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RVI: 2ª REYES 18 - 25

Referencias para la lectura:

-       Texto actualizado al español latino.
-       Ubicación visual de vocablos claves resaltados en colores.
-       Sinónimos de palabras claves entre corchetes [color bordó]
-       Texto entre comillas y asterisco «expresión»* refiere a una frase en español equivalente a la frase hebrea de dicho texto.
-       Subtitulado tradicional actualizado

Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original del hebreo.
Para complementar su lectura considere el uso de un diccionario Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para el NT.


Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera Independiente Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de significados y conceptos.

Reinado de Ezequías
(2Cr 29:1-2)
(2R 18:1) En el tercer año de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías hijo de Acaz rey de Judá.

(2R 18:2) Cuando comenzó a reinar era de veinticinco años, y reinó en Jerusalén veintinueve años. El nombre de su madre fue Abi hija de Zacarías.

(2R 18:3) Hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre.

(2R 18:4) El quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta «entonces»* le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán.

(2R 18:5) En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá.

(2R 18:6) Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés.

(2R 18:7) Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba. El se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió.

(2R 18:8) Hirió también a los filisteos hasta Gaza y sus fronteras, desde las torres de las atalayas hasta la ciudad fortificada.

Caída de Samaria
(2R 18:9) En el cuarto año del rey Ezequías, que era el año séptimo de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, subió Salmanasar rey de los asirios contra Samaria, y la sitió,

(2R 18:10) y la tomaron al cabo de tres años. En el año sexto de Ezequías, el cual era el año noveno de Oseas rey de Israel, fue tomada Samaria.

(2R 18:11) Y el rey de Asiria llevó cautivo a Israel a Asiria, y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos;

(2R 18:12) por cuanto no habían atendido a la voz de Jehová su Dios, sino que habían quebrantado [despedazado] su pacto [alianza, convenio, acuerdo]; y todas las cosas que Moisés esclavo [siervo, sirviente] de Jehová había mandado, no las habían escuchado, ni puesto por obra.

Senaquerib invade a Judá
(2Cr 32:1-19; Is 36:1-22)
(2R 18:13) A los catorce años del rey Ezequías, subió Senaquerib rey de Asiria contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó.

(2R 18:14) Entonces Ezequías rey de Judá envió a decir al rey de Asiria que estaba en Laquis: Yo he pecado; apártate de mí, y haré todo lo que me impongas. Y el rey de Asiria impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de plata, y treinta talentos de oro.

(2R 18:15) Dio, por tanto, Ezequías toda la plata que fue hallada en la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa real.

(2R 18:16) «Entonces»* Ezequías quitó el oro de las puertas del templo de Jehová y de los quiciales que el mismo rey Ezequías había cubierto de oro, y lo dio al rey de Asiria.

(2R 18:17) Después el rey de Asiria envió contra el rey Ezequías al Tartán, al Rabsaris y al Rabsaces, con un gran ejército, desde Laquis contra Jerusalén, y subieron y vinieron a Jerusalén. Y habiendo subido, vinieron y acamparon junto al acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad [posesión territorial] del Lavador.

(2R 18:18) Llamaron luego al rey, y salió a ellos Eliaquim hijo de Hilcías, «mayordomo,»* y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller.

(2R 18:19) Y les dijo el Rabsaces: Digan ahora a Ezequías: Así dice el gran rey de Asiria: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas?

(2R 18:20) Dices (pero «son palabras vacías):»* Consejo tengo y fuerzas para la guerra. Mas ¿en qué confías, que te has rebelado contra mí?

(2R 18:21) He aquí que confías en este báculo de caña cascada, en Egipto, en el cual si «alguno»* se apoyare, se le entrará por la mano y la traspasará. Tal es Faraón rey de Egipto para todos los que en él confían.

(2R 18:22) Y si me dicen: Nosotros confiamos en Jehová nuestro Dios, ¿no es éste aquel cuyos lugares altos y altares ha quitado Ezequías, y ha dicho a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar adoraran en Jerusalén?

(2R 18:23) Ahora, pues, «yo te ruego»* que des rehenes a mi señor, el rey de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes para ellos.

(2R 18:24) ¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los esclavos [siervos, sirvientes] de mi señor, aunque estés confiado en Egipto con sus carros y su gente de a caballo?

(2R 18:25) ¿Acaso he venido yo ahora sin Jehová a este lugar, para destruirlo? Jehová me ha dicho: Sube a esta tierra, y destrúyela.

(2R 18:26) Entonces dijo Eliaquim hijo de Hilcías, y Sebna y Joa, al Rabsaces: «Te rogamos»* que hables a tus esclavos [siervos, sirvientes] en arameo, porque nosotros lo entendemos, y no hables con nosotros en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre el muro.

(2R 18:27) Y el Rabsaces les dijo: ¿Me ha enviado mi señor para decir estas palabras a ti y a tu señor, y no a los hombres que están sobre el muro, expuestos a comer su propio estiércol y beber su propia orina con ustedes?

(2R 18:28) Entonces el Rabsaces se puso en pie y clamó a gran voz en lengua de Judá, y habló diciendo: Oigan la palabra del gran rey, el rey de Asiria.

(2R 18:29) Así ha dicho el rey: No les engañe Ezequías, porque no les podrá librar de mi mano.

(2R 18:30) Y no les haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente nos librará Jehová, y esta ciudad no será entregada en mano del rey de Asiria.

(2R 18:31) No escuchen a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Hagan conmigo paz, y salgan a mí, y coma «cada uno»* de su vid y de su higuera, y beba «cada uno»* las aguas de su pozo,

(2R 18:32) hasta que yo venga y les lleve a una tierra como la suya [de ustedes], tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas, tierra de olivas, de aceite, y de miel; y vivirán, y no morirán. No oigan a Ezequías, porque les engaña cuando dice: Jehová nos librará.

(2R 18:33) ¿Acaso «alguno»* de los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria?

(2R 18:34) ¿Dónde está el dios de Hamat y de Arfad? ¿Dónde está el dios de Sefarvaim, de Hena, y de Iva? ¿Pudieron éstos librar a Samaria de mi mano?

(2R 18:35) ¿Qué dios de todos los dioses de estas tierras ha librado su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén?

(2R 18:36) Pero el pueblo calló, y no le respondió palabra; porque había mandamiento del rey, el cual había dicho: No le respondan.

(2R 18:37) Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, «mayordomo,»* y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del Rabsaces.

Judá es librado de Senaquerib
(2Cr 32:20-23; Is 37:1-38)
(2R 19:1) Cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestidos y se cubrió de cilicio, y entró en la casa de Jehová.

(2R 19:2) Y envió a Eliaquim «mayordomo,»* a Sebna escriba y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz,

(2R 19:3) para que le dijesen: Así ha dicho Ezequías: Este día es día de angustia, de reprensión y de blasfemia; porque los hijos «están a punto de nacer,»* y la que da a luz no tiene fuerzas.

(2R 19:4) Quizá oirá Jehová tu Dios todas las palabras del Rabsaces, a quien el rey de los asirios su señor ha enviado para blasfemar al Dios viviente, y para vituperar con palabras, las cuales Jehová tu Dios ha oído; por tanto, eleva oración por el remanente que aún queda.

(2R 19:5) Vinieron, pues, los esclavos [siervos, sirvientes] del rey Ezequías a Isaías.

(2R 19:6) E Isaías les respondió: Así dirán a su [de ustedes] señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los esclavos [siervos, sirvientes] del rey de Asiria.

(2R 19:7) He aquí pondré yo en él un espíritu, y oirá rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su tierra caiga a espada.

(2R 19:8) Y regresando el Rabsaces, halló al rey de Asiria combatiendo contra Libna; porque oyó que se había ido de Laquis.

(2R 19:9) Y oyó decir que Tirhaca rey de Etiopía había salido para hacerle guerra. Entonces volvió él y envió embajadores a Ezequías, diciendo:

(2R 19:10) Así dirán a Ezequías rey de Judá: No te engañe tu Dios en quien tú confías, para decir: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria.

(2R 19:11) He aquí tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, destruyéndolas; ¿y escaparás tú?

(2R 19:12) ¿Acaso libraron sus dioses a las naciones que mis padres destruyeron, esto es, Gozán, Harán, Resef, y los hijos de Edén que estaban en Telasar?

(2R 19:13) ¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?

(2R 19:14) Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores; y después que las hubo leído, subió a la casa de Jehová, y las extendió Ezequías delante de Jehová.

(2R 19:15) Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra.

(2R 19:16) Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente.

(2R 19:17) Es cierto, oh Jehová, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras;

(2R 19:18) y que echaron al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron.

(2R 19:19) Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, «te ruego,»* de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios.

(2R 19:20) Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías: Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Lo que me pediste acerca de Senaquerib rey de Asiria, he oído.

(2R 19:21) Esta es la palabra que Jehová ha pronunciado acerca de él: La virgen hija de Sion te desprecia, te escarnece; detrás de ti mueve su cabeza la hija de Jerusalén.

(2R 19:22) ¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿y contra quién has alzado la voz, y levantado en alto tus ojos? Contra el Santo de Israel.

(2R 19:23) Por mano de tus mensajeros has vituperado a Jehová, y has dicho: Con la multitud de mis carros he subido a las alturas de los montes, a lo más inaccesible del Líbano; cortaré sus altos cedros, sus cipreses más escogidos; me alojaré en sus más remotos lugares, en el bosque de sus feraces campos.

(2R 19:24) Yo he cavado y bebido las aguas extrañas, he secado con las plantas de mis pies todos los ríos de Egipto.

(2R 19:25) ¿Nunca has oído que desde tiempos antiguos yo lo hice, y que desde los días de la antigüedad lo tengo ideado? Y ahora lo he hecho venir, y tú serás para hacer desolaciones, para reducir las ciudades fortificadas a montones de escombros.

(2R 19:26) Sus habitantes [moradores, residentes] fueron de corto poder; fueron acobardados y confundidos; vinieron a ser como la hierba del campo, y como hortaliza verde, como heno de los terrados, marchitado antes de su madurez.

(2R 19:27) He conocido tu situación, tu salida y tu entrada, y tu furor contra mí.

(2R 19:28) Por cuanto te has airado contra mí, por cuanto tu arrogancia ha subido a mis oídos, yo pondré mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.

(2R 19:29) Y esto te daré por señal, oh Ezequías: Este año comerán lo que nacerá de suyo, y el segundo año lo que nacerá de suyo; y el tercer año sembraran, y segaran, y plantaran viñas, y comerán el fruto de ellas.

(2R 19:30) Y lo que hubiere escapado, lo que hubiere quedado de la casa de Judá, volverá a echar raíces abajo, y llevará fruto arriba.

(2R 19:31) Porque saldrá de Jerusalén remanente, y del monte de Sion los que se salven. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

(2R 19:32) Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni echará flecha [saeta] en ella; ni vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella baluarte.

(2R 19:33) Por el mismo camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová.

(2R 19:34) Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo.

(2R 19:35) Y sucedió que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.

(2R 19:36) Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a Nínive, donde se quedó.

(2R 19:37) Y sucedió que mientras él adoraba en el templo de Nisroc su dios, Adramelec y Sarezer sus hijos lo hirieron a espada, y huyeron a tierra de Ararat. Y reinó en su lugar Esar-hadón su hijo.

Enfermedad de Ezequías
(2Cr 32:24-26; Is 38:1-22)
(2R 20:1) En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás.

(2R 20:2) Entonces él volvió su rostro a la pared, y oró a Jehová y dijo:

(2R 20:3) «Te ruego,»* oh Jehová, «te ruego»* que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho «las cosas que te agradan.»* Y lloró Ezequías con gran lloro.

(2R 20:4) Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo:

(2R 20:5) Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.

(2R 20:6) Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo.

(2R 20:7) Y dijo Isaías: Tomen masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó.

(2R 20:8) Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que Jehová me sanará, y que subiré a la casa de Jehová al tercer día?

(2R 20:9) Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados?

(2R 20:10) Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás diez grados.

(2R 20:11) Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás.

Ezequías recibe a los enviado de Babilonia
(2Cr 32:27-31;Is 39:1-8)
(2R 20:12) En aquel tiempo Merodac-baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió mensajeros con cartas y regalos [presentes] a Ezequías, porque había oído que Ezequías había caído enfermo.

(2R 20:13) Y Ezequías los oyó, y les mostró toda la casa de sus tesoros, plata, oro, y especias, y ungüentos preciosos, y la casa de sus armas, y todo lo que había en sus tesoros; ninguna cosa quedó que Ezequías no les mostrase, así en su casa como en todos sus dominios.

(2R 20:14) Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías, y le dijo: ¿Qué dijeron aquellos varones, y de dónde vinieron a ti? Y Ezequías le respondió: De lejanas tierras han venido, de Babilonia.

(2R 20:15) Y él le volvió a decir: ¿Qué vieron en tu casa? Y Ezequías respondió: Vieron todo lo que había en mi casa; nada quedó en mis tesoros que no les mostrase.

(2R 20:16) Entonces Isaías dijo a Ezequías: Oye palabra de Jehová:

(2R 20:17) He aquí vienen días en que todo lo que está en tu casa, y todo lo que tus padres han atesorado hasta hoy, será llevado a Babilonia, sin quedar nada, dijo Jehová.

(2R 20:18) Y de tus hijos que saldrán de ti, que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia.

(2R 20:19) Entonces Ezequías dijo a Isaías: La palabra de Jehová que has hablado, es buena. Después dijo: Habrá al menos paz y seguridad en mis días.

Muerte de Ezequías
(2Cr 32:32-33)
(2R 20:20) Los demás hechos de Ezequías, y todo su poderío, y cómo hizo el estanque y el conducto, y metió las aguas en la ciudad, ¿no está escrito en el libro de «las crónicas»* de los reyes de Judá?

(2R 20:21) Y durmió Ezequías con sus padres, y reinó en su lugar Manasés su hijo.

Reinado de Manasés
(2Cr 33:1-20)
(2R 21:1) De doce años era Manasés cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años; el nombre de su madre fue Hepsiba.

(2R 21:2) E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, según las abominaciones de las naciones que Jehová había echado de la presencia [de delante] de los hijos de Israel.

(2R 21:3) Porque volvió a edificar los lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a Baal, e hizo una imagen de Asera, como había hecho Acab rey de Israel; y adoró a todo el ejército de los cielos, y rindió culto a aquellas cosas.

(2R 21:4) Asimismo edificó altares en la casa de Jehová, de la cual Jehová había dicho: Yo pondré mi nombre en Jerusalén.

(2R 21:5) Y edificó altares para todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa de Jehová.

(2R 21:6) Y pasó a su hijo por fuego, y se dio a observar los tiempos, y fue agorero, e instituyó encantadores y adivinos, multiplicando así el hacer lo malo ante los ojos de Jehová, para provocarlo a ira.

(2R 21:7) Y puso una imagen de Asera que él había hecho, en la casa de la cual Jehová había dicho a David y a Salomón su hijo: Yo pondré mi nombre para siempre en esta casa, y en Jerusalén, a la cual escogí de todas las tribus de Israel;

(2R 21:8) y no volveré a hacer que el pie de Israel sea movido de la tierra que di a sus padres, con tal que guarden y hagan conforme a todas las cosas que yo les he mandado, y conforme a toda la ley que mi esclavo [siervo, sirviente] Moisés les mandó.

(2R 21:9) Mas ellos no escucharon; y Manasés los indujo a que hiciesen más mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel.

(2R 21:10) Habló, pues, Jehová por «medio de»* sus esclavos [siervos, sirvientes] los profetas, diciendo:

(2R 21:11) Por cuanto Manasés rey de Judá ha hecho estas abominaciones, y ha hecho más mal que todo lo que hicieron los amorreos que fueron antes de él, y también ha hecho pecar a Judá con sus ídolos;

(2R 21:12) por tanto, así ha dicho Jehová el Dios de Israel: He aquí yo traigo tal mal sobre Jerusalén y sobre Judá, que al que lo oyere le retiñirán ambos oídos.

(2R 21:13) Y extenderé sobre Jerusalén el cordel de Samaria y la plomada de la casa de Acab; y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato, que se friega y se vuelve «boca abajo.»*

(2R 21:14) Y desampararé el resto de mi heredad [posesión territorial], y lo entregaré en manos de sus enemigos; y serán para presa y despojo de todos sus adversarios;

(2R 21:15) por cuanto han hecho lo malo ante mis ojos, y me han provocado a ira, desde el día que sus padres salieron de Egipto hasta hoy.

(2R 21:16) Fuera de esto, derramó Manasés mucha sangre inocente en gran manera, hasta llenar a Jerusalén «de extremo a extremo;»* además de su pecado con que hizo pecar a Judá, para que hiciese lo malo ante los ojos de Jehová.

(2R 21:17) Los demás hechos de Manasés, y todo lo que hizo, y el pecado que cometió, ¿no está todo escrito en el libro de «las crónicas»* de los reyes de Judá?

(2R 21:18) Y durmió Manasés con sus padres, y fue sepultado en el huerto de su casa, en el huerto de Uza, y reinó en su lugar Amón su hijo.

Reinado de Amón
(2Cr 33:21-25)
(2R 21:19) De veintidós años era Amón cuando comenzó a reinar, y reinó dos años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Mesulemet hija de Haruz, de Jotba.

(2R 21:20) E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como había hecho Manasés su padre.

(2R 21:21) Y anduvo en todos los caminos en que su padre anduvo, y sirvió a los ídolos a los cuales había servido su padre, y los adoró;

(2R 21:22) y dejó a Jehová el Dios de sus padres, y no anduvo en el camino de Jehová.

(2R 21:23) Y los esclavos [siervos, sirvientes] de Amón conspiraron contra él, y mataron al rey en su casa.

(2R 21:24) Entonces el pueblo de la tierra mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón; y puso el pueblo de la tierra por rey en su lugar a Josías su hijo.

(2R 21:25) Los demás hechos de Amón, ¿no están todos escritos en el libro de «las crónicas»* de los reyes de Judá?

(2R 21:26) Y fue sepultado en su sepulcro en el huerto de Uza, y reinó en su lugar Josías su hijo.

Reinado de Josías
(2Cr 34:1-2)
(2R 22:1) Cuando Josías comenzó a reinar era de ocho años, y reinó en Jerusalén treinta y un años. El nombre de su madre fue Jedida hija de Adaía, de Boscat.

(2R 22:2) E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda.

Hallazgo del libro de la ley
(2Cr 34:8-33)
(2R 22:3) A los dieciocho años del rey Josías, envió el rey a Safán hijo de Azalía, hijo de Mesulam, escriba, a la casa de Jehová, diciendo:

(2R 22:4) Ve al sumo sacerdote Hilcías, y dile que recoja el dinero que han traído a la casa de Jehová, que han recogido del pueblo los guardianes de la puerta,

(2R 22:5) y que lo pongan en manos de los que hacen la obra, que tienen a su cargo el arreglo de la casa de Jehová, y que lo entreguen a los que hacen la obra de la casa de Jehová, para reparar las grietas de la casa;

(2R 22:6) a los carpinteros, maestros y albañiles, para comprar madera y piedra de cantería para reparar la casa;

(2R 22:7) y que no se les tome cuenta del dinero «cuyo manejo se les confiare,»* porque ellos proceden con honradez.

(2R 22:8) Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías al escriba Safán: He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó.

(2R 22:9) Viniendo luego el escriba Safán al rey, dio cuenta al rey y dijo: Tus esclavos [siervos, sirvientes] han recogido el dinero que se halló en el templo, y lo han entregado en «poder de»* los que hacen la obra, que tienen a su cargo el arreglo de la casa de Jehová.

(2R 22:10) Asimismo el escriba Safán declaró al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me ha dado un libro. Y lo leyó Safán delante del rey.

(2R 22:11) Y cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestidos.

(2R 22:12) Luego el rey dio orden al sacerdote Hilcías, a Ahicam hijo de Safán, a Acbor hijo de Micaías, al escriba Safán y a Asaías esclavo [siervo, sirviente] del rey, diciendo:

(2R 22:13) Vayan y pregunten a Jehová por mí, y por el pueblo, y por todo Judá, acerca de las palabras de este libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que se ha encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no escucharon las palabras de este libro, para hacer conforme a todo lo que nos fue escrito.

(2R 22:14) Entonces fueron el sacerdote Hilcías, y Ahicam, Acbor, Safán y Asaías, a la profetisa Hulda, mujer de Salum hijo de Ticva, hijo de Harhas, guarda de las vestiduras, la cual moraba en Jerusalén en la segunda parte de la ciudad, y hablaron con ella.

(2R 22:15) Y ella les dijo: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Digan al varón que les envió a mí:

(2R 22:16) Así dijo Jehová: He aquí yo traigo sobre este lugar, y sobre los que en él habitan [moran, residen], todo el mal de que habla este libro que ha leído el rey de Judá;

(2R 22:17) por cuanto me dejaron a mí, y quemaron incienso a dioses ajenos, provocándome a ira con toda la obra de sus manos; mi ira se ha encendido contra este lugar, y no se apagará.

(2R 22:18) Mas al rey de Judá que les ha enviado para que preguntasen a Jehová, dirán así: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Por cuanto oíste las palabras del libro,

(2R 22:19) y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de Jehová, cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar y contra sus habitantes [moradores, residentes], que vendrán a ser devastados [arruinados, asolados] y malditos, y rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi presencia, también yo te he oído, dice Jehová.

(2R 22:20) Por tanto, he aquí yo te recogeré con tus padres, y serás llevado a tu sepulcro en paz, y no verán tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este lugar. Y ellos dieron al rey la respuesta.

(2R 23:1) Entonces el rey mandó reunir con él a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.

(2R 23:2) Y subió el rey a la casa de Jehová con todos los varones de Judá, y con todos los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén, con los sacerdotes y profetas y con todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande; y leyó, oyéndolo ellos, todas las palabras del libro del pacto [alianza, convenio, acuerdo] que había sido hallado en la casa de Jehová.

(2R 23:3) Y poniéndose el rey en pie junto a la columna, hizo pacto [alianza, convenio, acuerdo] delante de Jehová, de que irían detrás de Jehová, y cumplirían [guardarían, conservarían] sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo el corazón y con toda el alma, y que ejecutarían [llevarían a cabo] las palabras del pacto [alianza, convenio, acuerdo] que estaban escritas en aquel libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto [alianza, convenio, acuerdo].

Reformas de Josías
(2Cr 34:3-7)
(2R 23:4) Entonces mandó el rey al sumo sacerdote Hilcías, a los sacerdotes de segundo orden, y a los guardianes de la puerta, que sacasen del templo de Jehová todos los utensilios que habían sido hechos para Baal, para Asera y para todo el ejército de los cielos; y los quemó fuera de Jerusalén en el campo del Cedrón, e hizo llevar las cenizas de ellos a Betel.

(2R 23:5) Y quitó a los sacerdotes idólatras que habían puesto los reyes de Judá para que quemasen incienso en los lugares altos en las ciudades de Judá, y en los alrededores de Jerusalén; y asimismo a los que quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, y a los signos del zodíaco, y a todo el ejército de los cielos.

(2R 23:6) Hizo también sacar la imagen de Asera fuera de la casa de Jehová, fuera de Jerusalén, al valle del Cedrón, y la quemó en el valle del Cedrón, y la convirtió en polvo, y echó el polvo sobre los sepulcros de los hijos del pueblo.

(2R 23:7) Además derribó los lugares de prostitución idolátrica que estaban en la casa de Jehová, en los cuales tejían las mujeres tiendas para Asera.

(2R 23:8) E hizo venir todos los sacerdotes de las ciudades de Judá, y profanó los lugares altos donde los sacerdotes quemaban incienso, desde Geba hasta Beerseba; y derribó los altares de las puertas que estaban a la entrada de la puerta de Josué, gobernador de la ciudad, que estaban a la mano izquierda, a la puerta de la ciudad.

(2R 23:9) Pero los sacerdotes de los lugares altos no subían al altar de Jehová en Jerusalén, sino que comían panes sin levadura entre sus hermanos.

(2R 23:10) Asimismo profanó a Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para que «ninguno»* pasase su hijo o su hija por fuego a Moloc.

(2R 23:11) Quitó también los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol a la entrada del templo de Jehová, junto a la cámara de Natán melec eunuco, el cual tenía a su cargo los ejidos; y quemó al fuego los carros del sol.

(2R 23:12) Derribó además el rey los altares que estaban sobre la azotea de la sala de Acaz, que los reyes de Judá habían hecho, y los altares que había hecho Manasés en los dos atrios de la casa de Jehová; y de allí corrió y arrojó el polvo al arroyo del Cedrón.

(2R 23:13) Asimismo profanó el rey los lugares altos que estaban delante de Jerusalén, a la mano derecha del monte de la destrucción, los cuales Salomón rey de Israel había edificado a Astoret ídolo abominable de los sidonios, a Quemos ídolo abominable de Moab, y a Milcom ídolo abominable de los hijos de Amón.

(2R 23:14) Y quebró las estatuas, y derribó las imágenes de Asera, y llenó el lugar de ellos de huesos de hombres.

(2R 23:15) Igualmente el altar que estaba en Betel, y el lugar alto que había hecho Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; aquel altar y el lugar alto destruyó, y lo quemó, y lo hizo polvo, y puso fuego a la imagen de Asera.

(2R 23:16) Y se volvió Josías, y viendo los sepulcros que estaban allí en el monte, envió y sacó los huesos de los sepulcros, y los quemó sobre el altar para contaminarlo, conforme a la palabra de Jehová que había profetizado el varón de Dios, el cual había anunciado esto.

(2R 23:17) Después dijo: ¿Qué monumento es este que veo? Y los de la ciudad le respondieron: Este es el sepulcro del varón de Dios que vino de Judá, y profetizó estas cosas que tú has hecho sobre el altar de Betel.

(2R 23:18) Y él dijo: Déjenlo; «ninguno»* mueva sus huesos; y así fueron preservados sus huesos, y los huesos del profeta que había venido de Samaria.

(2R 23:19) Y todas las casas de los lugares altos que estaban en las ciudades de Samaria, las cuales habían hecho los reyes de Israel para provocar a ira, las quitó también Josías, e hizo de ellas como había hecho en Betel.

(2R 23:20) Mató además sobre los altares a todos los sacerdotes de los lugares altos que allí estaban, y quemó sobre ellos huesos de hombres, y volvió a Jerusalén.

Josías celebra la pascua
(2Cr 35:1-19)
(2R 23:21) Entonces mandó el rey a todo el pueblo, diciendo: Hagan la pascua a Jehová su [de ustedes] Dios, conforme a lo que está escrito en el libro de este pacto [alianza, convenio, acuerdo].

(2R 23:22) No había sido hecha tal pascua desde los tiempos en que los jueces gobernaban a Israel, ni en todos los tiempos de los reyes de Israel y de los reyes de Judá.

(2R 23:23) A los dieciocho años del rey Josías fue hecha aquella pascua a Jehová en Jerusalén.

Persiste la ira de Jehová contra Judá
(2R 23:24) Asimismo barrió Josías a los encantadores, adivinos y terafines, y todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, para cumplir las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en la casa de Jehová.

(2R 23:25) No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual.

(2R 23:26) Con todo eso, Jehová no desistió del ardor con que su gran ira se había encendido contra Judá, por todas las provocaciones con que Manasés le había irritado.

(2R 23:27) Y dijo Jehová: También quitaré de mi presencia a Judá, como quité a Israel, y desecharé a esta ciudad que había escogido, a Jerusalén, y a la casa de la cual había yo dicho: Mi nombre estará allí.

Muerte de Josías
(2Cr 35:20-27)
(2R 23:28) Los demás hechos de Josías, y todo lo que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de «las crónicas»* de los reyes de Judá?

(2R 23:29) En aquellos días Faraón Necao rey de Egipto subió contra el rey de Asiria al río Eufrates, y salió contra él el rey Josías; pero aquél, así que le vio, lo mató en Meguido.

(2R 23:30) Y sus esclavos [siervos, sirvientes] lo pusieron en un carro, y lo trajeron muerto de Meguido a Jerusalén, y lo sepultaron en su sepulcro. Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y lo ungieron y lo pusieron por rey en lugar de su padre.

Reinado y destronamiento de Joacaz
(2Cr 36:1-4)
(2R 23:31) De veintitrés años era Joacaz cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén. El nombre de su madre fue Hamutal hija de Jeremías, de Libna.

(2R 23:32) Y él hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que sus padres habían hecho.

(2R 23:33) Y lo puso preso Faraón Necao en Ribla en la provincia de Hamat, para que no reinase en Jerusalén; e impuso sobre la tierra una multa de cien talentos de plata, y uno de oro.

(2R 23:34) Entonces Faraón Necao puso por rey a Eliaquim hijo de Josías, en lugar de Josías su padre, y le cambió el nombre por el de Joacim; y tomó a Joacaz y lo llevó a Egipto, y murió allí.

(2R 23:35) Y Joacim pagó a Faraón la plata y el oro; mas hizo avaluar la tierra para dar el dinero «conforme al mandamiento de»* Faraón, sacando la plata y el oro del pueblo de la tierra, de «cada uno»* según la estimación de su hacienda, para darlo a Faraón Necao.

Reinado de Joacim
(2Cr 36:5-8)
(2R 23:36) De veinticinco años era Joacim cuando comenzó a reinar, y once años reinó en Jerusalén. El nombre de su madre fue Zebuda hija de Pedaías, de Ruma.

(2R 23:37) E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que sus padres habían hecho.

(2R 24:1) En su tiempo subió en campaña Nabucodonosor rey de Babilonia. Joacim vino a ser su esclavo [siervo, sirviente] por tres años, pero luego volvió y se rebeló contra él.

(2R 24:2) Pero Jehová envió contra Joacim tropas de caldeos, tropas de sirios, tropas de moabitas y tropas de amonitas, los cuales envió contra Judá para que la destruyesen, conforme a la palabra de Jehová que había hablado por sus esclavos [siervos, sirvientes] los profetas.

(2R 24:3) Ciertamente vino esto contra Judá por «mandato de»* Jehová, para quitarla de su presencia, por los pecados de Manasés, y por todo lo que él hizo;

(2R 24:4) asimismo por la sangre inocente que derramó, pues llenó a Jerusalén de sangre inocente; Jehová, por tanto, no quiso perdonar.

(2R 24:5) Los demás hechos de Joacim, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de «las crónicas»* de los reyes de Judá?

(2R 24:6) Y durmió Joacim con sus padres, y reinó en su lugar Joaquín su hijo.

(2R 24:7) Y nunca más el rey de Egipto salió de su tierra; porque el rey de Babilonia le tomó todo lo que era suyo desde el río de Egipto hasta el río Eufrates.

Joaquín y los nobles son llevados cautivos a Babilonia
(2Cr 36:9-10)
(2R 24:8) De dieciocho años era Joaquín cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén tres meses. El nombre de su madre fue Nehusta hija de Elnatán, de Jerusalén.

(2R 24:9) E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho su padre.

(2R 24:10) En aquel tiempo subieron contra Jerusalén los esclavos [siervos, sirvientes] de Nabucodonosor rey de Babilonia, y la ciudad fue sitiada.

(2R 24:11) Vino también Nabucodonosor rey de Babilonia contra la ciudad, cuando sus esclavos [siervos, sirvientes] la tenían sitiada.

(2R 24:12) Entonces salió Joaquín rey de Judá al rey de Babilonia, él y su madre, sus esclavos [siervos, sirvientes], sus príncipes y sus oficiales; y lo prendió el rey de Babilonia en el octavo año de su reinado.

(2R 24:13) Y sacó de allí todos los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y rompió en pedazos todos los utensilios de oro que había hecho Salomón rey de Israel en la casa de Jehová, como Jehová había dicho.

(2R 24:14) Y llevó en cautiverio a toda Jerusalén, a todos los príncipes, y a todos los hombres valientes, hasta diez mil cautivos, y a todos los artesanos y herreros; no quedó nadie, excepto los pobres del pueblo de la tierra.

(2R 24:15) Asimismo llevó cautivos a Babilonia a Joaquín, a la madre del rey, a las mujeres del rey, a sus oficiales y a los poderosos de la tierra; cautivos los llevó de Jerusalén a Babilonia.

(2R 24:16) A todos los hombres de guerra, que fueron siete mil, y a los artesanos y herreros, que fueron mil, y a todos los valientes para hacer la guerra, llevó cautivos el rey de Babilonia.

(2R 24:17) Y el rey de Babilonia puso por rey en lugar de Joaquín a Matanías su tío, y le cambió el nombre por el de Sedequías.

Reinado de Sedequías
(2Cr 36:11-16; Jer 52:1-3)
(2R 24:18) De veintiún años era Sedequías cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén once años. El nombre de su madre fue Hamutal hija de Jeremías, de Libna.

(2R 24:19) E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todo lo que había hecho Joacim.

(2R 24:20) Vino, pues, la ira de Jehová contra Jerusalén y Judá, hasta que los echó de su presencia. Y Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia.

Caída de Jerusalén
(Jer 39:1-7; 52:3-11)
(2R 25:1) Sucedió a los nueve años de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del mes, que Nabucodonosor rey de Babilonia vino con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitió, y levantó torres contra ella alrededor.

(2R 25:2) Y estuvo la ciudad sitiada hasta el año undécimo del rey Sedequías.

(2R 25:3) A los nueve días del cuarto mes prevaleció el hambre en la ciudad, hasta que no hubo pan para el pueblo de la tierra.

(2R 25:4) Abierta ya una brecha en el muro de la ciudad, huyeron de noche todos los hombres de guerra por el camino de la puerta que estaba entre los dos muros, junto a los huertos del rey, estando los caldeos alrededor de la ciudad; y el rey se fue por el camino del Arabá.

(2R 25:5) Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y lo apresó en las llanuras de Jericó, habiendo sido dispersado todo su ejército.

(2R 25:6) Preso, pues, el rey, le trajeron al rey de Babilonia en Ribla, y pronunciaron contra él sentencia.

(2R 25:7) Degollaron a los hijos de Sedequías en presencia suya, y a Sedequías le sacaron los ojos, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia.

Cautividad de Judá
(2Cr 36:17-21; Jer 39:8-10; 52:12-30)
(2R 25:8) En el mes quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, esclavo [siervo, sirviente] del rey de Babilonia.

(2R 25:9) Y quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y todas las casas de los príncipes quemó a fuego.

(2R 25:10) Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia, derribó los muros alrededor de Jerusalén.

(2R 25:11) Y a los del pueblo que habían quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia, y a los que habían quedado de la gente común, los llevó cautivos Nabuzaradán, capitán de la guardia.

(2R 25:12) Mas de los pobres de la tierra dejó Nabuzaradán, capitán de la guardia, para que labrasen las viñas y la tierra.

(2R 25:13) Y quebraron los caldeos las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehová, y las basas, y el mar de bronce que estaba en la casa de Jehová, y llevaron el bronce a Babilonia.

(2R 25:14) Llevaron también los calderos, las paletas, las despabiladeras, los cucharones, y todos los utensilios de bronce con que ministraban;

(2R 25:15) incensarios, cuencos, los que de oro, en oro, y los que de plata, en plata; todo lo llevó el capitán de la guardia.

(2R 25:16) Las dos columnas, un mar, y las basas que Salomón había hecho para la casa de Jehová; no fue posible pesar todo esto.

(2R 25:17) La altura de una columna era de dieciocho codos, y tenía encima un capitel de bronce; la altura del capitel era de tres codos, y sobre el capitel había una red y granadas alrededor, todo de bronce; e igual labor había en la otra columna con su red.

(2R 25:18) Tomó entonces el capitán de la guardia al primer sacerdote Seraías, al segundo sacerdote Sofonías, y tres guardas de la vajilla;

(2R 25:19) y de la ciudad tomó un oficial que tenía a su cargo los hombres de guerra, y cinco varones de «los consejeros»* del rey, que estaban en la ciudad, el principal escriba del ejército, que llevaba el registro de la gente del país, y sesenta varones del pueblo de la tierra, que estaban en la ciudad.

(2R 25:20) Estos tomó Nabuzaradán, capitán de la guardia, y los llevó a Ribla al rey de Babilonia.

(2R 25:21) Y el rey de Babilonia los hirió y mató en Ribla, en tierra de Hamat. Así fue llevado cautivo Judá de sobre su tierra.

El remanente huye a Egipto
(2R 25:22) Y al pueblo que Nabucodonosor rey de Babilonia dejó en tierra de Judá, puso por gobernador a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán.

(2R 25:23) Y oyendo todos los príncipes del ejército, ellos y su gente, que el rey de Babilonia había puesto por gobernador a Gedalías, vinieron a él en Mizpa; Ismael hijo de Netanías, Johanán hijo de Carea, Seraías hijo de Tanhumet netofatita, y Jaazanías hijo de un maacateo, ellos con los suyos.

(2R 25:24) Entonces Gedalías les hizo juramento a ellos y a los suyos, y les dijo: No teman de ser esclavos [siervos, sirvientes] de los caldeos; habiten en la tierra, y sirvan al rey de Babilonia, y les irá bien.

(2R 25:25) Mas en el mes séptimo vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la estirpe real, y con él diez varones, e hirieron a Gedalías, y murió; y también a los de Judá y a los caldeos que estaban con él en Mizpa.

(2R 25:26) Y levantándose todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, con los capitanes del ejército, se fueron a Egipto, por temor de los caldeos.

Joaquín es libertado y recibe honores en Babilonia
(Jer 52:31-34)
(2R 25:27) Sucedió a los treinta y siete años del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veintisiete días del mes, que Evilmerodac rey de Babilonia, en el primer año de su reinado, libertó a Joaquín rey de Judá, sacándolo de la cárcel;

(2R 25:28) y le habló con benevolencia, y puso su trono más alto que los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia.

(2R 25:29) Y le cambió los vestidos de prisionero, y comió siempre delante de él todos los días de su vida.

(2R 25:30) Y «diariamente»* le fue dada su comida de parte del rey, de continuo, todos los días de su vida.

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