Referencias para la lectura:
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ajustado al Texto Mayoritario y actualizado al español latino.
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de palabras claves entre corchetes [color
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- Vocablos
del Texto Mayoritario que forman
parte del texto bíblico. Señaladas entre corchetes TM [color azul].
- Variantes
del Textus Receptus que no forman
parte del Texto Mayoritario. Señaladas entre corchetes TR [color rojo]
Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original
del griego koiné.
Para complementar su lectura considere el uso de un diccionario
Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para el NT.
Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera Independiente
Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de
significados y conceptos.
2ª de PEDRO
Saludo
(2P 1:1) Simón Pedro, esclavo y apóstol
de Jesús, el Cristo, a los que han alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y
Salvador Jesús, el Cristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra:
(2P 1:2) Gracia y paz les sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.
Partícipes de
la naturaleza divina
(2P 1:3) Como todas las cosas que
pertenecen a la vida y a la piedad [reverencia y respeto] nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de
aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,
(2P 1:4) por medio de las cuales
nos ha dado preciosas y grandísimas promesas,
para que por ellas llegasen a ser participantes de la naturaleza divina,
habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo
a causa de la concupiscencia [deseo pasional desordenado];
(2P 1:5) ustedes también, poniendo
toda diligencia por esto mismo, añadan a su [de ustedes] fe virtud; a la virtud, conocimiento;
(2P 1:6) al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a
la paciencia, piedad [reverencia y
respeto];
(2P 1:7) a la piedad, afecto
fraternal; y al afecto fraternal, amor.
(2P 1:8) Porque si estas cosas
están en ustedes, y abundan, no les dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesús, el Cristo.
(2P 1:9) Pero el que no tiene estas
cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados.
(2P 1:10) Por lo cual, hermanos,
tanto más procuren hacer firme su [de ustedes] vocación [llamamiento, reclutamiento] y elección; porque haciendo estas cosas, no caerán jamás.
(2P 1:11) Porque de esta manera les
será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesús, el Cristo.
(2P 1:12) Por esto, yo no dejaré de
recordarles siempre estas cosas, aunque ustedes las sepan, y estén confirmados
en la verdad presente.
(2P 1:13) Pues tengo por justo, en
tanto que estoy en este cuerpo, el
despertarles con amonestación;
(2P 1:14) sabiendo que en breve debo
abandonar el cuerpo, como nuestro Señor
Jesús, el Cristo me ha declarado.
(2P 1:15) También yo procuraré con
diligencia que después de mi partida ustedes puedan en todo momento tener
memoria de estas cosas.
Testigos
oculares de la gloria de Cristo
(2P 1:16) Porque no les hemos dado a
conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesús, el Cristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo
visto con nuestros propios ojos su majestad.
(2P 1:17) Pues cuando él recibió de
Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que
decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia.
(2P 1:18) Y nosotros oímos esta voz
enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.
(2P 1:19) Tenemos también la palabra
profética más segura, a la cual hacen bien en estar atentos como a una antorcha
que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la
mañana salga en sus [de ustedes] corazones;
(2P 1:20) entendiendo primero esto,
que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,
(2P 1:21) porque nunca la profecía
fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres
de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu
Santo.
Falsos
profetas y falsos maestros
(2P 2:1) Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá
entre ustedes falsos maestros, que
introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Amo que los rescató, atrayendo
sobre sí mismos destrucción repentina.
(2P 2:2) Y muchos seguirán sus disoluciones,
por causa de los cuales el camino de la verdad
será injuriado [calumniado,
blasfemado],
(2P 2:3) y por avaricia harán
mercadería de ustedes con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no
se tarda, y su perdición no se duerme.
(2P 2:4) Porque si Dios no perdonó
a los ángeles que pecaron, sino que
arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de
oscuridad, para ser conservados [reservados] al juicio;
(2P 2:5) y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé,
pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos [irreverentes,
(sin piedad), sacrílegos];
(2P 2:6) y si condenó por
destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y
poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente
[irreverentemente,
sin piedad],
(2P 2:7) y libró al justo Lot,
abrumado por la nefanda[conducta
libertina y descarada] conducta de los malvados
(2P 2:8) (porque este justo, que
moraba entre ellos, afligía «cada día» su alma justa, viendo y oyendo
los hechos inicuos [violadores de la ley, ilegales, los que andan sin
ley] de ellos),
(2P 2:9) sabe el Señor librar de
tentación a los reverentes [piadosos], y conservar [reservar] a los injustos para ser castigados en el día del juicio;
(2P 2:10) y mayormente a aquellos
que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia [deseo pasional desordenado] e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y contumaces, no temen
injuriar [calumniar,
blasfemar] de las potestades
superiores,
(2P 2:11) mientras que los ángeles,
que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición
contra ellas delante del Señor.
(2P 2:12) Pero éstos, injuriando [calumniando, blasfemando] de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para
presa y destrucción, perecerán en su propia perdición,
(2P 2:13) recibiendo el galardón de
su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos
son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con ustedes, se recrean
en sus errores.
(2P 2:14) Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar,
seducen a las almas inconstantes,
tienen el corazón habituado a la
codicia, y son hijos de maldición.
(2P 2:15) Han dejado el camino
recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual
amó el premio de la maldad,
(2P 2:16) y fue reprendido por su
iniquidad; puesto que una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó
la locura del profeta.
(2P 2:17) Estos son fuentes sin
agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad
está reservada para siempre.
(2P 2:18) Pues hablando palabras
infladas y vanas, seducen con concupiscencias
[deseos pasionales desordenados] de la carne y disoluciones [conducta libertina y descarada] a los que verdaderamente habían huido de los que viven
en error.
(2P 2:19) Les prometen libertad, y
son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es
hecho esclavo «del que lo venció.»
(2P 2:20) Ciertamente, si habiéndose
ellos escapado de las contaminaciones
del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesús, el Cristo, enredándose otra
vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero.
(2P 2:21) Porque mejor les hubiera
sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo
conocido, volverse atrás del santo mandamiento
que les fue dado.
(2P 2:22) Pero les ha acontecido lo
del verdadero proverbio: El perro vuelve a su
vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.
(2P 3:1) Amados, esta es la segunda
carta que les escribo, y en ambas despierto con exhortación su [de ustedes] limpio entendimiento,
(2P 3:2) para que tengan memoria de
las declaraciones que antes han sido dichas por los santos profetas,
y del mandamiento del Señor y Salvador dado por sus [de ustedes] apóstoles;
En los
últimos tiempos vendrán burladores
(2P 3:3) sabiendo primero esto, que
en los últimos [postreros,
siguientes] días vendrán burladores,
andando según sus propias concupiscencias
[deseos pasionales desordenados],
(2P 3:4) y diciendo: ¿Dónde está la
promesa de su advenimiento? Porque
desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación.
(2P 3:5) Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los
cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste,
(2P 3:6) por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua;
(2P 3:7) pero los cielos y la
tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para
el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos [irreverentes,
(sin piedad), sacrílegos].
El Señor
vendrá
(2P 3:8) Mas, oh amados, no ignoren
esto: que para con el Señor un día es como mil
años, y mil años como un día.
(2P 3:9) El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por
tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno
perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
(2P 3:10) Pero el día del Señor
vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande
estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras
que en ella hay serán quemadas.
(2P 3:11) Puesto que todas estas
cosas han de ser deshechas, ¡cómo no deben ustedes andar en santa y piadosa [reverente y respetuosa] manera de vivir,
(2P 3:12) esperando y apresurándose
para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán
deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!
(2P 3:13) Pero nosotros esperamos,
según sus promesas, cielos nuevos y
tierra nueva, en los cuales habita [reside,
mora] la justicia.
(2P 3:14) Por lo cual, oh amados,
estando en espera de estas cosas, procuren con diligencia ser hallados por él
sin mancha e irreprensibles, en paz.
(2P 3:15) Y tengan entendido que la
paciencia de nuestro Señor es para salvación;
como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría
que le ha sido dada, les ha escrito,
(2P 3:16) casi en todas sus
epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas
difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como
también las otras Escrituras, para su propia perdición.
(2P 3:17) Así que ustedes, oh
amados, sabiéndolo de antemano, cuídense [guárdense], no sea que arrastrados por el error de los
inicuos [violadores de la ley, ilegales, los que andan sin
ley], caigan de su [de ustedes] firmeza.
(2P 3:18) Antes bien, crezcan en la
gracia y el conocimiento de nuestro
Señor y Salvador Jesús, el Cristo. A él
sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.