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Reinado de Ezequías
(2Cr 29:1-2)
(2R 18:1) En el tercer año de Oseas hijo de
Ela, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías hijo de Acaz rey de Judá.
(2R 18:2) Cuando comenzó a reinar era
de veinticinco años, y reinó en Jerusalén veintinueve años.
El nombre de su madre fue Abi hija de Zacarías.
(2R 18:3) Hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a
todas las cosas que había hecho David su padre.
(2R 18:4) El quitó los lugares
altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés,
porque hasta «entonces»* le quemaban
incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán.
(2R 18:5) En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni
después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá.
(2R 18:6) Porque siguió a
Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos
que Jehová prescribió a Moisés.
(2R 18:7) Y Jehová estaba con
él; y adondequiera que salía, prosperaba. El se rebeló contra el rey de Asiria,
y no le sirvió.
(2R 18:8) Hirió también a los filisteos hasta
Gaza y sus fronteras, desde las torres de las atalayas hasta la ciudad
fortificada.
Caída de Samaria
(2R 18:9) En el cuarto año del rey
Ezequías, que era el año séptimo de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, subió
Salmanasar rey de los asirios contra Samaria, y la sitió,
(2R 18:10) y la tomaron al cabo
de tres años. En el año sexto de Ezequías, el cual era
el año noveno de Oseas rey de Israel, fue tomada Samaria.
(2R 18:11) Y el rey de Asiria llevó cautivo a Israel a Asiria,
y los puso en Halah, en Habor junto al río
Gozán, y en las ciudades de los medos;
(2R 18:12) por cuanto no habían atendido a la voz de Jehová su Dios, sino que habían
quebrantado [despedazado] su pacto [alianza,
convenio, acuerdo]; y todas las cosas
que Moisés esclavo [siervo, sirviente]
de Jehová había mandado, no las habían
escuchado, ni puesto por obra.
Senaquerib invade a Judá
(2Cr 32:1-19;
Is 36:1-22)
(2R 18:13) A los catorce años del rey
Ezequías, subió Senaquerib rey de Asiria contra
todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó.
(2R 18:14) Entonces Ezequías rey de Judá envió a decir al rey de Asiria que estaba en Laquis: Yo he
pecado; apártate de mí, y haré todo lo que me impongas. Y el rey de Asiria
impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de plata, y treinta talentos
de oro.
(2R 18:15) Dio, por tanto,
Ezequías toda la plata que fue hallada en la casa de Jehová, y en los tesoros
de la casa real.
(2R 18:16) «Entonces»* Ezequías quitó el
oro de las puertas del templo de Jehová y de los
quiciales que el mismo rey Ezequías había cubierto de oro, y lo dio al rey de
Asiria.
(2R 18:17) Después el rey de Asiria envió contra el rey Ezequías al Tartán, al Rabsaris y al
Rabsaces, con un gran ejército, desde Laquis contra Jerusalén, y subieron y
vinieron a Jerusalén. Y habiendo subido, vinieron y acamparon junto al
acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad [posesión territorial] del Lavador.
(2R 18:18) Llamaron luego al
rey, y salió a ellos Eliaquim hijo de Hilcías, «mayordomo,»* y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller.
(2R 18:19) Y les dijo el
Rabsaces: Digan ahora a Ezequías: Así dice el gran rey de Asiria: ¿Qué
confianza es esta en que te apoyas?
(2R 18:20) Dices (pero «son palabras vacías):»*
Consejo tengo y fuerzas para la guerra. Mas ¿en qué confías, que te has rebelado contra mí?
(2R 18:21) He aquí que confías
en este báculo de caña cascada, en Egipto, en el cual si «alguno»* se
apoyare, se le entrará por la mano y la traspasará.
Tal es Faraón rey de Egipto para todos los que en él confían.
(2R 18:22) Y si me dicen:
Nosotros confiamos en Jehová nuestro Dios, ¿no es éste aquel cuyos lugares
altos y altares ha quitado Ezequías, y ha dicho a Judá y a Jerusalén: Delante
de este altar adoraran en Jerusalén?
(2R 18:23) Ahora, pues, «yo
te ruego»* que des rehenes a mi señor, el rey de Asiria, y yo te daré dos mil
caballos, si tú puedes dar jinetes para ellos.
(2R 18:24) ¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor
de los esclavos
[siervos, sirvientes] de mi
señor, aunque estés confiado en Egipto con sus
carros y su gente de a caballo?
(2R 18:25) ¿Acaso he venido yo
ahora sin Jehová a este lugar, para destruirlo? Jehová me ha dicho: Sube a esta
tierra, y destrúyela.
(2R 18:26) Entonces dijo
Eliaquim hijo de Hilcías, y Sebna y Joa, al Rabsaces: «Te rogamos»*
que hables a tus esclavos [siervos,
sirvientes] en arameo, porque nosotros lo entendemos, y no hables con nosotros en lengua de
Judá a oídos del pueblo que está sobre el muro.
(2R 18:27) Y el Rabsaces les dijo:
¿Me ha enviado mi señor para decir estas palabras a ti y a tu señor, y no a los
hombres que están sobre el muro, expuestos a comer su propio estiércol y beber
su propia orina con ustedes?
(2R 18:28) Entonces el Rabsaces se puso en pie y clamó a gran
voz en lengua de Judá, y habló diciendo: Oigan
la palabra del gran rey, el rey de Asiria.
(2R 18:29) Así ha dicho el rey:
No les engañe Ezequías, porque no les podrá librar de mi mano.
(2R 18:30) Y no les haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente nos librará Jehová,
y esta ciudad no será entregada en mano del rey de Asiria.
(2R 18:31) No escuchen a
Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Hagan conmigo paz, y salgan a mí, y
coma «cada uno»* de su vid y de su higuera, y beba
«cada uno»*
las aguas de su pozo,
(2R 18:32) hasta que yo venga y les lleve a una tierra como la suya [de ustedes], tierra de grano y de vino,
tierra de pan y de viñas, tierra de olivas, de aceite, y de miel; y vivirán, y no morirán. No oigan a Ezequías, porque les engaña
cuando dice: Jehová nos librará.
(2R 18:33) ¿Acaso «alguno»* de los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria?
(2R 18:34) ¿Dónde está el dios de Hamat y de Arfad? ¿Dónde
está el dios de Sefarvaim, de Hena, y de Iva? ¿Pudieron éstos librar a Samaria de mi mano?
(2R 18:35) ¿Qué dios de todos los dioses de estas tierras ha
librado su tierra de mi mano, para que Jehová
libre de mi mano a Jerusalén?
(2R 18:36) Pero el pueblo calló,
y no le respondió palabra; porque había mandamiento
del rey, el cual había dicho: No le respondan.
(2R 18:37) Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, «mayordomo,»* y
Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus
vestidos, y le contaron las palabras del
Rabsaces.
Judá es librado de Senaquerib
(2Cr 32:20-23; Is 37:1-38)
(2R 19:1) Cuando el rey Ezequías lo oyó,
rasgó sus vestidos y se cubrió de cilicio, y entró en la casa de Jehová.
(2R 19:2) Y envió a Eliaquim «mayordomo,»* a
Sebna escriba y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz,
(2R 19:3) para que le dijesen:
Así ha dicho Ezequías: Este día es día de angustia, de reprensión y de
blasfemia; porque los hijos «están a
punto de nacer,»* y la que da a luz no tiene
fuerzas.
(2R 19:4) Quizá oirá Jehová tu
Dios todas las palabras del Rabsaces, a quien el rey de los asirios su señor ha
enviado para blasfemar al Dios viviente,
y para vituperar con palabras, las cuales Jehová tu Dios ha oído; por tanto,
eleva oración por el remanente que aún queda.
(2R 19:5) Vinieron, pues, los esclavos [siervos,
sirvientes] del rey Ezequías a Isaías.
(2R 19:6) E Isaías les respondió:
Así dirán a su [de ustedes]
señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las
palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los esclavos [siervos,
sirvientes] del rey de Asiria.
(2R 19:7) He aquí pondré yo en
él un espíritu, y oirá rumor, y volverá
a su tierra; y haré que en su tierra caiga a espada.
(2R 19:8) Y regresando el Rabsaces, halló al rey de Asiria
combatiendo contra Libna; porque oyó que se
había ido de Laquis.
(2R 19:9) Y oyó decir que
Tirhaca rey de Etiopía había salido para hacerle guerra. Entonces volvió él y
envió embajadores a Ezequías, diciendo:
(2R 19:10) Así dirán a Ezequías
rey de Judá: No te engañe tu Dios en quien tú confías, para decir: Jerusalén no
será entregada en mano del rey de Asiria.
(2R 19:11) He aquí tú has oído
lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, destruyéndolas; ¿y
escaparás tú?
(2R 19:12) ¿Acaso libraron sus
dioses a las naciones que mis padres destruyeron, esto es, Gozán, Harán, Resef,
y los hijos de Edén que estaban en Telasar?
(2R 19:13) ¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, y el
rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?
(2R 19:14) Y tomó Ezequías las
cartas de mano de los embajadores; y después que las hubo leído, subió a la
casa de Jehová, y las extendió Ezequías delante de Jehová.
(2R 19:15) Y oró Ezequías
delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los
reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra.
(2R 19:16) Inclina, oh Jehová,
tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de
Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente.
(2R 19:17) Es cierto, oh Jehová, que los reyes de Asiria han
destruido las naciones y sus tierras;
(2R 19:18) y que echaron al
fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de
hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron.
(2R 19:19) Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, «te
ruego,»* de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová,
eres Dios.
(2R 19:20) Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías: Así ha dicho Jehová, Dios de
Israel: Lo que me pediste acerca de Senaquerib rey de Asiria, he oído.
(2R 19:21) Esta es la palabra que Jehová ha pronunciado acerca de él: La virgen hija de Sion te desprecia, te
escarnece; detrás de ti mueve su cabeza la hija de Jerusalén.
(2R 19:22) ¿A quién has vituperado
y blasfemado? ¿y contra quién has alzado la voz, y levantado en alto tus ojos?
Contra el Santo de Israel.
(2R 19:23) Por mano de tus mensajeros has vituperado a Jehová, y has dicho: Con la multitud de mis carros he subido
a las alturas de los montes, a lo más inaccesible del Líbano; cortaré sus altos
cedros, sus cipreses más escogidos; me alojaré en sus más remotos lugares, en
el bosque de sus feraces campos.
(2R 19:24) Yo he cavado y bebido
las aguas extrañas, he secado con las plantas de mis pies todos los ríos de
Egipto.
(2R 19:25) ¿Nunca has oído que
desde tiempos antiguos yo lo hice, y
que desde los días de la antigüedad lo
tengo ideado? Y ahora lo he hecho venir, y tú serás para hacer desolaciones,
para reducir las ciudades fortificadas a montones de escombros.
(2R 19:26) Sus habitantes [moradores,
residentes] fueron de corto poder; fueron acobardados y confundidos;
vinieron a ser como la hierba del campo, y como
hortaliza verde, como heno de los terrados, marchitado antes de su madurez.
(2R 19:27) He conocido tu situación, tu salida y tu entrada, y
tu furor contra mí.
(2R 19:28) Por cuanto te has airado contra mí, por cuanto tu arrogancia ha subido a mis oídos, yo
pondré mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el
camino por donde viniste.
(2R 19:29) Y esto te daré por señal,
oh Ezequías: Este año comerán lo que nacerá de suyo, y el segundo año lo que
nacerá de suyo; y el tercer año sembraran, y
segaran, y plantaran viñas, y comerán el fruto de ellas.
(2R 19:30) Y lo que hubiere escapado, lo que hubiere quedado
de la casa de Judá, volverá a echar raíces abajo, y llevará fruto arriba.
(2R 19:31) Porque saldrá de Jerusalén
remanente, y del monte de Sion los que se salven. El celo de Jehová de los
ejércitos hará esto.
(2R 19:32) Por tanto, así dice
Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni echará flecha [saeta] en ella; ni vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella
baluarte.
(2R 19:33) Por el mismo camino que vino, volverá, y no entrará
en esta ciudad, dice Jehová.
(2R 19:34) Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla, por
amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo.
(2R 19:35) Y sucedió que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los
asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he
aquí que todo era cuerpos de muertos.
(2R 19:36) Entonces Senaquerib rey de Asiria
se fue, y volvió a Nínive, donde se quedó.
(2R 19:37) Y sucedió que
mientras él adoraba en el templo de Nisroc su dios,
Adramelec y Sarezer sus hijos lo hirieron a espada, y huyeron a tierra de
Ararat. Y reinó en su lugar Esar-hadón su hijo.
Enfermedad de Ezequías
(2Cr 32:24-26; Is 38:1-22)
(2R 20:1) En aquellos días
Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo:
Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás.
(2R 20:2) Entonces él volvió
su rostro a la pared, y oró a Jehová y dijo:
(2R 20:3) «Te ruego,»* oh Jehová, «te
ruego»* que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho «las
cosas que te agradan.»* Y lloró Ezequías con gran lloro.
(2R 20:4) Y antes que Isaías
saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo:
(2R 20:5) Vuelve, y di a
Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo
he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer
día subirás a la casa de Jehová.
(2R 20:6) Y añadiré a tus días quince años, y te
libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad
por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo.
(2R 20:7) Y dijo Isaías: Tomen
masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó.
(2R 20:8) Y Ezequías había dicho
a Isaías: ¿Qué señal tendré de que
Jehová me sanará, y que subiré a la casa de Jehová al tercer día?
(2R 20:9) Respondió Isaías:
Esta señal tendrás de Jehová, de que
hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá
diez grados?
(2R 20:10) Y Ezequías respondió:
Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva
atrás diez grados.
(2R 20:11) Entonces el profeta
Isaías clamó
a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el
reloj de Acaz, diez grados atrás.
Ezequías recibe a los enviado de
Babilonia
(2Cr 32:27-31;Is 39:1-8)
(2R 20:12) En aquel tiempo
Merodac-baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió mensajeros con cartas
y regalos [presentes] a Ezequías,
porque había oído que Ezequías había caído
enfermo.
(2R 20:13) Y Ezequías los oyó,
y les mostró toda la casa de sus tesoros, plata, oro, y especias, y ungüentos
preciosos, y la casa de sus armas, y todo lo que había en sus tesoros; ninguna
cosa quedó que Ezequías no les mostrase, así en su casa como en todos sus
dominios.
(2R 20:14) Entonces el profeta
Isaías vino al rey Ezequías, y le dijo: ¿Qué dijeron aquellos varones, y de dónde
vinieron a ti? Y Ezequías le respondió: De lejanas tierras han venido, de
Babilonia.
(2R 20:15) Y él le volvió a decir: ¿Qué vieron en tu casa? Y Ezequías respondió: Vieron todo lo que
había en mi casa; nada quedó en mis tesoros que no les mostrase.
(2R 20:16) Entonces Isaías dijo
a Ezequías: Oye palabra de Jehová:
(2R 20:17) He aquí vienen días
en que todo lo que está en tu casa, y todo lo que tus
padres han atesorado hasta hoy, será llevado a Babilonia, sin quedar nada, dijo
Jehová.
(2R 20:18) Y de tus hijos que saldrán
de ti, que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de
Babilonia.
(2R 20:19) Entonces Ezequías dijo
a Isaías: La palabra de Jehová que has hablado, es buena. Después dijo: Habrá
al menos paz y seguridad en mis días.
Muerte de Ezequías
(2Cr 32:32-33)
(2R 20:20) Los demás hechos de Ezequías, y todo su poderío, y
cómo hizo el estanque y el conducto, y metió las
aguas en la ciudad, ¿no está escrito en el libro de «las crónicas»*
de los reyes de Judá?
(2R 20:21) Y durmió Ezequías
con sus padres, y reinó en su lugar Manasés su hijo.
Reinado de Manasés
(2Cr 33:1-20)
(2R 21:1) De doce años era Manasés cuando comenzó a
reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años; el nombre
de su madre fue Hepsiba.
(2R 21:2) E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, según las
abominaciones de las naciones que Jehová había echado de la presencia [de delante] de los hijos de Israel.
(2R 21:3) Porque volvió a edificar los lugares altos que
Ezequías su padre había derribado, y levantó
altares a Baal, e hizo una imagen de Asera, como había hecho
Acab rey de Israel; y adoró a todo el ejército de los cielos, y rindió culto a
aquellas cosas.
(2R 21:4) Asimismo edificó
altares en la casa de Jehová, de la cual Jehová había dicho: Yo pondré mi
nombre en Jerusalén.
(2R 21:5) Y edificó altares
para todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa de Jehová.
(2R 21:6) Y pasó a su hijo por
fuego, y se dio a observar los tiempos,
y fue agorero, e instituyó encantadores y adivinos,
multiplicando así el hacer lo malo ante
los ojos de Jehová, para provocarlo a ira.
(2R 21:7) Y puso una imagen de
Asera que él había hecho, en la casa de la cual
Jehová había dicho a David y a Salomón su hijo: Yo pondré mi nombre para
siempre en esta casa, y en Jerusalén, a la cual escogí de todas las tribus de
Israel;
(2R 21:8) y no volveré a hacer que el pie de Israel sea
movido de la tierra que di a sus padres, con tal
que guarden y hagan conforme a todas las cosas que yo les he mandado, y
conforme a toda la ley que mi esclavo [siervo,
sirviente] Moisés les mandó.
(2R 21:9) Mas ellos no escucharon;
y Manasés los indujo a que hiciesen más mal que las naciones que Jehová
destruyó delante de los hijos de Israel.
(2R 21:10) Habló, pues, Jehová
por «medio de»*
sus esclavos [siervos, sirvientes] los profetas, diciendo:
(2R 21:11) Por cuanto Manasés rey de Judá ha hecho estas abominaciones, y ha hecho más mal que todo lo
que hicieron los amorreos que fueron antes de él, y también ha hecho pecar a
Judá con sus ídolos;
(2R 21:12) por tanto, así ha dicho Jehová el Dios de Israel:
He aquí yo traigo tal mal sobre Jerusalén y sobre Judá, que al que lo oyere le
retiñirán ambos oídos.
(2R 21:13) Y extenderé sobre
Jerusalén el cordel de Samaria y la plomada de la casa de Acab; y limpiaré a Jerusalén
como se limpia un plato, que se friega y se vuelve «boca abajo.»*
(2R 21:14) Y desampararé el
resto de mi heredad [posesión
territorial], y lo entregaré en manos
de sus enemigos; y serán para presa y despojo de todos sus adversarios;
(2R 21:15) por cuanto han hecho
lo malo ante mis ojos, y me han
provocado a ira, desde el día que sus padres salieron de Egipto hasta hoy.
(2R 21:16) Fuera de esto, derramó Manasés mucha sangre inocente
en gran manera, hasta llenar a Jerusalén «de extremo a extremo;»*
además de su pecado con que hizo pecar a Judá,
para que hiciese lo malo ante los ojos
de Jehová.
(2R 21:17) Los demás hechos de Manasés, y todo lo que hizo, y el pecado que cometió, ¿no está todo escrito en el
libro de «las crónicas»* de los reyes de Judá?
(2R 21:18) Y durmió Manasés con
sus padres, y fue sepultado en el huerto de su casa, en el huerto de Uza, y
reinó en su lugar Amón su hijo.
Reinado de Amón
(2Cr 33:21-25)
(2R 21:19) De veintidós años era Amón
cuando comenzó a reinar, y reinó dos años en
Jerusalén. El nombre de su madre fue Mesulemet hija de Haruz, de Jotba.
(2R 21:20) E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como había
hecho Manasés su padre.
(2R 21:21) Y anduvo en todos los caminos en que su padre
anduvo, y sirvió a los ídolos a los cuales había
servido su padre, y los adoró;
(2R 21:22) y dejó a Jehová el
Dios de sus padres, y no anduvo en el camino de Jehová.
(2R 21:23) Y los esclavos [siervos,
sirvientes] de Amón conspiraron contra él, y mataron al rey en su casa.
(2R 21:24) Entonces el pueblo de la tierra mató a todos los que habían conspirado
contra el rey Amón; y puso el pueblo de la tierra por rey en su lugar a Josías
su hijo.
(2R 21:25) Los demás hechos de Amón,
¿no están todos escritos en el libro de «las
crónicas»* de los reyes de Judá?
(2R 21:26) Y fue sepultado en
su sepulcro en el huerto de Uza, y reinó en su lugar Josías su hijo.
Reinado de Josías
(2Cr 34:1-2)
(2R 22:1) Cuando Josías comenzó a reinar era de ocho años, y reinó
en Jerusalén treinta y un años. El nombre de su madre fue Jedida
hija de Adaía, de Boscat.
(2R 22:2) E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en
todo el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda.
Hallazgo del libro de la ley
(2Cr 34:8-33)
(2R 22:3) A los dieciocho años del rey Josías, envió el rey a Safán hijo de Azalía, hijo de
Mesulam, escriba, a la casa de Jehová, diciendo:
(2R 22:4) Ve al sumo sacerdote Hilcías, y dile que recoja el dinero que han traído a la casa de Jehová, que han
recogido del pueblo los guardianes de la puerta,
(2R 22:5) y que lo pongan en
manos de los que hacen la obra, que tienen a su cargo el arreglo de la casa de
Jehová, y que lo entreguen a los que hacen la obra de la casa de Jehová, para
reparar las grietas de la casa;
(2R 22:6) a los carpinteros, maestros y albañiles, para
comprar madera y piedra de cantería para reparar la casa;
(2R 22:7) y que no se les tome cuenta del dinero «cuyo manejo se les confiare,»* porque ellos proceden con honradez.
(2R 22:8) Entonces dijo el
sumo sacerdote Hilcías al escriba Safán: He hallado el libro de la ley en la
casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó.
(2R 22:9) Viniendo luego el escriba Safán al rey, dio cuenta
al rey y dijo: Tus esclavos [siervos,
sirvientes] han recogido el dinero
que se halló en el templo, y lo han entregado en «poder de»* los
que hacen la obra, que tienen a su cargo el arreglo de la casa de Jehová.
(2R 22:10) Asimismo el escriba Safán declaró al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me ha dado un
libro. Y lo leyó Safán delante del rey.
(2R 22:11) Y cuando el rey hubo
oído las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestidos.
(2R 22:12) Luego el rey dio orden
al sacerdote Hilcías, a Ahicam hijo de Safán, a Acbor hijo de Micaías, al
escriba Safán y a Asaías esclavo [siervo,
sirviente] del rey, diciendo:
(2R 22:13) Vayan y pregunten a
Jehová por mí, y por el pueblo, y por todo Judá, acerca de las palabras de este
libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que se ha encendido
contra nosotros, por cuanto nuestros padres no escucharon las palabras de este
libro, para hacer conforme a todo lo que nos fue escrito.
(2R 22:14) Entonces fueron el
sacerdote Hilcías, y Ahicam, Acbor, Safán y Asaías, a la profetisa Hulda, mujer
de Salum hijo de Ticva, hijo de Harhas, guarda de las vestiduras, la cual
moraba en Jerusalén en la segunda parte de la ciudad, y hablaron con ella.
(2R 22:15) Y ella les dijo: Así
ha dicho Jehová el Dios de Israel: Digan al varón que les envió a mí:
(2R 22:16) Así dijo Jehová: He
aquí yo traigo sobre este lugar, y sobre los que en él habitan [moran, residen], todo el mal de que habla
este libro que ha leído el rey de Judá;
(2R 22:17) por cuanto me dejaron
a mí, y quemaron incienso a dioses ajenos, provocándome a ira con toda la obra
de sus manos; mi ira se ha encendido contra este lugar, y no se apagará.
(2R 22:18) Mas al rey de Judá que les ha enviado para que
preguntasen a Jehová, dirán así: Así ha dicho
Jehová el Dios de Israel: Por cuanto oíste las palabras del libro,
(2R 22:19) y tu corazón se enterneció, y te humillaste
delante de Jehová, cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar y
contra sus habitantes [moradores, residentes],
que vendrán a ser devastados [arruinados,
asolados] y malditos, y rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi
presencia, también yo te he oído, dice Jehová.
(2R 22:20) Por tanto, he aquí yo te recogeré con tus padres, y
serás llevado a tu sepulcro en paz, y no verán
tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este lugar. Y ellos dieron al rey la
respuesta.
(2R 23:1) Entonces el rey mandó
reunir con él a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.
(2R 23:2) Y subió el rey a la
casa de Jehová con todos los varones de Judá, y con todos los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén, con los
sacerdotes y profetas y con todo el
pueblo, desde el más chico hasta el más grande; y leyó, oyéndolo ellos, todas
las palabras del libro del pacto [alianza,
convenio, acuerdo] que había sido hallado en la casa de
Jehová.
(2R 23:3) Y poniéndose el rey en pie
junto a la columna, hizo pacto [alianza,
convenio, acuerdo] delante de Jehová, de que irían detrás de Jehová,
y cumplirían [guardarían, conservarían] sus
mandamientos, sus testimonios y sus
estatutos, con todo el corazón y con
toda el alma, y que ejecutarían [llevarían a cabo] las palabras del pacto [alianza, convenio, acuerdo] que
estaban escritas en aquel libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto [alianza,
convenio, acuerdo].
Reformas de Josías
(2Cr 34:3-7)
(2R 23:4) Entonces mandó el
rey al sumo sacerdote Hilcías, a los sacerdotes de segundo orden, y a los
guardianes de la puerta, que sacasen del templo de
Jehová todos los utensilios que habían sido hechos para Baal, para Asera y para
todo el ejército de los cielos; y los quemó fuera de Jerusalén en el campo del
Cedrón, e hizo llevar las cenizas de ellos a Betel.
(2R 23:5) Y quitó a los
sacerdotes idólatras que habían puesto los reyes de Judá para que quemasen
incienso en los lugares altos en las ciudades de Judá, y en los alrededores de
Jerusalén; y asimismo a los que quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna,
y a los signos del zodíaco, y a todo el ejército de los cielos.
(2R 23:6) Hizo también sacar la imagen de
Asera fuera de la casa de Jehová, fuera de Jerusalén, al valle del Cedrón, y la
quemó en el valle del Cedrón, y la convirtió en polvo, y echó el polvo sobre los sepulcros de los hijos del pueblo.
(2R 23:7) Además derribó los
lugares de prostitución idolátrica que estaban en la casa de Jehová, en los
cuales tejían las mujeres tiendas para Asera.
(2R 23:8) E hizo venir todos los sacerdotes de las ciudades
de Judá, y profanó los lugares altos donde los
sacerdotes quemaban incienso, desde Geba hasta Beerseba; y derribó los altares
de las puertas que estaban a la entrada de la puerta de Josué, gobernador de la
ciudad, que estaban a la mano izquierda, a la puerta de la ciudad.
(2R 23:9) Pero los sacerdotes de los lugares altos no subían al altar de Jehová en Jerusalén, sino que comían
panes sin levadura entre sus hermanos.
(2R 23:10) Asimismo profanó a
Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para que «ninguno»*
pasase su hijo o su hija por fuego a Moloc.
(2R 23:11) Quitó también los
caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol
a la entrada del templo de Jehová, junto a la cámara de Natán
melec eunuco, el cual tenía a su cargo los ejidos; y quemó al fuego los carros
del sol.
(2R 23:12) Derribó además el
rey los altares que estaban sobre la azotea de la sala de Acaz, que los reyes
de Judá habían hecho, y los altares que había hecho Manasés en los dos atrios
de la casa de Jehová; y de allí corrió y arrojó el polvo al arroyo del Cedrón.
(2R 23:13) Asimismo profanó el
rey los lugares altos que estaban delante de Jerusalén, a la mano derecha del
monte de la destrucción, los cuales Salomón rey de Israel había edificado a
Astoret ídolo abominable de los sidonios, a Quemos ídolo abominable de Moab, y
a Milcom ídolo abominable de los hijos de Amón.
(2R 23:14) Y quebró las
estatuas, y derribó las imágenes de Asera, y llenó el lugar de ellos de huesos de hombres.
(2R 23:15) Igualmente el altar que estaba en Betel, y el lugar
alto que había hecho Jeroboam hijo de Nabat, el
que hizo pecar a Israel; aquel altar y el lugar alto destruyó, y lo quemó, y lo
hizo polvo, y puso fuego a la imagen de Asera.
(2R 23:16) Y se volvió Josías,
y viendo los sepulcros que estaban allí en el monte, envió y sacó los huesos de los sepulcros, y los quemó sobre el
altar para contaminarlo, conforme a la palabra de Jehová que había profetizado
el varón de Dios, el cual había anunciado esto.
(2R 23:17) Después dijo: ¿Qué
monumento es este que veo? Y los de la ciudad le respondieron: Este es el
sepulcro del varón de Dios que vino de Judá, y profetizó estas cosas que tú has
hecho sobre el altar de Betel.
(2R 23:18) Y él dijo: Déjenlo; «ninguno»*
mueva sus huesos; y así fueron
preservados sus huesos,
y los huesos del profeta que había venido de Samaria.
(2R 23:19) Y todas las casas de los lugares altos que estaban
en las ciudades de Samaria, las cuales habían hecho
los reyes de Israel para provocar a ira, las quitó también Josías, e hizo de
ellas como había hecho en Betel.
(2R 23:20) Mató además sobre
los altares a todos los sacerdotes de los lugares altos que allí estaban, y
quemó sobre ellos huesos de hombres, y
volvió a Jerusalén.
Josías celebra la pascua
(2Cr 35:1-19)
(2R 23:21) Entonces mandó el
rey a todo el pueblo, diciendo: Hagan la pascua a Jehová su [de ustedes] Dios, conforme a lo que está
escrito en el libro de este pacto [alianza,
convenio, acuerdo].
(2R 23:22) No había sido hecha
tal pascua desde los tiempos en que los
jueces gobernaban a Israel, ni en todos los tiempos
de los reyes de Israel y de los reyes de Judá.
(2R 23:23) A los dieciocho años del rey
Josías fue hecha aquella pascua a Jehová en Jerusalén.
Persiste la ira de Jehová contra Judá
(2R 23:24) Asimismo barrió
Josías a los encantadores, adivinos y terafines,
y todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén,
para cumplir las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el
sacerdote Hilcías había hallado en la casa de Jehová.
(2R 23:25) No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a
Jehová de todo su corazón, de toda su
alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él
nació otro igual.
(2R 23:26) Con todo eso, Jehová no desistió del ardor con que su
gran ira se había encendido contra Judá, por todas las provocaciones con que
Manasés le había irritado.
(2R 23:27) Y dijo Jehová:
También quitaré de mi presencia a Judá, como quité a Israel, y desecharé a esta
ciudad que había escogido, a Jerusalén, y a la casa de la cual había yo dicho:
Mi nombre estará allí.
Muerte de Josías
(2Cr 35:20-27)
(2R 23:28) Los demás hechos de Josías, y todo lo que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de «las crónicas»*
de los reyes de Judá?
(2R 23:29) En aquellos días
Faraón Necao rey de Egipto subió contra el rey de Asiria al río Eufrates, y
salió contra él el rey Josías; pero aquél, así
que le vio, lo mató en Meguido.
(2R 23:30) Y sus esclavos [siervos,
sirvientes] lo pusieron en un carro,
y lo trajeron muerto de Meguido a Jerusalén, y lo sepultaron en su sepulcro.
Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y lo ungieron y
lo pusieron por rey en lugar de su padre.
Reinado y destronamiento de Joacaz
(2Cr 36:1-4)
(2R 23:31) De veintitrés años era Joacaz
cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses
en Jerusalén. El nombre de su madre fue Hamutal hija de Jeremías, de Libna.
(2R 23:32) Y él hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a
todas las cosas que sus padres habían hecho.
(2R 23:33) Y lo puso preso Faraón Necao en Ribla en la
provincia de Hamat, para que no reinase en Jerusalén; e impuso sobre la tierra
una multa de cien talentos de plata, y uno de oro.
(2R 23:34) Entonces Faraón Necao puso por rey a Eliaquim hijo
de Josías, en lugar de Josías su padre, y le cambió
el nombre por el de Joacim; y tomó a Joacaz y lo llevó a Egipto, y murió allí.
(2R 23:35) Y Joacim pagó a
Faraón la plata y el oro; mas hizo avaluar la tierra para dar el dinero «conforme al mandamiento
de»* Faraón, sacando
la plata y el oro del pueblo de la tierra, de «cada
uno»* según la estimación de su hacienda,
para darlo a Faraón Necao.
Reinado de Joacim
(2Cr 36:5-8)
(2R 23:36) De veinticinco años era Joacim
cuando comenzó a reinar, y once años reinó
en Jerusalén. El nombre de su madre fue Zebuda hija de Pedaías, de Ruma.
(2R 23:37) E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a
todas las cosas que sus padres habían hecho.
(2R 24:1) En su tiempo
subió en campaña Nabucodonosor rey de Babilonia.
Joacim vino a ser su esclavo [siervo,
sirviente] por tres años, pero luego volvió y se rebeló contra él.
(2R 24:2) Pero Jehová envió
contra Joacim tropas de caldeos, tropas de sirios, tropas de moabitas y tropas
de amonitas, los cuales envió contra Judá para que la destruyesen, conforme a
la palabra de Jehová que había hablado por sus esclavos [siervos,
sirvientes] los profetas.
(2R 24:3) Ciertamente vino
esto contra Judá por «mandato de»* Jehová, para quitarla de su presencia, por los
pecados de Manasés, y por todo lo que él hizo;
(2R 24:4) asimismo por la sangre
inocente que derramó, pues llenó a Jerusalén de sangre inocente;
Jehová, por tanto, no quiso perdonar.
(2R 24:5) Los demás hechos de Joacim, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de «las crónicas»*
de los reyes de Judá?
(2R 24:6) Y durmió Joacim con
sus padres, y reinó en su lugar Joaquín su hijo.
(2R 24:7) Y nunca más el rey
de Egipto salió de su tierra; porque el rey de Babilonia le tomó todo lo que
era suyo desde el río de Egipto hasta el río Eufrates.
Joaquín y los nobles son llevados
cautivos a Babilonia
(2Cr 36:9-10)
(2R 24:8) De dieciocho años era
Joaquín cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén tres meses. El nombre de su madre fue Nehusta hija
de Elnatán, de Jerusalén.
(2R 24:9) E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a
todas las cosas que había hecho su padre.
(2R 24:10) En aquel tiempo
subieron contra Jerusalén los esclavos [siervos,
sirvientes] de Nabucodonosor rey de Babilonia, y la ciudad fue
sitiada.
(2R 24:11) Vino también Nabucodonosor rey de Babilonia contra
la ciudad, cuando sus esclavos [siervos,
sirvientes] la tenían sitiada.
(2R 24:12) Entonces salió
Joaquín rey de Judá al rey de Babilonia, él y su madre, sus esclavos [siervos,
sirvientes], sus príncipes y sus
oficiales; y lo prendió el rey de Babilonia en el octavo año de su reinado.
(2R 24:13) Y sacó de allí todos
los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y rompió en
pedazos todos los utensilios de oro que había hecho Salomón rey de Israel en la
casa de Jehová, como Jehová había dicho.
(2R 24:14) Y llevó en cautiverio
a toda Jerusalén, a todos los príncipes, y a todos los hombres valientes, hasta
diez mil cautivos, y a todos los artesanos y herreros; no quedó nadie, excepto
los pobres del pueblo de la tierra.
(2R 24:15) Asimismo llevó cautivos a Babilonia a Joaquín, a la
madre del rey, a las mujeres del rey, a sus oficiales y a los poderosos de la
tierra; cautivos los llevó de Jerusalén a Babilonia.
(2R 24:16) A todos los hombres de guerra, que fueron siete
mil, y a los artesanos y herreros, que fueron mil, y a todos los valientes para
hacer la guerra, llevó cautivos el rey de Babilonia.
(2R 24:17) Y el rey de Babilonia puso por rey en lugar de Joaquín a Matanías su tío, y le cambió el
nombre por el de Sedequías.
Reinado de Sedequías
(2Cr 36:11-16; Jer 52:1-3)
(2R 24:18) De veintiún años era
Sedequías cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén once años. El nombre de su madre fue Hamutal hija de Jeremías, de Libna.
(2R 24:19) E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todo
lo que había hecho Joacim.
(2R 24:20) Vino, pues, la ira
de Jehová contra Jerusalén y Judá, hasta que los echó de su presencia. Y
Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia.
Caída de Jerusalén
(Jer 39:1-7; 52:3-11)
(2R 25:1) Sucedió a los nueve años de su reinado, en el mes
décimo, a los diez días del mes,
que Nabucodonosor rey de Babilonia vino con todo su ejército contra Jerusalén,
y la sitió, y levantó torres contra ella alrededor.
(2R 25:2) Y estuvo la ciudad sitiada hasta el año undécimo del rey Sedequías.
(2R 25:3) A los nueve días
del cuarto mes prevaleció el hambre en la ciudad, hasta que no hubo pan para el
pueblo de la tierra.
(2R 25:4) Abierta ya una
brecha en el muro de la ciudad, huyeron de noche todos los hombres de guerra
por el camino de la puerta que estaba entre los dos muros, junto a los huertos
del rey, estando los caldeos alrededor de la ciudad; y el rey se fue por el
camino del Arabá.
(2R 25:5) Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y lo
apresó en las llanuras de Jericó, habiendo sido
dispersado todo su ejército.
(2R 25:6) Preso, pues, el rey,
le trajeron al rey de Babilonia en Ribla, y pronunciaron contra él sentencia.
(2R 25:7) Degollaron a los
hijos de Sedequías en presencia suya, y a Sedequías le sacaron los ojos, y
atado con cadenas lo llevaron a Babilonia.
Cautividad de Judá
(2Cr 36:17-21; Jer 39:8-10; 52:12-30)
(2R 25:8) En el mes quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor rey de Babilonia,
vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, esclavo [siervo, sirviente] del rey de Babilonia.
(2R 25:9) Y quemó la casa de
Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y todas las casas de
los príncipes quemó a fuego.
(2R 25:10) Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el
capitán de la guardia, derribó los muros
alrededor de Jerusalén.
(2R 25:11) Y a los del pueblo que habían quedado en la ciudad,
a los que se habían pasado al rey de Babilonia, y a los que habían quedado de
la gente común, los llevó cautivos Nabuzaradán, capitán de la guardia.
(2R 25:12) Mas de los pobres de la tierra dejó Nabuzaradán, capitán de la guardia, para que labrasen
las viñas y la tierra.
(2R 25:13) Y quebraron los
caldeos las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehová, y las basas, y
el mar de bronce que estaba en la casa de Jehová, y llevaron el bronce a
Babilonia.
(2R 25:14) Llevaron también los
calderos, las paletas, las despabiladeras, los cucharones, y todos los
utensilios de bronce con que ministraban;
(2R 25:15) incensarios, cuencos, los que de oro, en oro, y los
que de plata, en plata; todo lo llevó el capitán
de la guardia.
(2R 25:16) Las dos columnas, un mar, y las basas que Salomón
había hecho para la casa de Jehová; no fue
posible pesar todo esto.
(2R 25:17) La altura de una columna era de dieciocho codos, y
tenía encima un capitel de bronce; la altura del capitel era de tres codos, y
sobre el capitel había una red y granadas alrededor, todo de bronce; e igual
labor había en la otra columna con su red.
(2R 25:18) Tomó entonces el
capitán de la guardia al primer sacerdote Seraías, al segundo sacerdote
Sofonías, y tres guardas de la vajilla;
(2R 25:19) y de la ciudad tomó
un oficial que tenía a su cargo los hombres de guerra, y cinco varones de «los consejeros»*
del rey, que estaban en la ciudad, el principal
escriba del ejército, que llevaba el registro de la gente del país, y sesenta
varones del pueblo de la tierra, que estaban en la ciudad.
(2R 25:20) Estos tomó
Nabuzaradán, capitán de la guardia, y los llevó a Ribla al rey de Babilonia.
(2R 25:21) Y el rey de Babilonia los hirió y mató en Ribla, en tierra de Hamat. Así fue llevado
cautivo Judá de sobre su tierra.
El remanente huye a Egipto
(2R 25:22) Y al pueblo que Nabucodonosor rey de Babilonia dejó en tierra de Judá, puso por gobernador a Gedalías
hijo de Ahicam, hijo de Safán.
(2R 25:23) Y oyendo todos los
príncipes del ejército, ellos y su gente, que el rey de Babilonia había puesto
por gobernador a Gedalías, vinieron a él en Mizpa; Ismael hijo de Netanías,
Johanán hijo de Carea, Seraías hijo de Tanhumet netofatita, y Jaazanías hijo de
un maacateo, ellos con los suyos.
(2R 25:24) Entonces Gedalías les hizo juramento a ellos y a
los suyos, y les dijo: No teman de ser esclavos [siervos,
sirvientes] de los caldeos; habiten
en la tierra, y sirvan al rey de Babilonia, y les irá bien.
(2R 25:25) Mas en el mes séptimo
vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la estirpe real, y con él
diez varones, e hirieron a Gedalías, y murió; y también a los de Judá y a los
caldeos que estaban con él en Mizpa.
(2R 25:26) Y levantándose todo el pueblo, desde el menor hasta
el mayor, con los capitanes del ejército, se fueron a Egipto, por temor de los
caldeos.
Joaquín es libertado y recibe honores
en Babilonia
(Jer 52:31-34)
(2R 25:27) Sucedió a los
treinta y siete años del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en
el mes duodécimo,
a los veintisiete días del mes,
que Evilmerodac rey de Babilonia, en el primer año
de su reinado, libertó a Joaquín rey de Judá, sacándolo de la cárcel;
(2R 25:28) y le habló con
benevolencia, y puso su trono más alto que los tronos de los reyes que estaban
con él en Babilonia.
(2R 25:29) Y le cambió los
vestidos de prisionero, y comió siempre delante de él todos los días de su vida.
(2R 25:30) Y «diariamente»* le fue dada su
comida de parte del rey, de continuo, todos los días
de su vida.