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2ª de CRÓNICAS
Salomón pide sabiduría
(1R 3:3-15)
(2Cr 1:1) Salomón hijo de David fue afirmado en su reino, y Jehová su Dios estaba con él, y lo
engrandeció sobremanera.
(2Cr 1:2) Y convocó Salomón a
todo Israel, a jefes de millares y de centenas, a jueces, y a todos los
príncipes de todo Israel, jefes de familias.
(2Cr 1:3) Y fue Salomón, y con
él toda esta asamblea, al lugar alto
que había en Gabaón; porque allí estaba el tabernáculo
de reunión de Dios, que Moisés esclavo [siervo,
sirviente] de Jehová había hecho en
el desierto.
(2Cr 1:4) Pero David había traído
el arca de Dios de Quiriatjearim al
lugar que él le había preparado; porque él le había levantado una tienda en
Jerusalén.
(2Cr 1:5) Asimismo el altar de bronce que había hecho Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, estaba allí
delante del tabernáculo de Jehová, al
cual fue a consultar Salomón con aquella asamblea.
(2Cr 1:6) Subió, pues, Salomón
allá delante de Jehová, al altar de bronce que estaba en el tabernáculo de reunión, y ofreció sobre él
mil holocaustos.
(2Cr 1:7) Y aquella noche apareció Dios a Salomón y le dijo:
Pídeme lo que quieras que yo te dé.
(2Cr 1:8) Y Salomón dijo a
Dios: Tú has tenido con David mi padre gran misericordia, y a mí me has puesto
por rey en lugar suyo.
(2Cr 1:9) Confírmese pues,
ahora, oh Jehová Dios, tu palabra dada a David mi padre; porque tú me has
puesto por rey sobre un pueblo numeroso como el polvo de la tierra.
(2Cr 1:10) Dame ahora sabiduría y ciencia,
para presentarme delante de este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar a este tu
pueblo tan grande?
(2Cr 1:11) Y dijo Dios a
Salomón: Por cuanto hubo esto en tu corazón,
y no pediste riquezas, bienes o gloria, ni la vida de los que te quieren mal,
ni pediste muchos días, sino que has
pedido para ti sabiduría y ciencia para gobernar a mi pueblo, sobre el
cual te he puesto por rey,
(2Cr 1:12) sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los
reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti.
(2Cr 1:13) Y desde el lugar alto que estaba en Gabaón, delante
del tabernáculo de reunión, volvió
Salomón a Jerusalén, y reinó sobre Israel.
Salomón comercia en caballos y en
carros
(1R 10:26-29; 2Cr 9:25-28)
(2Cr 1:14) Y juntó Salomón
carros y gente de a caballo; y tuvo mil cuatrocientos carros y doce mil
jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros y con el rey en
Jerusalén.
(2Cr 1:15) Y acumuló el rey
plata y oro en Jerusalén como piedras, y cedro como cabrahigos de la Sefela en
abundancia.
(2Cr 1:16) Y los mercaderes del rey compraban por contrato caballos y lienzos finos de Egipto para
Salomón.
(2Cr 1:17) Y subían y compraban
en Egipto un carro por seiscientas piezas de plata, y un caballo por ciento
cincuenta; y así compraban por «medio
de»* ellos para todos los reyes de los
heteos, y para los reyes de Siria.
Pacto de Salomón con Hiram
(1R 5:1-18; 7:13-14)
(2Cr 2:1) Determinó, pues,
Salomón edificar casa al nombre de Jehová, y casa para su reino.
(2Cr 2:2) Y designó Salomón
setenta mil hombres que llevasen cargas, y ochenta mil hombres que cortasen en
los montes, y tres mil seiscientos que los vigilasen.
(2Cr 2:3) Y envió a decir
Salomón a Hiram rey de Tiro: Haz conmigo como hiciste con David mi padre,
enviándole cedros para que edificara para sí casa en que morase.
(2Cr 2:4) He aquí, yo tengo
que edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, para consagrársela, para quemar
incienso aromático delante de él, y para la colocación continua de los panes de
la proposición, y para holocaustos a mañana y tarde, en los días de reposo, nuevas lunas, y festividades de Jehová nuestro
Dios; lo cual ha de ser perpetuo en Israel.
(2Cr 2:5) Y la casa que tengo que edificar, ha de ser grande;
porque el Dios nuestro es grande sobre todos los dioses.
(2Cr 2:6) Mas ¿quién será capaz de edificarle casa, siendo que los cielos y los cielos de los
cielos no pueden contenerlo? ¿Quién, pues, soy yo, para que le edifique casa,
sino tan sólo para quemar incienso delante de él?
(2Cr 2:7) Envíame, pues, ahora
un hombre hábil que sepa trabajar en oro, en plata, en bronce, en hierro, en
púrpura, en grana y en azul, y que sepa esculpir con los maestros que están
conmigo en Judá y en Jerusalén, los cuales dispuso mi padre.
(2Cr 2:8) Envíame también
madera del Líbano: cedro, ciprés y sándalo; porque yo sé que tus esclavos [siervos,
sirvientes] saben cortar madera en el Líbano; y he aquí, mis esclavos [siervos, sirvientes] irán con los tuyos,
(2Cr 2:9) para que me preparen mucha madera, porque la casa
que tengo que edificar ha de ser grande y portentosa.
(2Cr 2:10) Y he aquí, para los trabajadores tus esclavos [siervos, sirvientes], cortadores de madera,
he dado veinte mil coros de trigo en grano,
veinte mil coros de cebada, veinte mil batos de vino, y veinte mil batos de
aceite.
(2Cr 2:11) Entonces Hiram rey de Tiro respondió por escrito que envió a Salomón: Porque Jehová amó a
su pueblo, te ha puesto por rey sobre ellos.
(2Cr 2:12) Además decía Hiram:
Bendito sea Jehová el Dios de Israel, que hizo los cielos y la tierra, y que
dio al rey David un hijo sabio, entendido, cuerdo y prudente, que edifique casa
a Jehová, y casa para su reino.
(2Cr 2:13) Yo, pues, te he enviado un hombre hábil y
entendido, Hiramabi,
(2Cr 2:14) hijo de una mujer de las hijas de Dan, mas su padre
fue de Tiro; el cual sabe trabajar en oro, plata, bronce y hierro, en piedra y
en madera, en púrpura y en azul, en lino y en carmesí; asimismo sabe esculpir
toda clase de figuras, y sacar toda forma de diseño que se le pida, con tus hombres peritos, y con los de mi señor David
tu padre.
(2Cr 2:15) Ahora, pues, envíe
mi señor a sus esclavos [siervos, sirvientes] el trigo y cebada, y
aceite y vino, que ha dicho;
(2Cr 2:16) y nosotros
cortaremos en el Líbano la madera que necesites, y te la traeremos en balsas
por el mar hasta Jope, y tú la harás llevar hasta Jerusalén.
(2Cr 2:17) Y contó Salomón
todos los hombres extranjeros que había en la tierra de Israel, después de
haberlos ya contado David su padre, y fueron hallados ciento cincuenta y tres
mil seiscientos.
(2Cr 2:18) Y señaló de ellos
setenta mil para llevar cargas, y ochenta mil canteros en la montaña, y tres
mil seiscientos por capataces para hacer trabajar al pueblo.
Salomón edifica el templo
(1R 6:1-38)
(2Cr 3:1) Comenzó Salomón a
edificar la casa de Jehová en Jerusalén, en el monte Moriah, que había sido
mostrado a David su padre, en el lugar que David había preparado en la era de
Ornán jebuseo.
(2Cr 3:2) Y comenzó a edificar
en el mes segundo,
a los dos días del mes, en el cuarto año de su reinado.
(2Cr 3:3) Estas son las medidas que dio Salomón a los
cimientos de la casa de Dios. La primera, la
longitud, de sesenta codos, y la anchura de veinte codos.
(2Cr 3:4) El pórtico que estaba al frente del edificio era de
veinte codos de largo, igual al ancho de la casa, y su altura de ciento veinte
codos; y lo cubrió por dentro de oro puro.
(2Cr 3:5) Y techó el cuerpo
mayor del edificio con madera de ciprés, la cual cubrió de oro fino, e hizo
realzar en ella palmeras y cadenas.
(2Cr 3:6) Cubrió también la
casa de piedras preciosas para ornamento; y el oro era oro de Parvaim.
(2Cr 3:7) Así que cubrió la
casa, sus vigas, sus umbrales, sus paredes y sus puertas, con oro; y esculpió querubines en las paredes.
(2Cr 3:8) Hizo asimismo el lugar santísimo, cuya longitud era de veinte codos según el ancho
del frente de la casa, y su anchura de veinte codos; y lo cubrió de oro fino
que ascendía a seiscientos talentos.
(2Cr 3:9) Y el peso de los clavos era de uno hasta cincuenta
siclos de oro. Cubrió también de oro los aposentos.
(2Cr 3:10) Y dentro del lugar santísimo
hizo dos querubines de madera, los
cuales fueron cubiertos de oro.
(2Cr 3:11) La longitud de las
alas de los querubines era de veinte
codos; porque una ala era de cinco codos, la cual llegaba hasta la pared de la
casa, y la otra de cinco codos, la cual tocaba el ala del otro querubín.
(2Cr 3:12) De la misma manera una ala del otro querubín era de cinco codos, la cual llegaba
hasta la pared de la casa, y la otra era de cinco codos, que tocaba el ala del
otro querubín.
(2Cr 3:13) Estos querubines
tenían las alas extendidas por veinte codos, y
estaban en pie con los rostros hacia la casa.
(2Cr 3:14) Hizo también el velo
de azul, púrpura, carmesí y lino, e hizo realzar querubines
en él.
Las dos columnas
(1R 7:15-22)
(2Cr 3:15) Delante de la casa hizo dos columnas de treinta y
cinco codos de altura cada una, con sus capiteles encima, de cinco codos.
(2Cr 3:16) Hizo asimismo
cadenas en el santuario, y las puso sobre los capiteles de las columnas; e hizo
cien granadas, las cuales puso en las cadenas.
(2Cr 3:17) Y colocó las columnas delante del templo, una a la mano derecha, y otra a la izquierda; y a la de la
mano derecha llamó Jaquín, y a la de la izquierda, Boaz.
Mobiliario del templo
(1R 7:23-51)
(2Cr 4:1) Hizo además un altar
de bronce de veinte codos de longitud, veinte codos de anchura, y diez codos de
altura.
(2Cr 4:2) También hizo un mar
de fundición, el cual tenía diez codos de un borde al otro, enteramente
redondo; su altura era de cinco codos, y un cordón de treinta codos de largo lo
ceñía alrededor.
(2Cr 4:3) Y debajo del mar había figuras de calabazas que lo
circundaban, diez en cada codo alrededor; eran dos hileras de calabazas
fundidas juntamente con el mar.
(2Cr 4:4) Estaba asentado sobre doce bueyes, tres de los
cuales miraban al norte, tres al occidente, tres al sur, y tres al oriente; y
el mar descansaba sobre ellos, y las ancas de ellos estaban «hacia adentro.»
(2Cr 4:5) Y tenía de grueso un
palmo menor, y el borde tenía la forma del borde de un cáliz, o de una flor de
lis. Y le cabían tres mil batos.
(2Cr 4:6) Hizo también diez
fuentes, y puso cinco a la derecha y cinco a la izquierda, para lavar y limpiar
en ellas lo que se ofrecía en holocausto; pero el mar era para que los sacerdotes
se lavaran en él.
(2Cr 4:7) Hizo asimismo diez
candeleros de oro según su forma, los cuales puso en el templo,
cinco a la derecha y cinco a la izquierda.
(2Cr 4:8) Además hizo diez
mesas y las puso en el templo, cinco a la derecha y
cinco a la izquierda; igualmente hizo cien tazones de oro.
(2Cr 4:9) También hizo el
atrio de los sacerdotes, y el gran atrio, y las portadas del atrio, y cubrió de
bronce las puertas de ellas.
(2Cr 4:10) Y colocó el mar al
lado derecho, hacia el sureste de la casa.
(2Cr 4:11) Hiram también hizo
calderos, y palas, y tazones; y acabó Hiram la obra que hacía al rey Salomón
para la casa de Dios.
(2Cr 4:12) Dos columnas, y los cordones, los capiteles sobre
las cabezas de las dos columnas, y dos redes para cubrir las dos esferas de los
capiteles que estaban encima de las columnas;
(2Cr 4:13) cuatrocientas granadas en las dos redes, dos
hileras de granadas en cada red, para que cubriesen las dos esferas de los
capiteles que estaban encima de las columnas.
(2Cr 4:14) Hizo también las
basas, sobre las cuales colocó las fuentes;
(2Cr 4:15) un mar, y los doce bueyes debajo de él;
(2Cr 4:16) y calderos, palas y garfios; de bronce muy fino
hizo todos sus enseres Hiramabi al rey Salomón
para la casa de Jehová.
(2Cr 4:17) Los fundió el rey en
los llanos del Jordán, en tierra arcillosa, entre Sucot y Seredata.
(2Cr 4:18) Y Salomón hizo todos
estos enseres en número tan grande, que no pudo saberse el peso del bronce.
(2Cr 4:19) Así hizo Salomón
todos los utensilios para la casa de Dios, y el altar de oro, y las mesas sobre
las cuales se ponían los panes de la proposición;
(2Cr 4:20) asimismo los candeleros y sus lámparas, de oro
puro, para que las encendiesen delante del lugar santísimo
conforme a la ordenanza.
(2Cr 4:21) Las flores, lamparillas y tenazas se hicieron de
oro, de oro finísimo;
(2Cr 4:22) también las despabiladeras, los lebrillos, las
cucharas y los incensarios eran de oro puro. Y de oro también la entrada de la
casa, sus puertas interiores para el lugar santísimo,
y las puertas de la casa del templo.
(2Cr 5:1) Acabada toda la obra
que hizo Salomón para la casa de Jehová, metió Salomón las cosas que David su
padre había dedicado; y puso la plata, y el oro, y todos los utensilios, en los
tesoros de la casa de Dios.
Salomón traslada el arca al templo
(1R 8:1-11)
(2Cr 5:2) Entonces Salomón reunió
en Jerusalén a los ancianos de Israel y a todos los príncipes de las tribus,
los jefes de las familias de los hijos de Israel, para que trajesen el arca del pacto
[alianza, convenio, acuerdo] de Jehová de la
ciudad de David, que es Sion.
(2Cr 5:3) Y se congregaron con
el rey todos los varones de Israel, para la fiesta solemne del mes séptimo.
(2Cr 5:4) Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel, y los
levitas tomaron el arca;
(2Cr 5:5) y llevaron el arca, y el tabernáculo
de reunión, y todos los utensilios del santuario que estaban en el tabernáculo; los sacerdotes y los levitas los
llevaron.
(2Cr 5:6) Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel
que se había reunido con él delante del arca,
sacrificaron ovejas y bueyes, que por ser tantos no se pudieron contar ni numerar.
(2Cr 5:7) Y los sacerdotes metieron el arca del pacto
[alianza,
convenio, acuerdo] de Jehová en su lugar, en el santuario de
la casa, en el lugar santísimo, bajo las alas de los querubines;
(2Cr 5:8) pues los querubines extendían las alas sobre el lugar
del arca, y los querubines cubrían por encima así el arca como sus barras.
(2Cr 5:9) E hicieron salir las
barras, de modo que se viesen las cabezas de las barras del arca delante del lugar santísimo,
mas no se veían desde fuera; y allí están hasta hoy.
(2Cr 5:10) En el arca
no había más que las dos tablas que Moisés había puesto
en Horeb, con las cuales Jehová había hecho pacto
[alianza, convenio, acuerdo] con los hijos de Israel, cuando salieron de Egipto.
(2Cr 5:11) Y cuando los
sacerdotes salieron del santuario (porque todos los sacerdotes que se hallaron
habían sido santificados, y no guardaban sus turnos;
(2Cr 5:12) y los levitas cantores, todos los de Asaf, los de Hemán y los de Jedutún,
juntamente con sus hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con
címbalos y salterios y arpas al oriente del altar; y con ellos ciento veinte
sacerdotes que tocaban trompetas),
(2Cr 5:13) cuando sonaban, pues, las
trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová, y a
medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de
música, y alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, porque su
misericordia es para siempre; entonces la casa se llenó de una nube, la casa de
Jehová.
(2Cr 5:14) Y no podían los
sacerdotes estar allí para ministrar, por «causa
de»* la nube; porque la gloria de Jehová
había llenado la casa de Dios.
Dedicación del templo
(1R 8:12-66)
(2Cr 6:1) Entonces dijo Salomón: Jehová ha dicho que él habitaría en la oscuridad.
(2Cr 6:2) Yo, pues, he
edificado una casa de morada para ti, y una habitación en que mores para
siempre.
(2Cr 6:3) Y volviendo el rey
su rostro, bendijo a toda la congregación de Israel; y toda la congregación de
Israel estaba en pie.
(2Cr 6:4) Y él dijo: Bendito
sea Jehová Dios de Israel, quien con su mano ha cumplido lo que prometió con su
boca a David mi padre, diciendo:
(2Cr 6:5) Desde el día que saqué
a mi pueblo de la tierra de Egipto, ninguna ciudad he elegido de todas las
tribus de Israel para edificar casa donde estuviese mi nombre, ni he escogido
varón que fuese príncipe sobre mi pueblo Israel.
(2Cr 6:6) Mas a Jerusalén he elegido
para que en ella esté mi nombre, y a David he elegido para que esté sobre mi
pueblo Israel.
(2Cr 6:7) Y David mi padre tuvo
en su corazón edificar casa al nombre
de Jehová Dios de Israel.
(2Cr 6:8) Mas Jehová dijo a
David mi padre: Respecto a haber tenido en tu corazón
deseo de edificar casa a mi nombre, bien has hecho en haber tenido esto en tu corazón.
(2Cr 6:9) Pero tú no
edificarás la casa, sino tu hijo que saldrá de tus lomos, él edificará casa a
mi nombre.
(2Cr 6:10) Y Jehová ha cumplido su palabra que había dicho,
pues me levanté yo en lugar de David mi padre, y me he sentado en el trono de Israel, como Jehová había dicho, y he
edificado casa al nombre de Jehová Dios de Israel.
(2Cr 6:11) Y en ella he puesto el arca, en la cual está el pacto
[alianza,
convenio, acuerdo] de Jehová que celebró con los hijos de Israel.
(2Cr 6:12) Se puso luego Salomón delante del altar de Jehová,
en presencia de toda la congregación de Israel, y extendió sus manos.
(2Cr 6:13) Porque Salomón había hecho un estrado de bronce de cinco
codos de largo, de cinco codos de ancho y de altura de tres codos, y lo había
puesto en medio del atrio; y se puso sobre él,
se arrodilló delante de toda la congregación de Israel, y extendió sus manos al
cielo, y dijo:
(2Cr 6:14) Jehová Dios de Israel, no hay Dios semejante a ti
en el cielo ni en la tierra, que guardas el pacto
[alianza,
convenio, acuerdo] y la misericordia con tus esclavos [siervos, sirvientes] que caminan delante de
ti de todo su corazón;
(2Cr 6:15) que has guardado a tu esclavo [siervo, sirviente] David mi padre lo que le
prometiste; tú lo dijiste con tu boca, y con tu
mano lo has cumplido, como se ve en este día.
(2Cr 6:16) Ahora, pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu
esclavo [siervo, sirviente] David mi
padre lo que le has prometido, diciendo: No faltará
de ti varón delante de mí, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus
hijos guarden su camino, andando en mi ley, como tú has andado delante de mí.
(2Cr 6:17) Ahora, pues, oh Jehová Dios de Israel, cúmplase tu palabra que dijiste a tu esclavo [siervo, sirviente] David.
(2Cr 6:18) Mas ¿es cierto que Dios habitará con el hombre en la tierra? He aquí, los cielos y los
cielos de los cielos no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que he
edificado?
(2Cr 6:19) Mas tú mirarás a la
oración de tu esclavo [siervo, sirviente],
y a su ruego, oh Jehová Dios mío, para oír el clamor y la oración con que tu
esclavo [siervo, sirviente] ora
delante de ti.
(2Cr 6:20) Que tus ojos estén abiertos sobre esta casa de día
y de noche, sobre el lugar del cual dijiste: Mi
nombre estará allí; que oigas la oración con que tu esclavo [siervo, sirviente] ora en este lugar.
(2Cr 6:21) Asimismo que oigas el ruego de tu esclavo [siervo,
sirviente], y de tu pueblo Israel,
cuando en este lugar hicieren oración, que tú oirás desde los cielos, desde el
lugar de tu morada; que oigas y perdones.
(2Cr 6:22) Si «alguno»* pecare contra su
prójimo, y se le exigiere juramento, y viniere a jurar ante tu altar en esta
casa,
(2Cr 6:23) tú oirás desde los
cielos, y actuarás, y juzgarás a tus esclavos
[siervos, sirvientes], dando
la paga al impío [irreverente y sin ley],
haciendo recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo al darle conforme a su justicia.
(2Cr 6:24) Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante del enemigo por haber prevaricado contra ti,
y se convirtiere, y confesare tu nombre, y rogare delante de ti en esta casa,
(2Cr 6:25) tú oirás desde los
cielos, y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y les harás volver a la
tierra que diste a ellos y a sus padres.
(2Cr 6:26) Si los cielos se cerraren y no hubiere lluvias, por haber pecado contra ti, si oraren a ti
hacia este lugar, y confesaren tu nombre, y se convirtieren de sus pecados,
cuando los afligieres,
(2Cr 6:27) tú los oirás en los
cielos, y perdonarás el pecado de tus esclavos
[siervos, sirvientes] y de tu pueblo Israel, y les enseñarás el buen camino para
que anden en él, y darás lluvia sobre tu tierra, que diste por heredad [posesión territorial] a tu pueblo.
(2Cr 6:28) Si hubiere hambre en
la tierra, o si hubiere pestilencia, si hubiere tizoncillo o añublo, langosta o
pulgón; o si los sitiaren sus enemigos en la tierra en donde moren; cualquiera
plaga o enfermedad que sea;
(2Cr 6:29) toda oración y todo ruego que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, «cualquiera»*
que conociere su llaga y su dolor en su corazón, si extendiere sus manos hacia esta
casa,
(2Cr 6:30) tú oirás desde los
cielos, desde el lugar de tu morada, y perdonarás, y darás a cada «uno»* conforme
a sus caminos, habiendo conocido su corazón; porque sólo tú conoces el corazón de los hijos de los hombres;
(2Cr 6:31) para que te teman y anden en tus caminos, todos los
días que vivieren sobre la superficie [faz] de la tierra que tú diste a
nuestros padres.
(2Cr 6:32) Y también al extranjero que no fuere de tu pueblo
Israel, que hubiere venido de lejanas tierras a causa de tu gran nombre y de tu
mano poderosa, y de tu brazo extendido, si viniere y orare hacia esta casa,
(2Cr 6:33) tú oirás desde los
cielos, desde el lugar de tu morada, y harás conforme a todas las cosas por las
cuales hubiere clamado a ti el extranjero; para que todos los pueblos de la
tierra conozcan tu nombre, y te teman así como tu pueblo Israel, y sepan que tu
nombre es invocado sobre esta casa que yo he edificado.
(2Cr 6:34) Si tu pueblo saliere
a la guerra contra sus enemigos por el camino que tú les enviares, y oraren a
ti hacia esta ciudad que tú elegiste, hacia la casa que he edificado a tu
nombre,
(2Cr 6:35) tú oirás desde los
cielos su oración y su ruego, y ampararás su causa.
(2Cr 6:36) Si pecaren contra ti
(pues no hay hombre que no peque), y te enojares contra ellos, y los entregares
delante de sus enemigos, para que los que los tomaren los lleven cautivos a
tierra de enemigos, lejos o cerca,
(2Cr 6:37) y «ellos
volvieren en sí»* en la tierra donde fueren
llevados cautivos; si se convirtieren, y oraren
a ti en la tierra de su cautividad, y dijeren: Pecamos, hemos hecho
inicuamente, impíamente hemos hecho;
(2Cr 6:38) si se convirtieren a ti de todo su corazón y de toda su alma en la tierra de su cautividad, donde los hubieren llevado
cautivos, y oraren hacia la tierra que tú diste
a sus padres, hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia la casa que he edificado
a tu nombre;
(2Cr 6:39) tú oirás desde los
cielos, desde el lugar de tu morada, su oración y su ruego, y ampararás su
causa, y perdonarás a tu pueblo que pecó contra ti.
(2Cr 6:40) Ahora, pues, oh Dios mío, «te
ruego»* que estén
abiertos tus ojos y atentos tus oídos a la oración en este lugar.
(2Cr 6:41) Oh Jehová Dios, levántate
ahora para habitar en tu reposo, tú y el arca
de tu poder; oh Jehová Dios, sean vestidos de salvación
tus sacerdotes, y tus santos se regocijen en tu bondad.
(2Cr 6:42) Jehová Dios, no «rechaces
a»* tu ungido; acuérdate de tus misericordias para con David tu siervo.
(2Cr 7:1) Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las
víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa.
(2Cr 7:2) Y no podían entrar
los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria de Jehová había llenado
la casa de Jehová.
(2Cr 7:3) Cuando vieron todos los hijos de Israel descender
el fuego y la gloria de Jehová sobre la casa, se postraron sobre sus rostros en el pavimento y adoraron, y alabaron
a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, y su misericordia es para siempre.
(2Cr 7:4) Entonces el rey y todo el pueblo sacrificaron
víctimas delante de Jehová.
(2Cr 7:5) Y ofreció el rey
Salomón en sacrificio veintidós mil bueyes, y ciento veinte mil ovejas; y así
dedicaron la casa de Dios el rey y todo el pueblo.
(2Cr 7:6) Y los sacerdotes desempeñaban su ministerio;
también los levitas, con los instrumentos de música de Jehová, los cuales había
hecho el rey David para alabar a Jehová porque
su misericordia es para siempre, cuando David alababa por «medio de»*
ellos. Asimismo los sacerdotes tocaban trompetas delante de ellos, y todo
Israel estaba en pie.
(2Cr 7:7) También Salomón consagró
la parte central del atrio que estaba delante de la casa de Jehová, por cuanto
había ofrecido allí los holocaustos, y la grosura de las ofrendas de paz;
porque en el altar de bronce que Salomón había hecho no podían caber los
holocaustos, las ofrendas y las grosuras.
(2Cr 7:8) Entonces hizo
Salomón fiesta siete días, y con él
todo Israel, una gran congregación, desde la entrada de Hamat hasta el arroyo
de Egipto.
(2Cr 7:9) Al octavo día hicieron
solemne asamblea, porque habían hecho
la dedicación del altar en siete días,
y habían celebrado la fiesta solemne por siete días.
(2Cr 7:10) Y a los veintitrés días
del mes séptimo
envió al pueblo a sus hogares, alegres y gozosos
de corazón por los beneficios que
Jehová había hecho a David y a Salomón, y a su pueblo Israel.
Pacto de Dios con Salomón
(1R 9:1-9)
(2Cr 7:11) Terminó, pues,
Salomón la casa de Jehová, y la casa del rey; y todo lo que Salomón «se propuso»*
hacer en la casa de Jehová, y en su propia casa, fue prosperado.
(2Cr 7:12) Y apareció Jehová a
Salomón de noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este
lugar por casa de sacrificio.
(2Cr 7:13) Si yo cerrare los
cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la
tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo;
(2Cr 7:14) si se humillare mi
pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y
se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y
perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
(2Cr 7:15) Ahora estarán
abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar;
(2Cr 7:16) porque ahora he elegido
y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis
ojos y mi corazón estarán ahí «para siempre.»*
(2Cr 7:17) Y si tú anduvieres
delante de mí como anduvo David tu padre, e hicieres todas las cosas que yo te
he mandado, y cumplieres [guardares,
conservares] mis estatutos y mis decretos,
(2Cr 7:18) yo confirmaré el trono de tu reino, como pacté con
David tu padre, diciendo: No te faltará varón
que gobierne en Israel.
(2Cr 7:19) Mas si ustedes se
volvieren, y dejaren mis estatutos y mandamientos
que he puesto delante de ustedes, y fueren y sirvieren a dioses ajenos, y los
adoraren,
(2Cr 7:20) yo les arrancaré de
mi tierra que les he dado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la
arrojaré de mi presencia, y la pondré por burla y escarnio de todos los
pueblos.
(2Cr 7:21) Y esta casa que es
tan excelsa, será espanto a todo el que pasare, y dirá: ¿Por qué ha hecho así
Jehová a esta tierra y a esta casa?
(2Cr 7:22) Y se responderá: Por
cuanto dejaron a Jehová Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de
Egipto, y han abrazado a dioses ajenos, y los adoraron y sirvieron; por eso él
ha traído todo este mal sobre ellos.
Otras actividades de Salomón
(1R 9:10-28)
(2Cr 8:1) Después de veinte años, durante los cuales Salomón había edificado la casa de Jehová y
su propia casa,
(2Cr 8:2) reedificó Salomón
las ciudades que Hiram le había dado, y estableció en ellas a los hijos de
Israel.
(2Cr 8:3) Después vino Salomón
a Hamat de Soba, y la tomó.
(2Cr 8:4) Y edificó a Tadmor
en el desierto, y todas las ciudades de aprovisionamiento que edificó en Hamat.
(2Cr 8:5) Asimismo reedificó a
Bethorón la de arriba y a Bethorón la de abajo, ciudades fortificadas, con
muros, puertas y barras;
(2Cr 8:6) y a Baalat, y a todas las ciudades de provisiones
que Salomón tenía; también todas las ciudades de
los carros y las de la gente de a caballo, y todo lo que Salomón quiso edificar
en Jerusalén, en el Líbano, y en toda la tierra de su dominio.
(2Cr 8:7) Y a todo el pueblo que había quedado de los heteos,
amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos, que no eran de Israel,
(2Cr 8:8) los hijos de los que habían quedado en la tierra después de ellos, a los cuales los hijos
de Israel no destruyeron del todo, hizo Salomón tributarios hasta hoy.
(2Cr 8:9) Pero de los hijos de Israel no puso Salomón esclavos [siervos, sirvientes] en su obra; porque eran hombres de guerra, y sus oficiales y sus capitanes, y
comandantes de sus carros, y su gente de a caballo.
(2Cr 8:10) Y tenía Salomón doscientos cincuenta gobernadores
principales, los cuales mandaban sobre aquella gente.
(2Cr 8:11) Y pasó Salomón a la
hija de Faraón, de la ciudad de David a la casa que él había edificado para
ella; porque dijo: Mi mujer no morará en la casa de David rey de Israel, porque
aquellas habitaciones donde ha entrado el arca
de Jehová, son sagradas.
(2Cr 8:12) Entonces ofreció
Salomón holocaustos a Jehová sobre el altar de Jehová que él había edificado
delante del pórtico,
(2Cr 8:13) para que ofreciesen «cada
cosa en su día,»* conforme al mandamiento de Moisés, en los días de reposo, en las nuevas lunas, y en las fiestas solemnes tres veces
en el año, esto es, en la fiesta de los panes sin levadura, en la fiesta de las
semanas y en la fiesta de los tabernáculos.
(2Cr 8:14) Y constituyó los
turnos de los sacerdotes en sus oficios, conforme a lo ordenado por David su
padre, y los levitas en sus cargos, para que alabasen y ministrasen delante de
los sacerdotes, «cada cosa en su día;»* asimismo los porteros por su orden a «cada puerta;»*
porque así lo había mandado David, varón de Dios.
(2Cr 8:15) Y no se apartaron
del mandamiento del rey, en cuanto a
los sacerdotes y los levitas, y los tesoros, y todo negocio;
(2Cr 8:16) porque toda la obra de Salomón estaba preparada
desde el día en que se pusieron los cimientos de la casa de Jehová hasta que
fue terminada, hasta que la casa de Jehová fue acabada totalmente.
(2Cr 8:17) Entonces Salomón fue
a Ezión-geber y a Elot, a la costa del mar en la tierra de Edom.
(2Cr 8:18) Porque Hiram le había enviado naves por mano de sus
esclavos [siervos, sirvientes], y marineros diestros en
el mar, los cuales fueron con los esclavos [siervos,
sirvientes] de Salomón a Ofir, y tomaron
de allá cuatrocientos cincuenta talentos de oro, y los trajeron al rey Salomón.
La reina de Sabá visita a Salomón
(1R 10:1-13)
(2Cr 9:1) Oyendo la reina de
Sabá la fama de Salomón, vino a Jerusalén con un grupo [cuadrilla, séquito] muy grande, con camellos
cargados de especias aromáticas, oro en abundancia, y piedras preciosas, para
probar a Salomón con preguntas difíciles. Y luego que vino a Salomón, habló con él todo lo que en su corazón tenía.
(2Cr 9:2) Pero Salomón le respondió
a todas sus preguntas, y nada hubo que Salomón no le contestase.
(2Cr 9:3) Y viendo la reina de
Sabá la sabiduría de Salomón, y la casa
que había edificado,
(2Cr 9:4) y las viandas de su mesa, las habitaciones de sus
oficiales, el estado de sus criados y los vestidos de ellos, sus maestresalas y
sus vestidos, y la escalinata por donde subía a
la casa de Jehová, «se quedó
asombrada.»*
(2Cr 9:5) Y dijo al rey: Verdad es lo que había oído en mi tierra
acerca de tus cosas y de tu sabiduría;
(2Cr 9:6) pero yo no creía las
palabras de ellos, hasta que he venido, y mis ojos han visto; y he aquí que ni
aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría
me había sido dicha; porque tú superas la fama que yo había oído.
(2Cr 9:7) Dichosos [afortunados,
bienaventurados] tus hombres, y dichosos estos esclavos [siervos, sirvientes] tuyos que están siempre
delante de ti, y oyen tu sabiduría.
(2Cr 9:8) Bendito sea Jehová
tu Dios, el cual se ha agradado de ti para ponerte sobre su trono como rey para
Jehová tu Dios; por cuanto tu Dios amó a Israel para afirmarlo perpetuamente,
por eso te ha puesto por rey sobre ellos, para que hagas juicio y justicia.
(2Cr 9:9) Y dio al rey ciento
veinte talentos de oro, y gran cantidad de especias aromáticas, y piedras
preciosas; nunca hubo tales especias aromáticas como las que dio la reina de
Sabá al rey Salomón.
(2Cr 9:10) También los esclavos [siervos,
sirvientes] de Hiram y los esclavos [siervos,
sirvientes] de Salomón, que habían traído el oro de Ofir, trajeron
madera de sándalo, y piedras preciosas.
(2Cr 9:11) Y de la madera de sándalo el rey hizo gradas en la casa de Jehová y en las casas reales, y
arpas y salterios para los cantores; nunca en la tierra de Judá se había visto
madera semejante.
(2Cr 9:12) Y el rey Salomón dio
a la reina de Sabá todo lo que ella quiso y le pidió, más de lo que ella había
traído al rey. Después ella se volvió y se fue a su tierra con sus esclavos [siervos,
sirvientes].
Riquezas y fama de Salomón
(1R 10:14-29; 2Cr 1:14-17)
(2Cr 9:13) El peso del oro que venía a Salomón «cada año,»*
era seiscientos sesenta y seis talentos de oro,
(2Cr 9:14) sin lo que traían los mercaderes y negociantes;
también todos los reyes de Arabia y los gobernadores de la tierra traían oro y
plata a Salomón.
(2Cr 9:15) Hizo también el rey
Salomón doscientos paveses de oro batido, cada uno de los cuales tenía
seiscientos siclos de oro labrado;
(2Cr 9:16) asimismo trescientos escudos de oro batido, teniendo
cada escudo trescientos siclos de oro; y los puso
el rey en la casa del bosque del Líbano.
(2Cr 9:17) Hizo además el rey
un gran trono de marfil, y lo cubrió de oro puro.
(2Cr 9:18) El trono tenía seis gradas, y un estrado de oro
fijado al trono, y brazos a uno y otro lado del asiento, y dos leones que
estaban junto a los brazos.
(2Cr 9:19) Había también allí doce leones sobre las seis
gradas, a uno y otro lado. Jamás fue hecho trono
semejante en reino alguno.
(2Cr 9:20) Toda la vajilla del rey Salomón era de oro, y toda
la vajilla de la casa del bosque del Líbano, de oro puro. En los días de Salomón la plata no era apreciada.
(2Cr 9:21) Porque la flota del rey iba a Tarsis con los esclavos [siervos, sirvientes] de Hiram, y cada tres años solían venir las naves de Tarsis, y traían oro, plata, marfil,
monos y pavos reales.
(2Cr 9:22) Y excedió el rey
Salomón a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría.
(2Cr 9:23) Y todos los reyes de la tierra procuraban ver el
rostro de Salomón, para oír la sabiduría que Dios le había dado.
(2Cr 9:24) «Cada uno»* de éstos traía su presente, alhajas de plata,
alhajas de oro, vestidos, armas, perfumes, caballos y mulos, «todos los años.»*
(2Cr 9:25) Tuvo también Salomón
cuatro mil caballerizas para sus caballos y carros, y doce mil jinetes, los
cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén.
(2Cr 9:26) Y tuvo dominio sobre
todos los reyes desde el Eufrates hasta la tierra de los filisteos, y hasta la
frontera de Egipto.
(2Cr 9:27) Y acumuló el rey
plata en Jerusalén como piedras, y cedros como los cabrahigos de la Sefela en
abundancia.
(2Cr 9:28) Traían también caballos para Salomón, de Egipto y
de todos los países.
Muerte de Salomón
(1R 11:41-43)
(2Cr 9:29) Los demás hechos de Salomón, primeros y últimos [postreros, siguientes], ¿no están todos escritos en los libros del profeta Natán,
en la profecía de Ahías silonita, y en
la profecía del vidente Iddo contra Jeroboam hijo de Nabat?
(2Cr 9:30) Reinó Salomón en
Jerusalén sobre todo Israel cuarenta años.
(2Cr 9:31) Y durmió Salomón con
sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David su padre; y reinó en su lugar
Roboam su hijo.
Rebelión de Israel
(1R 12:1-24)
(2Cr 10:1) Roboam fue a Siquem,
porque en Siquem se había reunido todo Israel para hacerlo rey.
(2Cr 10:2) Y cuando lo oyó
Jeroboam hijo de Nabat, el cual estaba en Egipto, adonde había huido a «causa»* del
rey Salomón, volvió de Egipto.
(2Cr 10:3) Y enviaron y le
llamaron. Vino, pues, Jeroboam, y todo Israel, y hablaron a Roboam, diciendo:
(2Cr 10:4) Tu padre agravó
nuestro yugo; ahora alivia algo de la dura servidumbre y del pesado yugo con
que tu padre nos apremió, y te serviremos.
(2Cr 10:5) Y él les dijo:
Vuelvan a mí de aquí a tres días. Y el
pueblo se fue.
(2Cr 10:6) Entonces el rey Roboam tomó consejo con los ancianos que habían estado delante de Salomón
su padre cuando vivía, y les dijo: ¿Cómo aconsejan ustedes que responda a este
pueblo?
(2Cr 10:7) Y ellos le contestaron
diciendo: Si te condujeres «humanamente»* con este pueblo, y les agradares, y les hablares buenas palabras, ellos te servirán «siempre.»*
(2Cr 10:8) Mas él, dejando el
consejo que le dieron los ancianos, tomó consejo con los jóvenes que se habían
criado con él, y que estaban «a su
servicio.»
(2Cr 10:9) Y les dijo: ¿Qué
aconsejan ustedes que respondamos a este pueblo, que me ha hablado, diciendo:
Alivia algo del yugo que tu padre puso sobre nosotros?
(2Cr 10:10) Entonces los jóvenes que se habían criado con él, le contestaron: Así dirás al pueblo que te ha
hablado diciendo: Tu padre agravó nuestro yugo, mas tú disminuye nuestra carga.
Así les dirás: Mi dedo más pequeño es más grueso que los lomos de mi padre.
(2Cr 10:11) Así que, si mi padre
les cargó de yugo pesado, yo añadiré a su [de
ustedes] yugo; mi padre les castigó con azotes, y yo con escorpiones.
(2Cr 10:12) Vino, pues, Jeroboam con todo el pueblo a Roboam al
tercer día, según el rey les había mandado
diciendo: Vuelvan a mí de aquí a tres días.
(2Cr 10:13) Y el rey les respondió
ásperamente; pues dejó el rey Roboam el consejo de los ancianos,
(2Cr 10:14) y les habló conforme
al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre hizo pesado su [de ustedes] yugo, pero yo añadiré a su [de ustedes]
yugo; mi padre les castigó
con azotes, mas yo con escorpiones.
(2Cr 10:15) Y no escuchó el rey
al pueblo; porque la causa era de Dios, para que Jehová cumpliera la palabra
que había hablado por Ahías silonita a Jeroboam hijo de Nabat.
(2Cr 10:16) Y viendo todo Israel que el rey no les había oído, respondió el pueblo al rey, diciendo: ¿Qué parte
tenemos nosotros con David? No tenemos herencia en el hijo de Isaí. ¡Israel, «cada uno»* a
sus tiendas! ¡David, mira ahora por tu casa! Así
se fue todo Israel a sus tiendas.
(2Cr 10:17) Mas reinó Roboam
sobre los hijos de Israel que habitaban en las ciudades de Judá.
(2Cr 10:18) Envió luego el rey
Roboam a Adoram, que tenía cargo de los tributos; pero le apedrearon los hijos
de Israel, y murió. Entonces se apresuró el rey Roboam, y subiendo en su carro huyó
a Jerusalén.
(2Cr 10:19) Así se apartó Israel
de la casa de David hasta hoy.
(2Cr 11:1) Cuando vino Roboam a Jerusalén, reunió de la casa de Judá y de Benjamín a ciento ochenta mil
hombres escogidos de guerra, para pelear contra Israel y hacer volver el reino
a Roboam.
(2Cr 11:2) Mas vino palabra de
Jehová a Semaías varón de Dios, diciendo:
(2Cr 11:3) Habla a Roboam hijo
de Salomón, rey de Judá, y a todos los israelitas en Judá y Benjamín,
diciéndoles:
(2Cr 11:4) Así ha dicho Jehová:
No suban, ni peleen contra sus [de
ustedes] hermanos; vuélvase «cada
uno»* a su casa, porque «yo he hecho esto.»*
Y ellos oyeron la palabra de Jehová y se volvieron,
y no fueron contra Jeroboam.
Prosperidad de Roboam
(2Cr 11:5) Y habitó Roboam en
Jerusalén, y edificó ciudades para fortificar a Judá.
(2Cr 11:6) Edificó Belén, Etam,
Tecoa,
(2Cr 11:7) Betsur, Soco, Adulam,
(2Cr 11:8) Gat, Maresa, Zif,
(2Cr 11:9) Adoraim, Laquis, Azeca,
(2Cr 11:10) Zora, Ajalón y Hebrón, que eran ciudades
fortificadas de Judá y Benjamín.
(2Cr 11:11) Reforzó también las fortalezas, y puso en ellas capitanes, y
provisiones, vino y aceite;
(2Cr 11:12) y en todas las ciudades puso escudos y lanzas. Las
fortificó, pues, en gran manera; y Judá y
Benjamín le estaban sujetos.
(2Cr 11:13) Y los sacerdotes y levitas que estaban en todo
Israel, se juntaron a él desde todos «los lugares donde vivían.»*
(2Cr 11:14) Porque los levitas dejaban
sus ejidos y sus posesiones, y venían a Judá y a Jerusalén; pues Jeroboam y sus
hijos los excluyeron del ministerio de Jehová.
(2Cr 11:15) Y él designó sus
propios sacerdotes para los lugares altos, y para los demonios, y para los
becerros que él había hecho.
(2Cr 11:16) Tras aquellos acudieron también de todas las tribus
de Israel los que habían puesto su corazón
en buscar a Jehová Dios de Israel; y vinieron a Jerusalén para ofrecer
sacrificios a Jehová, el Dios de sus padres.
(2Cr 11:17) Así fortalecieron el
reino de Judá, y confirmaron a Roboam hijo de Salomón, por tres años; porque tres años anduvieron en el camino de David
y de Salomón.
(2Cr 11:18) Y tomó Roboam por
mujer a Mahalat hija de Jerimot, hijo de David y de Abihail hija de Eliab, hijo
de Isaí,
(2Cr 11:19) la cual le dio a luz estos hijos: Jeús, Semarías y
Zaham.
(2Cr 11:20) Después de ella tomó
a Maaca hija de Absalón, la cual le dio a luz Abías, Atai, Ziza y Selomit.
(2Cr 11:21) Pero Roboam amó a
Maaca hija de Absalón sobre todas sus mujeres y concubinas; porque tomó
dieciocho mujeres y sesenta concubinas, y engendró veintiocho hijos y sesenta
hijas.
(2Cr 11:22) Y puso Roboam a
Abías hijo de Maaca por jefe y príncipe de sus hermanos, porque quería hacerle
rey.
(2Cr 11:23) Obró sagazmente, y
esparció a todos sus hijos por todas las tierras de Judá y de Benjamín, y por
todas las ciudades fortificadas, y les dio provisiones en abundancia, y muchas
mujeres.
Sisac invade Judá
(1R 14:21-31)
(2Cr 12:1) Cuando Roboam había consolidado el reino, dejó la ley de Jehová, y todo Israel con él.
(2Cr 12:2) Y por cuanto se
habían rebelado contra Jehová, en el quinto año del rey Roboam subió Sisac rey
de Egipto contra Jerusalén,
(2Cr 12:3) con mil doscientos carros, y con sesenta mil
hombres de a caballo; mas el pueblo que venía
con él de Egipto, esto es, de libios, suquienos y etíopes, no tenía número.
(2Cr 12:4) Y tomó las ciudades
fortificadas de Judá, y llegó hasta Jerusalén.
(2Cr 12:5) Entonces vino el profeta
Semaías a Roboam y a los príncipes de
Judá, que estaban reunidos en Jerusalén por «causa de»*
Sisac, y les dijo: Así ha dicho Jehová: Ustedes
me han dejado, y yo también les he dejado en manos de Sisac.
(2Cr 12:6) Y los príncipes de Israel y el rey se humillaron, y dijeron: Justo es Jehová.
(2Cr 12:7) Y cuando Jehová vio que se habían humillado, vino palabra de Jehová a Semaías, diciendo: Se han
humillado; no los destruiré; antes los salvaré en breve, y no se derramará mi
ira contra Jerusalén por mano de Sisac.
(2Cr 12:8) Pero serán sus
esclavos [siervos,
sirvientes], para que sepan lo que es
servirme a mí, y qué es servir a los reinos de las naciones.
(2Cr 12:9) Subió, pues, Sisac
rey de Egipto a Jerusalén, y tomó los tesoros de la casa de Jehová, y los
tesoros de la casa del rey; todo lo llevó, y tomó los escudos de oro que
Salomón había hecho.
(2Cr 12:10) Y en lugar de ellos hizo
el rey Roboam escudos de bronce, y los entregó a los jefes de la guardia, los
cuales custodiaban la entrada de la casa del rey.
(2Cr 12:11) Cuando el rey iba a la casa de Jehová, venían los
de la guardia y los llevaban, y después los volvían a la cámara de la guardia.
(2Cr 12:12) Y cuando él se humilló, la ira de Jehová se apartó
de él, para no destruirlo del todo; y también en Judá las cosas fueron bien.
(2Cr 12:13) Fortalecido, pues,
Roboam, reinó en Jerusalén; y era Roboam de cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y diecisiete años
reinó en Jerusalén, ciudad que escogió Jehová de todas las tribus de Israel
para poner en ella su nombre. Y el nombre de la madre de Roboam fue Naama
amonita.
(2Cr 12:14) E hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar a Jehová.
(2Cr 12:15) Las cosas de Roboam, primeras y postreras, ¿no están escritas en los libros del profeta Semaías
y del vidente Iddo, en el registro de las familias? Y entre Roboam y Jeroboam
hubo guerra «constante.»*
(2Cr 12:16) Y durmió Roboam con
sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David; y reinó en su lugar Abías su
hijo.
Reinado de Abías
(1R 15:1-8)
(2Cr 13:1) A los dieciocho años del rey
Jeroboam, reinó Abías sobre Judá,
(2Cr 13:2) y reinó tres años en
Jerusalén. El nombre de su madre fue Micaías hija de Uriel de Gabaa. Y hubo
guerra entre Abías y Jeroboam.
(2Cr 13:3) Entonces Abías ordenó
batalla con un ejército de cuatrocientos mil hombres de guerra, valerosos y
escogidos; y Jeroboam ordenó batalla contra él con ochocientos mil hombres
escogidos, fuertes y valerosos.
(2Cr 13:4) Y se levantó Abías sobre el monte de Zemaraim, que
está en los montes de Efraín, y dijo: Óiganme,
Jeroboam y todo Israel.
(2Cr 13:5) ¿No saben ustedes que Jehová Dios de Israel dio el reino a David sobre Israel para siempre, a él y a
sus hijos, bajo pacto [alianza,
convenio, acuerdo] de sal?
(2Cr 13:6) Pero Jeroboam hijo de Nabat, esclavo [siervo, sirviente] de Salomón hijo de David,
se levantó y rebeló contra su señor.
(2Cr 13:7) Y se juntaron con él
hombres vanos y perversos, y pudieron más que Roboam hijo de Salomón, porque
Roboam era joven y pusilánime, y no se defendió de ellos.
(2Cr 13:8) Y ahora ustedes
tratan de resistir al reino de Jehová en mano de los hijos de David, porque son
muchos, y tienen con ustedes los becerros de oro que Jeroboam les hizo por
dioses.
(2Cr 13:9) ¿No han arrojado
ustedes a los sacerdotes de Jehová, a los hijos de Aarón y a los levitas, y les
han designado sacerdotes a la manera de los pueblos de otras tierras, para que
cualquiera venga a «consagrarse»* con un becerro y siete carneros, y así sea sacerdote de los que no son dioses?
(2Cr 13:10) Mas en cuanto a nosotros, Jehová es nuestro Dios, y
no le hemos dejado; y los sacerdotes que
ministran delante de Jehová son los hijos de Aarón, y los que están en la obra
son levitas,
(2Cr 13:11) los cuales queman para Jehová los holocaustos «cada mañana»*
y «cada tarde,»*
y el incienso aromático; y ponen los panes sobre la mesa limpia, y el candelero
de oro con sus lámparas para que ardan «cada
tarde;»* porque nosotros guardamos la
ordenanza de Jehová nuestro Dios, mas ustedes le han dejado.
(2Cr 13:12) Y he aquí Dios está con nosotros por jefe, y sus sacerdotes con las trompetas del
júbilo para que suenen contra ustedes. Oh hijos de Israel, no peleen contra
Jehová el Dios de sus [de ustedes]
padres, porque no prosperaran.
(2Cr 13:13) Pero Jeroboam hizo tender
una emboscada para venir a ellos por la espalda; y estando así delante de
ellos, la emboscada estaba a espaldas de Judá.
(2Cr 13:14) Y cuando miró Judá,
he aquí que tenía batalla por delante y a las espaldas; por lo que clamaron a
Jehová, y los sacerdotes tocaron las trompetas.
(2Cr 13:15) Entonces los de Judá gritaron con fuerza; y así que
ellos alzaron el grito, Dios desbarató a
Jeroboam y a todo Israel delante de Abías y de Judá;
(2Cr 13:16) y huyeron los hijos
de Israel delante de Judá, y Dios los entregó en sus manos.
(2Cr 13:17) Y Abías y su gente hicieron
en ellos una gran matanza, y cayeron heridos de Israel quinientos mil hombres
escogidos.
(2Cr 13:18) Así fueron humillados
los hijos de Israel en aquel tiempo, y
los hijos de Judá prevalecieron, porque se apoyaban en Jehová el Dios de sus
padres.
(2Cr 13:19) Y siguió Abías a
Jeroboam, y le tomó algunas ciudades, a Betel con sus aldeas, a Jesana con sus
aldeas, y a Efraín con sus aldeas.
(2Cr 13:20) Y nunca más tuvo
Jeroboam poder en los días de Abías; y
Jehová lo hirió, y murió.
(2Cr 13:21) Pero Abías se hizo más poderoso. Tomó catorce
mujeres, y engendró veintidós hijos y dieciséis hijas.
(2Cr 13:22) Los demás hechos de Abías, sus caminos y sus
dichos, están escritos en la historia de Iddo profeta.
Reinado de Asa
(1R 15:9-12)
(2Cr 14:1) Durmió Abías con sus padres, y fue sepultado en la
ciudad de David. Y reinó en su lugar su hijo Asa, en cuyos días tuvo sosiego el país por diez años.
(2Cr 14:2) E hizo Asa lo bueno
y lo recto ante los ojos de Jehová su
Dios.
(2Cr 14:3) Porque quitó los altares del culto extraño, y los
lugares altos; quebró las imágenes, y destruyo los símbolos de Asera;
(2Cr 14:4) y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus
padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos.
(2Cr 14:5) Quitó asimismo de todas las ciudades de Judá los
lugares altos y las imágenes, y estuvo el reino en paz bajo su reinado.
(2Cr 14:6) Y edificó ciudades fortificadas en Judá, por cuanto
había paz en la tierra, y no había guerra contra él en aquellos tiempos; porque Jehová le había dado paz.
(2Cr 14:7) Dijo, por tanto a Judá: Edifiquemos estas ciudades,
y cerquémoslas de muros con torres, puertas, y barras, ya que la tierra es
nuestra: porque hemos buscado a Jehová nuestro Dios, lo hemos buscado, y él nos
ha dado paz por todas partes. Edificaron pues, y fueron prosperados.
(2Cr 14:8) Tuvo también Asa ejército que traía escudos y
lanzas: de Judá trescientos mil, y de Benjamín doscientos ochenta mil que
traían escudos y en tesaban arcos; todos hombres diestros.
(2Cr 14:9) Y salió contra ellos Zera etíope con un ejército de
millones, y trescientos carros; y vino hasta Maresa.
(2Cr 14:10) Entonces salió Asa contra él, y ordenaron la
batalla en el valle de Sefata junto a Maresa.
(2Cr 14:11) Y clamó Asa a Jehová su Dios, y dijo: ¡Oh Jehová,
para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene
fuerzas. Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu
nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios: no
prevalezca contra ti el hombre.
(2Cr 14:12) Y Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa y
delante de Judá; y huyeron los etíopes.
(2Cr 14:13) Y Asa, y el pueblo que con él estaba, lo siguieron
hasta Gerar; y cayeron los etíopes hasta no quedar en ellos aliento; porque fueron deshechos delante de
Jehová y de su ejército. Y les tomaron muy grande botín.
(2Cr 14:14) Atacaron también todas las ciudades alrededor de
Gerar, porque el terror de Jehová cayó sobre ellas: y saquearon todas las
ciudades, porque había en ellas gran botín.
(2Cr 14:15) Asimismo atacaron las cabañas de los que tenían
ganado, y se llevaron muchas ovejas y camellos, y volvieron a Jerusalén.