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Reinado de Jotam
(2R 15:32-38)
(2Cr 27:1) De veinticinco años era Jotam
cuando comenzó a reinar, y dieciséis años reinó en Jerusalén. El nombre de su madre fue Jerusa, hija
de Sadoc.
(2Cr 27:2) E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a
todas las cosas que había hecho Uzías su padre, salvo que no entró en el
santuario de Jehová. Pero el pueblo continuaba corrompiéndose.
(2Cr 27:3) Edificó él la puerta
mayor de la casa de Jehová, y sobre el muro de la fortaleza
edificó mucho.
(2Cr 27:4) Además edificó ciudades en las montañas de Judá, y
construyó fortalezas
y torres en los bosques.
(2Cr 27:5) También tuvo él
guerra con el rey de los hijos de Amón, a los cuales venció; y le dieron los
hijos de Amón en aquel año cien talentos de plata, diez mil coros de trigo, y
diez mil de cebada. Esto le dieron los hijos de Amón, y lo mismo en el segundo
año y en el tercero.
(2Cr 27:6) Así que Jotam se hizo fuerte, porque preparó sus caminos delante de Jehová su Dios.
(2Cr 27:7) Los demás hechos de Jotam, y todas sus guerras, y
sus caminos, he aquí están escritos en el libro de los reyes de Israel y de
Judá.
(2Cr 27:8) Cuando comenzó a reinar
era de veinticinco años, y dieciséis reinó en Jerusalén.
(2Cr 27:9) Y durmió Jotam con
sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David; y reinó en su lugar Acaz su
hijo.
Reinado de Acaz
(2R 16:1-20)
(2Cr 28:1) De veinte años era Acaz
cuando comenzó a reinar, y dieciséis años reinó en Jerusalén; mas no
hizo lo recto ante los ojos de
Jehová, como David su padre.
(2Cr 28:2) Antes anduvo en los
caminos de los reyes de Israel, y además hizo imágenes fundidas a los baales.
(2Cr 28:3) Quemó también incienso en el
valle de los hijos de Hinom, e hizo pasar a sus hijos por fuego, conforme a las
abominaciones de las naciones que Jehová había arrojado de la presencia de los
hijos de Israel.
(2Cr 28:4) Asimismo sacrificó y
quemó incienso en los lugares altos, en los collados, y debajo de todo árbol
frondoso.
(2Cr 28:5) Por lo cual Jehová su Dios lo entregó en manos del
rey de los sirios, los cuales lo derrotaron, y le
tomaron gran número de prisioneros que llevaron a Damasco. Fue también
entregado en manos del rey de Israel, el cual lo batió con gran mortandad.
(2Cr 28:6) Porque Peka hijo de Remalías mató en Judá en un día ciento veinte mil hombres
valientes, por cuanto habían dejado a Jehová el Dios de sus padres.
(2Cr 28:7) Asimismo Zicri, hombre poderoso de Efraín, mató a Maasías hijo del rey, a Azricam su mayordomo, y a
Elcana, segundo después del rey.
(2Cr 28:8) También los hijos de Israel tomaron cautivos de sus hermanos a doscientos mil, mujeres, muchachos
y muchachas, además de haber tomado de ellos mucho botín que llevaron a
Samaria.
(2Cr 28:9) Había entonces allí
un profeta de Jehová que se llamaba Obed, el cual salió delante del ejército
cuando entraba en Samaria, y les dijo: He aquí, Jehová el Dios de sus [de ustedes] padres, por el enojo contra Judá,
los ha entregado en sus [de ustedes] manos; y ustedes los han matado con ira que ha llegado hasta el cielo.
(2Cr 28:10) Y ahora han determinado sujetar a ustedes a Judá y
a Jerusalén como esclavos [siervos,
sirvientes] y siervas; mas ¿no «han
pecado ustedes»*
contra Jehová su [de ustedes] Dios?
(2Cr 28:11) Óiganme, pues, ahora, y devuelvan a los cautivos
que han tomado de sus [de ustedes] hermanos; porque Jehová «está airado»*
contra ustedes.
(2Cr 28:12) Entonces se levantaron algunos varones de los
principales de los hijos de Efraín, Azarías hijo de Johanán, Berequías hijo de
Mesilemot, Ezequías hijo de Salum, y Amasa hijo de Hadlai, contra los que
venían de la guerra.
(2Cr 28:13) Y les dijeron: No
traigan aquí a los cautivos, porque el pecado contra Jehová estará sobre
nosotros. Ustedes tratan de añadir sobre nuestros pecados y sobre nuestras
culpas, siendo muy grande nuestro delito, y el ardor de la ira contra Israel.
(2Cr 28:14) Entonces el ejército dejó
los cautivos y el botín delante de los príncipes y de toda la multitud.
(2Cr 28:15) Y se levantaron los varones nombrados, y tomaron a los cautivos, y del despojo vistieron a los que de
ellos estaban desnudos; los vistieron, los calzaron, y les
dieron de comer y de beber, los ungieron, y condujeron en asnos a todos los
débiles, y los llevaron hasta Jericó, ciudad de las palmeras, cerca de sus
hermanos; y ellos volvieron a Samaria.
(2Cr 28:16) En aquel tiempo
envió a pedir el rey Acaz a los reyes de Asiria que le ayudasen.
(2Cr 28:17) Porque también los edomitas habían venido y atacado a los de Judá, y habían llevado cautivos.
(2Cr 28:18) Asimismo los filisteos se habían extendido por las ciudades de la Sefela y del Neguev de Judá, y
habían tomado Bet-semes, Ajalón, Gederot, Soco con sus aldeas, Timna también
con sus aldeas, y Gimzo con sus aldeas; y habitaban en ellas.
(2Cr 28:19) Porque Jehová había humillado a Judá por causa de Acaz rey de Israel, por cuanto él
había actuado desenfrenadamente en Judá, y había prevaricado gravemente contra
Jehová.
(2Cr 28:20) También vino contra él Tiglatpileser rey de los
asirios, quien lo redujo a estrechez, y no lo fortaleció.
(2Cr 28:21) No obstante que despojó
Acaz la casa de Jehová, y la casa real, y las de los príncipes, para dar al rey
de los asirios, éste no le ayudó.
(2Cr 28:22) Además el rey Acaz en el tiempo que aquél le apuraba,
añadió mayor pecado contra Jehová;
(2Cr 28:23) porque ofreció sacrificios a los dioses de Damasco
que le habían derrotado, y dijo: Pues que los
dioses de los reyes de Siria les ayudan, yo también ofreceré sacrificios a
ellos para que me ayuden; bien que fueron éstos su ruina, y la de todo Israel.
(2Cr 28:24) Además de eso recogió
Acaz los utensilios de la casa de Dios, y los quebró, y cerró las puertas de la
casa de Jehová, y se hizo altares en Jerusalén en todos los rincones.
(2Cr 28:25) Hizo también lugares
altos en todas las ciudades de Judá, para quemar incienso a los dioses ajenos,
provocando así a ira a Jehová el Dios de sus padres.
(2Cr 28:26) Los demás de sus hechos, y todos sus caminos,
primeros y últimos, he aquí están escritos en el libro de los reyes de Judá y
de Israel.
(2Cr 28:27) Y durmió Acaz con
sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de Jerusalén, pero no lo metieron en
los sepulcros de los reyes de Israel; y reinó en su lugar Ezequías su hijo.
Reinado de Ezequías
(2R 18:1-3)
(2Cr 29:1) Comenzó a reinar Ezequías siendo de veinticinco años, y reinó veintinueve años en
Jerusalén. El nombre de su madre fue Abías, hija de Zacarías.
(2Cr 29:2) E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a
todas las cosas que había hecho David su padre.
Ezequías restablece el culto del
templo
(2Cr 29:3) En el primer año de su reinado,
en el mes primero,
abrió las puertas de la casa de Jehová, y las reparó.
(2Cr 29:4) E hizo venir a los sacerdotes y levitas, y los
reunió en la plaza oriental.
(2Cr 29:5) Y les dijo:
¡Óiganme, levitas! Santifíquense ahora, y santifiquen la casa de Jehová el Dios
de sus [de ustedes] padres, y
saquen del santuario la inmundicia.
(2Cr 29:6) Porque nuestros
padres se han rebelado, y han hecho lo malo
ante los ojos de Jehová nuestro Dios; porque le dejaron, y apartaron sus
rostros del tabernáculo de Jehová, y le
volvieron las espaldas.
(2Cr 29:7) Y aun cerraron las
puertas del pórtico, y apagaron las lámparas; no quemaron incienso, ni
sacrificaron holocausto en el santuario al Dios de Israel.
(2Cr 29:8) Por tanto, la ira de Jehová ha venido sobre Judá y
Jerusalén, y los ha entregado a turbación [tormentoo agobió, alteración], a devastación [ruina, asolamiento]y a escarnio, como ven
ustedes con sus [de ustedes] ojos.
(2Cr 29:9) Y he aquí nuestros
padres han caído a espada, y nuestros hijos, nuestras hijas y nuestras mujeres
fueron llevados cautivos por esto.
(2Cr 29:10) Ahora, pues, «yo
he determinado»* hacer pacto [alianza, convenio, acuerdo] con Jehová
el Dios de Israel, para que aparte de nosotros el ardor de su ira.
(2Cr 29:11) Hijos míos, no se engañen
ahora, porque Jehová les ha escogido a ustedes para que estén delante de él y
le sirvan, y sean sus ministros, y le quemen incienso.
(2Cr 29:12) Entonces se levantaron los levitas Mahat hijo de
Amasai y Joel hijo de Azarías, de los hijos de Coat; de los hijos de Merari,
Cis hijo de Abdi y Azarías hijo de Jehalelel; de los hijos de Gersón, Joa hijo
de Zima y Edén hijo de Joa;
(2Cr 29:13) de los hijos de Elizafán, Simri y Jeiel; de los
hijos de Asaf, Zacarías y Matanías;
(2Cr 29:14) de los hijos de Hemán, Jehiel y Simei; y de los
hijos de Jedutún, Semaías y Uziel.
(2Cr 29:15) Estos reunieron a
sus hermanos, y se santificaron, y entraron, conforme al mandamiento del rey y las palabras de Jehová,
para limpiar la casa de Jehová.
(2Cr 29:16) Y entrando los sacerdotes dentro de la casa de
Jehová para limpiarla, sacaron toda la
inmundicia que hallaron en el templo de Jehová, al atrio de la
casa de Jehová; y de allí los levitas la llevaron fuera al torrente de Cedrón.
(2Cr 29:17) Comenzaron a
santificarse el día primero del mes primero, y a los ocho del mismo mes vinieron
al pórtico de Jehová; y santificaron la casa de Jehová en ocho días, y en el día dieciséis del mes primero terminaron.
(2Cr 29:18) Entonces vinieron al rey Ezequías y le dijeron: Ya hemos limpiado toda la casa de Jehová, el altar
del holocausto, y todos sus instrumentos, y la mesa de la proposición con todos
sus utensilios.
(2Cr 29:19) Asimismo hemos preparado y santificado todos los utensilios que en su infidelidad había
desechado el rey Acaz, cuando reinaba; y he aquí están delante del altar de
Jehová.
(2Cr 29:20) Y levantándose de
mañana, el rey Ezequías reunió los principales de la ciudad, y subió a la casa
de Jehová.
(2Cr 29:21) Y presentaron siete novillos, siete carneros, siete
corderos y siete machos cabríos para expiación por el reino, por el santuario y
por Judá. Y dijo a los sacerdotes hijos de Aarón
que los ofreciesen sobre el altar de Jehová.
(2Cr 29:22) Mataron, pues, los novillos, y los sacerdotes
recibieron la sangre,
y la esparcieron sobre el altar; mataron luego los carneros, y esparcieron la sangre sobre el altar; asimismo mataron los
corderos, y esparcieron la sangre sobre
el altar.
(2Cr 29:23) Después hicieron acercar
delante del rey y de la multitud los machos cabríos para la expiación, y
pusieron sobre ellos sus manos;
(2Cr 29:24) y los sacerdotes los mataron, e hicieron ofrenda de expiación con la sangre de ellos sobre el altar, para
reconciliar a todo Israel; porque por todo Israel mandó el rey hacer el
holocausto y la expiación.
(2Cr 29:25) Puso también levitas
en la casa de Jehová con címbalos, salterios y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad vidente
del rey, y del profeta Natán, porque aquel mandamiento «procedía
de»* Jehová por «medio
de»* sus profetas.
(2Cr 29:26) Y los levitas estaban
con los instrumentos de David, y los sacerdotes con trompetas.
(2Cr 29:27) Entonces mandó
Ezequías sacrificar el holocausto en el altar; y cuando comenzó el holocausto,
comenzó también el cántico de Jehová, con las trompetas y los instrumentos de
David rey de Israel.
(2Cr 29:28) Y toda la multitud adoraba, y los cantores
cantaban, y los trompeteros sonaban las trompetas; todo esto duró hasta
consumirse el holocausto.
(2Cr 29:29) Y cuando acabaron de ofrecer, se inclinó el rey, y todos los que con él estaban, y adoraron.
(2Cr 29:30) Entonces el rey Ezequías y los príncipes dijeron a los levitas que alabasen a Jehová con las palabras
de David y de Asaf vidente; y ellos alabaron con gran alegría, y se inclinaron
y adoraron.
(2Cr 29:31) Y respondiendo
Ezequías, dijo: «Ustedes se han
consagrado»* ahora a Jehová; acérquense,
pues, y presenten sacrificios y alabanzas en la casa de Jehová. Y la multitud
presentó sacrificios y alabanzas; y todos los generosos de corazón trajeron holocaustos.
(2Cr 29:32) Y fue el número de
los holocaustos que trajo la congregación, setenta bueyes, cien carneros y
doscientos corderos, todo para el holocausto de Jehová.
(2Cr 29:33) Y las ofrendas fueron seiscientos bueyes y tres mil
ovejas.
(2Cr 29:34) Mas los sacerdotes eran pocos, y no bastaban para desollar los holocaustos; y así sus hermanos los
levitas les ayudaron hasta que acabaron la obra, y hasta que los demás
sacerdotes se santificaron; porque los levitas fueron más rectos de corazón para santificarse que los sacerdotes.
(2Cr 29:35) Así, pues, hubo abundancia de holocaustos, con
grosura de las ofrendas de paz, y libaciones para cada holocausto. Y quedó
restablecido el servicio de la casa de Jehová.
(2Cr 29:36) Y se alegró Ezequías
con todo el pueblo, de que Dios hubiese preparado el pueblo; porque la cosa fue
hecha rápidamente.
Ezequías celebra la pascua
(2Cr 30:1) Envió después
Ezequías por todo Israel y Judá, y escribió cartas a Efraín y a Manasés, para
que viniesen a Jerusalén a la casa de Jehová para celebrar la pascua a Jehová
Dios de Israel.
(2Cr 30:2) Y el rey había tomado consejo con sus príncipes, y con toda la congregación en
Jerusalén, para celebrar la pascua en el mes
segundo;
(2Cr 30:3) porque entonces no la
podían celebrar, por cuanto no había suficientes sacerdotes santificados, ni el
pueblo se había reunido en Jerusalén.
(2Cr 30:4) Esto «agradó»* al rey y a toda la multitud.
(2Cr 30:5) Y determinaron hacer pasar pregón por todo Israel,
desde Beerseba hasta Dan, para que viniesen a celebrar la pascua a Jehová Dios
de Israel, en Jerusalén; porque en mucho tiempo
no la habían celebrado al modo que está escrito.
(2Cr 30:6) Fueron, pues, correos con cartas de mano del rey y
de sus príncipes por todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado, y
decían: Hijos de Israel, vuelvan a Jehová el Dios de Abraham, de Isaac y de
Israel, y él se volverá al remanente que ha quedado de la mano de los reyes de
Asiria.
(2Cr 30:7) No sean como sus [de ustedes]
padres y como sus [de ustedes] hermanos, que se rebelaron contra Jehová el Dios de
sus padres, y él los entregó a devastación [ruina,
asolamiento], como ustedes ven.
(2Cr 30:8) No endurezcan, pues,
ahora su [de ustedes] cerviz
como sus [de ustedes] padres; «sométanse»* a
Jehová, y vengan a su santuario, el cual él ha santificado para siempre; y sirvan a Jehová su [de ustedes] Dios, y el ardor de su ira se
apartará de ustedes.
(2Cr 30:9) Porque si se volvieren a Jehová, sus [de ustedes] hermanos y sus [de ustedes] hijos hallarán misericordia
delante de los que los tienen cautivos, y volverán a esta tierra; porque Jehová
su [de ustedes] Dios es clemente y
misericordioso, y no apartará de ustedes su
rostro, si ustedes se volvieren a él.
(2Cr 30:10) Pasaron, pues, los correos de ciudad en ciudad por
la tierra de Efraín y Manasés, hasta Zabulón; mas
se reían y burlaban de ellos.
(2Cr 30:11) Con todo eso, algunos hombres de Aser, de Manasés y
de Zabulón se humillaron, y vinieron a Jerusalén.
(2Cr 30:12) En Judá también estuvo
la mano de Dios para darles un solo corazón
para cumplir el mensaje del rey y de los príncipes, conforme a la palabra de
Jehová.
(2Cr 30:13) Y se reunió en
Jerusalén mucha gente para celebrar la fiesta solemne de los panes sin levadura
en el mes segundo,
una vasta reunión.
(2Cr 30:14) Y levantándose, quitaron los altares que había en
Jerusalén; quitaron también todos los altares de
incienso, y los echaron al torrente de Cedrón.
(2Cr 30:15) Entonces sacrificaron
la pascua, a los catorce días del mes segundo;
y los sacerdotes y los levitas llenos de vergüenza se santificaron, y trajeron
los holocaustos a la casa de Jehová.
(2Cr 30:16) Y tomaron su lugar en los turnos de costumbre,
conforme a la ley de Moisés varón de Dios; y los sacerdotes esparcían la sangre que recibían de manos de los levitas.
(2Cr 30:17) Porque había muchos en la congregación que no
estaban santificados, y por eso los levitas
sacrificaban la pascua por todos los que no se habían purificado, para
santificarlos a Jehová.
(2Cr 30:18) Porque una gran multitud del pueblo de Efraín y
Manasés, y de Isacar y Zabulón, no se habían purificado, y comieron la pascua no conforme a lo que está escrito. Mas
Ezequías oró por ellos, diciendo: Jehová, que es bueno, sea propicio a todo
aquel que ha preparado su corazón para
buscar a Dios,
(2Cr 30:19) a Jehová el Dios de
sus padres, aunque no esté purificado según los ritos de purificación del santuario.
(2Cr 30:20) Y oyó Jehová a
Ezequías, y sanó al pueblo.
(2Cr 30:21) Así los hijos de Israel que estaban en Jerusalén
celebraron la fiesta solemne de los panes sin
levadura por siete días con grande
gozo; y glorificaban a Jehová «todos
los días»*
los levitas y los sacerdotes, cantando con instrumentos resonantes a Jehová.
(2Cr 30:22) Y habló Ezequías al corazón de todos los levitas que tenían buena
inteligencia en el servicio de Jehová.
Y comieron de lo sacrificado en la fiesta solemne por siete días, ofreciendo sacrificios de paz, y dando
gracias a Jehová el Dios de sus padres.
(2Cr 30:23) Y toda aquella asamblea
determinó que celebrasen la fiesta por otros
siete días; y la celebraron otros siete
días con alegría.
(2Cr 30:24) Porque Ezequías rey de Judá había dado a la asamblea mil novillos y siete mil ovejas; y
también los príncipes dieron al pueblo mil novillos y diez mil ovejas; y muchos
sacerdotes ya se habían santificado.
(2Cr 30:25) Se alegró, pues, toda la congregación de Judá, como
también los sacerdotes y levitas, y toda la multitud que había venido de
Israel; asimismo los forasteros que habían venido de la tierra de Israel, y los
que habitaban en Judá.
(2Cr 30:26) Hubo entonces gran
regocijo en Jerusalén; porque desde los días
de Salomón hijo de David rey de Israel, no había habido «cosa semejante»*
en Jerusalén.
(2Cr 30:27) Después los sacerdotes y levitas, puestos en pie,
bendijeron al pueblo; y la voz de ellos fue oída,
y su oración llegó a la habitación de su santuario, al cielo.
(2Cr 31:1) Hechas todas estas cosas, todos los de Israel que
habían estado allí salieron por las ciudades de
Judá, y quebraron las estatuas y destruyeron las imágenes de Asera, y
derribaron los lugares altos y los altares por todo Judá y Benjamín, y también
en Efraín y Manasés, hasta acabarlo todo. Después se volvieron todos los hijos
de Israel a sus ciudades, «cada uno»* a su posesión.
Ezequías reorganiza el servicio de
los sacerdotes y levitas
(2Cr 31:2) Y arregló Ezequías
la distribución de los sacerdotes y de los levitas conforme a sus turnos, «cada uno según»*
su oficio; los sacerdotes y los levitas para ofrecer el holocausto y las
ofrendas de paz, para que ministrasen, para que diesen gracias y alabasen
dentro de las puertas de los atrios de Jehová.
(2Cr 31:3) El rey contribuyó de su propia hacienda para los holocaustos
a mañana y tarde, y para los holocaustos de los días
de reposo, nuevas lunas y fiestas
solemnes, como está escrito en la ley de Jehová.
(2Cr 31:4) Mandó también al
pueblo que habitaba en Jerusalén, que diese la porción correspondiente a los
sacerdotes y levitas, para que ellos se dedicasen a la ley de Jehová.
(2Cr 31:5) Y cuando este edicto fue divulgado, los hijos de
Israel dieron muchas primicias de grano, vino,
aceite, miel, y de todos los frutos de la tierra; trajeron asimismo en
abundancia los diezmos de todas las cosas.
(2Cr 31:6) También los hijos de Israel y de Judá, que
habitaban en las ciudades de Judá, dieron del mismo modo los diezmos de las vacas y de las ovejas; y trajeron los diezmos
de lo santificado, de las cosas que habían prometido a Jehová su Dios, y los
depositaron en «montones.»*
(2Cr 31:7) En el mes tercero comenzaron
a formar aquellos montones, y terminaron en el mes
séptimo.
(2Cr 31:8) Cuando Ezequías y los príncipes vinieron y vieron los montones, bendijeron a Jehová, y a su pueblo
Israel.
(2Cr 31:9) Y preguntó Ezequías
a los sacerdotes y a los levitas acerca de esos montones.
(2Cr 31:10) Y el sumo sacerdote Azarías, de la casa de Sadoc,
le contestó: Desde que comenzaron a traer las
ofrendas a la casa de Jehová, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha
sobrado mucho, porque Jehová ha bendecido a su pueblo; y ha quedado esta
abundancia de provisiones.
(2Cr 31:11) Entonces mandó
Ezequías que preparasen cámaras en la casa de Jehová; y las prepararon.
(2Cr 31:12) Y en ellas depositaron las primicias y los diezmos
y las cosas consagradas, fielmente; y «dieron
cargo de ello»*
al levita Conanías, el principal, y Simei su hermano fue el segundo.
(2Cr 31:13) Y Jehiel, Azazías, Nahat, Asael, Jerimot, Jozabad,
Eliel, Ismaquías, Mahat y Benaía, fueron los mayordomos «al servicio de»* Conanías y
de Simei su hermano, por mandamiento
del rey Ezequías y de Azarías, príncipe de la casa de Dios.
(2Cr 31:14) Y el levita Coré hijo de Imna, guarda de la puerta
oriental, «tenía cargo de»* las ofrendas voluntarias para Dios, y de la
distribución de las ofrendas dedicadas a Jehová, y de las cosas santísimas.
(2Cr 31:15) Y «a su servicio»* estaban Edén, Miniamín, Jesúa, Semaías, Amarías
y Secanías, en las ciudades de los sacerdotes, para dar con fidelidad a sus
hermanos sus porciones conforme a sus grupos, así al mayor como al menor;
(2Cr 31:16) a los varones anotados
por sus linajes, de tres años arriba, a todos los que entraban
en la casa de Jehová para desempeñar su ministerio según sus oficios y grupos.
(2Cr 31:17) También a los que eran contados entre los
sacerdotes según sus casas paternas; y a los levitas de edad de veinte años arriba, conforme a sus oficios y
grupos.
(2Cr 31:18) Eran inscritos con todos sus niños, sus mujeres,
sus hijos e hijas, toda la multitud; porque con fidelidad se consagraban a las
cosas santas.
(2Cr 31:19) Del mismo modo para los hijos de Aarón, sacerdotes,
que estaban en los ejidos de sus ciudades, por
todas «las ciudades,»* los varones nombrados tenían cargo de dar sus
porciones a todos los varones de entre los sacerdotes, y a todo el linaje de
los levitas.
(2Cr 31:20) De esta manera hizo
Ezequías en todo Judá; y ejecutó lo bueno,
recto y verdadero
delante de Jehová su Dios.
(2Cr 31:21) En todo cuanto emprendió
en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la ley y los mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de
todo corazón, y fue prosperado.
Senaquerib invade a Judá
(2R 18:13-37;
Is 36:1-22)
(2Cr 32:1) Después de estas cosas y de esta fidelidad, vino
Senaquerib rey de los asirios e invadió a Judá, y acampó contra las ciudades fortificadas, «con
la intención»* de conquistarlas.
(2Cr 32:2) Viendo, pues,
Ezequías la venida de Senaquerib, y «su
intención»* de combatir a Jerusalén,
(2Cr 32:3) tuvo consejo con sus
príncipes y con sus hombres valientes, para cegar las fuentes de agua que
estaban fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron.
(2Cr 32:4) Entonces se reunió
mucho pueblo, y cegaron todas las fuentes, y el arroyo que corría a través del
territorio, diciendo: ¿Por qué han de hallar los reyes de Asiria muchas aguas
cuando vengan?
(2Cr 32:5) Después con ánimo resuelto
edificó Ezequías todos los muros caídos, e hizo alzar las torres, y otro muro
por fuera; fortificó además a Milo en la ciudad de David, y también hizo muchas
espadas y escudos.
(2Cr 32:6) Y puso capitanes de
guerra sobre el pueblo, y los hizo reunir en la plaza de la puerta de la
ciudad, y habló al corazón de ellos,
diciendo:
(2Cr 32:7) Esfuércense y
anímense; no teman, ni tengan miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud
que con él viene; porque más hay con nosotros que con él.
(2Cr 32:8) Con él está el brazo de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y pelear
nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey
de Judá.
(2Cr 32:9) Después de esto, Senaquerib rey de los asirios,
mientras sitiaba a Laquis con todas sus fuerzas,
envió sus esclavos [siervos, sirvientes] a Jerusalén para decir a Ezequías rey de Judá, y a todos los de Judá que
estaban en Jerusalén:
(2Cr 32:10) Así ha dicho
Senaquerib rey de los asirios: ¿En quién confían ustedes, al resistir el sitio
en Jerusalén?
(2Cr 32:11) ¿No les engaña Ezequías para entregarles a muerte, a hambre y a sed, al decir: Jehová nuestro
Dios nos librará de la mano del rey de Asiria?
(2Cr 32:12) ¿No es Ezequías el
mismo que ha quitado sus lugares altos y sus altares, y ha dicho a Judá y a
Jerusalén: Delante de este solo altar adoraran, y sobre él quemaran incienso?
(2Cr 32:13) ¿No han sabido lo
que yo y mis padres hemos hecho a todos los pueblos de la tierra? ¿ Pudieron
los dioses de las naciones de esas tierras librar su tierra de mi mano?
(2Cr 32:14) ¿Qué dios hubo de entre todos los dioses de
aquellas naciones que destruyeron mis padres,
que pudiese salvar a su pueblo de mis manos? ¿Cómo podrá su [de ustedes]
Dios librarles de mi mano?
(2Cr 32:15) Ahora, pues, no les engañe
Ezequías, ni les persuada de ese modo, ni le crean; que si ningún dios de todas
aquellas naciones y reinos pudo librar a su pueblo de mis manos, y de las manos
de mis padres, ¿cuánto menos su [de
ustedes] Dios les podrá librar de mi
mano?
(2Cr 32:16) Y otras cosas más hablaron
sus esclavos [siervos, sirvientes] contra Jehová Dios, y
contra su esclavo [siervo, sirviente]
Ezequías.
(2Cr 32:17) Además de esto escribió
cartas en que blasfemaba contra Jehová el Dios de Israel, y hablaba contra él,
diciendo: Como los dioses de las naciones de los países no pudieron librar a su
pueblo de mis manos, tampoco el Dios de Ezequías librará al suyo de mis manos.
(2Cr 32:18) Y clamaron a gran
voz en judaico al pueblo de Jerusalén que estaba sobre los muros, para
espantarles y atemorizarles, a fin de poder tomar la ciudad.
(2Cr 32:19) Y hablaron contra el
Dios de Jerusalén, como contra los dioses de los pueblos de la tierra, que son
obra de manos de hombres.
Jehová libra a Ezequías
(2R 19:1-37;
Is 37:1-38)
(2Cr 32:20) Mas el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de
Amoz oraron por esto, y clamaron al cielo.
(2Cr 32:21) Y Jehová envió un
ángel, el cual destruyó a todo valiente y esforzado, y a los jefes y capitanes
en el campamento del rey de Asiria. Este se volvió, por tanto, «avergonzado»*
a su tierra; y entrando en el templo de su dios, allí lo
mataron a espada «sus
propios hijos.»
(2Cr 32:22) Así salvó Jehová a
Ezequías y a los habitantes [moradores,
residentes] de Jerusalén de las manos de Senaquerib rey de Asiria, y
de las manos de todos; y les dio reposo por
todos lados.
(2Cr 32:23) Y muchos trajeron a Jerusalén ofrenda a Jehová, y
ricos regalos [presentes] a Ezequías
rey de Judá; y fue muy engrandecido «delante
de»* todas las naciones después de esto.
Enfermedad de Ezequías
(2R 20:1-11; Is 38: 1-22)
(2Cr 32:24) En aquel tiempo
Ezequías enfermó de muerte; y oró a Jehová,
quien le respondió, y le dio una señal.
(2Cr 32:25) Mas Ezequías no correspondió al bien «que le había sido hecho,»*
sino que se enalteció su corazón, y vino la ira contra él, y contra Judá y Jerusalén.
(2Cr 32:26) Pero Ezequías, después de haberse enaltecido su corazón, se
humilló, él y los habitantes [moradores,
residentes] de Jerusalén; y no vino sobre ellos la ira de Jehová en
los días de Ezequías.
Ezequías recibe los enviados de Babilonia
(2R 20:12-19; Is 39:1-8)
(2Cr 32:27) Y tuvo Ezequías
riquezas y gloria, muchas enteramente [en
gran manera, grandemente]; y adquirió
tesoros de plata y oro, piedras preciosas, perfumes, escudos, y toda clase de
joyas deseables.
(2Cr 32:28) Asimismo hizo depósitos para las rentas del grano,
del vino y del aceite, establos para toda «clase
de bestias,»* y apriscos para los ganados.
(2Cr 32:29) Adquirió también
ciudades, y hatos de ovejas y de vacas en gran abundancia; porque Dios le había
dado muchas riquezas.
(2Cr 32:30) Este Ezequías cubrió
los manantiales de Gihón la de arriba, y condujo el agua hacia el occidente de
la ciudad de David. Y fue prosperado Ezequías en todo lo que hizo.
(2Cr 32:31) Mas en lo referente a los mensajeros de los
príncipes de Babilonia, que enviaron a él para
saber del prodigio que había sucedido [acontecido] en el país, Dios lo dejó, para probarle, para hacer
conocer todo lo que estaba en su corazón.
Muerte de Ezequías
(2R 20:20-21)
(2Cr 32:32) Los demás hechos de Ezequías, y sus misericordias,
he aquí todos están escritos en la profecía del profeta
Isaías hijo de Amoz, en el libro de los reyes de Judá y de Israel.
(2Cr 32:33) Y durmió Ezequías
con sus padres, y lo sepultaron en el lugar más prominente de los sepulcros de
los hijos de David, honrándole en su muerte todo Judá y toda Jerusalén; y reinó
en su lugar Manasés su hijo.
Reinado de Manasés
(2R 21:1-18)
(2Cr 33:1) De doce años era Manasés cuando comenzó a
reinar, y cincuenta y cinco años reinó
en Jerusalén.
(2Cr 33:2) Pero hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a las
abominaciones de las naciones que Jehová había echado de la presencia [de delante] de los hijos de Israel.
(2Cr 33:3) Porque él reedificó los lugares altos que Ezequías
su padre había derribado, y levantó altares a
los baales, e hizo imágenes de Asera, y adoró a todo el ejército de los cielos,
y les rindió culto.
(2Cr 33:4) Edificó también
altares en la casa de Jehová, de la cual había dicho Jehová: En Jerusalén
estará mi nombre perpetuamente.
(2Cr 33:5) Edificó asimismo
altares a todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa de
Jehová.
(2Cr 33:6) Y pasó sus hijos por
fuego en el valle del hijo de Hinom; y observaba los tiempos, miraba en agüeros, era dado a adivinaciones, y consultaba a adivinos
y encantadores; se excedió en hacer lo malo ante los ojos de Jehová, hasta encender
su ira.
(2Cr 33:7) Además de esto puso una imagen
fundida que hizo, en la casa de Dios, de la cual
había dicho Dios a David y a Salomón su hijo: En esta casa y en Jerusalén, la
cual yo elegí sobre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre;
(2Cr 33:8) y nunca más quitaré el pie de Israel de la tierra
que yo entregué a sus [de ustedes] padres, a condición de que
guarden y hagan todas las cosas que yo les he mandado,
toda la ley, los estatutos y los preceptos, por «medio
de»* Moisés.
(2Cr 33:9) Manasés, pues, hizo extraviarse a Judá y a los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén, para
hacer más mal que las naciones que Jehová destruyó
delante de los hijos de Israel.
(2Cr 33:10) Y habló Jehová a
Manasés y a su pueblo, mas ellos no escucharon;
(2Cr 33:11) por lo cual Jehová trajo contra ellos los generales
del ejército del rey de los asirios, los cuales aprisionaron con grillos a
Manasés, y atado con cadenas lo llevaron a
Babilonia.
(2Cr 33:12) Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová
su Dios, humillado grandemente en la presencia
del Dios de sus padres.
(2Cr 33:13) Y habiendo orado a
él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su
reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios.
(2Cr 33:14) Después de esto edificó
el muro exterior de la ciudad de David, al occidente de Gihón, en el valle, a
la entrada de la puerta del Pescado, y amuralló Ofel, y elevó el muro muy alto;
y puso capitanes de ejército en todas las ciudades fortificadas de Judá.
(2Cr 33:15) Asimismo quitó los
dioses ajenos, y el ídolo de la casa de Jehová, y todos los altares que había
edificado en el monte de la casa de Jehová y en Jerusalén, y los echó fuera de
la ciudad.
(2Cr 33:16) Reparó luego el altar de Jehová, y sacrificó sobre él sacrificios de ofrendas de paz y de
alabanza; y mandó a Judá que sirviesen a Jehová Dios de Israel.
(2Cr 33:17) Pero el pueblo aún sacrificaba en los lugares
altos, aunque lo hacía para Jehová su Dios.
(2Cr 33:18) Los demás hechos de Manasés, y su oración a su
Dios, y las palabras de los videntes que le
hablaron en nombre de Jehová el Dios de Israel, he aquí todo está escrito en
las actas de los reyes de Israel.
(2Cr 33:19) Su oración también, y cómo fue oído, todos sus pecados, y su prevaricación [resolución legal injusta], los sitios donde
edificó lugares altos y erigió imágenes de Asera
e ídolos, antes que se humillase, he aquí estas cosas están escritas en las
palabras de los videntes.
(2Cr 33:20) Y durmió Manasés con
sus padres, y lo sepultaron en su casa; y reinó en su lugar Amón su hijo.
Reinado de Amón
(2R 21:19-26)
(2Cr 33:21) De veintidós años era Amón
cuando comenzó a reinar, y dos años reinó
en Jerusalén.
(2Cr 33:22) E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como había
hecho Manasés su padre; porque ofreció sacrificios y sirvió a todos los ídolos
que su padre Manasés había hecho.
(2Cr 33:23) Pero nunca se humilló delante de Jehová, como se
humilló Manasés su padre; antes bien aumentó el
pecado.
(2Cr 33:24) Y conspiraron contra él sus esclavos
[siervos, sirvientes], y lo
mataron en su casa.
(2Cr 33:25) Mas el pueblo de la tierra mató a todos los que habían conspirado
contra el rey Amón; y el pueblo de la tierra puso por rey en su lugar a Josías
su hijo.
Reinado de Josías
(2R 22:1-2)
(2Cr 34:1) De ocho años era Josías cuando comenzó a
reinar, y treinta y un años reinó
en Jerusalén.
(2Cr 34:2) Este hizo lo recto
ante los ojos de Jehová, y anduvo en los caminos de David su padre, sin apartarse a la derecha ni a la izquierda.
Reformas de Josías
(2R 23:4-20)
(2Cr 34:3) A los ocho años de su reinado, siendo aún muchacho, comenzó a buscar al
Dios de David su padre; y a los doce años comenzó a
limpiar a Judá y a Jerusalén de los lugares altos, imágenes de Asera,
esculturas, e imágenes fundidas.
(2Cr 34:4) Y derribaron delante de él los altares de los
baales, e hizo pedazos las imágenes del sol, que estaban puestas encima; despedazó
también las imágenes de Asera, las esculturas y estatuas fundidas, y las
desmenuzó, y esparció el polvo sobre los sepulcros de los que les habían
ofrecido sacrificios.
(2Cr 34:5) Quemó además los huesos de los sacerdotes sobre sus altares, y
limpió a Judá y a Jerusalén.
(2Cr 34:6) Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín,
Simeón y hasta Neftalí, y en los lugares asolados alrededor.
(2Cr 34:7) Y cuando hubo derribado
los altares y las imágenes de Asera, y quebrado y desmenuzado las esculturas, y
destruido todos los ídolos por toda la tierra de Israel, volvió a Jerusalén.
Hallazgo del libro de la ley
(2R 22:3; 23:3)
(2Cr 34:8) A los dieciocho años de su
reinado, después de haber limpiado la tierra y la casa, envió a Safán hijo de Azalía, a Maasías gobernador de la
ciudad, y a Joa hijo de Joacaz, canciller, para que reparasen la casa de Jehová
su Dios.
(2Cr 34:9) Vinieron éstos al sumo sacerdote Hilcías, y dieron el dinero que había sido traído a la casa de Jehová,
que los levitas que guardaban la puerta habían recogido de mano de Manasés y de
Efraín y de todo el remanente de Israel, de todo Judá y Benjamín, y de los
habitantes de Jerusalén.
(2Cr 34:10) Y lo entregaron en mano
de los que hacían la obra, que eran mayordomos en la casa de Jehová, los cuales
lo daban a los que hacían la obra y trabajaban en la casa de Jehová, para
reparar y restaurar el templo.
(2Cr 34:11) Daban asimismo a los
carpinteros y canteros para que comprasen piedra de cantería, y madera para los
armazones y para la entabladura de los edificios que habían destruido los reyes
de Judá.
(2Cr 34:12) Y estos hombres procedían con fidelidad en la obra;
y eran sus mayordomos Jahat y Abdías, levitas de
los hijos de Merari, y Zacarías y Mesulam de los hijos de Coat, para que
activasen la obra; y de los levitas, todos los entendidos en instrumentos de
música.
(2Cr 34:13) También velaban sobre los cargadores, y eran
mayordomos de los que se ocupaban «en cualquier
clase de obra;»* y de los levitas había
escribas, gobernadores y porteros.
(2Cr 34:14) Y al sacar el dinero
que había sido traído a la casa de Jehová, el sacerdote Hilcías halló el libro
de la ley de Jehová dada por «medio
de»* Moisés.
(2Cr 34:15) Y dando cuenta
Hilcías, dijo al escriba Safán: Yo he hallado el libro de la ley en la casa de
Jehová. Y dio Hilcías el libro a Safán.
(2Cr 34:16) Y Safán lo llevó al rey, y le contó el asunto,
diciendo: Tus esclavos [siervos,
sirvientes] han cumplido todo lo que les fue encomendado.
(2Cr 34:17) Han reunido el
dinero que se halló en la casa de Jehová, y lo han entregado en mano de los
encargados, y en mano de los que hacen la obra.
(2Cr 34:18) Además de esto, declaró
el escriba Safán al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me dio un libro. Y leyó
Safán en él delante del rey.
(2Cr 34:19) Luego que el rey oyó las palabras de la ley, rasgó sus vestidos;
(2Cr 34:20) y mandó a Hilcías y a Ahicam hijo de Safán, y a
Abdón hijo de Micaía, y a Safán escriba, y a Asaías esclavo [siervo, sirviente] del rey, diciendo:
(2Cr 34:21) Vayan, consulten a
Jehová por mí y por el remanente de Israel y de Judá acerca de las palabras del
libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que ha caído sobre
nosotros, por cuanto nuestros padres no cumplieron [guardaron, conservaron] la palabra de Jehová,
para hacer conforme a todo lo que está escrito en este libro.
(2Cr 34:22) Entonces Hilcías y los del rey fueron a Hulda profetisa, mujer de Salum hijo de Ticva, hijo
de Harhas, guarda de las vestiduras, la cual moraba en Jerusalén en el segundo
barrio, y le dijeron «las palabras
antes dichas.»
(2Cr 34:23) Y ella respondió: Jehová Dios de Israel ha dicho
así: Digan al varón que les ha enviado a mí, que
así ha dicho Jehová:
(2Cr 34:24) He aquí yo traigo mal sobre este lugar, y sobre los
habitantes [moradores, residentes] de
él, todas las maldiciones que están escritas en el libro que leyeron delante
del rey de Judá
(2Cr 34:25) por cuanto me han dejado,
y han ofrecido sacrificios a dioses ajenos, provocándome a ira con todas las
obras de sus manos; por tanto, se derramará mi ira sobre este lugar, y no se
apagará.
(2Cr 34:26) Mas al rey de Judá, que les ha enviado a consultar
a Jehová, así le dirán: Jehová el Dios de Israel
ha dicho así: Por cuanto oíste las palabras del libro,
(2Cr 34:27) y tu corazón se conmovió, y te humillaste delante
de Dios al oír sus palabras sobre este lugar y sobre sus habitantes [moradores, residentes], y te humillaste
delante de mí, y rasgaste tus vestidos y lloraste en mi presencia, yo también
te he oído, dice Jehová.
(2Cr 34:28) He aquí que yo te recogeré con tus padres, y serás recogido en tu sepulcro en paz, y tus
ojos no verán todo el mal que yo traigo sobre este lugar y sobre los habitantes
[moradores, residentes] de él.
Y ellos refirieron al rey la respuesta.
(2Cr 34:29) Entonces el rey envió
y reunió a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.
(2Cr 34:30) Y subió el rey a la
casa de Jehová, y con él todos los varones de Judá, y los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén, los
sacerdotes, los levitas y todo el pueblo, desde el mayor hasta el más pequeño;
y leyó a oídos de ellos todas las palabras del
libro del pacto [alianza,
convenio, acuerdo] que había sido hallado en la casa de Jehová.
(2Cr 34:31) Y estando el rey en pie
en su sitio, hizo delante de Jehová pacto [alianza,
convenio, acuerdo] de caminar detrás de Jehová y de cumplir [guardar, conservar] sus mandamientos, sus testimonios y sus
estatutos, con todo su corazón y con
toda su alma, poniendo por obra las
palabras del pacto [alianza, convenio, acuerdo]
que estaban escritas en aquel libro.
(2Cr 34:32) E hizo que se obligaran a ello todos los que
estaban en Jerusalén y en Benjamín; y los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén hicieron conforme al pacto [alianza,
convenio, acuerdo] de Dios, del Dios
de sus padres.
(2Cr 34:33) Y quitó Josías todas
las abominaciones de toda la tierra de los hijos de Israel, e hizo que todos
los que se hallaban en Israel sirviesen a Jehová su Dios. No se apartaron de
detrás de Jehová el Dios de sus padres, todo el tiempo
que él vivió.
Josías celebra la pascua
(2R 23:21-23)
(2Cr 35:1) Josías celebró la
pascua a Jehová en Jerusalén, y sacrificaron la pascua a los catorce días del mes
primero.
(2Cr 35:2) Puso también a los
sacerdotes en sus oficios, y los confirmó en el ministerio de la casa de
Jehová.
(2Cr 35:3) Y dijo a los levitas
que enseñaban a todo Israel, y que estaban dedicados a Jehová: Pongan el arca santa en la casa que edificó Salomón
hijo de David, rey de Israel, para que no la carguen más sobre los hombros.
Ahora sirvan a Jehová su [de ustedes]
Dios, y a su pueblo Israel.
(2Cr 35:4) Prepárense según las familias de sus [de ustedes] padres, por sus [de ustedes] turnos, «como
lo ordenaron»* David rey de Israel y Salomón
su hijo.
(2Cr 35:5) Estén en el
santuario según la distribución de las familias de sus [de ustedes] hermanos los hijos del pueblo, y
según la distribución de la familia de los
levitas.
(2Cr 35:6) Sacrifiquen luego la
pascua; y después de santificarse, preparen a sus [de ustedes] hermanos para que hagan conforme
a la palabra de Jehová dada por «medio de»* Moisés.
(2Cr 35:7) Y dio el rey Josías a los del pueblo ovejas,
corderos y cabritos de los rebaños, en número de treinta mil, y tres mil
bueyes, todo para la pascua, para todos los que se hallaron presentes; esto de
la hacienda del rey.
(2Cr 35:8) También sus príncipes dieron con liberalidad al
pueblo y a los sacerdotes y levitas. Hilcías, Zacarías y Jehiel, oficiales de
la casa de Dios, dieron a los sacerdotes, para
celebrar la pascua, dos mil seiscientas ovejas y trescientos bueyes.
(2Cr 35:9) Asimismo Conanías, y Semaías y Natanael sus
hermanos, y Hasabías, Jeiel y Josabad, jefes de los levitas, dieron a los
levitas, para los sacrificios de la pascua, cinco mil ovejas y quinientos
bueyes.
(2Cr 35:10) Preparado así el servicio, los sacerdotes se
colocaron en sus puestos, y asimismo los levitas
en sus turnos, conforme al mandamiento
del rey.
(2Cr 35:11) Y sacrificaron la
pascua; y esparcían los sacerdotes la sangre
recibida de mano de los levitas, y los levitas desollaban las víctimas.
(2Cr 35:12) Tomaron luego del
holocausto, para dar conforme a los repartimientos de las familias del pueblo,
a fin de que ofreciesen a Jehová según está escrito en el libro de Moisés; y
asimismo tomaron de los bueyes.
(2Cr 35:13) Y asaron la pascua
al fuego conforme a la ordenanza; mas lo que había sido santificado lo cocieron
en ollas, en calderos y sartenes, y lo repartieron rápidamente a todo el
pueblo.
(2Cr 35:14) Después prepararon para ellos mismos y para los sacerdotes; porque los sacerdotes,
hijos de Aarón, estuvieron ocupados hasta la noche en el sacrificio de los
holocaustos y de las grosuras; por tanto, los levitas prepararon para ellos
mismos y para los sacerdotes hijos de Aarón.
(2Cr 35:15) Asimismo los cantores hijos de Asaf estaban en su
puesto, conforme al mandamiento de
David, de Asaf y de Hemán, y de Jedutún vidente del rey; también los porteros
estaban a «cada puerta;»* y no era necesario que se apartasen de su
ministerio, porque sus hermanos los levitas preparaban para ellos.
(2Cr 35:16) Así fue preparado todo el servicio de Jehová en
aquel día, para celebrar la pascua y para sacrificar los holocaustos sobre el
altar de Jehová, conforme al mandamiento
del rey Josías.
(2Cr 35:17) Y los hijos de Israel que estaban allí celebraron la pascua en aquel tiempo,
y la fiesta solemne de los panes sin levadura por siete días.
(2Cr 35:18) Nunca fue celebrada
una pascua como esta en Israel desde los días
de Samuel el profeta; ni ningún rey de Israel celebró pascua tal como la que
celebró el rey Josías, con los sacerdotes y levitas, y todo Judá e Israel, los
que se hallaron allí, juntamente con los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén.
(2Cr 35:19) Esta pascua fue celebrada
en el año dieciocho del rey Josías.
Muerte de Josías
(2R 23:28-30)
(2Cr 35:20) Después de todas estas cosas, luego de haber
reparado Josías la casa de Jehová, Necao rey de Egipto subió para hacer guerra
en Carquemis junto al Eufrates; y salió Josías contra él.
(2Cr 35:21) Y Necao le envió
mensajeros, diciendo: ¿Qué «tengo yo
contigo,»* rey de Judá? Yo no vengo contra
ti hoy, sino contra la casa que me hace guerra;
y Dios me ha dicho que me apresure. Deja de oponerte a Dios, quien está
conmigo, no sea que él te destruya.
(2Cr 35:22) Mas Josías no se retiró, sino que se disfrazó para darle batalla, y no atendió a las palabras de
Necao, que eran de boca de Dios; y vino a darle batalla en el campo de Meguido.
(2Cr 35:23) Y los flecheros tiraron
contra el rey Josías. Entonces dijo el rey a sus esclavos [siervos,
sirvientes]: Quítenme de aquí, porque
estoy gravemente herido.
(2Cr 35:24) Entonces sus esclavos [siervos,
sirvientes] lo sacaron de aquel
carro, y lo pusieron en un segundo carro que tenía, y lo llevaron a Jerusalén,
donde murió; y lo sepultaron en los sepulcros de sus padres. Y todo Judá y
Jerusalén hicieron duelo por Josías.
(2Cr 35:25) Y Jeremías endechó
en memoria de Josías. Todos los cantores y cantoras recitan esas lamentaciones
sobre Josías hasta hoy; y las tomaron por norma para endechar en Israel, las
cuales están escritas en el libro de Lamentos.
(2Cr 35:26) Los demás hechos de Josías, y sus obras piadosas
conforme a lo que está escrito en la ley de Jehová,
(2Cr 35:27) y sus hechos, primeros y últimos, he aquí están
escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá.
Reinado y destronamiento de Joacaz
(2R 23:31-35)
(2Cr 36:1) Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y lo hizo rey en lugar de su
padre en Jerusalén.
(2Cr 36:2) De veintitrés años era Joacaz
cuando comenzó a reinar, y tres meses
reinó en Jerusalén.
(2Cr 36:3) Y el rey de Egipto lo quitó
de Jerusalén, y condenó la tierra a pagar cien talentos de plata y uno de oro.
(2Cr 36:4) Y estableció el rey
de Egipto a Eliaquim hermano de Joacaz por rey sobre Judá y Jerusalén, y le
mudó el nombre en Joacim; y a Joacaz su hermano tomó Necao, y lo llevó a
Egipto.
Reinado de Joacim
(2R 23:36; 24:7)
(2Cr 36:5) Cuando comenzó a reinar
Joacim era de veinticinco años, y reinó once años en Jerusalén; e hizo lo malo
ante los ojos de Jehová su Dios.
(2Cr 36:6) Y subió contra él
Nabucodonosor rey de Babilonia, y lo llevó a Babilonia atado con cadenas.
(2Cr 36:7) También llevó Nabucodonosor a Babilonia de los
utensilios de la casa de Jehová, y los puso en
su templo en Babilonia.
(2Cr 36:8) Los demás hechos de Joacim, y las abominaciones que
hizo, y lo que en él se halló, está escrito en el
libro de los reyes de Israel y de Judá; y reinó en su lugar Joaquín su hijo.
Joaquín el llevado cautivo a
Babilonia
(2R 24:8-17)
(2Cr 36:9) De ocho años era Joaquín cuando comenzó a
reinar, y reinó tres meses y diez días en Jerusalén; e hizo lo malo ante los ojos de Jehová.
(2Cr 36:10) A la vuelta del año el rey Nabucodonosor envió y lo hizo llevar a Babilonia, juntamente con los
objetos preciosos de la casa de Jehová, y constituyó a Sedequías su hermano por
rey sobre Judá y Jerusalén.
Reinado de Sedequías
(2R 24:18-20; Jer 52:1-3)
(2Cr 36:11) De veintiún años era
Sedequías cuando comenzó a reinar, y once años reinó en Jerusalén.
(2Cr 36:12) E hizo lo malo ante los ojos de Jehová su Dios, y no se
humilló delante del profeta Jeremías, que le hablaba «de parte de»*
Jehová.
(2Cr 36:13) Se rebeló asimismo contra Nabucodonosor, al cual
había jurado por Dios; y endureció su cerviz, y obstinó su corazón para no volverse a Jehová el Dios de
Israel.
(2Cr 36:14) También todos los principales sacerdotes, y el
pueblo, aumentaron la iniquidad [gran maldad e injusticia], siguiendo todas
las abominaciones de las naciones, y contaminando
la casa de Jehová, la cual él había santificado en Jerusalén.
(2Cr 36:15) Y Jehová el Dios de sus padres envió «constantemente»* palabra a ellos por «medio
de»* sus mensajeros, porque él tenía
misericordia de su pueblo y de su habitación.
(2Cr 36:16) Mas ellos hacían
escarnio de los mensajeros de Dios, y despreciaban sus palabras, burlándose de
sus profetas, hasta que subió la ira de
Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio.
Cautividad de Judá
(2R 25:8-21; Jer 39:8-10; 52:12-30)
(2Cr 36:17) Por lo cual trajo contra ellos al rey de los
caldeos, que mató a espada a sus jóvenes en la
casa de su santuario, sin perdonar joven ni doncella, anciano ni decrépito;
todos los entregó en sus manos.
(2Cr 36:18) Asimismo todos los utensilios de la casa de Dios,
grandes y chicos, los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa
del rey y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia.
(2Cr 36:19) Y quemaron la casa
de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron a fuego todos sus
palacios, y destruyeron todos sus objetos deseables.
(2Cr 36:20) Los que escaparon de la espada fueron llevados
cautivos a Babilonia, y fueron esclavos [siervos,
sirvientes] de él y de sus hijos, hasta que vino el reino de los
persas;
(2Cr 36:21) para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca
de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de
reposo; porque todo el tiempo de su
asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron
cumplidos.
El decreto de Ciro
(Esd 1:1-4)
(2Cr 36:22) Mas al primer año de Ciro rey de los persas, para
que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, Jehová despertó el espíritu de Ciro rey de los persas, el cual
hizo pregonar de palabra y también por escrito,
por todo su reino, diciendo:
(2Cr 36:23) Así dice Ciro, rey
de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la
tierra; y él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá.
Quien haya entre ustedes de todo su pueblo, sea Jehová su Dios con él, y suba.