuanto habían amancillado a su hermana.

(Gn 34:28) Tomaron sus ovejas y vacas y sus asnos, y lo que había en la ciudad y en el campo,

(Gn 34:29) y todos sus bienes; llevaron cautivos a todos sus niños y sus mujeres, y robaron todo lo que había en casa.

(Gn 34:30) Entonces dijo Jacob a Simeón y a Leví: Me han turbado [atormentado, agobiado, alterado] con hacerme abominable a los habitantes [moradores, residentes] de esta tierra, el cananeo y el ferezeo; y teniendo yo «pocos hombres,»* se juntarán contra mí y me atacarán, y seré destruido yo y mi casa.

(Gn 34:31) Pero ellos respondieron: ¿Había él de tratar a nuestra hermana como a una prostituta [ramera]?

Dios bendice a Jacob en Bet-el
(Gn 35:1) Dijo Dios a Jacob: Levántate y sube a Betel, y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú.

(Gn 35:2) Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quiten los dioses ajenos que hay entre ustedes, y límpiense, y muden sus [de ustedes] vestidos.

(Gn 35:3) Y levantémonos, y subamos a Betel; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado.

(Gn 35:4) Así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en «poder de»* ellos, y los zarcillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de una encina que estaba junto a Siquem.

(Gn 35:5) Y salieron, y el terror de Dios estuvo sobre las ciudades que había en sus alrededores, y no persiguieron a los hijos de Jacob.

(Gn 35:6) Y llegó Jacob a Luz, que está en tierra de Canaán (esta es Betel), él y todo el pueblo que con él estaba.

(Gn 35:7) Y edificó allí un altar, y llamó al lugar Elbetel, porque allí le había aparecido Dios, cuando huía de su hermano.

(Gn 35:8) Entonces murió Débora, ama de Rebeca, y fue sepultada al «pie»* de Betel, debajo de una encina, la cual fue llamada Alónbacut.

(Gn 35:9) Apareció otra vez Dios a Jacob, cuando había vuelto de Padanaram, y le bendijo.

(Gn 35:10) Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob; no se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre; y llamó su nombre Israel.

(Gn 35:11) También le dijo Dios: Yo soy el Dios omnipotente: crece y multiplícate; una nación y conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos.

(Gn 35:12) La tierra que he dado a Abraham y a Isaac, la daré a ti, y a tu descendencia después de ti daré la tierra.

(Gn 35:13) Y se fue de él Dios, del lugar en donde había hablado con él.

(Gn 35:14) Y Jacob erigió una señal en el lugar donde había hablado con él, una señal de piedra, y derramó sobre ella libación, y echó sobre ella aceite.

(Gn 35:15) Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar donde Dios había hablado con él, Betel.

(Gn 35:16) Después partieron de Bet-el; y había aún «como media legua de»* tierra para llegar a Efrata, cuando dio a luz Raquel, y hubo trabajo en su parto.
Muerte de Raquel

(Gn 35:17) Y sucedió, como había trabajo en su parto, que le dijo la partera: No temas, que también tendrás este hijo.

(Gn 35:18) Y sucedió que al salírsele el alma (pues murió), llamó su nombre Benoni; mas su padre lo llamó Benjamín.

(Gn 35:19) Así murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Efrata, la cual es Belén.

(Gn 35:20) Y levantó Jacob un pilar sobre su sepultura; esta es la señal de la sepultura de Raquel hasta hoy.

(Gn 35:21) Y salió Israel, y plantó su tienda más allá de Migdal-edar.

Los hijos de Jacob
(1Cr 2:1-2)
(Gn 35:22) Sucedió que cuando moraba Israel en aquella tierra, fue Rubén y durmió con Bilha la concubina de su padre; lo cual llegó a saber Israel. Ahora bien, los hijos de Israel fueron doce:

(Gn 35:23) los hijos de Lea: Rubén el primogénito de Jacob; Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.

(Gn 35:24) Los hijos de Raquel: José y Benjamín.

(Gn 35:25) Los hijos de Bilha, sierva de Raquel: Dan y Neftalí.

(Gn 35:26) Y los hijos de Zilpa, sierva de Lea: Gad y Aser. Estos fueron los hijos de Jacob, que le nacieron en Padanaram.

Muerte de Isaac
(Gn 35:27) Después vino Jacob a Isaac su padre a Mamre, a la ciudad de Arba, que es Hebrón, donde habitaron Abraham e Isaac.

(Gn 35:28) Y fueron los días de Isaac ciento ochenta años.

(Gn 35:29) Y exhaló Isaac el espíritu, y murió, y fue recogido a su pueblo, viejo y lleno de días; y lo sepultaron Esaú y Jacob sus hijos.

Los descendientes de Esaú
(1Cr 1:34-54)
(Gn 36:1) Estas son las generaciones de Esaú, el cual es Edom:

(Gn 36:2) Esaú tomó sus mujeres de las hijas de Canaán: a Ada, hija de Elón heteo, a Aholibama, hija de Aná, hijo de Zibeón heveo,

(Gn 36:3) y a Basemat hija de Ismael, hermana de Nebaiot.

(Gn 36:4) Ada dio a luz a Esaú a Elifaz; y Basemat dio a luz a Reuel.

(Gn 36:5) Y Aholibama dio a luz a Jeús, a Jaalam y a Coré; estos son los hijos de Esaú, que le nacieron en la tierra de Canaán.

(Gn 36:6) Y Esaú tomó sus mujeres, sus hijos y sus hijas, y todas las personas de su casa, y sus ganados, y todas sus bestias, y todo cuanto había adquirido en la tierra de Canaán, y se fue a otra tierra, «separándose de»* Jacob su hermano.

(Gn 36:7) Porque los bienes de ellos eran muchos; «y no podían»* habitar juntos, ni la tierra en donde moraban los podía sostener «a causa de»* sus ganados.

(Gn 36:8) Y Esaú habitó en el monte de Seir; Esaú es Edom.

(Gn 36:9) Estos son los linajes de Esaú, padre de Edom, en el monte de Seir.

(Gn 36:10) Estos son los nombres de los hijos de Esaú: Elifaz, hijo de Ada mujer de Esaú; Reuel, hijo de Basemat mujer de Esaú.

(Gn 36:11) Y los hijos de Elifaz fueron Temán, Omar, Zefo, Gatam y Cenaz.

(Gn 36:12) Y Timna fue concubina de Elifaz hijo de Esaú, y ella le dio a luz a Amalec; estos son los hijos de Ada, mujer de Esaú.

(Gn 36:13) Los hijos de Reuel fueron Nahat, Zera, Sama y Miza; estos son los hijos de Basemat mujer de Esaú.

(Gn 36:14) Estos fueron los hijos de Aholibama mujer de Esaú, hija de Aná, que fue hijo de Zibeón: ella dio a luz a Jeús, Jaalam y Coré, hijos de Esaú.

(Gn 36:15) Estos son los jefes de entre los hijos de Esaú: hijos de Elifaz, primogénito de Esaú: los jefes Temán, Omar, Zefo, Cenaz,

(Gn 36:16) Coré, Gatam y Amalec; estos son los jefes de Elifaz en la tierra de Edom; estos fueron los hijos de Ada.

(Gn 36:17) Y estos son los hijos de Reuel, hijo de Esaú: los jefes Nahat, Zera, Sama y Miza; estos son los jefes de la línea de Reuel en la tierra de Edom; estos hijos vienen de Basemat mujer de Esaú.

(Gn 36:18) Y estos son los hijos de Aholibama mujer de Esaú: los jefes Jeús, Jaalam y Coré; estos fueron los jefes que salieron de Aholibama mujer de Esaú, hija de Aná.

(Gn 36:19) Estos, pues, son los hijos de Esaú, y sus jefes; él es Edom.

(Gn 36:20) Estos son los hijos de Seir horeo, habitantes [moradores, residentes] de aquella tierra: Lotán, Sobal, Zibeón, Aná,

(Gn 36:21) Disón, Ezer y Disán; estos son los jefes de los horeos, hijos de Seir, en la tierra de Edom.

(Gn 36:22) Los hijos de Lotán fueron Hori y Hemam; y Timna fue hermana de Lotán.

(Gn 36:23) Los hijos de Sobal fueron Alván, Manahat, Ebal, Sefo y Onam.

(Gn 36:24) Y los hijos de Zibeón fueron Aja y Aná. Este Aná es el que descubrió manantiales en el desierto, cuando apacentaba los asnos de Zibeón su padre.

(Gn 36:25) Los hijos de Aná fueron Disón, y Aholibama hija de Aná.

(Gn 36:26) Estos fueron los hijos de Disón: Hemdán, Esbán, Itrán y Querán.

(Gn 36:27) Y estos fueron los hijos de Ezer: Bilhán, Zaaván y Acán.

(Gn 36:28) Estos fueron los hijos de Disán: Uz y Arán.

(Gn 36:29) Y estos fueron los jefes de los horeos: los jefes Lotán, Sobal, Zibeón,  Aná,

(Gn 36:30) Disón, Ezer y Disán; estos fueron los jefes de los horeos, por sus mandos en la tierra de Seir.

(Gn 36:31) Y los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel, fueron estos:

(Gn 36:32) Bela hijo de Beor reinó en Edom; y el nombre de su ciudad fue Dinaba.

(Gn 36:33) Murió Bela, y reinó en su lugar Jobab hijo de Zera, de Bosra.

(Gn 36:34) Murió Jobab, y en su lugar reinó Husam, de tierra de Temán.

(Gn 36:35) Murió Husam, y reinó en su lugar Hadad hijo de Bedad, el que derrotó a Madián en el campo de Moab; y el nombre de su ciudad fue Avit.

(Gn 36:36) Murió Hadad, y en su lugar reinó Samla de Masreca.

(Gn 36:37) Murió Samla, y reinó en su lugar Saúl de Rehobot junto al Eufrates.

(Gn 36:38) Murió Saúl, y en lugar suyo reinó Baalhanán hijo de Acbor.

(Gn 36:39) Y murió Baalhanán hijo de Acbor, y reinó Hadar en lugar suyo; y el nombre de su ciudad fue Pau; y el nombre de su mujer, Mehetabel hija de Matred, hija de Mezaab.

(Gn 36:40) Estos, pues, son los nombres de los jefes de Esaú por sus linajes, por sus lugares, y sus nombres: Timna, Alva, Jetet,

(Gn 36:41) Aholibama, Ela, Pinón,

(Gn 36:42) Cenaz, Temán, Mibzar,

(Gn 36:43) Magdiel e Iram. Estos fueron los jefes de Edom según sus moradas en la tierra de su posesión. Edom es el mismo Esaú, padre de los edomitas.

José es vendido por sus hermanos
(Gn 37:1) Habitó Jacob en la tierra donde había morado su padre, en la tierra de Canaán.

(Gn 37:2) Esta es la historia de la familia de Jacob: José, «siendo de edad de»* diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos.

(Gn 37:3) Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido «en su vejez;»* y le hizo una túnica de diversos colores.

(Gn 37:4) Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.

(Gn 37:5) Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y «ellos llegaron a»* aborrecerle más todavía.

(Gn 37:6) Y él les dijo: Oigan ahora este sueño que he soñado:

(Gn 37:7) He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que sus [de ustedes] manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío.

(Gn 37:8) Le respondieron sus hermanos: ¿ Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aun «más»* a causa de sus sueños y sus palabras.

(Gn 37:9) Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí.

(Gn 37:10) Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?

(Gn 37:11) Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto.

(Gn 37:12) Después fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem.

(Gn 37:13) Y dijo Israel a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem: ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí.

(Gn 37:14) E Israel le dijo: Ve ahora, mira «cómo están»* tus hermanos y «cómo están»* las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo envió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem.

(Gn 37:15) Y lo halló un hombre, andando él errante por el campo, y le preguntó aquel hombre, diciendo: ¿Qué buscas?

(Gn 37:16) José respondió: Busco a mis hermanos; «te ruego»* que me muestres dónde están apacentando.

(Gn 37:17) Aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; y yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán.

(Gn 37:18) Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle.

(Gn 37:19) Y dijeron «el uno al otro:»* He aquí viene «el soñador.»*

(Gn 37:20) Ahora pues, vengan, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños.

(Gn 37:21) Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos.

(Gn 37:22) Y les dijo Rubén: No derramen sangre; échenle en esta cisterna que está en el desierto, y no pongan mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre.

(Gn 37:23) Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí;

(Gn 37:24) y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua.

(Gn 37:25) Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto.

(Gn 37:26) Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su «muerte?»*

(Gn 37:27) Vengan, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él.

(Gn 37:28) Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.

(Gn 37:29) Después Rubén volvió a la cisterna, y no halló a José dentro, y rasgó sus vestidos.

(Gn 37:30) Y volvió a sus hermanos, y dijo: El joven no parece; y yo, ¿adónde iré yo?

(Gn 37:31) Entonces tomaron ellos la túnica de José, y degollaron un cabrito de las cabras, y tiñeron la túnica con la sangre;

(Gn 37:32) y enviaron la túnica de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado; reconoce ahora si es la túnica de tu hijo, o no.

(Gn 37:33) Y él la reconoció, y dijo: La túnica de mi hijo es; alguna mala bestia lo devoró; José ha sido despedazado.

(Gn 37:34) Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso cilicio sobre sus lomos, y guardó luto por su hijo muchos días.

(Gn 37:35) Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso recibir consuelo, y dijo: Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol. Y lo lloró su padre.

(Gn 37:36) Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial de Faraón, capitán de la guardia.

Judá y Tamar
(Gn 38:1) Sucedió en aquel tiempo, que Judá se apartó de sus hermanos, y se fue a un varón adulamita que «se llamaba»* Hira.

(Gn 38:2) Y vio allí Judá la hija de un hombre cananeo, el cual «se llamaba»* Súa; y la tomó, y se llegó a ella.

(Gn 38:3) Y ella concibió, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Er.

(Gn 38:4) Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Onán.

(Gn 38:5) Y volvió a concebir, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Sela. Y estaba en Quezib cuando lo dio a luz.

(Gn 38:6) Después Judá tomó mujer para su primogénito Er, la cual «se llamaba»* Tamar.

(Gn 38:7) Y Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los ojos de Jehová, y le «quitó»* Jehová «la vida.»*

(Gn 38:8) Entonces Judá dijo a Onán: Llégate a la mujer de tu hermano, y despósate con ella, y levanta descendencia a tu hermano.

(Gn 38:9) Y sabiendo Onán que la descendencia no había de ser suya, sucedía que cuando se llegaba a la mujer de su hermano, vertía en tierra, por no dar descendencia a su hermano.

(Gn 38:10) Y desagradó en ojos de Jehová lo que hacía, y a él también «le quitó la vida.»*

(Gn 38:11) Y Judá dijo a Tamar su nuera: Quédate viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Sela mi hijo; porque dijo: No sea que muera él también como sus hermanos. Y se fue Tamar, y estuvo en casa de su padre.

(Gn 38:12) «Pasaron muchos»* días, y murió la hija de Súa, mujer de Judá. Después Judá se consoló, y subía a los trasquiladores de sus ovejas a Timnat, él y su amigo Hira el adulamita.

(Gn 38:13) Y fue dado aviso a Tamar, diciendo: He aquí tu suegro sube a Timnat a trasquilar sus ovejas.

(Gn 38:14) Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, y se cubrió con un velo, y se arrebozó, y se puso a la entrada de Enaim junto al camino de Timnat; porque veía que había crecido Sela, y ella no era dada a él por mujer.

(Gn 38:15) Y la vio Judá, y la tuvo por prostituta [ramera], porque ella había cubierto su rostro.

(Gn 38:16) Y se apartó del camino hacia ella, y le dijo: Déjame ahora llegarme a ti: pues no sabía que era su nuera; y ella dijo: ¿Qué me darás por llegarte a mí?

(Gn 38:17) El respondió: Yo te enviaré del ganado un cabrito de las cabras. Y ella dijo: Dame una prenda hasta que lo envíes.

(Gn 38:18) Entonces Judá dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella respondió: Tu sello, tu cordón, y tu báculo que tienes en tu mano. Y él se los dio, y se llegó a ella, y ella concibió de él.

(Gn 38:19) Luego se levantó y se fue, y se quitó el velo de sobre sí, y se vistió las ropas de su viudez.

(Gn 38:20) Y Judá envió el cabrito de las cabras por «medio de»* su amigo el adulamita, para que éste recibiese la prenda de la mujer; pero no la halló.

(Gn 38:21) Y preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo: ¿Dónde está la prostituta [ramera] de Enaim junto al camino? Y ellos le dijeron: No ha estado «aquí»* prostituta [ramera] alguna.

(Gn 38:22) Entonces él se volvió a Judá, y dijo: No la he hallado; y también los hombres del lugar dijeron: «Aquí»* no ha estado prostituta [ramera].

(Gn 38:23) Y Judá dijo: Tómeselo para sí, «para que no»* seamos despreciados; he aquí yo he enviado este cabrito, y tú no la hallaste.

(Gn 38:24) Sucedió que «al cabo de unos tres»* meses fue dado aviso a Judá, diciendo: Tamar tu nuera ha fornicado, y ciertamente está encinta a causa de las fornicaciones. Y Judá dijo: Sáquenla, y sea quemada.

(Gn 38:25) Pero ella, cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: Del varón cuyas son estas cosas, estoy encinta. También dijo: Mira ahora de quién son estas cosas, el sello, el cordón y el báculo.

(Gn 38:26) Entonces Judá los reconoció, y dijo: Más justa es ella que yo, por cuanto no la he dado a Sela mi hijo. Y nunca más la conoció.

(Gn 38:27) Y sucedió que al tiempo de dar a luz, he aquí había gemelos en su seno.

(Gn 38:28) Sucedió cuando daba a luz, que sacó la mano el uno, y la partera tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: Este salió primero.

(Gn 38:29) Pero volviendo él a meter la mano, he aquí salió su hermano; y ella dijo: ¡Qué brecha te has abierto! Y llamó su nombre Fares.

(Gn 38:30) Después salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y llamó su nombre Zara.

José y la esposa de Potifar
(Gn 39:1) Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá .

(Gn 39:2) Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio.

(Gn 39:3) Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano.

(Gn 39:4) Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su «poder»* todo lo que tenía.

(Gn 39:5) Y sucedió que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo.

(Gn 39:6) Y dejó todo lo que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia.

(Gn 39:7) Sucedió después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo.

(Gn 39:8) Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene.

(Gn 39:9) No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?

(Gn 39:10) Hablando ella a José «cada día,»* y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella,

(Gn 39:11) sucedió que entró él «un día»* en casa para hacer su oficio, y no había «nadie»* de «los de»* casa allí.

(Gn 39:12) Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió.

(Gn 39:13) Cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos, y había huido fuera,

(Gn 39:14) llamó a «los de»* casa, y les habló diciendo: Vean, nos ha traído un hebreo para que hiciese burla de nosotros. Vino él a mí para dormir conmigo, y «yo di»* grandes voces;

(Gn 39:15) y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó y salió.

(Gn 39:16) Y ella puso junto a sí la ropa de José, hasta que vino su señor a su casa.

(Gn 39:17) Entonces le habló ella las mismas palabras, diciendo: El esclavo [siervo, sirviente] hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme.

(Gn 39:18) Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera.

(Gn 39:19) Y sucedió que cuando oyó el amo de José las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: «Así»* me ha tratado tu esclavo [siervo, sirviente], se encendió su «furor.»*

(Gn 39:20) Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel.

(Gn 39:21) Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel.

(Gn 39:22) Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía.

(Gn 39:23) No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al «cuidado de»* José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba.

José interpreta dos sueños
(Gn 40:1) Sucedió después de estas cosas, que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron [cometieron delito] contra su señor el rey de Egipto.

(Gn 40:2) Y se enojó Faraón contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos,

(Gn 40:3) y los puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso.

(Gn 40:4) Y el capitán de la guardia encargó de ellos a José, y él les servía; y estuvieron días en la prisión.

(Gn 40:5) Y ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión, tuvieron un sueño, «cada uno»* su propio sueño en una misma noche, «cada uno»* con su propio significado.

(Gn 40:6) Vino a ellos José por la mañana, y los miró, y he aquí que estaban tristes.

(Gn 40:7) Y él preguntó a aquellos oficiales de Faraón, que estaban con él en la prisión de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal sus [de ustedes] semblantes?

(Gn 40:8) Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones? Cuéntenmelo ahora.

(Gn 40:9) Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo: «Yo soñaba»* que veía una vid delante de mí,

(Gn 40:10) y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas.

(Gn 40:11) Y que la copa de Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón.

(Gn 40:12) Y le dijo José: Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días.

(Gn 40:13) «Al cabo de»* tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y darás la copa a Faraón en su mano, «como solías hacerlo»* cuando eras su copero.

(Gn 40:14) Acuérdate, pues, de mí cuando tengas «ese bien,»* y te ruego que uses conmigo de misericordia, y «hagas mención»* de mí a Faraón, y me saques de esta casa.

(Gn 40:15) Porque fui hurtado [robado] de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel.

(Gn 40:16) Viendo el jefe de los panaderos que había interpretado para bien, dijo a José: También yo «soñé»* que veía tres canastillos blancos sobre mi cabeza.

(Gn 40:17) En el canastillo más alto había de toda clase de manjares de «pastelería»* para Faraón; y las aves las comían del canastillo de sobre mi cabeza.

(Gn 40:18) Entonces respondió José, y dijo: Esta es su interpretación: Los tres canastillos tres días son.

(Gn 40:19) «Al cabo de»* tres días quitará Faraón tu cabeza de sobre ti, y te hará colgar en «la horca,»* y las aves comerán tu carne de sobre ti.

(Gn 40:20) Al tercer día, que era el día del cumpleaños de Faraón, el rey hizo banquete a todos sus sirvientes; y alzó la cabeza del jefe de los coperos, y la cabeza del jefe de los panaderos, entre sus servidores.

(Gn 40:21) E hizo volver a su oficio al jefe de los coperos, y dio éste la copa en mano de Faraón.

(Gn 40:22) Mas hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como lo había interpretado José.

(Gn 40:23) Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó.

José interpreta el sueño de Faraón
(Gn 41:1) Sucedió «que pasados»* dos años «tuvo»* Faraón «un sueño.»* Le parecía que estaba junto al río;

(Gn 41:2) y que del río subían siete vacas, hermosas a la vista, y «muy gordas,»* y pacían en el prado.

(Gn 41:3) Y que tras ellas subían del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río;

(Gn 41:4) y que las vacas de feo aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas. Y despertó Faraón.

(Gn 41:5) Se durmió de nuevo, y soñó la segunda vez: Que siete espigas llenas y hermosas crecían de una sola caña,

(Gn 41:6) y que después de ellas salían otras siete espigas menudas y abatidas del viento solano;

(Gn 41:7) y las siete espigas menudas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas. Y despertó Faraón, y he aquí que era sueño.

(Gn 41:8) Sucedió que por la mañana estaba agitado su espíritu, y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a todos sus sabios; y les contó Faraón sus sueños, mas no había quien los pudiese interpretar a Faraón.

(Gn 41:9) Entonces el jefe de los coperos habló a Faraón, diciendo: Me acuerdo hoy de mis faltas.

(Gn 41:10) Cuando Faraón se enojó contra sus esclavos [siervos, sirvientes], nos echó a la prisión de la casa del capitán de la guardia a mí y al jefe de los panaderos.

(Gn 41:11) Y él y yo tuvimos un sueño en la misma noche, y «cada»* sueño tenía su propio significado.

(Gn 41:12) Estaba allí con nosotros un joven hebreo, esclavo [siervo, sirviente] del capitán de la guardia; y se lo contamos, y él nos interpretó nuestros sueños, y declaró a cada uno conforme a su sueño.

(Gn 41:13) Y sucedió que como él nos los interpretó, así fue: «yo fui restablecido»* en mi puesto, y «el otro»* fue colgado.

(Gn 41:14) Entonces Faraón envió y llamó a José. Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y vino a Faraón.

(Gn 41:15) Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos.

(Gn 41:16) Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón.

(Gn 41:17) Entonces Faraón dijo a José: En mi sueño me parecía que estaba a la orilla del río;

(Gn 41:18) y que del río subían siete vacas de gruesas carnes y hermosa apariencia, que pacían en el prado.

(Gn 41:19) Y que otras siete vacas subían después de ellas, flacas y de muy feo aspecto; tan extenuadas, que no he visto «otras semejantes»* en fealdad en toda la tierra de Egipto.

(Gn 41:20) Y las vacas flacas y feas devoraban a las siete primeras vacas gordas;

(Gn 41:21) y éstas entraban en sus entrañas, mas no se conocía que hubiesen entrado, porque la apariencia de las flacas era aún mala, como al principio. Y yo desperté.

(Gn 41:22) Vi también «soñando,»* que siete espigas crecían en una misma caña, llenas y hermosas.

(Gn 41:23) Y que otras siete espigas menudas, marchitas, abatidas del viento solano, crecían después de ellas;

(Gn 41:24) y las espigas menudas devoraban a las siete espigas hermosas; y lo he dicho a los magos, mas no hay quien me lo interprete.

(Gn 41:25) Entonces respondió José a Faraón: El sueño de Faraón es uno mismo; Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer.

(Gn 41:26) Las siete vacas hermosas siete años son; y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo.

(Gn 41:27) También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del viento solano, siete años serán de hambre.

(Gn 41:28) Esto es lo que respondo a Faraón. Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón.

(Gn 41:29) He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto.

(Gn 41:30) Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra.

(Gn 41:31) Y aquella abundancia no «se echará de ver,»* a «causa»* del hambre siguiente la cual será gravísima.

(Gn 41:32) Y el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla.

(Gn 41:33) Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto.

(Gn 41:34) Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia.

(Gn 41:35) Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo.

(Gn 41:36) Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre.

José, gobernador de Egipto
(Gn 41:37) El asunto pareció bien «a»* Faraón y «a»* sus esclavos [siervos, sirvientes],

(Gn 41:38) y dijo Faraón a sus esclavos [siervos, sirvientes]: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios?

(Gn 41:39) Y dijo Faraón a José: «Pues que»* Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú.

(Gn 41:40) estarás sobre mi casa, y por «tu palabra»* «se gobernará»* todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú.

(Gn 41:41) Dijo además Faraón a José: «He aquí»* yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto.

(Gn 41:42) Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello;

(Gn 41:43) y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblen la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto.

(Gn 41:44) Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti «ninguno»* alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto.

(Gn 41:45) Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnatpanea; y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y salió José por toda la tierra de Egipto.

(Gn 41:46) Era José «de edad de»* treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto; y salió José de la presencia [de delante] de Faraón, y recorrió toda la tierra de Egipto.

(Gn 41:47) En aquellos siete años de abundancia la tierra produjo a montones.

(Gn 41:48) Y él reunió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y guardó alimento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el alimento del campo de sus alrededores.

(Gn 41:49) Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta «no poderse»* contar, porque no tenía número.

(Gn 41:50) Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On.

(Gn 41:51) Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre.

(Gn 41:52) Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción.

(Gn 41:53) Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto.

(Gn 41:54) Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan.

(Gn 41:55) Cuando «se sintió el hambre»* en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan. Y dijo Faraón a todos los egipcios: vayan a José, y hagan lo que él les dijere.

(Gn 41:56) Y el hambre estaba por toda «la extensión del»* país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque «había crecido»* el hambre en la tierra de Egipto.

(Gn 41:57) Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra «había crecido»* el hambre.

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