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RVI: MATEO 16 - 28

Referencias para la lectura:

-       Texto ajustado al Texto Mayoritario y actualizado al español latino.
-       Ubicación visual de vocablos claves resaltados en colores.
-       Sinónimos de palabras claves entre corchetes [color bordó]
-       Vocablos del Texto Mayoritario que forman parte del texto bíblico. Señaladas entre corchetes TM [color azul].
-       Variantes del Textus Receptus que no forman parte del Texto Mayoritario. Señaladas entre corchetes TR [color rojo]

Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original del griego koiné.
Para complementar su lectura considere el uso de un diccionario Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para el NT.

Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera Independiente Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de significados y conceptos.


Los fariseos demandan señal
 (Mr 4:30-32; Lc 13:18-19)
(Mt 16:1) Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo.

(Mt 16:2) Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, dicen: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles.

(Mt 16:3) Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que saben distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no pueden!

(Mt 16:4) La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue.

La levadura de los fariseos
 (Mr 8:14-21)
(Mt 16:5) Llegando sus discípulos al otro lado, se habían olvidado de traer pan.

(Mt 16:6) Y Jesús les dijo: Vean, cuídense [guárdense] de la levadura de los fariseos y de los saduceos.

(Mt 16:7) Ellos pensaban dentro de sí, diciendo : Esto dice porque no trajimos pan.

(Mt 16:8) Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué piensan dentro de ustedes, hombres de poca fe, que no tienen pan?

(Mt 16:9) ¿No entienden aún, ni se acuerdan de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogieron?

(Mt 16:10) ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogieron?

(Mt 16:11) ¿Cómo es que no entienden que no fue por el pan que les dije que se guardasen de la levadura de los fariseos y de los saduceos?

(Mt 16:12) Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.

La confesión de Pedro
 (Mr 8:27-30; Lc 9:18-21)
(Mt 16:13) Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?

(Mt 16:14) Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.

(Mt 16:15) El les dijo: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?

(Mt 16:16) Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

(Mt 16:17) Entonces le respondió Jesús: Dichoso [afortunado, bienaventurado] eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

(Mt 16:18) Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

(Mt 16:19) Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.

(Mt 16:20) Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.

Jesús anuncia su muerte y resurrección
 (Mr 8:31 al 9:1; Lc 9:22-27)
(Mt 16:21) Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y sufrir [padecer] mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.

(Mt 16:22) Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.

(Mt 16:23) Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

(Mt 16:24) Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir detrás [en pos] de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

(Mt 16:25) Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.

(Mt 16:26) Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

(Mt 16:27) Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.

(Mt 16:28) De cierto les digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.

La transformación de Jesús
 (Mr 9:2-13; Lc 9:28-36)
(Mt 17:1) Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;

(Mt 17:2) y se transfiguró [transformó] en presencia [delante] de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.

(Mt 17:3) Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.

(Mt 17:4) Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.

(Mt 17:5) Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él escuchen.

(Mt 17:6) Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor.

(Mt 17:7) Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levántense, y no teman.

(Mt 17:8) Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo.

(Mt 17:9) Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digan a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.

(Mt 17:10) Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, por lo tanto, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?

(Mt 17:11) Respondiendo Jesús, les dijo: De hecho, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas.

(Mt 17:12) Mas les digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre sufrirá [padecerá] de ellos.

(Mt 17:13) Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista.

Jesús sana a un lunático
 (Mr 9:14-29; Lc 9:37-43)
(Mt 17:14) Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo:

(Mt 17:15) Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y sufre [padece] muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua.

(Mt 17:16) Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar.

(Mt 17:17) Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con ustedes? ¿Hasta cuándo les he de soportar? Tráiganmelo acá.

(Mt 17:18) Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora.

(Mt 17:19) Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por  qué nosotros no pudimos echarlo fuera?

(Mt 17:20) Jesús les dijo: Por su [de ustedes] poca fe TM [incredulidad]; porque de cierto les digo, que si tuvieren fe como un grano de mostaza, dirán a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada les será imposible.

(Mt 17:21) Pero este género no sale sino con oración y ayuno.

Jesús vuelve a anunciar su muerte
 (Mr 9:30-32; Lc 9:43-35)
(Mt 17:22) Estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres,

(Mt 17:23) y le matarán; mas al tercer día resucitará. Y ellos se entristecieron en gran manera.

Pago del impuesto del templo
(Mt 17:24) Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿Su [de ustedes] Maestro no paga las dos dracmas?

(Mt 17:25) El dijo: Sí. Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños?

(Mt 17:26) Pedro le respondió: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos.

(Mt 17:27) Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti.

¿Quien es realmente el mayor?
 (Mr 9:33-37; Lc 9:46-48)
(Mt 18:1) En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?

(Mt 18:2) Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos,

(Mt 18:3) y dijo: De cierto les digo, que si no se vuelven y se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos.

(Mt 18:4) Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.

(Mt 18:5) Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.

Los tropiezos
 (Mr 9:42-48; Lc 17:1-2)
(Mt 18:6) Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.

(Mt 18:7) ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!

(Mt 18:8) Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.

(Mt 18:9) Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.

Parábola de la oveja extraviada
 (Lc 15:3-7)
(Mt 18:10) Observen que no desprecien a uno de estos pequeños; porque les digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.

(Mt 18:11) Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.

(Mt 18:12) ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?

(Mt 18:13) Y si acontece que la encuentra, de cierto les digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.

(Mt 18:14) Así, no es la voluntad de su [de ustedes] Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.

Perdonar al hermano
(Mt 18:15) Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.

(Mt 18:16) Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda declaración.

(Mt 18:17) Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano [recaudador de impuestos].

(Mt 18:18) De cierto les digo que todo lo que aten en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desaten en la tierra, será desatado en el cielo.

(Mt 18:19) Otra vez les digo, que si dos de ustedes se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.

(Mt 18:20) Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

(Mt 18:21) Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?

(Mt 18:22) Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

Parábola de los dos deudores
(Mt 18:23) Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus esclavos.

(Mt 18:24) Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.

(Mt 18:25) A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.

(Mt 18:26) Entonces aquel esclavo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.

(Mt 18:27) El señor de aquel esclavo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.

(Mt 18:28) Pero saliendo aquel esclavo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.

(Mt 18:29) Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.

(Mt 18:30) Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.

(Mt 18:31) Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.

(Mt 18:32) Entonces, llamándole su señor, le dijo: Esclavo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.

(Mt 18:33) ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?

(Mt 18:34) Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.

(Mt 18:35) Así también mi Padre celestial hará con ustedes si no perdonan de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

Jesús enseña sobre el divorcio
 (Mr 10:1-12; Lc 16:18)
(Mt 19:1) Sucedió que cuando Jesús terminó estas palabras, se alejó de Galilea, y fue a las regiones de Judea al otro lado del Jordán.

(Mt 19:2) Y le siguieron grandes multitudes, y los sanó allí.

(Mt 19:3) Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre divorciar [separar] a su mujer por cualquier causa?

(Mt 19:4) Él, respondiendo, les dijo: ¿No han leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo,

(Mt 19:5) y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?

(Mt 19:6) Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

(Mt 19:7) Le dijeron: ¿Por qué, por lo tanto, mandó Moisés dar carta de divorcio, y separarla?

(Mt 19:8) El les dijo : Por la dureza de su [de ustedes] corazón Moisés les permitió divorciar a sus [de ustedes] mujeres; mas al principio no fue así.

(Mt 19:9) Y yo les digo que cualquiera que se divorcia [separa] a su mujer, a no ser por causa de fornicación [inmoralidad sexual], y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la divorciada [separada], adultera.

(Mt 19:10) Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.

(Mt 19:11) Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado.

(Mt 19:12) Puesto que hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba.

Jesús bendice a los niños
 (Mr 10:13-16; Lc 18:15-17)
(Mt 19:13) Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les reprendieron.

(Mt 19:14) Pero Jesús dijo: Dejen a los niños venir a mí, y no se lo impidan; porque de los tales es el reino de los cielos.

(Mt 19:15) Y habiendo puesto sobre ellos las manos, se fue de allí.

El joven rico
 (Mr 10:17-31; Lc 18:18-30)
(Mt 19:16) Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?

(Mt 19:17) El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, cumple [guarda, conserva] los mandamientos.

(Mt 19:18) Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No robarás [hurtarás]. No dirás falso testimonio.

(Mt 19:19) Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

(Mt 19:20) El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?

(Mt 19:21) Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.

(Mt 19:22) Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

(Mt 19:23) Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto les digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.

(Mt 19:24) Otra vez les digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.

(Mt 19:25) Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, por lo tanto, podrá ser salvado?

(Mt 19:26) Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.

(Mt 19:27) Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, por lo tanto, tendremos?

(Mt 19:28) Y Jesús les dijo: De cierto les digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, ustedes que me han seguido también se sentarán sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.

(Mt 19:29) Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.

(Mt 19:30) Pero muchos primeros serán últimos [postreros, siguientes], y últimos [postreros], primeros.

Parábola de los obreros de la viña
(Mt 20:1) Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña.

(Mt 20:2) Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.

(Mt 20:3) Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados;

(Mt 20:4) y les dijo: vayan también ustedes a mi viña, y les daré lo que sea justo. Y ellos fueron.

(Mt 20:5) Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo.

(Mt 20:6) Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué están aquí todo el día desocupados?

(Mt 20:7) Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: vayan también ustedes a la viña, y recibirán lo que sea justo.

(Mt 20:8) Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los últimos [postreros] hasta los primeros.

(Mt 20:9) Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.

(Mt 20:10) Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario.

(Mt 20:11) Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia,

(Mt 20:12) diciendo : Estos últimos [postreros] han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día.

(Mt 20:13) Él, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio [ofensa grave de deshonra]; ¿no conviniste conmigo en un denario?

(Mt 20:14) Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este último [postrero], como a ti.

(Mt 20:15) ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O «tienes tú envidia,» porque yo soy bueno?

(Mt 20:16) Así, los primeros serán últimos [postreros, siguientes], y los últimos [postreros], primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.

Jesús se dirige a Jerusalén
(Mt 20:17) Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo:

Jesús anuncia su muerte
 (Mr 10:32-34; Lc 18:31-34)
(Mt 20:18) He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte;

(Mt 20:19) y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan [se burlen con deshonra y afrenta], le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará.

Petición de la madre de Jacobo y Juan
 (Mr 10:35-45)
(Mt 20:20) Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo.

(Mt 20:21) El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.

(Mt 20:22) Entonces Jesús respondiendo, dijo: No saben lo que piden. ¿Pueden beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos.

(Mt 20:23) El les dijo: De hecho, de mi vaso beberán, y con el bautismo con que yo soy bautizado, serán bautizados; pero el sentarles a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre.

(Mt 20:24) Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos.

(Mt 20:25) Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Saben que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.

(Mt 20:26) Mas entre ustedes no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre ustedes será su [de ustedes] servidor,

(Mt 20:27) y el que quiera ser el primero entre ustedes será su [de ustedes] esclavo;

(Mt 20:28) como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

Jesús sana a dos ciegos
 (Mr 10:46-52; Lc 18:35-43)
(Mt 20:29) Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud.

(Mt 20:30) Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!

(Mt 20:31) Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!

(Mt 20:32) Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué quieren que les haga?

(Mt 20:33) Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos.

(Mt 20:34) Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron.

Jesús entra Jerusalén
 (Mr 11:1-11; Lc 19:28-40; Jn 12:12-19)
(Mt 21:1) Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos,

(Mt 21:2) diciéndoles: vayan a la aldea que está enfrente de ustedes, y luego hallarán una asna atada, y un pollino con ella; desátenla, y tráiganmelos.

(Mt 21:3) Y si alguien les dijere algo, digan : El Señor los necesita; y luego los enviará.

(Mt 21:4) Todo esto sucedió para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:

(Mt 21:5) Digan a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, Sobre un pollino, hijo de animal de carga.

(Mt 21:6) Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó;

(Mt 21:7) y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima.

(Mt 21:8) Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino.

(Mt 21:9) Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna [Salve] al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna [Salve] en las alturas!

(Mt 21:10) Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste?

(Mt 21:11) Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.

Jesús limpia el templo de comerciantes
 (Mr 11:15-19; Lc 19:45-48; Jn 2:13-22)
(Mt 21:12) Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;

(Mt 21:13) y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas ustedes la han hecho cueva de ladrones.

(Mt 21:14) Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó.

(Mt 21:15) Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna [Salve] al Hijo de David! se indignaron,

(Mt 21:16) y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leyeron : De la boca de los niños y de los que maman Perfeccionaste la alabanza?

(Mt 21:17) Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí.

Jesús seca una higuera sin frutos
 (Mr 11:12-14, 20-26)
(Mt 21:18) Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre.

(Mt 21:19) Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca «jamás» nazca de ti fruto. E inmediatamente se secó la higuera.

(Mt 21:20) Viendo esto los discípulos, decían maravillados: ¿Cómo es que se secó al instante la higuera?

(Mt 21:21) Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto les digo, que si tuvieren fe, y no dudaren, no sólo harán esto de la higuera, sino que si a este monte dijeren: Quítate y échate en el mar, será hecho.

(Mt 21:22) Y todo lo que pidieren en oración, creyendo, lo recibirán.

La autoridad de Jesús
 (Mr 11:27-33; Lc 20:1-8)
(Mt 21:23) Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad?

(Mt 21:24) Respondiendo Jesús, les dijo: Yo también les haré una pregunta, y si me la contestan, también yo les diré con qué autoridad hago estas cosas.

(Mt 21:25) El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por  qué, por lo tanto, no le creyeron?

(Mt 21:26) Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta.

(Mt 21:27) Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Tampoco yo les digo con qué autoridad hago estas cosas.

Parábola de los dos hijos
(Mt 21:28) Pero ¿qué les parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña.

(Mt 21:29) Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue.

(Mt 21:30) Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue.

(Mt 21:31) ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto les digo, que los publicanos [recaudadores de impuestos] y las rameras van delante de ustedes al reino de Dios.

(Mt 21:32) Porque vino a ustedes Juan en camino de justicia, y no le creyeron; pero los publicanos [recaudadores de impuestos] y las rameras le creyeron; y ustedes, viendo esto, no se arrepintieron después para creerle.

Parábola de los labradores malvados
 (Mr 12:1-12; Lc 20:9-19)
(Mt 21:33) Escuchen otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos.

(Mt 21:34) Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus esclavos a los labradores, para que recibiesen sus frutos.

(Mt 21:35) Mas los labradores, tomando a los esclavos, a uno golpearon, a otro mataron, y a otro apedrearon.

(Mt 21:36) Envió de nuevo otros esclavos, más que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera.

(Mt 21:37) Finalmente les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo.

(Mt 21:38) Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; vengan, matémosle, y apoderémonos de su heredad.

(Mt 21:39) Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron.

(Mt 21:40) Cuando venga, por lo tanto, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?

(Mt 21:41) Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo.

(Mt 21:42) Jesús les dijo: ¿Nunca leyeron en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, Ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?

(Mt 21:43) Por tanto les digo, que el reino de Dios será quitado de ustedes, y será dado a gente que produzca los frutos de él.

(Mt 21:44) Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.

(Mt 21:45) Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos.

(Mt 21:46) Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía por profeta.

Parábolas de la fiesta de bodas
(Mt 22:1) Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo:

(Mt 22:2) El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo;

(Mt 22:3) y envió a sus esclavos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir.

(Mt 22:4) Volvió a enviar otros esclavos, diciendo: Digan a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; vengan a las bodas.

(Mt 22:5) Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios;

(Mt 22:6) y otros, tomando a los esclavos, los afrentaron y los mataron.

(Mt 22:7) Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad.

(Mt 22:8) Entonces dijo a sus esclavos: Las bodas de hecho están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos.

(Mt 22:9) Vayan, por lo tanto, a las salidas de los caminos, y llamen a las bodas a cuantos hallen.

(Mt 22:10) Y saliendo los esclavos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.

(Mt 22:11) Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda.

(Mt 22:12) Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció.

(Mt 22:13) Entonces el rey dijo a los que servían: Atenle de pies y manos, y échenle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

(Mt 22:14) Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.

La cuestión del tributo
 (Mr 12:13-17; Lc 20:20-26)
(Mt 22:15) Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra.

(Mt 22:16) Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres.

(Mt 22:17) Dinos, por lo tanto, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no?

(Mt 22:18) Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tientan, hipócritas?

(Mt 22:19) Muéstrenme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario.

(Mt 22:20) Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción?

(Mt 22:21) Le dijeron: De César. Y les dijo: Den, por lo tanto, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.

(Mt 22:22) Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron.

Pregunta sobre la resurrección
 (Mr 12:18-27; Lc 20:27-40)
(Mt 22:23) Aquel día vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron,

(Mt 22:24) diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano.

(Mt 22:25) Hubo, por lo tanto, entre nosotros siete hermanos; el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano.

(Mt 22:26) De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo.

(Mt 22:27) Y después de todos murió también la mujer.

(Mt 22:28) En la resurrección, por lo tanto, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron?

(Mt 22:29) Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erran, ignorando las Escrituras y el poder de Dios.

(Mt 22:30) Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo.

(Mt 22:31) Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído lo que les fue dicho por Dios, cuando dijo:

(Mt 22:32) Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.

(Mt 22:33) Oyendo esto la gente, se admiraba de su doctrina.

El Gran Mandamiento
 (Mr 12:28-34)
(Mt 22:34) Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una.

(Mt 22:35) Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo:

(Mt 22:36) Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?

(Mt 22:37) Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.

(Mt 22:38) Este es el primero y grande mandamiento.

(Mt 22:39) Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

(Mt 22:40) De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

(Mt 22:41) Y estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó,

¿De quién es hijo el Cristo?
 (Mr 12:35-37; Lc 20:41-44)
(Mt 22:42) diciendo: ¿Qué piensan del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: De David.

(Mt 22:43) El les dijo: ¿Por lo tanto cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo:

(Mt 22:44) Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?

(Mt 22:45) Por lo tanto si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?

(Mt 22:46) Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más.

Jesús denuncia a escribas y fariseos
 (Mr 12:38-40; Lc 11:37-54, 20:45-47)
(Mt 23:1) Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: 

(Mt 23:2) En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.

(Mt 23:3) Así que, todo lo que les digan que cumplan [guarden, conserven], guárdenlo y háganlo; mas no hagan conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.

(Mt 23:4) Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.

(Mt 23:5) Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Puesto que ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos;

(Mt 23:6) y aprecian los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas,

(Mt 23:7) y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.

(Mt 23:8) Pero ustedes no quieran que les llamen Rabí; porque uno es su [de ustedes] Maestro, el Cristo, y todos ustedes son hermanos.

(Mt 23:9) Y no llamen padre suyo [de ustedes] a nadie en la tierra; porque uno es su [de ustedes] Padre, el que está en los cielos.

(Mt 23:10) Ni sean llamados maestros; porque uno es su [de ustedes] Maestro, el Cristo.

(Mt 23:11) El que es el mayor de ustedes, sea su [de ustedes] sirviente.

(Mt 23:12) Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

(Mt 23:13) Mas ¡ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque cierran el reino de los cielos en presencia [delante] de los hombres; puesto que ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que están entrando.

(Mt 23:14) ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoran las casas de las viudas, y como pretexto hacen largas oraciones; por esto recibirán mayor condenación.

(Mt 23:15) ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorren mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacen dos veces más hijo del infierno que ustedes.

(Mt 23:16) ¡Ay de ustedes, guías ciegos! que dicen: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor.

(Mt 23:17) ¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro?

(Mt 23:18) También dicen: Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la dádiva que está sobre él, es deudor.

(Mt 23:19) ¡Necios [ignorantes, imprudentes, irracionales] y ciegos! porque ¿cuál es mayor, la dádiva, o el altar que santifica la dádiva?

(Mt 23:20) Por lo tanto el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él;

(Mt 23:21) y el que jura por el templo, jura por él, y por el que lo habita;

(Mt 23:22) y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está sentado en él.

(Mt 23:23) ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezman la menta y el eneldo y el comino, y dejan lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.

(Mt 23:24) ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito, y tragan el camello!

(Mt 23:25) ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpian lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de injusticia.

(Mt 23:26) ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.

(Mt 23:27) ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, de hecho, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.

(Mt 23:28) Así también ustedes por fuera, de hecho, se muestran justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía e iniquidad [maldad grande, gran injusticia, perversidad extrema].

(Mt 23:29) ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque edifican los sepulcros de los profetas, y adornan los monumentos de los justos,

(Mt 23:30) y dicen: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas.

(Mt 23:31) Así que dan testimonio contra ustedes mismos, de que son hijos de aquellos que mataron a los profetas.

(Mt 23:32) ¡Ustedes también llenen la medida de sus [de ustedes] padres!

(Mt 23:33) ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparán de la condenación del infierno?

(Mt 23:34) Por tanto, he aquí yo les envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos matarán y crucificarán, y a otros azotarán en sus [de ustedes] sinagogas, y perseguirán de ciudad en ciudad;

(Mt 23:35) para que venga sobre ustedes toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien mataron entre el templo y el altar.

(Mt 23:36) De cierto les digo que todo esto vendrá sobre esta generación.

Jesús se lamenta de Jerusalén
 (Lc 13:34-35)
(Mt 23:37) ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!

(Mt 23:38) He aquí su [de ustedes] casa les es dejada desierta.

(Mt 23:39) Porque les digo que desde ahora no me verán, hasta que digan: Bendito el que viene en el nombre del Señor.

Jesús predice la destrucción del templo
 (Mr 13:1-2; Lc 21:5-6)
(Mt 24:1) Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.

(Mt 24:2) Respondiendo TM [Jesús], les dijo: ¿Ven todo esto? De cierto les digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.

Señales antes del fin
 (Mr 13:3-23; Lc 21:7-24)
(Mt 24:3) Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?

(Mt 24:4) Respondiendo Jesús, les dijo: Vean que nadie les engañe.

(Mt 24:5) Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.

(Mt 24:6) Y oirán de guerras y rumores de guerras; vean que no se turben, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin.

(Mt 24:7) Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares.

(Mt 24:8) Y todo esto será principio de dolores.

(Mt 24:9) Entonces les entregarán a tribulación, y les matarán, y serán aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.

(Mt 24:10) Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.

(Mt 24:11) Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos;

(Mt 24:12) y por haberse multiplicado la iniquidad [maldad grande, gran injusticia, perversidad extrema], el amor de muchos se enfriará.

(Mt 24:13) Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvado.

(Mt 24:14) Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

(Mt 24:15) Por tanto, cuando vean en el lugar santo la abominación [cosa repugnante] desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda),

(Mt 24:16) entonces los que estén en Judea, huyan a los montes.

(Mt 24:17) El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa;

(Mt 24:18) y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.

(Mt 24:19) Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días!

(Mt 24:20) Oren, por lo tanto, que su [de ustedes] huida no sea en invierno ni en día sábado [día de reposo o festivo];

(Mt 24:21) porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.

(Mt 24:22) Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvado; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.

(Mt 24:23) Entonces, si alguno les dijere: Vean, aquí está el Cristo, o vean, allí está, no lo crean.

(Mt 24:24) Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y maravillas [prodigios, cosas extraordinarias], de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.

(Mt 24:25) Ya se lo he dicho  antes.

(Mt 24:26) Así que, si les dijeren: Vean, está en el desierto, no salgan; o vean, está en los aposentos, no lo crean.

(Mt 24:27) Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.

(Mt 24:28) Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.

La venida del Hijo del Hombre
 (Mr 13:24-37; Lc 21:25-36; 17:25-36)
(Mt 24:29) E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.

(Mt 24:30) Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

(Mt 24:31) Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

(Mt 24:32) De la higuera aprendan la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, saben que el verano está cerca.

(Mt 24:33) Así también ustedes, cuando vean todas estas cosas, conozcan que está cerca, a las puertas.

(Mt 24:34) De cierto les digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.

(Mt 24:35) El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

(Mt 24:36) Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.

(Mt 24:37) Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.

(Mt 24:38) Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,

(Mt 24:39) y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.

(Mt 24:40) Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado.

(Mt 24:41) Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada.

(Mt 24:42) Velen, por lo tanto, porque no saben a qué hora ha de venir su [de ustedes] Señor.

(Mt 24:43) Pero sepan esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría escarbar [minar] su casa.

(Mt 24:44) Por tanto, también ustedes estén preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no piensan.

(Mt 24:45) ¿Quién es, por lo tanto, el esclavo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?

(Mt 24:46) Dichoso [afortunado, bienaventurado] aquel esclavo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.

(Mt 24:47) De cierto les digo que sobre todos sus bienes le pondrá.

(Mt 24:48) Pero si aquel esclavo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir;

(Mt 24:49) y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos,

(Mt 24:50) vendrá el señor de aquel esclavo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe,

(Mt 24:51) y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Parábola de las diez vírgenes
(Mt 25:1) Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo.

(Mt 25:2) Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.

(Mt 25:3) Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;

(Mt 25:4) mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.

(Mt 25:5) Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron.

(Mt 25:6) Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salgan a recibirle!

(Mt 25:7) Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas.

(Mt 25:8) Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dennos de su [de ustedes] aceite; porque nuestras lámparas se apagan.

(Mt 25:9) Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a ustedes, vayan más bien a los que venden, y compren para ustedes mismas.

(Mt 25:10) Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.

(Mt 25:11) Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!

(Mt 25:12) Mas él, respondiendo, dijo: De cierto les digo, que no les conozco.

(Mt 25:13) Velen, por lo tanto, porque no saben el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.

Parábola de los talentos
(Mt 25:14) Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus esclavos y les entregó sus bienes.

(Mt 25:15) A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.

(Mt 25:16) Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.

(Mt 25:17) Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.

(Mt 25:18) Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.

(Mt 25:19) Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos esclavos, y arregló cuentas con ellos.

(Mt 25:20) Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.

(Mt 25:21) Y su señor le dijo: Bien, buen esclavo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

(Mt 25:22) Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.

(Mt 25:23) Su señor le dijo: Bien, buen esclavo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

(Mt 25:24) Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;

(Mt 25:25) por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.

(Mt 25:26) Respondiendo su señor, le dijo: Esclavo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.

(Mt 25:27) Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.

(Mt 25:28) Quítenle, por lo tanto, el talento, y denlo al que tiene diez talentos.

(Mt 25:29) Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

(Mt 25:30) Y al esclavo inútil échenle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

El juicio de las naciones
(Mt 25:31) Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,

(Mt 25:32) y serán reunidas en presencia [delante] de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.

(Mt 25:33) Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.

(Mt 25:34) Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Vengan, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo.

(Mt 25:35) Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me recogieron;

(Mt 25:36) estuve desnudo, y me cubrieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y vinieron a mí.

(Mt 25:37) Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?

(Mt 25:38) ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?

(Mt 25:39) ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?

(Mt 25:40) Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicieron.

(Mt 25:41) Entonces dirá también a los de la izquierda: Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

(Mt 25:42) Porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;

(Mt 25:43) fui forastero, y no me recogieron; estuve desnudo, y no me cubrieron; enfermo, y en la cárcel, y no me visitaron.

(Mt 25:44) Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?

(Mt 25:45) Entonces les responderá diciendo: De cierto les digo que en cuanto no lo hicieron a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicieron.

(Mt 25:46) E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

La conspiración para prender a Jesús
 (Mr 14:1-2; Lc 22:1-2; Jn 11:45-23)
(Mt 26:1) Cuando hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos:

(Mt 26:2) Saben que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.

(Mt 26:3) Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás,

(Mt 26:4) y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle.

(Mt 26:5) Pero decían: No durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo.

Jesús es ungido en Betania
 (Mr 14:3-9; Jn 12:1-8)
(Mt 26:6) Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso,

(Mt 26:7) vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa.

(Mt 26:8) Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?

(Mt 26:9) Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres.

(Mt 26:10) Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestan a esta mujer? puesto que ha hecho conmigo una buena obra.

(Mt 26:11) Porque siempre tendrán pobres con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.

(Mt 26:12) Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.

(Mt 26:13) De cierto les digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.

Judas ofrece entregar a Jesús
 (Mr 14:10-11; Lc 22:3-6)
(Mt 26:14) Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes,

(Mt 26:15) y les dijo: ¿Qué me quieren dar, y yo se lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata.

(Mt 26:16) Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.

La Cena del Señor
 (Mr 14:12-25; Lc 22:7-23; Jn 13:21-30)
(Mt 26:17) El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua?

(Mt 26:18) Y él dijo: vayan a la ciudad a cierto hombre, y díganle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; «en tu casa» celebraré la pascua con mis discípulos.

(Mt 26:19) Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua.

(Mt 26:20) Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce.

(Mt 26:21) Y mientras comían, dijo: De cierto les digo, que uno de ustedes me va a entregar.

(Mt 26:22) Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor?

(Mt 26:23) Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar.

(Mt 26:24) De hecho el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido.

(Mt 26:25) Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho.

(Mt 26:26) Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomen, coman; esto es mi cuerpo.

(Mt 26:27) Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Beban de ella todos;

(Mt 26:28) porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.

(Mt 26:29) Y les digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con ustedes en el reino de mi Padre.

Jesús anticipa la negación de Pedro
 (Mr 14:26-31; Lc 22:31-34; Jn 13:36-38)
(Mt 26:30) Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.

(Mt 26:31) Entonces Jesús les dijo: Todos ustedes se escandalizarán de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.

(Mt 26:32) Pero después que haya resucitado, iré delante de ustedes a Galilea.

(Mt 26:33) Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.

(Mt 26:34) Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.

(Mt 26:35) Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

Jesús ora en Getsemaní
 (Mr 14:32-42; Lc 22:39-46)
(Mt 26:36) Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Siéntense aquí, entre tanto que voy allí y oro.

(Mt 26:37) Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.

(Mt 26:38) Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quédense aquí, y velen conmigo.

(Mt 26:39) Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.

(Mt 26:40) Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no han podido velar conmigo una hora?

(Mt 26:41) Velen y oren, para que no entren en tentación; el espíritu de hecho está dispuesto, pero la carne es débil.

(Mt 26:42) Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.

(Mt 26:43) Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.

(Mt 26:44) Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.

(Mt 26:45) Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Duerman ya, y descansen. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.

(Mt 26:46) Levántense, vamos; vean, se acerca el que me entrega.

Arresto de Jesús
 (Mr 14:43-50; Lc 22:47-53; Jn 18:2-11)
(Mt 26:47) Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.

(Mt 26:48) Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; préndanle.

(Mt 26:49) Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡ Alégrate [Salve, saludos], Maestro! Y le besó.

(Mt 26:50) Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron.

(Mt 26:51) Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un esclavo del sumo sacerdote, le quitó la oreja.

(Mt 26:52) Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.

(Mt 26:53) ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?

(Mt 26:54) ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?

(Mt 26:55) En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un ladrón han salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con ustedes enseñando en el templo, y no me prendieron.

(Mt 26:56) Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.

Jesús ante el concilio
 (Mr 14:53-65; Lc 22:63-71; Jn 18:12-14)
(Mt 26:57) Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos.

(Mt 26:58) Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin.

(Mt 26:59) Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte,

(Mt 26:60) y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban TM [no hallaron].

(Mt 26:61) Pero al fin vinieron dos testigos falsos que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo.

(Mt 26:62) Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?

(Mt 26:63) Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.

(Mt 26:64) Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además les digo, que desde ahora verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.

(Mt 26:65) Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha injuriado [calumniado, blasfemado]! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? vean ahora mismo han escuchado su injuria [calumnia, blasfemia].

(Mt 26:66) ¿Qué les parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!

(Mt 26:67) Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban,

(Mt 26:68) diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó.

Pedro niega a Jesús
 (Mr 14:66-72; Lc 22:55-62; Jn 18:15-18)
(Mt 26:69) Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo.

(Mt 26:70) Mas él negó en presencia [delante] de todos, diciendo: No sé lo que dices.

(Mt 26:71) Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno.

(Mt 26:72) Pero él negó otra vez con juramento : No conozco al hombre.

(Mt 26:73) Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre.

(Mt 26:74) Entonces él comenzó a maldecir,  y a jurar : No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo.

(Mt 26:75) Entonces Pedro se acordó de las declaraciones de Jesús, que le había dicho : Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.

Jesús llevado ante Pilato
 (Mr 15:1; Lc 23:1-2; Jn 18:28-32)
(Mt 27:1) Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte.

(Mt 27:2) Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador.

Muerte de Judas
(Mt 27:3) Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos,

(Mt 27:4) diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú!

(Mt 27:5) Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó.

(Mt 27:6) Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las dádivas, porque es precio de sangre.

(Mt 27:7) Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros.

(Mt 27:8) Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre.

(Mt 27:9) Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel;

(Mt 27:10) y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.

Pilato interroga a Jesús
 (Mr 15:2-5; Lc 23:3-5; Jn 18:33-38)
(Mt 27:11) Jesús, por lo tanto, estaba en pie en presencia [delante] del gobernador; y éste le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices.

(Mt 27:12) Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió.

(Mt 27:13) Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?

(Mt 27:14) Pero Jesús no le respondió ni una declaración; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.

Jesús sentenciado a  muerte
 (Mr 15:6-20; Lc 23:13-25; Jn 18:38)
(Mt 27:15) Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen.

(Mt 27:16) Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás.

(Mt 27:17) Reunidos, por lo tanto, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién quieren que les suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo?

(Mt 27:18) Porque sabía que por envidia le habían entregado.

(Mt 27:19) Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: «No tengas nada que ver con» ese justo; porque hoy he sufrido [padecido] mucho en sueños por causa de él.

(Mt 27:20) Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto.

(Mt 27:21) Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos quieren que les suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás.

(Mt 27:22) Pilato les dijo: ¿Qué, por lo tanto, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado!

(Mt 27:23) Y el gobernador les dijo: Por lo tanto ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!

(Mt 27:24) Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; «allá ustedes.»

(Mt 27:25) Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.

(Mt 27:26) Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado.

(Mt 27:27) Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía;

(Mt 27:28) y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata,

(Mt 27:29) y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla en presencia [delante] de él, le escarnecían [se burlaban con deshonra y afrenta], diciendo: ¡Alégrate [Salve, saludos], Rey de los judíos!

(Mt 27:30) Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza.

(Mt 27:31) Después de haberle escarnecido [burlado con deshonra y afrenta], le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.

Crucifixión y muerte de Jesús
 (Mr 15:21-41; Lc 23:26-49; Jn 19:17-30)
(Mt 27:32) Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz.

(Mt 27:33) Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera,

(Mt 27:34) le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo.

(Mt 27:35) Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, TR [para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes].

(Mt 27:36) Y sentados le guardaban allí.

(Mt 27:37) Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS.

(Mt 27:38) Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda.

(Mt 27:39) Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza,

(Mt 27:40) y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.

(Mt 27:41) De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole [burlándose con deshonra y afrenta] con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían:

(Mt 27:42) A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.

(Mt 27:43) Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho : Soy Hijo de Dios.

(Mt 27:44) Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él.

(Mt 27:45) Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.

(Mt 27:46) Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

(Mt 27:47) Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo : A Elías llama éste.

(Mt 27:48) Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber.

(Mt 27:49) Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle.

(Mt 27:50) Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.

(Mt 27:51) Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;

(Mt 27:52) y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;

(Mt 27:53) y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.

(Mt 27:54) El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios.

(Mt 27:55) Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole,

(Mt 27:56) entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Jesús es sepultado
 (Mr 15:42-47; Lc 23:50-56; Jn 19:38-42)
(Mt 27:57) Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús.

(Mt 27:58) Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo.

(Mt 27:59) Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia,

(Mt 27:60) y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue.

(Mt 27:61) Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.

Los fariseos aseguran la tumba
(Mt 27:62) Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato,

(Mt 27:63) diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré.

(Mt 27:64) Manda, por lo tanto, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo roben [hurten], y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero.

(Mt 27:65) Y Pilato les dijo: Ahí tienen una guardia; vayan, asegúrenlo como saben.

(Mt 27:66) Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.

La Resurrección de Jesús
 (Mr 16:1-8; Lc 24:1-12; Jn 20:1-10)
(Mt 28:1) Pasado el día sábado [día de reposo o festivo], al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.

(Mt 28:2) Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra TM [de la puerta], y se sentó sobre ella.

(Mt 28:3) Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve.

(Mt 28:4) Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos.

(Mt 28:5) Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No teman ustedes; porque yo sé que buscan a Jesús, el que fue crucificado.

(Mt 28:6) No está aquí, puesto que ha resucitado, como dijo. Vengan, vean el lugar donde fue puesto el Señor.

(Mt 28:7) Y vayan pronto y digan a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de ustedes a Galilea; allí le verán. He aquí, se lo he dicho.

(Mt 28:8) Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos,

(Mt 28:9) «he aquí,» Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Alégrate [Salve, saludos]! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron.

(Mt 28:10) Entonces Jesús les dijo: No teman; vayan, den las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.

El informe de la guardia
(Mt 28:11) Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido.

(Mt 28:12) Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados,

(Mt 28:13) diciendo: Digan ustedes : Sus discípulos vinieron de noche, y lo robaron [hurtaron], estando nosotros dormidos.

(Mt 28:14) Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y les pondremos sin cargos.

(Mt 28:15) Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy.

Hagan discípulos
 (Mr 16:14-18; Lc 24:36-49; Jn 20:19-23)
(Mt 28:16) Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado.

(Mt 28:17) Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban.

(Mt 28:18) Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.

(Mt 28:19) Por tanto, vayan, y hagan discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;

(Mt 28:20) enseñándoles que cumplan [guarden, conserven] todas las cosas que les he mandado; y he aquí yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

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